Xulio Rodríguez: Un ejemplo de profesionalización en el sector de la huerta en Galicia

Xulio Rodríguez es productor de huerta en Mondoñedo y presidente de Labregos de Lugo SAT, una sociedad que agrupa a 5 productores lucenses y que ya suministra la importantes cadenas de distribución y de fruterías

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Xulio Rodríguez: Un ejemplo de profesionalización en el sector de la huerta en Galicia

Xulio Rodríguez en su huerta con dos de los productos estrella de Labregos de Lugo: el repollo y la coliflor

Xulio Rodríguez Bermúdez es un productor de huerta de Mondoñedo, un ayuntamiento de A Mariña lucense que por sus condiciones de humedad, temperatura y cercanía al mar reúne condiciones excelentes para la producción de huerta.

Su vinculación al sector de la huerta viene de lejos. Él ya es la tercera generación de horticultores en el barrio mindoniense de San Pedro, un lugar soleado y en ladera en el que otros dos vecinos también se dedican profesionalmente a este sector. “Puedo presumir de ser un horticultor de tercera generación y desde pequeño mamé con mi abuelo y con mi padre muchos mercados en Vilalba, Lugo o Meira, a donde íbamos a vender nuestros productos”, destaca.

Pero Xulio tuvo en mente desde el comienzo que quería trabajar de otro modo, no solo en lo que se refiere a la mejora técnica sino, lo que es más difícil, a trabajar en equipo con otros productores. “La Sat Labregos de Lugo nació de la iniciativa de algunos agricultores que teníamos inquietudes por el cooperativismo. En el año 2006 viajamos a zonas productoras de huerta en Navarra, La Rioja y también de Francia, y esos viajes nos abrieron los ojos de que la única posibilidad de abastecer los mercados y de salir adelante como productores de huerta era estando unidos y trabajando de forma coordinada”, afirma convencido.

“Planificamos con los clientes la producción y acordamos un precio hizo para la campaña”

Finalmente decidieron optar por la fórmula de la SAT y hoy en día Labregos de Lugo agrupa a 5 socios: tres en A Mariña -Xulio, otro productor de A Pontenova y otro de Riotorto- y otros dos en el centro de la provincia, en los ayuntamientos de O Corgo y de Guntín.

La infraestructura de la SAT es mínima: “Tenemos en común una nave alquilada en el ayuntamiento de Riotorto, donde tenemos algo de maquinaria para el envasado, y después cada uno tenemos en nuestras casas nuestros almacenes”, explica Julio.

En total, entre los 5 socios cultivan algo más de 30 hectáreas de huerta al aire libre y 1 hectárea bajo invernadero entre tres de los socios. Suman un total de 15 puestos de trabajo a lo largo del año, que se pueden incrementar de forma puntual en los momentos de mayor producción.

Cultivan principalmente repollo -su producto estrella, con distintas variedades que ofrecen al mercado durante 9 meses- coliflor, brócoli, calabacín, tomate, lechuga, calabaza, judía, cebolla o puerro. Compran la planta y los abonos en conjunto para abaratar costes y venden todo su producto bajo la marca “Labregos de Lugo”.

 “Plantar sin saber a quien se lo vas a vender no es viable”

Su principal fortaleza en el mercado es la frescura ya que ninguna de sus hortalizas y verduras pasa por cámara de refrigeración, como sucede con las que proceden de otras comunidades autónomas y de otros países, que suelen pasar varios días desde que se cortan en la finca hasta que llegan al consumidor. “Una lechuga, una acelga, una coliflor recién cortada se nota en la presencia y en el sabor a la hora de comerla. Por eso se está apostando desde hace un tiempo por el producto local y nosotros garantizamos esa frescura porque cortamos el producto en el campo, bajo pedido, y no tenemos cámara”, subraya Xulio.

Para eso, reconoce que tuvieron que “cambiar el chip” en los horarios de trabajo. “Ya hace muchos años que trabajamos los domingos y sábados por la tarde, y libramos los viernes, para poder tener abastecidos los mercados el lunes. Recogemos de día y cargamos de noche o muy de madrugada para situar ese producto en cualquier punto de venta en Galicia o en Asturias al día siguiente por la mañana”, explica.

En cuanto a la comercialización, tuvieron claro desde un principio que su mercado no estaba en el entorno más cercano de A Mariña, “ya saturado por productores locales, ni tampoco en el área de A Coruña, donde ya hay horticultores de las comarcas de Bergantiños y de As Mariñas que llevan años trabajando ese mercado”. Por el contrario, optaron por la ciudad de Lugo y por las áreas urbanas de Vigo y de Pontevedra.

En un principio apostó por ellos la desaparecida cadena de supermercados Cemar, con presencia importante en la ciudad de Lugo. “Ellos desde un comienzo apostaron por nuestro producto. Siempre recordaré que llegamos junto al propietario y nos dijo que le sirviéramos producto desde el día siguiente. Las cadenas de distribución gallegas deberían seguir este ejemplo y apostar por el producto gallego”, recuerda Julio.

Trabajar unidos les permite garantizar el suministro y negociar mejor los precios

También probaron al inicio en Mercamadrid pero lo acabaron descartando al igual que otros mercados centrales, porque consideran que “en ellos hay mucha especulación con los precios”. “La conclusión a la que llegamos -afirma- es que lo mejor es cerrar acuerdos con las cadenas de distribución, fruterías y también con la restauración y que los grupos de productores colaboraremos entre nosotros para no pisarnos los clientes y, si es preciso, juntar volumen para asegurar el suministro”.

