«La siembra directa es una alternativa ventajosa en maíz forrajero, a pesar de las opiniones en contra»

Jesús A. Gil Ribes, presidente de la Asociación de Agricultura de Conservación, aporta claves sobre esta manera de trabajar la tierra, que incluye técnicas como la siembra directa

«La siembra directa es una alternativa ventajosa en maíz forrajero, a pesar de las opiniones en contra»

Jesús A. Gil Ribes, presidente de la Asociación de Agricultura de Conservación y catedrático de Ingeniería Agroforestal.

Hablamos con el presidente de la Asociación Española de Agricultura de Conservación (Aeacsv), Jesús Antonio Gil Ribes, sobre la aportación de este tipo de agricultura que incluye técnicas como la siembra directa en cereales o el mantenimiento de una cubierta vegetal en viña y frutales.

-¿Qué puede aportar la agricultura de conservación a la producción agrícola frente a los retos que se presentan al sector hoy en día?
Avalada por una gran cantidad de estudios, la agricultura de conservación aporta su grano de arena para hacer frente a los retos, no sólo en el ámbito medioambiental, sino también en el económico y social. Es una de las prácticas agrarias más eficaces para incrementar el secuestro del carbono atmosférico en el suelo y mitigar así el cambio climático. Una superficie de una hectárea bajo siembra directa compensaría en un año las emisiones de un coche que hiciera un recorrido por carretera de más de 12.260 km.

“La agricultura de conservación es capaz de reducir hasta en un 90% las tasas de erosión”

Uno de los retos más importantes a los que se enfrenta el sector en España es frenar los intensos procesos erosivos que se dan en gran parte de nuestros suelos. Nuestro país es, debido al relieve y a las condiciones climáticas, muy vulnerable a los procesos de erosión, con tasas medias de pérdida de suelo de 3,5 toneladas por hectárea y año. En este sentido, la agricultura de conservación es capaz de reducir hasta en un 90% las tasas de erosión respecto a la agricultura convencional, gracias a la presencia de una cubierta vegetal permanente sobre el suelo y a la supresión del laboreo.

-¿Es rentable este tipo de prácticas ligadas a la agricultura de conservación?
Las técnicas de agricultura de conservación también tienen que decir mucho en este sentido. Gracias a la supresión del laboreo y a la reducción del consumo de combustible y de las horas de trabajo los costes de las operaciones se reducen en torno a un 20%. Si a esto unimos que las producciones se mantienen con respecto a los sistemas de manejo basados en el laboreo e incluso se incrementa en años secos, el beneficio para el agricultor se incrementa.

“La supresión del laboreo y a la reducción del consumo de combustible permite ahorrar en torno a un 20%”

Pero, además, la agricultura de conservación puede aportar otros beneficios como el aumento de la biodiversidad, la reducción de la contaminación en las aguas, el secuestro de carbono y el aumento de la materia orgánica en el suelo, entre otros muchos temas, para los que prácticas como la siembra directa o las cubiertas vegetales en cultivos leñosos también tiene respuestas.

-Y frente a la disponibilidad de agua para los cultivos, ¿qué puede hacer este tipo de agricultura?
Los estudios realizados nos permiten afirmar que, gracias a la mejora de la estructura del suelo y al incremento de la infiltración del agua en el perfil edáfico, los cultivos bajo siembra directa tienen una mayor disponibilidad de agua en los periodos críticos de crecimiento. Hay estudios que constataron que los suelos bajo prácticas de agricultura de conservación tenían un contenido de humedad mayor que en suelos labrados (un 3% superior), lo que equivalía a unos 22 mm de ahorro de agua. Así, los cultivos bajo agricultura de conservación tienen una mayor resistencia a las sequías, al tener una mayor disponibilidad de agua que los suelos labrados.

