Recomendaciones para la conservación de las vides para injertar

Francisco Rego Martínez, técnico jubilado de la Estación de Viticultura y Enología de Galicia y con más de 40 años de experiencia en el sector, ofrece unos consejos para la conservación de las vides para injertar

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Recomendaciones para la conservación de las vides para injertar

Los sarmientos a seleccionar para injertar es normal que se fraccionen en varas, limpiándolos de nietas, por simple operatividad. Esto no quiere decir que conservarlos enteros sea peor (cortando únicamente las puntas mal curadas, si fuere el caso), sino todo lo contrario. Lo que pasa es que no siempre se dispone de un local donde poder extenderlos en toda su longitud.

Los modos de conservación son diversos. El período de espera, que irá en función de las fechas estimadas para la injerta, va a decidir cuáles son los idóneos. También el mesoclima de cada zona y las características del local donde se vaya a guardar el material.

No es lo mismo conservar la madera para un injerto de cuña que como muy tarde se va a finalizar entre fines de marzo o principios de abril, que para otra en T-bud, que se ejecuta a finales de mayo y en todo el mes de junio.
Tampoco sería igual guardar las vides en un local de la costa que en otro situado a 1.000 m. de altitud.

 “El ambiente debe ser fresco y húmedo y sin corrientes de aire”

Para los injertos de finales de invierno, excepto en años raros, no se precisan las cámara frigoríficas. Los viñedos arrasados por la philloxera a finales del XIX fueron recuperados mediante el injerto y sin necesidad recurrir a ellas, porque por entonces aun no existían, al menos a nivel de difusión.

Métodos de conservación natural de los sarmientos

Las maneras “naturales” de conservar son varias, y todas tienen el denominador común de procurar un ambiente suficientemente fresco y húmedo, y sin corrientes de aire, con mínimas oscilaciones de temperatura, para retrasar lo más posible el resecamiento de la madera y la brotación de las yemas.

Nuestros viticultores han recurrido a diversos locales y maneras de hacerlo. Las cuevas de Valdeorras, las minas de la Baixa Limia, el interior de túneles hechos en las laderas en la búsqueda de manantiales, son locales que reúnen las mejores condiciones para conservar las vides. Los rincones más recogidos de las bodegas tradicionales son igualmente adecuados para este cometido.

Si el tiempo de espera no va a ser largo se pueden conservar en el exterior, semienterrando las vides en una gavia. Si lo hacemos al lado de una pared que esté orientada al norte, la conservación será más larga. Si no tenemos pared, mejor será abrir la gavia en una finca de buena pendiente y norteada.

Cuando se tenga la suerte de vivir cerca de un torrente que traiga agua fría de la montaña, la colocación de los manojos de vides por debajo de su chorro garantiza la recepción continua de agua fresca y bien oxigenada, siendo un modo de conservar cómodo y efectivo.

El ambiente de conservación debe ser fresco y de cierta humedad, para evitar la desecación, pero ambiente húmedo no quiere decir encharcado. Cuevas, minas o bodegas tradicionales tienen el piso natural, sea de tierra, de esquistos, de pizarras o de “sábrego” (en castellano: granito semidescompuesto). Estos suelos (excepto que sean extremadamente barrientos) “respiran” y son ideales para la conservación. Dependiendo del grado de aislamiento del local, de la existencia o no de corrientes de aire, y también del período previsto de conservación, las vides se pueden extender sin cubrir, o bien hacerlo con tierra suelta, o mejor (para disminuir riesgos de contaminaciones) con arena de cantera o “sábrego”.

Cada local es como es. Y los inviernos también varían. El material hay que controlarlo a cada instante por la cuenta que nos tiene. Habrá casos en que no hará falta hacer nada y otros en que será necesario humedecer un poco sobre la arena o “sábrego” con una regadera o con una manguera (con su pitorro en posición de nebulización). En locales de suelo natural el agua sobrante debería filtrar sin problemas.

Si las vides a conservar van a estar colocadas sobre un piso de cemento, baldosa o similares, este deberá tener cierta caída para evitar la acumulación de humedad.

“Si las vides se tapan con un plástico, este debe tener unos agujeros”

Hay viticultores de “nueva generación” que tapan los manojos de vides simplemente con un plástico. Lo que pase debajo de él va a depender de la temperatura ambiente y de la clase de piso. Yo tendría cuidado de evitar una acumulación excesiva de humedad, especialmente si el piso no es natural, sino de alguno de los materiales que acabo de citar. Hacerle algunos agujeros al plástico, o reemplazarlo por coberturas que permitan algo de transpiración podrían ser una solución si el problema apareciera.

Conocí viticultores que conservaban las vides en la bodega, pero con otro método. Aprovechaban una cuba de las que no usaban para introducir en ella las vides. Luego la sellaban con los métodos tradicionales. En este ambiente de oxigenación mínima pero suficiente las vides aguantaban en buen estado y por bastante tiempo.

