“Estamos rotundamente en contra de liberalizar la plantación de viñedo”

Entrevista a David Palacios Algarra, presidente de la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV), la asociación que representa a las denominaciones de origen a nivel nacional

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“Estamos rotundamente en contra de liberalizar la plantación de viñedo”

El pasado día 3 la Barcelona Wine Week (BWW) acogió una jornada sobre “El futuro de las denominaciones de origen”, un encuentro organizado por la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV), la asociación que representa a las DDOO a nivel nacional, destinado a ofrecer las claves que guiarán el futuro de las denominaciones de origen.

Para conocer cual es la realidad y los desafíos a los que se enfrentan los vinos con denominación de origen, hablamos con David Palacios Algarra, presidente de CECRV, una entidad que agrupa a 53 denominaciones de origen, a las que adscriben más de 3.500 bodegas y más de 100.000 viticultores españoles

¿Como valora la situación actual del sector del vino español y en concreto de los acogidos a Denominaciones de Origen?
Teniendo en cuenta las tensiones comerciales internacionales, las demandas de los agricultores en nuestro país, el contexto de transitoriedad en lo que a la PAC se refiere, estando en plena negociación de la Política Agrícola Común en la UE, y con retos transversales que también afectan a nuestro sector y que han sido situados como prioritarios por el nuevo Gobierno (lucha contra el cambio climático, reto demográfico), podemos hablar de un sector resiliente, que demuestra, como ya lo ha hecho en situaciones complicadas anteriores, capacidad de resistencia y de adaptación. Cuando ha tenido que redoblar sus esfuerzos comerciales y mirar hacia mercados exteriores, lo ha hecho. Cuando ha necesitado revisar su forma de llegar al consumidor y hasta de concebir y de presentarle el producto, para que hacerlo de forma más accesible, lo ha hecho también.

Hablamos de un sector fuerte, que tiene un valor intangible en términos de prestigio y de imagen que va más allá aún del volumen de negocio que genera. Y que en los últimos tiempos ha ganado en profesionalización y en modernización. En definitiva, podemos decir que estamos ante un contexto económico difícil, pero que tenemos un sector fuerte y con herramientas para hacerle frente.

Una de esas herramientas son las denominaciones de origen. Tanto en términos económicos, ya que los vinos con D.O. los que más valor aportan al conjunto del sector. Son uno de los criterios de compra empleados por los consumidores, tanto a nivel nacional, como en mercados internacionales. Y son los que permiten a los agricultores percibir más valor por sus producciones y a los bodegueros obtener más rentabilidad por sus productos. Como en términos de vertebración sectorial, ya que constituyen la unión de productores y elaboradores de una zona para acordar la forma de preservar y mejorar la calidad del vino ligado a un origen concreto. Las DDOO son un foro de decisión sectorial de enorme relevancia para una zona. Son herramientas que permiten afrontar retos de forma colectiva. Y dotan de estabilidad al sector.

 “Los vinos españoles con D.O. Representan más del 60% de la producción de nuestro país”

¿Que peso tienen las Denominaciones de Origen Vitivinícola dentro del sector vitivinícola español y cual es la representatividad del CECRV?
Los vinos con D.O. representan, en términos de volumen, más del 60% de la producción de nuestro país. Pero en términos de valor, su aportación es mucho más relevante, aportando la inmensa mayoría del mismo.

La Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas agrupa a más del 80% de las denominaciones de origen de vino de nuestro país -70 DO´s en total-, que en términos de comercialización sacan al mercado más del 95% del vino con D.O. que se produce y elabora en España. CECRV agrupa a 53 denominaciones de origen, a las que adscriben más de 3.500 bodegas y más de 100.000 viticultores, en ambos casos, la amplia mayoría de las bodegas y viticultores españoles.

La representatividad de la Conferencia es por tanto muy grande. Estamos reconocidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación como interlocutor en materia de figuras de calidad. Y tenemos una capacidad de llegada al territorio como ninguna otra organización, ya que a través de todas las DDOO a las que representamos podemos vehicular información al conjunto de sus operadores inscritos.

La Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV) acaba de celebrar en Barcelona un encuentro sobre «El Futuro de las denominaciones de origen». ¿Que balance haces de esta jornada?
Ha resultado muy positivo, porque este tipo de encuentros suponen un espacio para pensar en voz alta y mirar hacia el futuro. Contribuyen a una reflexión necesaria y constante sobre las líneas de acción de las DDOO actuales y para intentar anticipar las necesidades futuras de nuestras denominaciones. Además, evitamos que sea un ejercicio de autocomplacencia y buscamos un enfoque autocrítico, dejando constancia de aquello en lo que seguiremos siendo fuertes a corto y medio plazo y también aquello en lo que hemos de mejorar o incluso replantearnos.