«La siembra directa reduce el trabajo e incrementa la fertilidad de los suelos»

-¿Qué ventajas ofrece la siembra directa para cultivos como el maíz?
Además de los beneficios medioambientales como la reducción de erosión del suelo, incremento del secuestro de carbono, incremento de la disponibilidad de agua en el suelo, cuestión muy a tener en cuenta en el futuro, sobre todo en los escenarios que pronostican los modelos de cambio climático, existen otros beneficios relativos al manejo del cultivo, sobre todo en las condiciones que se dan en Galicia.

Por un lado, el hecho de no labrar supone una reducción de las horas de trabajo que el agricultor tiene que dedicar al manejo del cultivo, lo que supone un mayor tiempo disponible para otras actividades.

Por otro lado, la presencia de una cubierta vegetal sobre el suelo implica un aporte de materia orgánica extra que favorece la fertilidad natural de los suelos. Ello puede suponer cambios en la estrategia de fertilización del cultivo, que redunde en una mayor optimización de insumos, reduciendo de esta manera los costes operacionales.

-En el caso del maíz, para lograr mejores resultados, es habitual que previo a la siembra se aplique un herbicida a la pradera, ¿es adecuada esta práctica?
En un sistema convencional para controlar la pradera y preparar el lecho de siembra es necesario hacer labores mecánicas sobre el suelo, que rompen su estructura y degradan en exceso la materia orgánica del suelo. Para evitar el trabajo mecánico del suelo, es preciso el empleo de otras herramientas que nos ayuden a controlar la vegetación arvense, y el empleo de herbicidas se hace necesario en estos casos.

Maíz cultivado mediante siembra directa en la Finca experimental de la Universidad de Córdoba.

Maíz cultivado mediante siembra directa en la Finca experimental de la Universidad de Córdoba.

-¿Cómo es el procedimiento de la siembra directa?
La metodología de la siembra directa comienza en la cosecha del cultivo anterior, donde se han de picar y esparcir los restos, los rastrojos, aunque es compatible con su empacado, de cara a mantener el suelo suficientemente protegido frente a la erosión. Con posterioridad, y antes de la siembra del siguiente cultivo, se controla la flora adventicia con herbicidas de bajo perfil eco-toxicológico (de contacto y no residuales).

«El control de las hierbas se hace con herbicidas, rotación de cultivos y cultivos de cubierta entre las plantaciones»

A continuación, se realiza la siembra con una sembradora directa la cual está adaptada a trabajar sobre los restos vegetales sin necesidad de enterrarlos ni preparar el terreno. Se intenta localizar el abono en la siembra y adelantar el de cobertera. Después de esto, el manejo del cultivo es igual a uno sembrado convencionalmente excepto que, si es necesario un laboreo entre líneas para controlar las malas hierbas, este control se realiza mediante herbicida.

-En un clima atlántico como el de Galicia o el de la Cornisa Cantábrica se critica que la siembra directa no funciona debido a la proliferación de hierbas. ¿Qué respondería?

En siembra directa el control de las malas hierbas se realiza mediante el uso de herbicidas, la rotación de cultivos y en zonas como Galicia, con una alta pluviometría, con la utilización de cultivos cubierta entre cultivos principales.

-Otra de las críticas que se le hace a este método es que el agua no llega a filtrarse a través de la pradera en las épocas de más calor, ¿cómo se aborda esto?
En un suelo bajo agricultura de conservación, este tiende a formar agregados que son más estables cuanto más tiempo transcurra. La formación de estos agregados mejora la estructura, lo que, unido a la formación de canales producidos por las lombrices y los generados por la degradación de las raíces y la menor escorrentía conlleva una mejora de la infiltración del agua en el suelo.

-¿Es preciso combinar los cultivos de siembra directa con otros en los que se roture la tierra, al menos de forma moderada, para lograr una oxigenación de la tierra?
No es necesario. La oxigenación del suelo es un fenómeno que se da de manera normal en los sistemas naturales. En los sistemas artificiales debemos mover el suelo debido a un deficiente manejo lo que provoca que se compacte. Si es importante usar neumáticos de baja presión y técnicas de tráfico controlado que son fáciles de aplicar con los sistemas de guiado automático.

