Granxas de Lousada, diversificación en ecológico

Hablamos con Sergio Boado y Dolores Porto sobre la explotación de agricultura biológica que gestionan en Irixoa, que destaca por una producción variada que incluye huerta, vacuno de carne, cerdo celta y cordero. Se introducirá además en breve en la avicultura

Granxas de Lousada, diversificación en ecológico

Sergio Boado y Dolores Porto, con uno de sus hijos, ante uno de los animales de la granja.

Sergio Boado y Dolores Porto son lo que se puede etiquetar como emprendedores rurales. Comenzaron en el campo por tradición familiar y por afición y cuando la crisis los obligó a buscar alternativas laborales, se embarcaron en poner en marcha una explotación en ecológica que se caracteriza por la diversidad de sectores en los que trabaja. Gestionan huerta, vacuno de carne, cerdo celta y ovejas, todo con certificación ecológica, y proyectan introducirse en breve en la producción de huevos y pollos, también de manera biológica.

«Tratamos de que la familia que nos compre, pueda llevar de todo»

El proyecto de Sergio y Dolores nació en Lousada de Arriba (Irixoa), una zona en la que predomina la producción láctea con explotaciones de tamaño medio y bajo. La propia familia de Dolores gestionaba una granja de leche, aunque Dolores y Sergio optaron por coger otra vía diferente en la que vieron más futuro. Diversificaron la oferta, se introdujeron en la agricultura ecológica y apostaron por la venta directa al consumidor.

La diversificación de la producción es una de las características más singulares de la granja en un contexto, el del campo gallego, caracterizado por las explotaciones que suelen apostar sólo por un único sector, bien leche, carne u otros. “Aquí nosotros tratamos de que la familia que nos compre pueda llevar de todo”, explica Dolores. “Les ofrecemos productos de huerta, pero también terneros, corderos y cerdos, bien una canal, bien media canal” –completa Sergio-. “Los animales los llevamos al matadero, donde se sacrifican y se despiezan ”.

La principal vía de comercialización y de contacto con los clientes la tienen en el mercado de Betanzos, al que acuden tres veces a la semana, así como en las ferias mensuales de la villa. “Llevó un tiempo hacerse un hueco en el mercado, pero desde que comenzamos hasta ahora vimos un cambio muy fuerte en el sentido de que cada vez la gente valora más nuestro producto y confía en nuestro trabajo”, apunta Dolores.

Cerdos celtas, este invierno tras una nevada.

Cerdos celtas, este invierno tras una nevada.

La decisión de producir en ecológico les permitió un posicionamiento diferente ante el consumidor. “Optamos por la producción en ecológico porque es una manera de hacer algo serio y de que la gente confíe en el producto que ofrecemos”, explica Sergio. “Es un modo de trabajo que también tiene más apoyo de las subvenciones de la PAC. Es triste que igual la agricultura ecológica sólo compense por la ayuda, pero que me digan a mí de una explotación de cualquier sector que sea viable sin subvenciones”, reflexiona Sergio.

Huerta
La huerta constituye el núcleo de Granxas de Lousada y también es la parte que más trabajo les exige. Sergio y Dolores comenzaron con la huerta en Irixoa, aunque dada la escasez de superficie agraria en la zona, optaron por gestionar también parte de los cultivos en parcelas que cogieron en Oza dos Ríos, un ayuntamiento vecino que además presenta la particularidad de una menor altitud que Lousada (Irixoa), que está por encima de los 400 metros. “Esta característica evita que se junte todo el trabajo, ya que las fechas de siembra y cosecha son distintas, con lo cual, por un lado se reparte el trabajo, y por otro, tampoco nos llega todo el producto a la vez sino de manera progresiva”, explica Dolores.

Siembra de patatas esta primavera.

Siembra de patatas esta primavera.

En huerta, la explotación aplica también la máxima de la diversificación y trabaja todo tipo de productos. La suma total sobrepasa las 80 variedades, según calcula Dolores, que destaca el grelo como cultivo estrella y cita una larga ristra de hortícolas, entre las que figuran el brécol, la coliflor, los guisantes, el repollo, tomate, pimiento o las patatas. “Dentro de lo posible y cuando vemos que es interesante, trabajamos con semillas propias y adaptadas a la zona que dan buen resultado”, explica Dolores. “Este año, por ejemplo, aquí casi nadie tuvo grelos y el nuestro aguantó”, apunta.