Cuando la primavera avanza, las temperaturas van subiendo, y en los locales que acabo de mencionar las yemas arrancarán a brotar antes o después dependiendo de cómo vaya yendo el tiempo, y por supuesto de la situación geográfica y de las características peculiares de aislamiento de cada uno de ellos.

Yo he observado, en una misma bodega, campañas en las que las vides, que habían sido cubiertas con “sábrego” en invierno, en los principios de junio aún estaban igual de frescas que en el día en que se habían colocado. Por contra, otros años, en los que se había seguido idéntico procedimiento, ya comenzaban a reventar a principios de mayo.

Como curiosidad, me recuerdo de un año en que, en otra bodega, los sarmientos sobrantes del injerto de cuña se dejaron en el “sábrego” con vistas a hacer reintentos más adelante sobre aquellas púas que el viticultor se fuera apercibiendo de que no habían prendido. Bien avanzada la primavera las yemas comenzaron a reventar dentro del “sábrego”, hecho que se aprovechó para hacer injertos leñoso-herbáceos, con gran éxito por cierto.

¿Como comprobar si los sarmientos se están conservando bien?

Los viticultores veteranos que año tras año vienen guardando material, gracias a su experiencia, con unos pocos vistazos periódicos intuyen cómo ve yendo la conservación de las vides.

A los que comienzan en la viticultura les es conveniente hacer más revisiones, tanto más cuanto si el local nunca había sido usado antes para este fin. Descubrir con mucho cuidado el material, fijarse en el aspecto de los sarmoentos, en su olor, si es normal o fuerte a hongos. Luego coger una muestra de ellos y si el sitio está oscuro marchar para donde haya una buena luz. Con la navaja de injertar o con un cutter dar un corte superficial y levantar la cáscara de los sarmientos. Si lo que aparece debajo está húmedo, verde brillante, es señal de que la conservación va por buen camino.

Puede pasar que, por inexperiencia, descuido o porque el local no reúna condiciones, haya casos en que en el decurso de la conservación la madera sufra alguna deshidratación. Signos de ella son un verde menos brillante debajo de la piel del sarmiento; también que los sarmientos pierdan peso, de manera que si cogemos un trozo y lo echamos en un cubo con agua, flotará.

Cuando la madera está algo deshidratada hay que comprobar inmediatamente cuál es el estado de las yemas. El proceso consiste en dar una sección transversal a las yemas, con un cutter, un bisturí o una navaja, muy bien afilados. Su interior tiene que aparecer verde. Hay que tomar muestras bastantes, y contando con que puede haber más deshidratación en las puntas que en los tramos medios de las vides.

“Hay que humedecer las vides de vez en cuando para evitar la deshidratación”

Comprobado que las yemas están bien, hay que regar como antes se explicó. Si sólo nos percibimos de la deshidratación al final del período, cuando estamos retirando los sarmientos para injertar, entonces se procederá a la rehidratación introduciéndolos uno o dos días, según la afectación, en bidones o capachos con agua limpia.

Si el estrés no fue excesivo, y por tanto las yemas aguantaron bien, no debería haber mucha merma en el éxito del injerto. Pero mejor será, si aconteció, aprender de la primera experiencia para evitarlo en las siguientes campañas.

Si el piso del local no transpira, y por encima tenemos el material cubierto con un plástico que impide la aireación de la masa, puede acontecer justo lo contrario, que por exceso de humedad los sarmentos sean pasto de los hongos descompositores, que provocan la pudrición. El olor intenso a hongos va a delatar el problema.

Es preciso hacer las mismas comprobaciones que acabamos de describir en los sarmientos y en las yemas, y si llegamos a tiempo, lo mejor es sacar inmediatamente de allí el material, limpiarlo bien, aplicarle un fungicida para tener a raya a los oportunistas, y buscar otro sitio con mejores condiciones de aireación y drenaje para el resto del período de conservación.

Hace unos años fui a visitar a un recién llegado a la viticultura, que andaba injertando con mucho afán e ilusión. Miré las vides y no les ví buena pinta. Cogí unas pocas púa y les levanté la cáscara con la navaja. Lo que aparecía debajo no era ni verde brillante ni verde apagado, era marrón. Menos mal que el chaval aún estaba comenzando el trabajo. Yo por un acaso sabía de otro viticultor que tenía vides de sobra, en buenas condiciones. Así pudo evitar el desastre y de paso quedó aprendido.

“De ser necesario, se pueden sumergir los sarmientos en fungicida”

En los locales tradicionales de conservación, por sus condiciones de temperatura regular, frescura y drenaje naturales, es difícil que surja esa “explosión” de hongos. Escoger sarmientos sanos a la vista y, en caso de sospecha, el sumergido en fungicida, ayudará a que no acontezca.

Cuando se procuran largos períodos de conservación, estamos en zonas de inviernos muy suaves, o no se dispone de locales idóneos para la conservación natural, entonces hay que recurrir al frío artificial, a las cámaras frigoríficas.

