Ganadería Fonchave, diversificación en la montaña lucense

La explotación de Amable Fernández y Begoña González, ubicada en Becerreá (Lugo), conjunta un cebadero de becerros, el manejo en extensivo de 200 vacas limusin con sus crías y la producción de quesos del Cebreiro

Ganadería Fonchave, diversificación en la montaña lucense

El ganado permanece todo el año en las praderas, incluso durante las nevadas.

El cebadero que Amable Fernández gestiona en Becerreá (Lugo) nació a comienzos de los años 80 como continuación de una pequeña explotación familiar de vacuno. Amable recuerda aún cuando metió los primeros becerros en un establo que poco más grande era que un cuarto. «Cuando vi los becerros allí metidos, pensé ‘A ver como damos salido adelante», cuenta. La explotación dispone en la actualidad de tres naves de cebo y produce alrededor de 900 animales al año.

«Empecé en la ganadería porque me gustaba trabajar con animales. A partir de ahí fueron surgiendo cosas y siempre pensé en diversificar»

La actividad de cebo se complementa con un rebaño de 200 vacas limusín manejadas en extensivo con sus crías, así como con la producción de quesos del Cebreiro a partir de un pequeño rebaño de pardas alpinas. «Comencé en la ganadería porque tenía claro que me gustaba el trabajo con los animales. A partir de ahí fueron surgiendo cosas y nos fuimos adaptando a las circunstancias. Siempre pensé que era importante diversificar», destaca Amable para explicar la evolución que experimentó su granja.

Cebadero
El cebo de los becerros fue la primera actividad de la Ganadería Fonchave y continúa siendo su orientación principal. El cebadero cuenta con tres naves, una primera de recepción, dividida en boxes individuales, en la que entran los terneros lactantes y salen un par de semanas después del destete, y otras dos naves, divididas en corrales, en las que se reparten los animales por lotes lo más homogéneos posibles en tamaño.

El cuidado de los animales, tanto a nivel sanitario, con las correspondientes vacunas, como a nivel de las condiciones ambientales en la granja, es una de las claves de manejo en las que incide Amable. «Los animales son como las personas. Agradecen mucho que los trates bien», compara.

Cebadero de Ganadería Fonchave, durante una visita organizada por la Sociedade Galega de Pastos e Forraxes.

Cebadero de Ganadería Fonchave, durante una visita organizada por la Sociedade Galega de Pastos e Forraxes.

En la nave de recepción, las condiciones de temperatura y humedad están controladas, a fin de lograr el mejor ambiente. Se procura no bajar de 14º y en el caso de nevadas o fríos extremos en el exterior, se activa un sistema de calefacción. Los animales disponen además de cama de paja.

«Las primeras semanas de los animales son muy importantes y estos animales que nos llegan precisan de mucho cuidado. No son como los becerros de vacas nodrizas, que están con su madre, toman el calostro y pueden aguantar en campo peores condiciones», explica Amable.

La nave mantiene una temperatura y humedad controladas. En caso de fríos extremos, se activa la calefacción

En cuanto se destetan, los becerros pasan a alguna de las otras dos naves, donde se reparten en lotes inicialmente de 25 animales, que luego irán reduciéndose. El suelo de las naves de ceba es emparrillado, a fin de reducir costes y facilitar el manejo.

«No dejo de pensar que los becerros en cama están mejor, pero en Galicia tenemos el problema del transporte de la paja. Hay campañas que está a precio razonable, pero otros años está muy cara. El problema viene del transporte desde la Meseta, que encarece mucho. En los cebaderos de Castilla pueden tener los animales en camas de paja porque el coste de la paja es mucho menor», compara Amable.

Alimentación
La alimentación de los becerros se hace a base de piensos, paja y hierba seca, estando la distribución del pienso automatizada a través de un sinfín que conecta los silos con los comederos.

Los animales se sacrifican antes de los 10 meses, tal y como obliga el reglamento de la IGP Ternera Gallega. «Los sacrificios los concentro en verano y en otoño. DeL 15 de enero aL 15 de mayo prácticamente no tengo becerros para sacar, ya que es cuando hay menos demanda», destaca Amable.

De la comercialización se encarga la asociación de cebaderos Proterga, que agrupa a explotaciones de la provincia de Lugo y que preside el propio Amable.

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Ganado limusín en condiciones de media montaña

La actividad del cebadero se complementa con la cría de vacas en extensivo. Fonchave cuenta en la actualidad con un rebaño de 200 limusinas, que maneja en ocho grupos. El gran problema de la zona es la excesiva parcelación del terreno. «La mayoría de las parcelas que tenemos están entre 1 y 3 hectáreas y las más grandes no pasan de las 5 hectáreas. Fuimos agrupando algo entre vecinos y mejoramos, pero no es suficiente», reconoce Amable.

Las tierras de Fonchave, que suman 90 hectáreas, se destinan bien a pastos, en las parcelas cerradas y con bebederos, bien a hierba seca y silo de hierba. No se cultiva maíz, si bien Amable considera que de disponer de más superficie, podría ser interesante elaborar silo de maíz para el acabado de las vacas de desvieje.