De este modo, a día de hoy los productos de Labregos de Lugo pueden encontrarse en cadenas de fruterías como Frutas Morriña, Frutas Nieves y Frutas Sol, en la provincia de Pontevedra. Además, y tras su integración como socios en la cooperativa gallega Horsal, venden a grandes cadenas de distribución como Vegalsa, Día, Mercadona o Lidl. “Por desgracia, -lamenta- no estamos en otras cadenas gallegas como Gadisa o Froiz, porque tienen un sistema de trabajo que no encaja con el nuestro, pues nos piden entregar todos los días todas las referencias que tenemos, lo que nos encarece los costes y nos requiere mucho más tiempo”, explica.

Para garantizar el suministro tanto en volumen, en plazos y en las calidades acordadas, los socios de Labregos de Lugo hacen una planificación previa de los cultivos con sus clientes, para ver cuáles son los productos que van a demandar y acuerdan un precio medio para toda la campaña, “que se suele respetar”. “Sobre eso hacemos los 5 socios una planificación en común, y si hay gente con tierras y clima adaptado para cebolla, se centra más en ese cultivo, y al productor al que se le da mejor, por ejemplo, el repollo se centra más en eso”, explica. Eso sí, suelen plantar entre un 20 y 30% más de producto sobre lo calculado para cubrir mermas por inclemencias del tiempo o por enfermedades. Y si sobra, hacen alguna oferta con el cliente o lo sacan por otras vías, como por ejemplo mediante donaciones a los Bancos de Alimentos.

 “La unión es lo que nos va a dar la fuerza y seriedad a la hora de negociar con los clientes”

No obstante, en lo que consideran cultivos estratégicos por volumen, como el repollo o el puerro, lo cultivan en varias explotaciones para diversificar riesgos. “La clave -destaca- es garantizar el suministro al cliente durante el período acordado. No le puedes decir como proveedor que hoy tienes producto y mañana no, pues de lo contrario las cadenas compran fuera, en Mercamadrid o en Mercabarna, donde sí se les garantiza el suministro”, añade.

En cuanto al precio lineal para toda la campaña, Julio Rodríguez asegura que “en Labregos de Lugo creemos que es lo más justo, porque te permite calcular costes y hacer una planificación”. “Sabes cuando estás plantando a quien se lo vas a vender, cuanta cantidad, cuando y a que precio. Y eso es la clave en la huerta, lo contrario no tiene futuro”, advierte.

La otra clave es la formación de los horticultores y la unión entre ellos. “Debemos resistir la tentación de vender por fuera de la cooperativa o de la SAT cuando el precio del mercado es mayor, y apostar por un precio fijo a lo largo del año. La unión es lo que nos va a dar la fuerza y seriedad a la hora de sentarnos a negociar con la distribución”, remacha.

Plantación de repolo de Xulio Rodríguez

Retos de futuro: trabajar sin herbicidas

En Labregos de Lugo los socios trabajan en producción integrada, intentando emplear el mínimo de abonos químicos, herbicidas y productos fitosanitarios. Así, rotan los cultivos en cada parcela, de forma que hasta dentro de 3 años no se vuelve a repetir, y utilizan abonos verdes, como nabos o cebada, para mejorar la fertilidad del suelo y reducir el uso de herbicidas.

Precisamente este es uno de los retos más inmediatos de estos horticultores: “Estamos intentando no utilizar herbicidas y eliminar las malas hierbas solo por procedimientos mecánicos, mediante una escardadora moderna. Ahora estamos en un sistema híbrido, y yo por ejemplo escardo con caballo, con una sachadora de 5 picos, como se hacía antiguamente. Pero queremos eliminar por completo el uso de herbicidas en nuestras parcelas, tanto por filosofía vital como porque creemos que va a ser el futuro”, reconoce Julio Rodríguez. “Y estamos abiertos a producir en ecológico, si el mercado hace la apuesta”, subraya.

“La administración debería ponerse las pilas con el etiquetado del origen de los productos de huerta”

Otra de las aspiraciones de Labregos de Lugo es que se cree una Indicación Geográfica Protegida o una Denominación de Origen para la huerta producida en Galicia, permitiendo diferenciarla de otra que entra a menor precio de otros países. En este sentido, lamentan que “se siga encontrando en el supermercado productos que llevan un nombre gallego, como una patata que ponen Xoia da Terra y que está envasada por una empresa gallega pero luego ves que el origen es Cádiz o Francia”.

En este sentido, Xulio Rodríguez le reclama a la administración “que se ponga las pilas en el tema del etiquetado, de forma que el origen de los productos debería figurar con letras grandes para no engañar al consumidor y la distribución también se debería implicar para etiquetar de forma más clara”.

A pesar de los obstáculos, este horticultor de Mondoñedo se muestra orgulloso de un trabajo que le permite compartir más tiempo con sus hijos, en el que cada día es diferente y en el que se trabaja en pleno contacto con la naturaleza. “Me da felicidad sacar adelante un proyecto como este, aunque haya momentos del año en los que estés apurado de trabajo”, concluye.

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