“La demanda de Casa Macán contra Clas es la historia de David contra Goliat”

Eladio Rigueira, director general de la industria láctea lucense, cuenta las peripecias que atravesó la firma de Taboada tras la ruptura del contrato que mantuvo con Central Lechera Asturiana. Macán encara ahora una fase de recuperación

“La demanda de Casa Macán contra Clas es la historia de David contra Goliat”

Eladio Rigueira, director general de Casa Macán.

Eladio Rigueira se define como un luchador nato. Hace 15 años se puso al frente de una pequeña quesería artesanal de Taboada (Lugo) que salió de la nada para convertirse en interproveedora de Mercadona para toda España. Aquella relación comercial con la cadena de supermercados, que se extendió durante una década, dejó marca en Rigueira, que aún hoy en día se declara admirador del “espíritu de trabajo y de la capacidad de gestión” de Mercadona.

Tras el fin de la relación con Mercadona, Casa Macán vivió unos años inciertos, hasta que en otoño del 2015 le surgió una nueva oportunidad comercial que parecía “una lotería”. “Nos llamó Central Lechera Asturiana (Clas) y nos puso una alfombra roja”, recuerda el gerente de Casa Macán.

Al poco tiempo, Casa Macán cerró con Clas un acuerdo por 10 años, prorrogable a otros tres, para trabajar para la industria asturiana 24 horas al día los 365 días del año. Pero un año después, Clas decidió desvincularse de Macán, que se vio abocada a un concurso de acreedores del que ahora está saliendo. “Cualquier otro habría tirado la toalla, pero ni Clas ni nadie me va a amedrentar” proclama Rigueira, que le reclama en los tribunales 7 millones de euros a Central Lechera Asturiana.

Comencemos por el principio. ¿A qué acuerdo de trabajo habíais llegado con Clas – Larsa?
– El proyecto que nos presentó Clas implicaba la elaboración de una completa línea de productos. En el periodo que estuvimos trabajando con Central Lechera Asturiana, durante el año 2016, producimos para ellos queso Arzúa-Ulloa, queso de tetilla, queso de bola, manteca y manteca cocida. También estuvimos en pruebas más de 6 meses con las líneas de nata y leche pasteurizada, así como con quesos de barra y loncheados.

¿Qué cambios supuso para vosotros el contrato con Central Lechera Asturiana?
– A nivel de logística e inversiones, el acuerdo nos obligó a un esfuerzo descomunal. En pocos meses pasamos de una plantilla de 28 personas a otra de 63, convirtiéndonos en la principal empresa del sur de Lugo. Acometimos ampliaciones de líneas y la puesta en marcha de líneas nuevas, como la de nata y leche pasteurizada. El acuerdo contemplaba que nuestra factoría trabajaría en 3 turnos los 365 días del año para abastecer la demanda de Clas. En aquel momento fue un proyecto que nos convenció y que incluso llevó a que dos cooperativas lucenses como Mopán y Tierra Llana decidieran entrar en el accionariado de Casa Macán.

¿Y a qué se debió el fin de la relación con Clas? Desde Central Lechera Asturiana apuntan a que incumplisteis las inversiones comprometidas.
– La verdad es que no hay motivo ni explicación razonable. Clas cogió en diciembre del 2016 y se fue de Macán de un día para otro. Una empresa de esa categoría no puede tener un comportamiento así, es un abuso absoluto. En primer lugar, teníamos un contrato y no se puede hacer eso. Y en segundo lugar, si lo tiene que hacer por cualquier motivo, tiene que sentarse a hablar con nosotros y llegar a un acuerdo. Entonces habría sido fácil.

Sobre lo que diga Clas, tampoco quiero entrar en detalle, pero primero dijo que no tenía un contrato con nosotros, cuando puedo mostrárselo a quien quiera; luego aseguraba que rompimos nosotros el contrato y ahora dice en la prensa que incumplimos inversiones.

