Material necesario para injertar el viñedo

En este artículo, Francisco Rego, técnico jubilado de la Evega, informa sobre el material necesario para realizar injertos en viñedo, una profesión, la del injertador profesional, con una importante demanda.

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Material necesario para injertar el viñedo

Material necesario para injertar el viñedo

Después de explicar en el anterior artículo los tipos de injertos y las claves del éxito en cada uno de ellos, abordaré en este otro aspecto no menos importante, el de los materiales necesarios para injertar en invierno

Una buena navaja de injertar es imprescindible. La hoja, mejor de acero al carbono, tras el afilado ha tener un buen corte que además debe durar, siendo capaz de ejecutar muchos injertos sin necesidad de andar corrigiendo el hilo a cada instante. Cosa aparte son los pases de limpieza, para simplemente tirar los residuos vegetales que se van acumulando en el hilo al ir injertando. Piedras de grano muy fino, cueros o tacos de madera pulida impregnados de arcilla muy fina cumplen este fin.

Las navajas de injertar de más fama son las de Solingen (Alemania). Referente a las que he manejado, debo decir que bien merecida. Hay igualmente alguna francesa muy reconocida.

Las navajas de injertar tienen formas y tamaños variables, según los métodos para los que vayan a ser destinadas. En general, para métodos invernales con especies en las que haya que labrar púas gruesas y de madera dura se requerirán navajas más grandes y fuertes.

Una buena navaja precisa de una buena piedra de afilar. Una navaja mal afilada o de mala calidad es peligrosa para quien la maneja.

Las navajas de injertar, dependiendo del proveedor, hay veces en que vienen casi que listas para trabajar y otras en que hay que echar bastante tiempo en prepararlas hasta dejarlas con un filo conforme es debido.

Caso de tener que acomodarlas, se comenzará con una piedra de grano algo grueso, para dolar, y se continúa con otra más dulce. Una de grano muy fino irá bien para el afinado y sentado final. Ejemplos de piedras naturales, si no se da encontrado una buena autóctona, son las de Arkansas o las de las Ardenas, estas no hace muchos años usadas por los barberos. Son caras, pero cuidándolas duran mucho tiempo. Es bueno andar con cuidado para no extraviarlas ni que caigan y rompan. Hay piedras artificiales japonesas de distintas finuras de grano que según he oído van bastante bien. Estas piedras generalmente tienen forma rectangular. En el comercio pueden presentarse como piedra única. O venir con dos caras distintas. La sueca Fallkniven de diamante/cerámica es un ejemplo.

Hay piedras que afilan con agua y otras con aceite. Depende de que material sean, pero en general cuando solo es necesario dar leves correcciones no hace falta mojarlas. Las hojas de las navajas de injertar pueden ser afiladas por las dos caras o bien afiladas por una y asentadas por la otra. Las segundas (filo con bisel a modo de trencha) son las que consiguen cortes más rectos.

Las hojas afiladas por un lado deben entrar en la madera de manera que la parte asentada (plana) cuadre del lado de la vara y por tanto la afilada (biselada) del lado de fuera. De hacerlo al revés el corte tiende a curvarse como queriendo “escapar” hacia fuera.

¿Cortar tirando hacia el pecho o hacia fuera?

Hay injertadores que cortan tirando hacia el pecho mientras que otros (la mayoría de los que yo conozco) cortan hacia fuera. También se debe considerar que hay personas diestras y zurdas.

Las hojas de las navajas de Solingen y algunas francesas, italianas y portuguesas vienen con el bisel preparado para injertar tirando hacia el pecho. Si un injertador opera hacia fuera y no obstante le gusta un modelo que viene preparado para tirar en sentido contrario, mejor que andar perdiendo el tiempo en dolar la navaja para cambiarle el filo, le será solicitar un ejemplar de ese mismo modelo en la versión para zurdos, que viene biselada al contrario.

