Los alcornoques del Arnego, un aprovechamiento forestal singular

La extracción del corcho es una práctica que se mantiene en el Sobreiral do Arnego, dándole rentabilidad económica a este espacio natural, a la par que se garantiza la biodiversidad de la zona. Es un proceso tradicional, sin apenas medios mecánicos ni variaciones a lo largo de los años

Los alcornoques del Arnego, un aprovechamiento forestal singular

Sobreiral del Arnego.

La extracción del corcho en el Sobreiral do Arnego (Deza, Pontevedra) es una práctica que continúa realizándose al modo tradicional, sin apenas medios mecanizados y que no ha sufrido variaciones a lo largo de los años. En la actualidad, el corcho se contempla como «un aporte extra y puntual», puesto que su extracción no puede hacerse cada año, sino que hay que esperar al menos nueve años entre cada cata para garantizar que el árbol no se vea afectado. La producción de corcho en la comarca del Deza ronda las 2.000 toneladas por década.

El Sobreiral do Arnego, bajo la protección de la Red Natura 2000, se expande en los concellos dezanos de Agolada, Lalín y Vila de Cruces. La concentración de los alcornoques en las tierras próximas al río que le da nombre, afluente del Ulla, fue mermando, por diferentes motivos, según indican tanto expertos como los propios vecinos de la zona. La declaración de espacio protegido consiguió frenar en parte su sustitución por otros cultivos forestales como el eucalipto o el pino.

Descorchado manual

El descorchado no precisa de maquinaria mecanizada, solo un machete, una palanca de madera resistente, una navaja, una regla y una escalera bastan para desprender la corteza. En un proceso ágil a base de cortes precisos en la cáscara, sin marcar el tronco, que permite obtener las placas de corcho.

Cada verano llegan cuadrillas de Extremadura y Portugal para sacar el corcho a los alcornoques

Distintos expertos en la materia y los vecinos fijan a principios de los años 70 el comienzo del aprovechamiento del corcho con fines comerciales en este área. En estos primeros años fueron madereros de la zona los que se encargaban de realizar la labor, pero poco a poco fueron llegando cuadrillas procedentes de Extremadura y Portugal, que son en la actualidad los que principalmente se encargan de la extracción en la zona.

Cortiza-

La extracción del corcho tiene también un proceso de venta tradicional, donde suele ser frecuente un trato directo entre el propietario y la persona que se encarga de sacar la corteza. «Tienen gente de la zona que conoce a los propietarios y que se encargan de localizar los árboles que sirven para cada campaña», explica Marcial Barral, propietario de una de las parcelas que concentra mayor cantidad de alcornoques en esta zona.

Es frecuente que el precio se fije por número de ejemplares a descorchar, valorando la calidad del mismo, y puede oscilar entre los 10 y los 40 euros. También hay cuadrillas que fijan el precio por kilo, aunque esto es más frecuente en las grandes producciones.

Los requisitos para la extracción del corcho

«Es como desnudar el alcornoque, por lo que debe estar buen tiempo, para que no le afecten los hongos»

La extracción del corcho es una tarea que en esta zona del interior de Galicia se realiza entre el 15 de junio y el 15 de agosto. «Lo más importante es que haga calor, que no llueva ni haya niebla, se precisa buen tiempo», explica el maderero Yago Tato, que aprendió el oficio directamente de su abuelo, sacando el corcho a alcornoques en la zona de Agolada, y aunque en la actualidad está centrado en otros trabajos forestales, conoce y recuerda con demostraciones y talleres el proceso de obtención de la corteza. «Es como desnudar el alcornoque, se debe esperar a que esté buen tiempo para que no se debilite el árbol, ya que es más propensa a los hongos», señala el maderero.

Iago-Tato-descortiza-

El maderero Yago Tato durante la extracción del corcho.

En la saca de corcho, al margen de espaciar las extracciones, es también preciso esperar a que el árbol cuente con un perímetro mínimo de 60 centímetros a una altura 1,30 metros, al que el alcornoque llega con 25 o 30 años, como detalla la ingeniera de montes Cristina Gende, quien se encargó de elaborar un estudio sobre la producción de corcho en la comarca del Deza, con el afán de «contar con una herramienta con una metodología rigurosa sobre la extracción del corcho», destaca. La vida productiva del alcornoque admite de 8 a 16 sacas sucesivas, aunque esto reduce la vida del árbol de los 300-500 años que puede durar si nunca fue descorchada a los 110 – 170 años cuando se emplean para producir corcho».

Afecciones de los alcornoques

A lo largo de estos años los alcornoques «fueron muy maltratados, poco cuidados», valora Barral. Y es que a la par de resistir frente al avance de otras especies más valoradas en el aprovechamiento forestal, los alcornoques también sufrieron distintas afecciones. Una de las más conocidas es la «Culebrilla» provocada por una larva de un insecto coleóptero, Coroebus undatus, que devalúa las planchas en las que aparece.

También el «Chancro carbonoso», producido en este caso por un hongo que ocasiona daños en la corteza fueron dos de los principales problemas del alcornocal. «El déficit hídrico o el exceso de agua, las heridas de descorchamiento o la acción del fuego son vectores de entrada de esta dolencia», explica Gende en sus trabajos. Por eso son muchos los que relacionan las malas praxis, la falta de profesionales o realizar la extracción con condiciones meteorológicas inadecuadas con la proliferación de este hongo.

