La búsqueda de los caballos en el monte: el otro gran atractivo de la Rapa de Sabucedo

Este viernes comienza la famosa Rapa das Bestas de Sabudeco. Pero los preparativos comienzan semanas antes con la búsqueda de los caballos en el monte. Subimos con los vecinos para contarlo

La búsqueda de los caballos en el monte: el otro gran atractivo de la Rapa de Sabucedo

Una de las yeguadas que fueron localizadas por la tarde en el monte de A Planzadoira.

Los curros, donde se rapan y desparasitan los caballos, son las actividades centrales de la Rapa das Bestas de Sabucedo, que se este año se celebra desde este viernes hasta el próximo lunes, con su punto álgido este fin de semana. Pero la Rapa es mucho más, y los preparativos para ella comienzan con mucha antelación en esta parroquia estradense. En los fines de semana previas es habitual que buen número de vecinos y colaboradores con la asociación Rapa das Bestas se junten para llevar a cabo distintas tareas como localizar y aproximar los caballos de los montes más lejanos. Nos acercamos a Sabucedo a mediados de junio para bajar algunas de las manadas de bestias que viven en libertad en los montes. Algunos de estos caballos llevan años sin ir a la Rapa y juntarlos es una tarea compleja.

El monte de la Planzadoira supone un reto ya que hay yeguas que llevan años sin bajar al curro y que son muy bravas

La jornada comienza a las 8 de la mañana en el Teleclub, el popular bar situado a la entrada de la aldea donde se organiza buena parte de la logística de la Rapa. Iván, uno de los primeros en llegar, invita ya a echar una mano: «¡Vigílame ahí mi caballo entretanto voy a buscar otro!». Rodrigo acaba de llegar y junto con su padre, atiende el encargo. Son de los pocos que aparecen tan temprano y son ya conocedores de que tendrán que esperar por el resto. Rodrigo, con raíces en la zona, lleva yendo al monte con su padre desde los 7 años. Aquí, la mayoría comenzaron desde bien pequeños en el manejo de las yeguas tanto en los montes como en el curro. Y son muchos los golpes y pequeños sustos que han recibido de los animales más salvajes. «En el monte, a veces tienes que escapar de su camino, en vez de asustarse ellas, si son muy bravas tienes que hacerte a un lado», explican. Hay pequeños trucos que han comprobado que son muy eficaces «funciona muy bien abrirle un paraguas hacia a ellas para frenarlas», recalcan padre y hijo.

Para muchos, subir al monte a por los caballos es tan especial como la rapa en el curro

El monte de la Planzadoira

La jornada de hoy promete y todos esperan buenos resultados, como apunta Quico, el tabernero, que también colabora encargándose de la logística del almuerzo en el monte. Van a ir en la búsqueda de las yeguas del monte de A Planzadoira (Cerdedo), a unos kilómetros de la aldea de Sabucedo. Buena parte de las yeguadas llevan muchos años sin bajar al curro, por eso la tarea se vuelve más complicada. «¡Es un monte especial, es todo un reto!», ratifica Iria, una de las vecinas que habitualmente, junto con Montse, participan en la bajada de los caballos. Ella se encarga de colaborar en la gestión y organización de la Rapa, «el trabajo que menos gusta pero que es necesario hacer para que todo salga bien esos días», comenta. Iria al igual que Montse gustan de subir al monte a por las yeguadas. «Hay gente que viene a la Rapa pero no sube al monte y para mí se pierden lo mejor», explica Montse.

Pero si ya de por sí el monte de A Planzadoira es todo un desafío, hoy suben también con la intención de localizar y bajar «O Maquelele», un caballo que cuenta con la admiración de todos. «Se ve en el monte pero no se consigue traer para el curro. Es un caballo muy inteligente, y en los días previos a la Rapa ni se deja ver ya en el monte», comentan.

Sabucedo-Grupo-Peq-

Antes de subir al monte, organizan la estrategia a seguir para localizar y guiar a las manadas.

Poco a poco va llegando más gente: pequeños grupos, familias de varias generaciones, jinetes y caballos, motoristas… Pronto está formado un grupo heterogéneo de cerca de 30 personas de todas las edades y llegados de distintos puntos. Los hay que echaron mano de BlaBlaCar para llegar en la víspera a Sabucedo y no perder de ir a la Planzadoira y hay para quien ir al monte es toda una tradición que no se pierde aunque pasen los años, como Fernando, el más veterano. A sus 90 años, este vecino que marchó para Codeseda hace 60 años no deja de volver a la cita con los caballos. Llega acompañado de varios familiares, y es de los primeros en meter prisa al resto: «¡Ya es tarde para ir! Ya teníamos que estar en el monte!», apremia. Y a las 8.30 parte del grupo se pone en marcha para arreglar el recinto donde llevar a la yeguada desde el monte. El resto pronto los acompañará. Una comitiva de coches, caballos y motos de monte se ponen en marcha cara el monte de A Planzadoira.

Los más veteranos apremian al resto para que no pierdan tiempo y suban al monte cuanto antes, como se hacía antaño

Con el café fueron discurriéndose los preparativos para organizarse en el monte. Pero no es habitual que los caballos ni las motos participen en todas las subidas al monte. Solo se hace en este monte por la superficie que abarca y por lo «poco acostumbradas a la gente que están estos caballos», así que es preciso coordinarse entre todos y esto retrasa aun un poco la subida.

