(IV) Casi un tercio del territorio gallego está a matorral o abandonado

En Galicia hay unas 900.000 hectáreas que no tienen uso agrario ni forestal. Las fincas sin cultivar suponen el 30% de la superficie total de la comunidad. Una parte importante de esas tierras que están hoy abandonadas tendrían buenas aptitudes para el aprovechamiento agroganadero

Terra abandonada na zona do Regadío do Val de Lemos, en Monforte

Tierra abandonada en la zona de regadío del Val de Lemos, en Monforte

Galicia tiene más superficie a matorral que dedicada a la agricultura y a la ganadería. El sector productor de nuestra comunidad emplea unas 700.000 hectáreas de terreno, lo que representa menos de una cuarta parte de la superficie total gallega, mientras la superficie a matorral es de unas 900.000 hectáreas, lo que equivale a casi un tercio del territorio.

Movilizar esa superficie y ponerla la disposición de los productores que la precisen es el objetivo principal de la nueva norma que prepara la Xunta. Pero son varios los factores a tener en cuenta para entender cómo se llegó a esta situación y también para dilucidar que posibilidades reales de actuación existen en cada zona, en función de la calidad de las tierras que están abandonadas, lo de determinará sus posibles usos, así como de la existencia o no de agentes interesados en su puesta en producción.

grafico situacion superficie rustica en Galicia galego

Así pues, la primera cuestión sería establecer cuánta superficie abandonada hay en Galicia y qué aptitud productiva tiene. Eduardo Corbelle, del Laboratorio del Territorio de la USC, cuantifica, después del análisis de mapas de usos de suelos que cubren la totalidad del territorio, que «la superficie cubierta por matorral es de algo menos de 900.000 hectáreas».

Pero aunque por simplificar se tienda a considerar todo el matorral como superficie abandonada, «la aptitud productiva es muy diversa», añade su compañero Quico Ónega. El profesor Díaz Fierros caracterizó productivamente los suelos de Galicia en cuatro tipologías básicas: cultivos exigentes tipo maíz, tierras que no siendo buenas para maíz sí lo serían para pradera, suelos aptos para producción forestal de madera de pino y terrenos no productivos desde el punto de vista agrícola o forestal.

En Galicia hay más de 150.000 hectáreas de tierras que están a matorral que serían aptas para cultivo más o menos intensivo con buenas o muy buenas aptitudes pero no van a estar disponibles pasado mañana (Edelmiro López)

«Es cierto que al menos una parte de las tierras que actualmente están ocupadas por formaciones de matorral podrían ser objeto de aprovechamiento agrícola o ganadero algo más intensivo y pasar, por lo tanto, a ser consideradas SAU», asegura Eduardo Corbelle. En concreto, dice, «al menos unas 100.000 hectáreas ocupadas por matorral tendrían una aptitud buena o muy buena para producción de pastos y de esas 100.000, alrededor de la mitad incluso serían buenas o muy buenas para la producción de maíz», detalla.

El profesor de Estuctura Económica Edelmiro López incrementa esa cifra y considera que «en Galicia hay más de 150.000 hectáreas de tierras que están a matorral que serían aptas para cultivo más o menos intensivo con buenas o muy buenas aptitudes, pero no van a estar disponibles pasado mañana», advierte.

No todas las fincas abandonadas son realmente movilizables: por un lado tiene que ser viable técnicamente ponerlas a producir y por otro tiene que haber gente interesada en trabajarlas, y en muchos lugares faltan gestores para las tierras (Quico Ónega)

Es algo en lo que también concuerdan Eduardo y Quico. «La transformación de esa superficie en superficie de uso agrícola o ganadero (en algunos casos se trataría de una recuperación, en la medida en que se tratara de superficies que venían siendo aprovechadas de manera similar hasta hace unas décadas) tendría un coste económico (inversión), y quizás algún coste ambiental que estaría pendiente de ser evaluado», dice Eduardo, aunque aclara que «solo una pequeña parte de esa superficie (probablemente menos de 5.000 ha) está incluida en Red Natura 2000».

