«La falta de ordenación de los usos de la tierra es una de las causas estructurales de los incendios»

Francisco Sineiro, ex-profesor de la Escola Politécnica Superior de Lugo, analizó en unas jornadas los factores que aumentan la vulnerabilidad del territorio ante los incendios forestales

«La falta de ordenación de los usos de la tierra es una de las causas estructurales de los incendios»

Francisco Sineiro, en su intervención en las jornadas del Consello da Cultura. / Imagen: Consello da Cultura Galega.

Las jornadas organizadas por el Consello da Cultura Galega sobre las nuevas olas de incendios, agravadas por el cambio climático, han contado con un análisis de las causas estructurales de los incendios forestales en Galicia. Ese análisis corrió a cargo de Francisco Sineiro, profesor jubilado de la Escola Politécnica Superior de Lugo, quien incidió en dos factores: el abandono o mal uso de la tierra y la falta de ordenación del territorio.

«Galicia tiene tierra suficiente para la actividad ganadera y forestal, pero falta un equilibrio en el uso de las tierras. La ganadería necesita más superficie, en tanto están quedando muchas tierras a monte, sin uso productivo», valora. «Precisamos de una política rural integrada, que no existe, y de medidas de ordenación de los usos de las tierras que se cumplan y se hagan cumplir», destacó.

«La agricultura tradicional no va a volver. Hay que buscar nuevas soluciones para las tierras que quedan a monte»

Uno de los problemas que enuncia Sineiro, el de las tierras que quedan a monte, tiene su origen en la desaparición de la agricultura tradicional. Si en los años 60, al menos el 50% del territorio gallego tenía un uso agrario, bien de cultivos, pastos y zonas de matorral aprovechadas por el ganado, en la actualidad sólo un 28% de la tierra tiene uso agrario. Otro 21% está a matorral, un 40% está arbolada y un 10% es urbana y no agraria, según los datos expuestos en la ponencia.

«El reto pendiente de resolver -señala Sineiro- es el de las tierras que quedan a monte. La agricultura tradicional no va a volver, así que hay que buscar nuevas soluciones». Sineiro apunta que la pérdida de presencia del ganado en el monte está ligado a factores como la falta de superficies disponibles o excesivamente parceladas, los daños del lobo o a la ausencia de cierres.

El ex-profesor de la Escola Politécnica aboga por medidas de ordenación de los usos de la tierra que fomenten su movilidad y la mejora de la base territorial de las explotaciones agrarias. También defiende la necesidad de organizar y dinamizar el uso de los montes vecinales, que suponen un tercio de toda la superficie forestal gallega. «Las comunidades de montes se han dejado ir envejeciendo sin adoptar ninguna medida durante décadas», critica.

«Un incumplimiento de la normativa de usos de la tierra genera más incumplimientos, ya que sirve de mal ejemplo en el entorno, al ver que no pasa nada»

En lo que respecta al monte particular, Sineiro sitúa el foco en la necesidad de organizar sociedades para constituir unidades de producción viables. «Es de los grandes retos que hay», destaca, si bien a lo largo de las jornadas se cuestionó el resultado de las sociedades de fomento forestal (Sofor) impulsadas por la Xunta, de las que en seis años solo se constituyeron 11 en toda la comunidad.

Cumplimiento de la normativa
Junto con la dinamización del uso de la tierra, otra de las grandes líneas de acción pendientes la sitúa Sineiro en el cumplimiento de las directrices básicas de usos de la tierra. «Un incumplimiento genera más incumplimientos, pues sirve de ejemplo para el entorno, al ver que no pasa nada», advierte. «Igual que tenemos una guardia civil ambiental, sería necesario un cuerpo que primero explicara las normas de uso de la tierra y que, en último término, sancionara», defiende, en alusión a problemas como la forestación ilegal de tierras agrarias.

Las rentas rurales, un tercio inferiores al promedio gallego

El progresivo abandono de las tierras tiene una relación directa con la despoblación del medio rural. A ese respecto, Sineiro destacó que no le preocupa sólo la diferencia vegetativa entre los que nacen y los que mueren en el rural, sino la marcha de personas en edad media, que dejan las aldeas para ir a un medio urbano o a pueblos cabecera de comarcas.

En un estudio de hace una década, Sineiro señala que se comprobó como la renta del rural intenso -que aglutina a la mayor parte de los ayuntamientos del interior de Lugo, Ourense y parte de los de A Coruña- era un tercio inferior al promedio de la renta gallega.

Si se analizan las explotaciones agrarias, apenas un 16% era viable con los únicos ingresos de la explotación, pues la mayoría dependían de rentas complementarias y/o de pensiones familiares. Sineiro aboga por apoyar la economía de las explotaciones familiares por medio de jornales de trabajo en el monte, así como por ayudas o compensaciones por mejoras ambientales.

El ex-profesor de la Escuela Politécnica Superior de Lugo propone un plan de empleo ligado a actividades forestales y medioambientales que beneficie a la población rural, así como incentivos para el uso del monte.

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