Cuando se injerta tirando hacia dentro los que se inician tienen temor a rasgar la ropa e incluso a herirse en el pecho. No tiene por que pasar. Deberá ser la mano izquierda (o la derecha en los zurdos) la que, agarrando fuertemente la púa, empuje con un movimiento enérgico hacia fuera. Por el contrario, la mano derecha, que es la que porta la navaja (o la izquierda en los zurdos) sólo tiene que direccionar la hoja para hacer el corte que convenga, y hacer firme para que quede casi que inmóvil en el sitio.

Cuando se corta hacia fuera es la mano izquierda (o la derecha en los zurdos) la que tiene que que agarrar fuertemente de la vara con tres dedos y el pulgar. El dedo índice, extendido, hace fuerza en la parte inferior de la vara para mantenerla afirmada. Para que los cortes queden bien, deben darse de tal manera que la navaja avance precisamente por encima de la cabeza del índice. Los novatos no las tienen todas consigo en cuanto a la integridad de este dedo. Un dedal o unas vueltas con esparadrapo alrededor de la punta del índice son ideales para coger confianza y así en poco tiempo se finalizará prescindiendo de estas protecciones.

Las navajas de injertar de Taramundi que manejé vienen afiladas por las dos caras, con lo que no es preciso fijarse de que lado del filo está el bisel.Una buena navaja afilada por ambas caras también puede hacer cortes rectos, con buen pulso y algo más de práctica.

¿Para que trabajos de injertar se puede utilizar un cutter?

Los cutters no tienen mangos ergonómicos como los de una buena navaja, pero para hacer unos pocos injertos cumplen de sobra la función. Su lámina es intercambiable. Está integrada por varios tramos, que se pueden ir separando según se van gastando. Es preciso adquirir modelos que permitan asegurar la hoja firmemente a la guía, para que no “baile” al trabajar con ella. Se ajustará para que sólo sobresalgan del mango unos 2-3 cms. Sólo sirven para labrar las púas.

Aunque vienen bastante bien de fábrica, un buen afilado aparte de la lámina que va sobresaliendo de la guía no está de más.

La hoja de los cutters es cortante pero muy fina. No resiste la presión que hay que ejercer para hendir o cortar patrones leñosos gruesos y duros. Al intentar hacerlo es seguro que va a romper por el resquicio que la une al tramo siguiente. Por tanto, en métodos en los que es preciso hendir madera dura, el cutter hará el trabajo más delicado, el de labrar las púas, combinando con otro instrumento de corte más fuerte para abrir el portainjerto.

Máquinas manuales para los injertos de campo

En los comercios del ramo se encuentran máquinas manuales para los injertos de campo. Son interesantes para quien no se dé habituado a injertar a mano. En los últimos tiempos se han perfeccionado bastante. Es importante que el mecanismo produzca un buen efecto multiplicador, a fin de que las cuchillas entren a velocidad para que corten y no aplasten. Es bueno que se puedan afilar y que haya recambios.

Muchas de estas máquinas funcionan presionando con la mano como se hace con las tijeras de poda. No todos tenemos la misma fuerza en las manos, y después de repetir y repetir viene el cansancio y puede acontecer que los cortes ya no salgan tan bien.

Por esto mismo sería conveniente que las casas comerciales que las venden diesen la posibilidad de hacer pruebas sobre vides para que cada cliente pueda apreciar que tal se siente con ellas, y de escoger, si ofrecen más de un modelo.

Existe un modelo antiguo que sirve para hacer cuñas. Viene siendo como una garlopa que se desliza por unos raíles engrasados. Para colocar las púas lleva integrada una placa con varios encajes de distintas honduras, redondos y planos, para adaptar a los diversos grosores. Colocada la púa, la cuchilla da un primer corte. Después se gira media vuelta y se coloca la parte labrada en un encaje plano, para finalizar el labrado de la cuña con un según corte. El trabajo de esta máquina, aunque parezca lento, porque haya que dar dos cortes, es bastante perfecto, porque la fuerza y la velocidad de acción así lo propicia.