grafico superficie forestal arborada e desarborada por provincias

«Teniendo en cuenta la superficie que está hoy a matorral que valdría para cultivar y la que podría ser aprovechada como pasto casi aumentaríamos en un 50% la superficie agraria actual, pero no podemos hacer esas cuentas tan simples. Habrá que ver que esas fincas sean realmente movilizables, por un lado porque técnicamente sea viable ponerlas a producir y por otro lado porque en esos lugares haya gente interesada en trabajarlas, porque a lo mejor nos encontramos con que en muchos sitios faltan gestores para las tierras», argumenta Quico.

Falta de relevo generacional

En Galicia cierra más de una explotación por día y la situación se pevé que continúe en esta década a ese ritmo, ya que el 40% de las explotaciones de leche, por ejemplo, (unas 3.000) tienen como titular a una persona física con una edad superior a 55 años, por lo que en el intervalo que va hasta dentro de 10 años podrían cerrar sin tener a nadie que los suceda.

«Si una parte muy importante de las explotaciones no tiene relevo dentro de la propia explotación habrá que buscarlo fuera. En Francia, donde el problema es semejante, tienen ya herramientas y una visión específica para eso», cuenta Quico Ónega.

Es necesario movilizar la oferta, pero también hay que contar con la demanda. Si una parte muy importante de las explotaciones no tiene relevo dentro de la propia explotación habrá que buscarlo fuera (Quico Ónega)

«Cuando hablamos de movilizar tierras tenemos que tener en cuenta la oferta y la demanda. La realidad hoy en Galicia es que donde hay demanda de tierra existe poca oferta y donde hay oferta de tierras paradas no hay demanda», argumenta. Por eso, dice, «no es solo una cuestión de legislar para recuperar tierras abandonadas, es un verdadero reto de ingeniería social, porque si calculamos que la superficie media de explotaciones de vacuno profesionalizadas en Galicia puede rondar las 40 hectáreas, ¿tenemos 5.000 personas en esas zonas donde tenemos tierras abandonadas dispuestas a incorporarse y a comenzar desde cero?», se pregunta.

«Por otro lado es una gran oportunidad y puede ser un foco de empleo para mucha gente», asegura. «Pero para eso tenemos que ver como logramos atraer a esas personas al rural, procedentes en muchos casos desde ámbitos ajenos al sector. En definitiva, es necesario movilizar la oferta, pero también hay que contar con la demanda», concluye.

Propietarios desconocidos

Quico pone sobre la mesa una dificultad añadida: «hay que ver primero que sepamos dónde están realmente esas tierras que están abandonadas, a quién pertenecen y que legalmente sean accesibles», dice. El minifundio y la fragmentación de la propiedad es un handicap que arrastra históricamente el sector agroganadero gallego. El 97% de la superficie total de Galicia es suelo rústico, pero nuestra comunidad es un puzle de 11 millones de parcelas catastrales pertenecientes a 1,6 millones de propietarios (un 8% de ellos desconocidos para la Administración) y tal escenario se enreda aún más por la desactualización de los datos de propiedad. Catastro tiene mal identificada la propiedad de alrededor de un 30% de las tierras rústicas de Galicia.

La Consellería do Medio Rural proyecta cambiar el escenario en la futura Ley de Recuperación y Puesta en Valor de la Tierra Agraria de Galicia, atribuyéndole a la Xunta la propiedad de toda tierra que continúe siendo desconocida tras un proceso de investigación sobre la titularidad de la misma.

Habrá que ver como se concreta legalmente en el articulado de la norma la intención de la Xunta de atribuirse la titularidad de las tierras de propiedad desconocida

Pero habrá que ver como se concreta legalmente en el articulado de la norma esta intención de la Xunta de atribuirse a su favor la titularidad de las tierras de propiedad desconocida para que después esas fincas puedan ser incorporadas a posibles figuras de gestión conjunta de la tierra, como polígonos agroforestales o Sociedades de Fomento Forestal (Sofor).