¿Cuales son los principales desafíos a los que se enfrentan las Denominaciones de Origen en España?
En primer lugar, aumentar nuestra contribución al valor del sector. Ayudar aún más a que nuestras producciones se vendan con mayor valor comercial, tanto a nivel nacional, como en mercados exteriores. Porque la sostenibilidad económica del sector depende de la rentabilidad que viticultores y bodegueros obtengan por sus productos.

Atraer a los potenciales consumidores jóvenes. El consumo de vino sigue situándose mayoritariamente en edad por encima de los 40 años. Hemos de conquistar a más consumidores en la franja de 25 a 35 años. Se está haciendo un esfuerzo muy relevante en materia de promoción y marketing para alcanzar ese objetivo.

“Las denominaciones de origen no son una barrera comercial, son una garantía para los consumidores”

Y en tercer lugar, hemos de lograr que las denominaciones de origen tengan el reconocimiento que merecen. No solo a nivel sectorial, ya por los operadores, ya por los diferentes niveles de la Administración. Sino también para la sociedad en general. Las DDOO son agentes relevantes del medio rural, son herramientas que fijan y atraen población a las zonas rurales, que dinamizan su economía y protegen y preservan su entorno natural y su patrimonio colectivo en su más amplio sentido. Hay que hacer más pedagogía para que se sepa qué es, qué supone y qué aporta una denominación de origen: a los operadores, a los consumidores, al resto de eslabones de la cadena, al territorio y a la sociedad en su conjunto.

Estados Unidos y otros países productores de los vinos del «Nuevo Mundo» consideran las Denominaciones de Origen, unas organizaciones exclusivas de la Unión Europea, como una barrera comercial. ¿Que les respondería?
Que están muy equivocados. No en vano otros países de aquellos que en el sector son conocidos como “del nuevo mundo” han creado un sistema de denominaciones de origen, caso de Nueva Zelanda, sencillamente para proteger a las zonas productivas de las que proceden sus producciones de más alta calidad. Y en otros que antes podían ser considerados como “non GI friendly”, se han reforzado los mecanismos de protección de las denominaciones de origen de otros países, caso por ejemplo de Canadá o de China.

Las DDOO no solo no restringen la competencia, sino que ofrecen garantías al consumidor para que este elija con mayor libertad y en mejores condiciones, al contar con más información y con más seguridad. Reconocer y garantizar el origen y la calidad de un vino no va contra nadie. Sencillamente permite dotar al consumidor de herramientas para conocer mejor los productos ligados a un origen concreto.

“Somos rotundamente contrarios a que se liberalice la plantación de viñedo y queremos que el actual modelo se prorrogue hasta el 2050”

En este sentido, ¿Cual es la postura de la CECRV ante la liberalización de los derechos de plantación de viñedo en la UE?
Rotundamente contraria. La estabilidad y la sostenibilidad del sector pasan por crecer de forma controlada y dimensionada, de acuerdo a las perspectivas de mercado. O, dicho de otro modo, buscando que la oferta se adecúe a la demanda, que es el objetivo último del actual sistema de autorizaciones para plantaciones de viñedo.

Actualmente, la liberalización no está sobre la mesa de las instituciones de la Unión Europea (Parlamento Europeo, Consejo Europeo y Comisión Europea), que son de quienes depende. El sistema tiene vigencia hasta el año 2030. Y tendrá una revisión, para determinar mejoras, en 2023, tal y como se acordó con su entrada en vigor desde el año 2016. El Gobierno de nuestro país conoce nuestra posición, a favor de que el sistema sea prorrogado hasta 2050. Y así lo está reivindicando ante las instituciones de la Unión en las actuales negociaciones para la reforma de la PAC.

Sin embargo, desde la Federación Española del Vino defienden las tesis de la liberalización. ¿Debilita la falta de una postura común en el sector los intereses del vino español?
Me consta que esa no es la posición actual en la FEV. El conjunto de organizaciones sectoriales son favorables a que el sector del vino cuente con un sistema de control de su potencial productivo y, por tanto, contrarias a la liberalización de plantaciones. Sí hay matices en cómo debe aplicarse o en las posibles mejoras que dicho sistema ha de incorporar. Pero hay consenso en que debe haberlo.

Los Consejos Reguladores de las Denominaciones de Origen Gallegas critican desde hace tiempo que la asignación de derechos de plantación en España no se ajusta a la realidad y a la demanda del sector. En concreto, consideran que con los criterios que establece el Ministerio es prácticamente imposible para una bodega plantar más superficie y reclaman un cambio en los criterios y que el reparto de derechos sea realizado por las Comunidades Autónomas. ¿Cuál es la postura del CECRV? ¿Qué le demandan a las administraciones al respecto?
Desde el primer año de puesta en marcha del sistema de autorizaciones, CECRV viene reclamando que se permita una mayor adaptación a las zonas productivas del país. Siempre le hemos dicho al ministerio que la realidad productiva del país es muy heterogénea, porque nada tiene que ver el tamaño de las explotaciones en una zona como Galicia, con las de Castilla La Mancha, por citar un ejemplo. Las condiciones productivas son diferentes. Eso hace que las necesidades de las zonas sean diferentes. Y el sistema de autorizaciones debe tener mecanismos de adaptación.