¿Dabas a entender que pudo haber motivos que llevaron a que Clas tuviese que dejar Macán?
– No es un secreto, es algo que se puede leer en la prensa. Clas tenía problemas sindicales tanto en la factoría de Larsa en Vilagarcía como en Asturias. El acuerdo con Macán implicaba externalizar producción de sus factorías propias. En un momento dado, se vieron presionados y esa parte puede ser entendible, pero una empresa que es seria no puede cometer con nosotros el abuso que cometió.

El comportamiento de Clas me duele además por venir de una empresa cooperativa que presume de ser propiedad de ganaderos. Lo único que quiero ahora es que se aclare la verdad y que sea pública. Que se haga justicia con nosotros, con las cooperativas gallegas que se metieron en Casa Macán y con nuestros acreedores. Me siento muy responsable por la situación en la que están todos ellos. Tras la salida de Clas, vivimos todos dos años durísimos.

La salida de Clas os obligó a entrar unos meses después en un concurso de acreedores que se prolongó durante más de un año. ¿Estuvo Casa Macán al borde de la liquidación?
– Cualquier otro en mi situación habría tirado la toalla, eso está claro pero yo soy un luchador nato y no me voy a dejar amedrentar por Clas ni por nadie. Cuando se fue Clas de un día para otro quedé en shock. No sabes qué hacer, tenía una estructura tremenda de personal y no me daba ubicado. Unos meses después de la salida de Clas, la única vía que nos quedó fue a presentar un preconcurso de acreedores para proteger la empresa.

Cuando la Administración concursal analizó nuestra situación, se percató de que el principal motivo del concurso había sido la ruptura del contrato por parte de Clas, por lo que apoyó nuestra demanda contra Central Lechera Asturiana.

A finales de julio del 2017, el juzgado instó a Clas para que retomara el contrato con Casa Macán en un plazo de 10 días. La sorpresa llegó cuándo Central Lechera Asturiana se negó argumentando que el contrato lo habíamos roto nosotros. El conflicto se dilucidará en un juicio, que está fijado para el 13 de marzo.

Le reclamáis a Clas el pago de 7 millones de euros. ¿En qué cuestiones se basa esa reclamación?
– Hay dos partes, por un lado todas las inversiones que ejecutamos por obligación de Clas para cumplir con sus requerimentos de calidades, volúmenes y nuevos productos; y otra parte que se corresponde con el lucro cesante de la pérdida de beneficios del global del contrato, que estaba previsto por 10 años, prorrogable a otros tres.

También hay otra parte del acuerdo con Clas, que nosotros aceptamos en su día, que implicaba que no podíamos hacer nuevas acciones comerciales, o sea, no podíamos entrar con nuestras marcas en nuevas cadenas ni firmar contratos para elaborar marcas de la distribución.

En cuanto al concurso que atravesasteis, finalmente llegasteis a un acuerdo con vuestros acreedores este verano. ¿En qué situación se encuentra ahora Casa Macán?
– Pues acabamos de salir de un concurso complicado, duro, en el que la casi absoluta mayoría de los acreedores apostaron por nosotros, independientemente de una quita importante, y ahora Casa Macán pasó de unos números rojos a unos números positivos. Estamos comenzando una nueva etapa y por el momento mantenemos una actividad básica, con una plantilla de 20 trabajadores.

El conflicto con Clas está claro que representa para nosotros una pérdida de oportunidades a nivel comercial, ya que Central Lechera Asturiana tiene un nombre y una posición muy importante, así que estamos deseando que se aclare todo en los tribunales y que la verdad salga a la luz. Esta lucha es como la de David contra Goliat, pero estoy convencido de que el tiempo pondrá las cosas en su sitio.

¿Qué perspectivas de futuro tiene Casa Macán?
– Somos muy competitivos y ofrecemos una relación calidad precio que es muy difícil igualar, así que previsiblemente en un futuro cerraremos contratos de maquila con otras industrias y cadenas de distribución.

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