Precisamente, la presencia de este hongo hizo secar muchos ejemplares en la zona. Así, en el 2002 incluso se llevó a cabo un intento por hacer frente a la expansión de este hongo por parte del Distrito Forestal de Deza – Tabeirós, que impulsó un plan para profesionalizar el aprovechamiento del corcho en la zona, con la creación de un catastro y una asociación de productores. El proyecto finalmente no se llevó a cabo y a día de hoy está paralizado, según informan desde el propio Distrito. Sin embargo, sí establecieron un control sobre la extracción del corcho, obligando a la obtención de un permiso, con un seguimiento de unas normas, como recoge la ingeniera de montes Ascensión Castro.

Los alcornoques también están presentes en los prados de la zona.

Los alcornoques también están presentes en los prados de la zona.

Convivencia con otros usos del terreno

El Sobreiral do Arnego no es una masa homogénea solo de alcornoques, sino que conviven también otras especies como los robles, los castaños o los pinos. En las márgenes de los ríos, predomina el bosque de ribera, en las fajas intermedias aparecen los sotos y castaños y es en las zonas más altas donde predominan tanto las sobreiras como los pinos. «Las condiciones edafoclimáticas permitieron que de una manera natural el alcornoque creciese en esta zona», explica Gende.

Pero a la par de conservarse masas boscosas, los alcornoques también se localizan en praderas, donde el aprovechamiento del corcho sirve como complemento de actividades ganaderas.

Mercado del corcho

En esta zona, el corcho se destinó inicialmente a la obtención de colmenas para las abejas. Antiguamente también se hacían colchones o almohadas, tal y como documenta la ingeniera de montes Cristina Gende. Pero actualmente, el principal destino es la fabricación de tapones (de corteza natural, los de mayor exigencias en cuanto a dimensiones y calidad del corcho) o tapones técnicos.

También se destina para la fabricación de artículos deportivos y domésticos, flotadores, así como aislantes térmicos y acústicos, revestimiento y decoración. «Estuvo muy ligado también a la construcción, por eso cuando la crisis el corcho también se resintió», puntualiza el maderero Yago Tato.

Producción en la zona

Una de las pocas estimaciones sobre la producción de corcho en la zona es la proporcionada por la ingeniera de montes Cristina Gende, aunque su trabajo abarca también los alcornocales del ayuntamiento dezano de Silleda en este cómputo. Sus tasaciones revelan una producción de alrededor de 1.871 toneladas de corteza cada diez años. Su estudio de campo le permitió constatar que las zonas de explotación se concentran en las riberas de los ríos Ulla, Deza y Arnego y sus afluentes. Son cerca de 600 hectáreas en las que se distribuyen los alcornoques de manera irregular y en pequeñas fincas.

Las sobreiras se mezclan con otros árboles autóctonos como los robles y castaños.

Las sobreiras se mezclan con otros árboles autóctonos como los robles y castaños.

«El corcho es un aporte mínimo que llega cada diez años. La mayoría de la gente pocos alcornoques tenemos. No hay muchos grandes propietarios con fincas de alcornoques, ni están distribuidos como las plantaciones de pinos, sino que se tienen como van naciendo y le sacas el corcho a los que van valiendo», explican pequeños propietarios de la zona.

La Zarra da Pena

Una de las parcelas con mayor concentración de alcornoques y superficie se encuentra en el corazón del Sobreiral do Arnego, en Carmoega (Agolada). Bautizada como la Zarra da Pena, cuenta con 24 hectáreas, que pertenecen a varios propietarios. Los alcornoques ocupan cerca de la mitad de la finca, mezclados con otras especies y vegetación, sobre todo autóctonas. «En su momento, cuando me hice un poco cargo de la gestión de la finca, muchos me preguntaban porque no plantaba todo con eucalipto o pino. «Los alcornoques no valen nada», me decían, pero quise apostar por una producción sostenible y preservar la riqueza natural que tiene el espacio. Y no me arrepiento», explica Marcial Barral, uno de los propietarios y gestor.

Los alcornoques sufrieron en esta finca tanto el azote de los hongos, que dejaron muchos ejemplares dañados, como distintos fuegos, tal y como recoge la ingeniera de montes Ascensión Castro y confirma Barral. El aprovechamiento de la corteza en la finca puede suponer en torno a 15.000 euros cada 10 años, pero el rendimiento de este espacio va más allá, ya que según Barral «tiene un valor sentimental y una gran riqueza en cuanto a biodiversidad de fauna y floral».

Custodia del Territorio

La puesta en valor de la Zarra da Pena de Barral se tradujo en un acuerdo de Custodia del Territorio que comenzaría en el 2005 con las Fundaciones Comarcales Deza-Ulloa. Fue una etapa en la que se llevarían a cabo construcciones de cierres para introducir caballos que mantuvieran desbrozado el monte, pero la alternativa no resultó.

Distintos árboles del sobreiral acogen cajas nido para murciélagos.

Distintos árboles del sobreiral acogen cajas nido para murciélagos.

Recientemente, en el 2016 se firmó otro acuerdo de estas características con la asociación ecologista Adega, con la que se contemplan actuaciones de divulgación, estudio de fauna y flora. El proyecto cuenta con una aportación de la Fundación Biodiversidad de 20.000 euros.

En este marco, ya se llevaron a cabo actuaciones como la colocación de casas-nidos para los murciélagos, la plantación de medio centenar de nuevos alcornoques por alumnos de un colegio de Lalín o jornadas de identificación de la fauna y de la flora del Sobreiral do Arnego. Además, también se contempla la recuperación de una charca de riego, que facilite la supervivencia de anfibios, o la eliminación de especies invasoras como el eucalipto, según explican desde Adega.

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