“Pedimos al Ministerio que el sistema de autorización de nuevos viñedos se adapte a cada región”

Por ello estamos reclamando al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y a las instituciones de la Unión, entre otras cosas, que modifiquen la definición del concepto de explotación (la normativa europea concibe las explotaciones como un concepto a nivel nacional y consideramos que las explotaciones deben definirse a nivel regional) y que permitan que sean las zonas productivas las que elijan y ponderen los criterios de elegibilidad y de prioridad.

También habéis analizado el desafío que supone el cambio climático para la viticultura. ¿Serán los vinos amparados por las Denominaciones de Origen los más afectados, al estar más vinculados a un terroir y a unas variedades? ¿Que medidas están tomando los consejos reguladores para afrontar este reto?
El cambio climático existe y afecta. Eso por descontado. Lo que aún no tenemos tan claro es la forma en que lo hace. Y tampoco se puede decir, por tanto, que sean los vinos con D.O. los que más afección vayan a sufrir. Para determinar con más precisión de qué modo está afectado y el nivel de afección se necesita aún un mayor estudio y una mayor perspectiva temporal.

Afortunadamente, ya se ha pasado en el sector de la fase de concienciación a la de la acción y las DDOO están trabajando duro para conocer más en profundidad si cabe suelos y variedades, para determinar las variedades que mejor se adaptan a las condiciones climatológicas extremas (sequías prolongadas, heladas extemporáneas, lluvias torrenciales…) que puedan experimentarse en la zona. Y parece comprobarse que las variedades autóctonas e incluso variedades ancestrales que hoy no se trabajan pero que podrían recuperarse son las que mayor nivel de resistencia presentan en este contexto y las que mejor se adaptan por tanto para luchar contra el cambio climático, sencillamente porque son las mejor adaptadas a las condiciones naturales de la zona y las que, en líneas generales, requieren y consumen menores recursos y mejor contribuyen a preservar la biodiversidad.

Por otro lado, cada vez más DDOO forman parte de proyectos europeos destinados a estudiar como favorecer la resiliencia y la adaptación del viñedo en el actual contexto de afección por el cambio climático. Se está tratando de conocer cada vez mejor el nivel de afección, para poder prevenirlo, adaptarse y luchar contra él de manera efectiva.

Sin duda, una base muy importante desde la que luchar es el modelo de producción. El de las DDOO no se basa en el volumen y en la cantidad, sino en la diferenciación y en la calidad. Con rendimiento controlados y siempre enfocados a la calidad de las producciones. Y con una penetración del viñedo ecológico cada vez mayor. La viticultura ecológica es cada vez más importante. Entre todos debemos seguir reduciendo la huella de carbono, así como también el uso de los fitosanitarios.

Otro de los asuntos de los que se habló en el encuentro sobre «El futuro de las denominaciones de origen» fue el de la conquista de nuevos mercados. ¿Cuales son los principales mercados exteriores para los vinos españoles con DO y que porcentaje de ventas representan y en que otros países existen más posibilidades de expansión?
Los principales mercados del vino con D.O. son, dentro de la Unión Europea (así se considera a nivel de mercado común y unión aduanera hasta el 31 de diciembre de 2020, fin del periodo transitorio), Reino Unido, Alemania, Bélgica, Holanda, Suecia y Dinamarca. Y fuera de la UE, Estados Unidos, China, Rusia, Suiza, Canadá y Japón fuera de la UE y dentro de la Unión Europea.

Mercados que tienen actualmente más oportunidades de expansión son aquellos con los que la UE ha venido negociando y cerrando acuerdos comerciales en los últimos años: los ya mencionados como Japón o Canadá. Otros como México, Colombia o Brasil, en América Latina, o Filipinas, Singapur y Corea del Sur, en Asia.

El porcentaje de venta en mercados internacional ha tendido a crecer en los últimos años, hasta el punto de que hay denominaciones de origen netamente exportadoras, en las que la mayoría de su producción se comercializa fuera de España. Con todo, el porcentaje de producto con destino a mercados internacionales es relevante en todas ellas y cada vez mayor.