-¿Siguen siendo competitivas y rentables las producciones que apuestan por la agricultura convencional? En el caso del maíz, existe la opinión generalizada de que este método conlleva una menor productividad del cultivo, ¿qué opinión tiene al respecto?
No tenemos datos de los que pasa en Galicia al respecto, en Andalucía la producción no se reduce y se pueden ahorrar casi 1.000 metros cúbicos de agua de riego por hectárea.

-Otro de los procedimientos fundamentales de la agricultura de conservación son las cubiertas vegetales, ¿son aptas para todo tipo de cultivos? ¿A cuáles se adapta mejor?
En principio son aptas para todos los cultivos leñosos. Lo que debemos es ajustar el manejo de la cubierta al manejo del cultivo para que no interfieran en él. De hecho, ya se aplican en la cuarta parte de su superficie en España.

-En los últimos años, en el sector vitícola son muchos los productores que han reducido el laboreo y optado por dejar coberturas vegetales a sus cepas. ¿Es la viticultura uno de los sectores donde tiene cabida la agricultura de conservación?
Por supuesto. De hecho, uno de los cultivos leñosos principales bajo agricultura de conservación es el viñedo. Las cubiertas, además de reducir la erosión y la escorrentía, mejoran el tránsito de la maquinaria por las calles y ayuda al manejo del agua en el suelo. Las cubiertas extraen agua del suelo y en determinadas condiciones su manejo nos permite mejorar la calidad de la cosecha al controlar el agua disponible para la vid. En principio, las cubiertas son viables en la mayoría de los cultivos tanto herbáceos como leñosos.

“Muchas veces el agricultor no dispone de medios ni asesoramiento para usar la agricultura de conservación”

-Uno de los principales objetivos de la agricultura de conservación es reducir el impacto sobre los suelos, ¿hay concienciación en el sector agrícola sobre los problemas derivados de la erosión?
El agricultor normalmente sólo toma conciencia cuando ocurren eventos de lluvia de gran intensidad que provocan enormes arrastres del suelo de sus parcelas. Lo que ocurre es que vuelve a labrar “maquillando” estos efectos y no es consciente que a medio- largo plazo esa erosión va a provocar disminución de productividad de la explotación. En muchas ocasiones el día a día, la falta de rentabilidad y la inercia de mentalidad y medios que conlleva el sector agrícola ralentiza la toma de decisiones beneficiosas a corto y a medio plazo. La erosión es el mayor problema medioambiental, especialmente en la España seca.

-¿Es receptivo el agricultor a la agricultura de conservación?
Cuando se le explica en qué consiste la agricultura de conservación es receptivo, aunque en muchas ocasiones no dispone de los medios ni del asesoramiento para poder aplicarla.

-¿Cuáles son los principales reparos para no optar directamente por este tipo de producción?
El cambio de mentalidad es el principal escollo que presenta la implantación de nuevas (o renovadas) técnicas en la agricultura. Para los agricultores que se inician, la formación y la adaptación de la maquinaria de la explotación son los mayores hándicaps que perciben. De ahí la importancia del apoyo de las Administraciones, sobre todo en los primeros años, a través de las ayudas agroambientales para ayudar a esa transición.

“El 25% de los cultivos leñosos y el 9,9% de los herbáceos se produce con técnicas de agricultura de conservación”

-¿Se ha notado evolución?
Desde que el Ministerio de Agricultura comenzó a incluir en la encuesta sobre superficies y rendimientos (Esyrce) en 2009 datos sobre agricultura de conservación, el número de hectáreas ha aumentado. En España, se ha pasado de 1.066.186 hectáreas con cubiertas (vegetal espontánea, sembrada e inerte en cítricos, frutales de pepita, frutales de hueso, viñedo, olivar y otros leñosos) en 2009, a 1.301.174 hectáreas. En el caso de la siembra directa, en ese mismo año se contabilizaban 274.52 hectáreas frente a las 697.534 hectáreas cultivadas con esta técnica en 2018. En la actualidad, el 25,1% de los cultivos leñosos y el 9,9% de los principales cultivos herbáceos (cereales, girasol, maíz forrajero y otros cereales forrajeros) se manejan bajo técnicas de agricultura de conservación.