Otro factor a tener en cuenta en el cultivo es el lugar de siembra. “En Lousada se nos dan mejor algunos cultivos, como el grelo, que tiene un sabor muy distinto del de abajo, o las patatas baraka. En cambio, la patata Kennebec se da mejor en Irixoa”, comparan.

Ganadería
La parte de ganadería de la explotación empezó casi como una ocupación para el tiempo libre, hasta convertirse en uno de los pilares del trabajo de Granxas de Lousada. “Cuando comenzamos con las primeras vacas de carne, yo aún trabajaba en la construcción” –recuerda Sergio-. “Ahora tenemos 16 reprodutoras más un toro”. La mayoría de los animales son de la raza Asturiana de Los Valles, salvo una de rubia gallega y algunos cruces. “Es una raza que aguanta mejor el mal tiempo y la vida en el monte. Las vacas dan más leche para las crías que en el caso de la rubia gallega, que en general tiene una genética más dirigida al volumen de producción de carne”, considera Sergio.

Recogida de maíz en otoño para pastone.

Recogida de maíz en otoño para pastone.

“Aquí en la zona hubo malas experiencias con la rubia gallega y teníamos claro que queríamos probar con otras razas” -cuenta Dolores-. “Tuvimos también una cachena, que se adaptaba muy bien aquí y que tenía una carne muy buena, pero quizás la Asturiana da algo más de produción”, valora.

La introducción del cerdo celta, del que ahora tienen 4 ejemplares hembras y un macho, para una producción anual de unos 20 cerdos, y las ovejas, completan por ahora la parte ganadera de la explotación. “Con las ovejas también comenzamos poco a poco. Metimos dos, vimos que iban bien, luego otras dos y así” -explica Sergio-. “No nos enfocamos al volumen, sino a producir lo que damos comercializado. El otro día me preguntaban por qué no metía más cerdos si me iba bien con ellos y yo esa parte la tengo clara. Nosotros no hacemos producción industrial”.

“Con la huerta es igual –apunta Dolores-. Es mejor vender pocas lechugas a un precio que remunere el trabajo que hacer mucho volumen para vendérselas a 15 céntimos a una cadena de distribución”, valora.

De cara al futuro, la granja ya trabaja en la incorporación de un gallinero, con una parte de cría, otra de gallinas ponedoras y otra de pollos de ceba.

Lobos, jabalíes y ciervos, la difícil convivencia con la fauna salvaje

Granxas de Lousada gestiona alrededor de 30 hectáreas divididas en un ciento de parcelas que se sitúan en un área de media montaña próximo al parque natural de las Fragas do Eume. Esa ubicación, caracterizada por una alta presencia de fauna salvaje, lleva a dificultades a la hora de compatibilizar el trabajo agrario con el medio natural.

Restos de un potro, comido por los lobos.

Restos de un potro, comido por los lobos.

La explotación sufrió un ataque de lobos, que mermó el rebaño de ovejas, y también incursiones del jabalí, que cubrió a alguna cerda y la dejó estéril, según recuerda Sergio.

Tras los ataques, la explotación se hizo con dos mastines para proteger cerdos y ovejas y optó por vallar y electrificar algunos de los recintos en los que mantienen a los animales. “Con las vacas en principio no tuvimos problemas. Para permitir que se defiendan del lobo, también optamos por dejarles cuernos. Es algo que alguna gente no ve muy bien, pero que es necesario”, cuenta Sergio, que también da cuenta del resultado de las incursiones del lobo en el monte comunal, del que es presidente. “Tenemos 36 cabezas de caballos y el año pasado sacamos sólo un potro”, resume. “La parte positiva es que desde que hay más presencia del lobo bajó el jabalí, pero hace unos años, aquí en el Tecor de caza, en un radio de 5 kilómetros llegaron a abatirse en una campaña cerca de 40 jabalíes”.

Los ciervos son otro problema a tener en cuenta. En una de las últimas cosechas de maíz, de una finca de una hectárea salieron sólo 4 metros cúbicos de grano, una baja producción que se explica por la presión de los ciervos sobre la plantación. “Esta situación no es normal. Parece que estamos aquí para darle de comer a ciervos y lobos”, resumen.

El eucalipto, que se expande por zonas de monte y por antiguas praderas de explotaciones que abandonan, es otro de los ‘enemigos’ declarados que tienen en la zona.

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