Muchos viveristas profesionales tienen cámaras ad hoc para sus necesidades, en las que además de la temperatura se regula la humedad ambiental.

Cuando se trata de un pequeño viticultor que sólo quiere guardar unas pocas varas lo normal es que le pida el favor a un amigo frutero o use su propio frigorífico.

En las cámaras antiguas acontece que en estancias de meses, además de proporcionar frío, resecan el material. Por tanto, este debe ir protegido por un envoltorio aislante, generalmente plástico.

“Una opción es guardar las vides en el cajón de la fruta del frigorífico”

Para pequeñas cantidades yo he hecho la conservación con un sistema que me ha ido muy bien. La desinfección es opcional, según como estén de limpias las varas, pero para largos períodos lo mejor es hacerla. Consiste en desinfectar las varas sumergiéndolas unas horas dentro de una tinaja con disolución de fungicida. Si no tenemos una lo bastante larga se puede hacer un recipiente con un plástico y cuatro tablas. El plástico se afirma a las tablas, se coloca en un sitio llano y se le da la manera para que sirva de contenedor de líquido. También valdría abrir una zanja ancha en la tierra y acomodar en ella el plástico con el mismo fin. Finalizada la desinfección, las varas se sacan del recipiente y se adosan a una pared soleada, para que escurran el líquido, durante varias horas o por un día entero, dependiendo del tiempo que haga en la altura.

Después se recogen y se organizan en pequeños fardos. Cada uno de ellos se envuelve en varias hojas de papel de periódico, que van a controlar la humedad, y finalmente se introducen en bolsas de plástico, que se sellarán bien para que no les entre el aire. A continuación, se guardan en una cámara o en el frigorífico de la casa, en el sitio de la fruta.

La cámara debe programarse siempre por encima de 0ºC, nunca congelar. Las yemas de las vides son capaces de aguantar picos de varios grados negativos, pero una congelación sostenida no es lo mismo. La temperatura en que la vid entra en actividad viene estando en los 10 ºC. La de la cámara nunca debe subir tanto, mejor no sobrepasar los 1-2 ºC . Si bien es cierto que las yemas se pueden mantener estables hasta cerca de los 10ºC, en esas condiciones la botrytis y muchos hongos oportunistas ya son capaces de hacer de las suyas.

Además, existe otro factor, que es el estado de la cámara y la precisión de sus mecanismos, más aún si ya tiene unos años. Recuerdo un caso en el que el indicador de una cámara estaba marcando 4ºC, pero nos extrañó que dentro no hubiera sensación de ese frío. Al abrir los paquetes, aparecieron las varas con las yemas reventando.

No está de más, cuando la conservación se hace en cámaras antiguas, o que por cualquiera otra causa nos inspiren desconfianza, colocar dentro de ellas uno o dos termómetros para verificar la precisión de los indicadores.

“El ambiente seco daña las vides, y un exceso de humedad también”

Cuando se maneja material en grandes cantidades y por tanto se juegan mucho dinero hay que asegurarse del funcionamiento preciso de la cámara. Si no se consigue regular, por ser vieja o defectuosa, lo mejor será repararla o hacer una nueva instalación, en función de los costes.

El modo de protección de las varas dentro de las cámaras dependerá de los automatismos de que dispongan. Si no hay humificadores que compensen la desecación compre protegerlas con un envoltorio plástico. Practicarle algunos agujeros a los envoltorios para que las vides respiren, o utilizar sacos de malla tupida pero que al mismo tiempo dejen filtrar algo de aire puede ser necesario si hay peligro de acumulación de humedad.

El ambiente seco daña las vides, y un exceso de humedad también. Nebulizar los fardos periódicamente con fungicidas puede ser necesario en conservaciones muy largas. Más aún si no se hizo desinfección al principio o si la selección de los sarmientos no ha sido muy escrupulosa.

 “Nebulizar los fardos periódicamente con fungicidas puede ser necesario en conservaciones muy largas”

Los grandes viveros disponen de contenedores especiales, rígidos, adaptados para su transporte con porta-palets, lo que agiliza el control y manejo de los sarmientos.

Las características de cada cámara y el tiempo de permanencia de los sarmientos determinarán los modos de protección y los cuidados idóneos para cada caso.

Las cámaras, una vez finalizados los períodos de almacenaje, deberán limpiarse y desinfectarse en toda su superficie, con el máximo rigor. No hacerlo significa que se irán convirtiendo en un reservorio de hongos.

En el siguiente capítulo hablaremos de las fechas idóneas y de la influencia de la luna para los injertos.

Una idea sobre “Recomendaciones para la conservación de las vides para injertar

  1. Eduardo

    Hola:
    Me dieron unas varas de vid para injertar y las tuve cerca de un mes en una habitación fría y oscura, pero sin agua (tres semanas).
    Les puse agua hace unos días y me pregunto si no se habrán resecado.
    Serías tan amable de enviarme la respuesta al correo.
    Gracias por tu atención.

    Un saludo Eduardo

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