-¿Qué implantación tiene la agricultura de conservación en España?
España es el país con una mayor implantación de los sistemas de agricultura de conservación en Europa. Respecto a Galicia, la implantación en cultivos herbáceos es muy baja, pero en cultivos leñosos supone un 64,3% (Esyrce 2018) de la superficie de estos cultivos, implantando el uso de cubiertas en 28.356 hectáreas de las 44.123 hectáreas cultivadas.

-¿Qué están haciendo otros países, sobre todo de Latinoamérica, donde el peso de la agricultura de conservación es más destacado?
En Europa, y bajo el paraguas de la política agraria común (PAC), la agricultura de conservación se está fomentando como parte de las medidas para llevar a la agricultura hacia un sistema más sostenible principalmente desde el punto de vista medioambiental. Se ha avanzado, aunque a nuestro parecer queda mucho por hacer. Los cambios son lentos y dependen mucho del presupuesto disponible en la UE. La irrupción del programa 4/1000 de aumento del carbono del suelo puede ser clave al respecto. Además, en la Comunidad Europea se han dado cuenta los políticos del potencial como sumidero de carbono de los suelos bajo técnicas de conservación.

En Latinoamérica, debido a la estructura tanto de las explotaciones como de normativa y subvenciones, la evolución ha sido muy diferente implantándose ampliamente debido principalmente a la reducción de costes y a la falta de mano de obra.

“Pretendemos adaptar el cultivo al suelo y no el suelo al cultivo”

-¿Es la agricultura de conservación una vuelta a la agricultura más tradicional?
El término tradicional nos trae a la mente una percepción de trabajo artesanal y más cercano a la naturaleza. En este sentido el mundo actual ha tenido que cambiar ese modelo por uno más intensivo tanto en recursos como uso del suelo para poder abastecer a una población cada vez mayor y con más necesidades.

En este sentido, la agricultura de conservación nos da herramientas para que esa agricultura convencional e intensiva sea más sostenible. Con ella pretendemos adaptar el cultivo al suelo y no el suelo al cultivo. Los bosques tienen unos suelos en equilibrio con altos contenidos de materia orgánica que no se erosionan. El laboreo reduce el contenido de materia orgánica de los suelos y la agricultura de conservación hace que se revierta en parte esta situación.

“La agricultura de conservación nos da herramientas para que la agricultura convencional e intensiva sea más sostenible”

-¿Qué está fallando para que no sean prácticas más utilizadas?
Además del cambio de mentalidad que hemos comentado anteriormente, la falta de rentabilidad de las explotaciones y la edad de los agricultores, provocan que ante técnicas que no conocen no quieran sumir riesgos. De ahí la importancia del apoyo por parte de la Administración. Según datos de la Unión Europea en España (Eurostat, 2016), en el 56,6% de las explotaciones agrarias el titular tiene más de 55 años (en Galicia se eleva hasta el 64,8% de las explotaciones). De la misma forma, el 31% de las explotaciones están en manos de agricultores con más de 64 años (35,5% en Galicia). Estos datos muestran el envejecimiento de la población agraria que gestiona las explotaciones, lo que aumenta el inmovilismo del sector y la renuencia a cambios.

 

Una idea sobre “«La siembra directa es una alternativa ventajosa en maíz forrajero, a pesar de las opiniones en contra»

  1. Aristides Gutiérrez Santiago

    Excelente exposición del tema de la siembra directa o también llamada mínima labranza, aportó una idea a los ganaderos que usan el maíz para silo asociarlo con leguminosa de este modo le damos mayor porcentaje de proteínas al silo y a su vez incorporamos nitrógeno a suelo de una manera ecológica una leguminosa excelente en aporte de proteínas es la soja forrajera y si logramos inocular la semilla antes de la siembra logramos un aporte mayor de nitrógeno al suelo.

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