Fernando y Francisco, dos de los veteranos de la cita.

Fernando y Francisco, dos de los veteranos de la cita.

Los caballos y las motos serán los encargados de localizar las manadas y conducirlas hasta el cierre provisional habilitado en la caída del monte, en las cercanías de una granja que les permitió guardarlas allí puntualmente. En el cerrado queda gente «de confianza», pues esta es una tarea también clave para encerrar alguna manada. Así, junto a Fernando, de esta labor se encarga otro de los veteranos del grupo: Francisco, buen conocedor de las yeguas y que será el encargado de encerrarlas una vez que lleguen allí. Con ellos otros vecinos se encargan de controlar este punto. El resto sube al monte y se distribuye en puntos estratégicos donde deberán reconducir las manadas para guiarlas hasta el cierre. Pero primero los jinetes y motoristas deben localizar los caballos.

En cada boquera se sitúa una persona para evitar el paso de las manadas. Ahora es turno de esperar a que las yeguadas aparezcan. Pasan de las 10.30 horas y como todos saben ya, la espera puede ser larga. «Da tiempo de dormir, pensar…» En el intento que hicieron en días previos, a las diez de la mañana ya tenían cerca del cerrado 50 yeguas, aunque luego consiguieron regresar al monte, por eso hace falta también estar alerta.

La espera en silencio por los caballos

El sol comienza a sentirse y es preciso procurar una sombra para la espera o al menos contar con crema solar para no bajar del monte con una quemadura. Hoy el calor aun no aprieta y una brisa suave hace la espera más llevadera. Aunque para los más jóvenes el tiempo esperando a los caballos se hace eterno, como para Paulo y Lois, dos hermanos de 9 y 6 años, que suben por primera vez a este monte con su padre Henrique. Lo más complicado para ellos en esta espera será permanecer en silencio para evitar espantar a las yeguas antes de tiempo. Entretanto, buscan todo tipo de enredos en el monte, así con la ayuda de su padre construyen un curro con piedras para encerrar los caballos de madera; juegos de antaño que buscan un hueco también hoy.

Paulo y Lois construyen junto con su padre Henrique un curro con piedras, para hacer más levadeira la espera.

Paulo y Lois construyen junto con su padre Henrique un curro con piedras, para hacer más levadeira la espera.

Sobre las 11.00 comienza a sentirse el rugido de las motos a lo lejos y la esperanza de ver aparecer la manada de las yeguas se incrementa. Sin embargo, aun están lejos.

El monte, las manadas y la estrategia para guiar las yeguadas fue cambiando mucho con los años

La localización con jinetes y las motos es reciente y no convence a muchos. Hay quien apuesta por volver al método más tradicional e ir acorralando a los caballos poco a poco, pero «cada vez hay menos conocimiento del monte», reconocen muchos. Además, las zonas de difícil acceso por la vegetación dificultan tanto el manejo de las manadas como su localización. También fueron cambiando las manadas de caballos en este monte. «Antes había solo una manada, luego pasó a haber dos y ahora ya debe haber cerca de 20 caballos con 2 o 3 yeguas cada uno», comenta Jesús, vecino de la aldea de Cuiña ubicada al pie del monte, es otro de los veteranos y gran conocedor tanto de los montes como de las manadas. Recuerda como antes las iban rodeando poco a poco sin que las yeguas se percatasen hasta que ya estaban muy cerca de ellas y las llevaban calmadas. Pese a los achaques de salud de los últimos tiempos, Jesús no quiso perder la oportunidad de subir al monte hoy, esta vez acompañado de una sobrina, María, que intenta convencerlo para que tampoco se pierda la Rapa este año. Ella no es la única a la que le transmitió la devoción por los caballos, Lucía, otra sobrina es de las pocas mujeres aloitadoras en el curro y cada año llama la atención su destreza.

Dos caballos cruzan al lejos en la ladera del monte de la Planzadoira.

Dos caballos cruzan al lejos en la ladera del monte de la Planzadoira.

Contra las doce del mediodía, dos caballos cruzan la ladera. Es turno de esconderse para dejar que se acerquen y conducirlos hasta el cierre. De las boqueras brotan gritos y señas para guiar a los equinos, y para contribuir en el manejo también intervienen varios jinetes. Sin embargo, los esfuerzos son en vano y los dos caballos se alejan. Son los únicos que aparecen en toda la mañana. Ni ‘O Maquelele’ se deja ver por los montes de A Planzadoira.

A la una del mediodía, comienza a replegarse la gente y bajan de la ladera cara el cierre. Sin embargo, un nuevo aviso alerta de que localizaron una manada de 15 yeguas y que van a intentar llevarla hasta el cierre. Todo se vuelve a disponer. Pero, de nuevo, esta vez no fue posible conducirlas hasta la cerca. Es tiempo de almorzar y Quico, el tabernero se encargó de tenerlo todo dispuesto. Por la tarde, se volverá a intentar.

Ya repuestas las fuerzas luego de un almuerzo campestre en buena compañía, se localizará una manada de yeguas, pero de nuevo no será posible llevarlas hasta el cierre. El monte de A Planzadoira sigue resistiéndose, sigue siendo un reto, por eso, antes de la Rapa volverán a intentarlo.

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