Las industrias lácteas incentivan el crecimiento de la producción en plena crisis de excedentes

Lactalis y Capsa impulsan el aumento de las entregas de sus explotaciones proveedoras, lo que lleva a las organizaciones agrarias a interpretar que necesitan más leche en Galicia. Paralelamente, la Comisión Europea inicia en septiembre un programa con primas para las ganaderías que bajen en producción, con el fin de mejorar la situación de mercado

Las industrias lácteas incentivan el crecimiento de la producción en plena crisis de excedentes

Parte de las industrias están incentivando aumentos de producción de las granjas.

Los últimos contratos que algunas de las principales industrias lácteas les trasladaron a los ganaderos gallegos reducen al mínimo las penalizaciones por aumentar la producción o abren la puerta a permitir mayores entregas. El cambio de estrategia, encabezado por firmas como Lactalis o Capsa, llega en un ciclo de supuesta saturación del mercado, con precios a la baja y fuertes excedentes a nivel europeo.

Las empresas se habían esforzado hasta este verano por limitar el crecimiento de la producción de las granjas gallegas con el argumento de que sobraba leche en el mercado. El giro que dan ahora las industrias genera interrogantes en el sector. ¿En Galicia se necesita más leche o las industrias quieren echar más leña al fuego?

La penalización por exceso de producción de Lactalis pasa de unos 15 céntimos por litro a 1 céntimo

La supresión a los límites de producción coincide además con la inminente puesta en marcha del plan europeo para incentivar descensos en las entregas de leche de las granjas. Desde septiembre, las ganaderías podrán optar voluntariamente por reducir durante tres meses las entregas a cambio de una bonificación. Con esta medida, la Comisión Europea trata de que disminuyan los excedentes de leche en el mercado. Las industrias en Galicia, sin embargo, conducen en sentido contrario.

Lactalis
La firma gala Lactalis, la primera en volumen de recogida en Galicia, pagaba hasta este verano a 12 céntimos la leche que pasaba de la cantidad contratada, es decir, aplicaba una penalización de unos 15 céntimos sobre el precio habitual (alrededor de 27 céntimos). Con el nuevo contrato, ya en vigor desde el 1 de agosto, la penalización para el exceso de producción será de 1 céntimo.

«En Galicia las industrias necesitan más leche. El problema es que no quieren pagarla» (Óscar Pose, Unións Agrarias)

“Queda claro que sigue haciendo falta más leche en Galicia” -valora Óscar Pose, de Unións Agrarias- “Las industrias necesitan leche, pero al mismo tiempo Lactalis impuso unos contratos con precios a la baja y con un sistema de indexación que hace totalmente inviable la subida del precio de la leche en los próximos 6 meses”, cuestiona Pose.

Capsa
Otra empresa que abrió la puerta a mayores entregas fue la asturiana Capsa (Clas, Larsa). Su modelo de contrato más habitual hasta este verano limitaba la producción contratada a la entregada por la explotación en la campaña 2014-2015, antes del fin de las cuotas, con un pago 80-20 (El 80% de la leche se pagaba a precio de mercado y el 20% restante a precios referenciados a leche en polvo y mantequilla). El nuevo contrato permite la entrega de mayores cantidades, si bien con un pago 70-30, en el que el 30% de la leche se paga a un precio B, inferior al del mercado.

El nuevo contrato de Capsa permite mayores entregas, pero aumenta al 30% la cantidad pagada a un precio B, menor al del mercado

Desde las organizaciones agrarias se interpreta que Capsa está incentivando el aumento de la producción. “En general, hay un cambio de tendencia. Si antes los esfuerzos de las industrias se centraban en contener la producción, ahora se abre la mano en los volúmenes al tiempo que se bajan los precios”, analiza Xabier Gómez, del Sindicato Labrego.

Destino de la leche para polvo
La estrategia de Capsa sorprende al sector. De un lado, Capsa incentiva el aumento de la producción, como si necesitara leche. De otro, su contrato estándar paga el 30% de la leche a un precio menor, referenciado a la leche en polvo y a la mantequilla, como si no pudiera colocar esa leche en el mercado y tuviera que destinarla a productos lácteos industriales. Hay que sumar, a mayores, las cisternas que Larsa compra a precios de leche en polvo, con lo cual el sector estima que la industria puede estar moviendo al menos un 40% de la leche a un precio B, menor al del mercado.

«Es necesario que haya garantías de que la leche que se compra para polvo no acaba en un brik» (Xabier Gómez, Sindicato Labrego)

“Es necesario ya que haya garantías de que la leche que compran a un precio B va para polvo, tanto en el caso de Capsa como en el de otras industrias con prácticas similares”, demanda Xabier Gómez, del Sindicato Labrego.

El resto de organizaciones agrarias se expresa en la misma línea. ¿Cuánta de esa leche va realmente para polvo y cuánta finaliza en quesos y en un tetra brik?”, se pregunta Elías Somoza, coordinador de los sectores ganaderos de la Federación Rural Galega (Fruga). “En todo este caos de contratos y de movimientos de las industrias, lo que más se echa en falta es la desaparición de Xunta y Ministerio. No hay un árbitro que regule la situación”, critica Elías.

Las reglas de juego cambian cada poco para los ganaderos, lo que genera mucha incertidumbre. “Hace unos meses, parte de las granjas que le suministraban a Lactalis se esforzaron por adecuarse a las cantidades contratadas, en algún caso enviando animales al matadero. Ahora se encuentran con que ese esfuerzo no les sirvió de nada. Lo mismo sucede con las explotaciones que se habían adaptado a los límites marcados por Capsa”, reflexiona Óscar Pose, de Unións Agrarias.

«Lo que más se echa en falta es un árbitro. Tanto Xunta como Ministerio están desaparecidos» (Elías Somoza, Fruga)

Denuncias por los contratos
Las organizaciones agrarias continúan por otra parte con su ofensiva legal contra el contrato de Lactalis, que ya fue denunciado ante las Administraciones. Tanto Unións como la Fruga inciden en que tiene un sistema de indexación abusivo. La Fruga cuestiona también la introducción de una cláusula de confidencialidad en el contrato.

Otro de los grandes problemas del sector se sitúa en los precios pagados por los primeros compradores, con frecuencia “irrisorios”, según denuncian las organizaciones agrarias, “y muchas veces sin contrato”, cuestiona Elías Somoza (Fruga).

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