Manejo de los partos
La explotación trabaja desde su inicio con la raza limusín y fue creciendo poco a poco a partir de la recría propia, hasta llegar a las 200 vacas actuales. «La raza limusín hace canales de buena conformación, sobre todo en pierna y lomos. Son vacas además que se defienden bien en zona de montaña, a 900-1.000 metros, y que son muy buenas madres. Tienen una ubre muy fina y recogida que facilita que el becerro mame bien», explica Amable. «Otro de los aspectos fundamentales es que se trata de una de las razas que más facilidad de parto tienen. En el 99% de los partos no hay problemas».

Las vacas, que están de manera permanente en las praderas, se revisan al menos dos veces al día y se está pendiente de los partos, aunque la mayoría no precisan atención. «Al principio metía toros limusines de muy buena conformación y tenía problemas. Ahora los toros los elijo de menor conformación y los animales nacen más pequeños, por lo que en general no hay problemas».

Tolva de alimentación.

Tolva de alimentación.

La ganadería hace un manejo mixto de la cubrición de las vacas. Una parte se insemina y otra parte se cubre con los toros. «Con los lotes que manejamos con toros, metemos los toros tres meses, dos toros en cada grupo. En general, orientamos la mayoría de los partos para la segunda mitad del año, a fin de que los becerros salgan al mercado cuando hay más demanda y mejores precios».

Cría en los pastos
Los animales pasan siete meses y medio en los pastos y se ceban los últimos dos meses, comercializándose con el sello de Ternera Gallega Suprema. «Una de las cuestiones importantes en el manejo es que en la finca los animales tienen todo el alimento que precisan. Siempre les tengo una tolva con pienso y a partir de los 3 meses los becerros ya se comienzan a meter en el comedero. Con siete meses están perfectos, no se sabe si el animal estuvo dentro o fuera. Después, los dos últimos meses, hago un cebo semilibre. Tienen un cobertizo y cama, pero disponen de un patio grande para estar fuera», describe Amable.

«Hay a veces el comentario de que los terneros que están fuera no tienen suficiente grasa. Igual consumen algo más de pienso para coger el mismo peso, pero se compensa con la calidad del animal. No tienen casi problemas, están vacunados y cuando se meten para cebar ya están preciosos».

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Precauciones en invierno
En la zona de Becerreá, caracterizada por la media montaña, los pastos escasean durante 4-5 meses al año, por lo que la explotación hace esos meses una distribución más importante de alimento para vacas y becerros, con aportación de silo de hierba y forrajes comprados (avena, veza, paja de cebada, etc.), ya que la explotación carece de superficie para producir suficientes alimentos propios para el rebaño.

La granja dispone de una nave para recoger a animales con problemas o, en la invernada, a vacas y crías tras un parto

Durante la invernada, la granja también recoge para una nave a los animales que presentan algún problema o en ocasiones, también a una vaca y a su cría tras un parto. «En general, los animales pueden estar siempre fuera, pero si el parto coincide en una época de invierno con mucha nieve o temporales, de esto que echa dos semanas lloviendo sin parar, intentas quitar la vaca y a la cría, ya que tenemos los pastos al descubierto y los animales quedan muy expuestos», señala Amable. «Tener los animales en el campo no quiere decir tenerlos abandonados. Son seres vivos y hay que estar pendientes», concluye.

Vacas de desvieje
Con parte de las vacas de desvieje, Fonchave practica un cebo intensivo, suministrándoles cereales, si bien Amable precisa que es una actividad para la que se precisaría una mayor producción de forrajes propios, a fin de reducir costes. «El cebo de vacas o bueyes tiene unos costes y en el caso de los bueyes, piensa que tienes que estar como mínimo cuatro años criando al animal castrado antes de hacer el cebo final y el sacrificio. Estás invirtiendo un dinero que tarda en tener retorno y hay que tener liquidez para aguantar», advierte.

Amable incide en la escasa rentabilidad de la venta de carne. «Si las explotaciones aguantan es por las ayudas porque la venta de carne deja menos margen que hace 30 años. Estamos vendiendo igual que hace 30 años y los gastos son mayores porque estamos más profesionalizados. También hay que pensar que los 60 euros de hoy no son igual que las 10.000 pesetas de hace 30 años», valora.

El trabajo que requiere la ganadería es otra de las cuestiones sobre las que incide el ganadero. «Nosotros tenemos un empleado y podemos organizarnos, pero las ganaderías pequeñas tienen que dedicarle tiempo a los animales los 365 días del año», señala.

Quesos del Cebreiro y de leche cruda

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La explotación se completa con un pequeño rebaño de vacas pardo alpinas y cruces, orientadas a la producción de queso del Cebreiro, una actividad de la que se encarga Begoña González, que profesionalizó la tradición familiar de elaboración de quesos que heredó de su abuela y de su madre. «Hicimos una fábrica pequeña, con registro sanitario, y producimos 20-22 kilos de queso al día» -cuentan-. “La mayoría los vendemos aquí y el resto en establecimientos de la comarca y de municipios próximos como Ponferrada».

Para la producción de quesos se decantaron por la raza pardo alpina y por sus cruces. «Es una raza buena para zona de montaña y que da por término medio entre 12-14 litros al día, entre los dos ordeños. Es una leche buena, con grasa alta, que puede llegar al 5%, y que da muy buena calidad para hacer quesos», destacan.

La quesería produce el queso de la denominación de origen Cebreiro, hecho con leche pasteurizada y envasado al vacío, y también el que consideran el auténtico queso del Cebreiro, elaborado con leche cruda, sin envasar al vacío y curado.

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