Las buenas navajas de injertar son caras. Por esto mismo antes de comprarlas sería bueno asesorarse en cursos prácticos o acompañando en el trabajo a un injertador veterano. De este modo el aprendiz irá conociendo cuál es manera de operar que mejor le va y en consecuencia que material le conviene adquirir.

Después de tener estas nociones básicas, y ya suministrado del material adecuado, será el momento de recoger unos manojos de vides de las que se retiran en la poda. Aprovechando horas muertas, durante varios días, sentado tranquilamente en un lugar recogido y practicando con toda la calma, será la mejor manera de irse familiarizando con los instrumentos, ganando práctica, o sea precisión en los movimientos y por tanto calidad en los cortes resultantes. “Hacer mano” como dicen los injertadores.

Tijeras de poda

Unas tijeras de poda ergonómicas y con hoja de buen acero van a ser las otras compañeras imprescindibles del injertador, a la hora de recortar, limpiar varas y recortar los patrones. Cuando estos son gruesos, una sierra viñera o frutera, que las hay de magnífico corte, hará perfectamente su cometido.

Ataduras, material de cobertura, sachos para tapar y tutores

Sobre los materiales de atadura y la cobertura nos extenderemos en el apartado del injerto de cuña. En los métodos en que los injertos se cubren con tierra es fundamental que el operario que maneja el sacho sea extremadamente cuidadoso. Movimientos mal dados pueden tocar e incluso mover algunas púas, echando a perder un trabajo previo bien hecho.

Hay quien prefiere los sachos de contorno redondeado antes que los cuadrados, pero la esencia está en la pericia de quien aporca la tierra.

Relativo a los tutores, estos se pueden clavar tanto para evitar que los animales muevan los injertos como para guiar los brotes después de que prendan.

En los métodos en que el injerto se tapa con tierra, mejor será clavar previamente la estaca, con la unión a la vista. De hacerlo después habrá que tener cuidado de apuntar bien, para no derramar el trabajo hecho.

Los pertrechos del injertador

Injertar es un trabajo duro, continuo. No es raro que por culpa de una climatología inestable el número de días útiles quede bastante reducido.

Como consecuencia, el tiempo apremia, los horarios de sol a sol son habituales, habiendo de sumar las horas nocturnas y las del amanecer empleadas para la preparación de injertos y puestas a punto del instrumental. Períodos de frío, de calor, de humedades, de vientos, puede aparecer de todo. Es necesario pertrecharse adecuadamente a lo que venga.

Sombreros o gorras, buena ropa de abrigo, impermeables para los días de llovizna, botas térmicas, guantes de los que dejan libres los dedos, chalecos o macacos con bolsillos amplios para guardar materiales de trabajo diversos…etc.

Injertar a nivel del suelo exige bajarse y levantarse cada vez que se pasa de una planta a otra, que son muchas veces en el día. Hay injertadores que trabajan de rodillas y otros sentados. Las rodillas sufren mucho y conozco más de un injertador que comenzó el oficio arrodillándose y finalizó sentándose. Rodilleras, que se encuentran en las ferreterías, o cojines forrados de lona o cualquier otro material semejante para sentarse, son imprescindibles para estos profesionales.

 

Una cesta ligera y de material resistente, convenientemente departamentada para transportar materiales y púas, debe acompañar al injertador, principalmente si los departamentos del chaleco o macaco son insuficientes o inadecuados para el sistema de trabajo empleado.

Esto en tiempo fresco. En días de calor el uniforme de los injertadores irá aligerándose, en adecuación a la época. Al mismo tiempo habrá que tener especial mimo con el material vegetal. Las varas que van a dar lugar a los injertos han de conservar su humedad, no permitiendo que se resequen. Recepción a cada instante de remesas de material procedente de sitio fresco, suministrado por un asistente, o la disposición al lado de un cubo de agua que mantenga la humedad de las varas, son alternativas a considerar.

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