¿Como os están afectando las guerras comerciales, y en concreto los aranceles de Estados Unidos y el Brexit?
Generan inestabilidad e incertidumbre, lo que nunca es positivo. Tanto los aranceles de Estados Unidos, como un acuerdo comercial que no garantiza una eliminación considerable de las barreras arancelarias y no arancelarias que pueden surgir en el Reino Unido una vez concluya el periodo transitorio tras su salida de la UE, provocan que los precios tiendan a aumentar, no en base a una diferenciación por calidad, sino a obstáculos comerciales, lo que hace que las ventas puedan bajar. Estas tensiones e incertidumbre también pueden afectar al nivel protección de nuestras indicaciones geográficas.

En definitiva, son tensiones comerciales que pueden hacer que se vea mermado el volumen de ventas de vino, lo que a su vez afectará al valor de venta de dichos productos, a la reputación y prestigio de los mismos… Y el posicionamiento en esos mercados es de enorme importancia, dado que se encuentran entre los principales destinos de nuestros vinos, no son mercados sustituibles y, por tanto, impactan en la rentabilidad que perciben tanto las bodegas como los agricultores por sus productos.

Todo ello redunda en la necesaria apuesta por la diferenciación vía calidad en un mundo globalizado. Esa diferenciación es la que aportan las denominaciones de origen. Son una herramienta comercial y un argumento de venta de cara al consumidor que permite que el producto esté algo menos sujeto a la volatilidad de los flujos comerciales descritos.

Y en cuanto al mercado español, ¿Como se está comportando para los vinos con DO? ¿Se está logrando revertir la pérdida de consumidores de vino entre las nuevas generaciones?
Los últimos 3 años han arrojado datos positivos para el consumo de vino en nuestro país. En ese contexto, los vinos con D.O. siempre han sido los que han sostenido el consumo a nivel nacional. Los que han amortiguado su caída en los peores años y los que la han frenado y provocado un repunte del consumo, ya más recientemente. Las denominaciones de origen son, además, las que hacen aumentar el precio medio de nuestro producto. Las que permiten por tanto que nuestros viticultores y bodegueros perciban una mayor rentabilidad por su trabajo.

“Los últimos 3 años han arrojado datos positivos para el consumo de vino en nuestro país”

Afortunadamente, se aprecia cada vez un mayor interés en los consumidores más jóvenes, que son los que más cuesta conquistar. Los datos respaldan, pues, los esfuerzos de bodegas y denominaciones de origen por promocionar y posicionar el producto de forma diferente, más innovadora, de una manera más acorde a las formas de comunicar y de relacionarse de las nuevas generaciones de consumidores.

Las DDOO trabajan para que quienes se dedican a producir y elaborar puedan hacerlo con buenas condiciones y puedan vivir de ello. No se trata de que sobrevivan los más fuertes, como parecen dictar a menudo las leyes del mercado en múltiples sectores. En un sector tan atomizado como el nuestro, se trata de que los que se dedican a producir y elaborar vinos, lo hagan pensando en la calidad de las producciones, porque eso es lo que les permitirá sostener su negocio en la gran mayoría de los casos.

Hace unas semanas tomaba posesión el nuevo gobierno central, ¿Cuales son las principales demandas que le trasladáis para esta legislatura?
A nivel nacional, que contribuya a que las denominaciones de origen tengan el reconocimiento que merecen en todos los niveles de la Administración, desde agentes implicados y dinamizadores de las economías de sus territorios a nivel más local y regional, hasta herramientas que permiten de forma decisiva que los viticultores puedan obtener un mejor precio por sus producciones y que las bodegas perciban mayor rentabilidad por sus productos, además de su capacidad para vertebrar y generar acuerdos entre los agricultores y las empresas.

Las administraciones deben reconocer y valorar ese papel y aprovechar las buenas prácticas y el potencial de las denominaciones de origen para vertebrar el territorio y el propio sector, además de para fortalecer a los diferentes eslabones de la cadena.

Las DDOO tienen un papel relevante que jugar en el reto demográfico, como recursos endógenos del territorio a potenciar. Las figuras de calidad pueden también ayudar a dar forma a la imagen de España en el exterior, con un componente de diferenciación y de prestigio que confiere imagen-país.

Por último, en el ámbito internacional, todos necesitamos una PAC fuerte y bien financiada. Estamos reivindicando que no se reduzca el presupuesto de la que será la nueva Política Agrícola Común posterior a 2020. Y por supuesto, trabajamos para contribuir a que las Administraciones puedan defender los intereses sectoriales de la mejor manera posible, tanto en el ámbito de los aranceles impuestos por Estados Unidos (la aspiración es que se eliminen los ya impuestos y que no se impongan otros), como en el del BREXIT (se reclama un acuerdo comercial que permita las relaciones lo más fluidas y próximas posibles a las que se mantenían con el Reino Unido formando parte de la UE) o en materia de negociaciones comerciales internacionales (la protección de las indicaciones geográficas debe seguir siendo una línea roja en las mismas).

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