Minifundio crónico y desconexión con el medio rural

Los usos tradicionales y las costumbres históricas del medio rural gallego, por ejemplo en el reparto de herencias, propiciaron el minifundio de los terrenos rústicos gallegos y una atomización de la propiedad que llega a nuestros días. Galicia ocupa tan sólo el 6% del territorio español, pero tiene el 16,5% de la superficie rústica española y el mayor número de parcelas catastrales de España, pues alberga la quinta parte de los titulares catastrales de rústica censados a nivel nacional, y el 28,3% de todas las parcelas rústicas que hay en España.

Galicia lidera además a las comunidades autónomas españolas con mayor número de parcelas catastrales por titular, teniendo incluso la superficie media más pequeña por parcela catastral, proclamándose así la comunidad autónoma con el mayor grado de parcelamiento rústico de toda España, además con gran diferencia sobre todas las demás. La superficie media de parcela por titular en Galicia (1,70 ha.) es tres veces menos que el promedio español (5,74 ha.) y mientras en Galicia cada titular tiene una media de casi 7 parcelas, en el conjunto España no llega a 5 parcelas por titular.

En nuestra comunidad hay 11 millones de parcelas rústicas pertenecientes a 1,6 millones de propietarios, es decir, dos de cada tres gallegos posee al menos una finca rústica

La parcela catastral de rústica en Galicia tiene una superficie media de apenas 0,26 hectáreas, es decir, que una parcela de rústica en Galicia tiene un tamaño medio de poco más de 2.500 m2. Ourense concentra casi la tercera parte de parcelas catastrales de rústica de Galicia y el mayor número de titulares están en A Coruña y Pontevedra, alrededor de medio millón censados en cada una. Lugo es la provincia gallega con mayor superficie media por parcela catastral rústica y Pontevedra tiene las parcelas más pequeñas de Galicia.

grafico superficie catastral rustica por provincias en Galicia copia

Edelmiro López aporta un dato en relación a la desconexión progresiva de la población con el medio rural y el uso de la tierra. «En los años 60 teníamos 830.000 personas dedicadas a la agricultura en Galicia, según el censo agrario de aquella época, y había una identificación clara entre habitante del rural, propietario de tierras y trabajador del sector agrario. Hoy, según la Encuesta de población activa, solo 50.000 personas se dedican a la agricultura en Galicia, por lo tanto, se ha desplomado el número de personas que trabajan en la agricultura mientras el número de propietarios no ha disminuido, sino que incluso siguió aumentando. Esa desconexión es uno de los orígenes del problema y la ecuación a resolver es cómo consigues que las tierras de esos cientos de miles de propietarios que no las trabajan se pongan a disposición de quien sí tiene interés en hacerlo», argumenta.

Según la metodología DGURBA empleada por la Comisión Europea, un total de 263 ayuntamientos (el 84% de los municipios gallegos) recibirían la definición de rurales por su baja densidad de población. En ellos viviría el 37% de la población gallega actual pero con niveles de envejecimiento muy elevados. Ese envejecimiento de la población se traslada también a la propiedad de la tierra. Seis de cada diez dueños de tierras agrarias en Galicia tienen más de 55 años, mientras que los agricultores y ganaderos menores de 35 años representan solo el 2% del total.

Radiografía de la situación de la superficie agraria en Galicia:

(I) ¿A dónde han ido a parar más de 150.000 hectáreas de tierras productivas en Galicia en las últimas décadas?

(II) La polarización en el uso de la tierra: intensificación en unas zonas y abandono en otras

(III) La presión del eucalipto sobre la superficie agrícola: 240.000 hectáreas plantadas desde la entrada en la UE

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