Cachenas de San Breixo, carne de máxima calidad directa al consumidor

Desde el municipio lucense de Triacastela, Jordi Ánguez fue pionero en la comercialización sin intermediarios de esta raza autóctona, que hoy envía a toda España y a clientes en Francia, Inglaterra o Italia. Fue uno de los ganaderos más perjudicados por la eliminación del pasto arbustivo en 2015 y reclama que los derechos deben ir vinculados "a mantener la producción"

Jordi Anguez coa súa filla Carmen no monte onde teñen o seu rabaño

Jordi Ánguez con su hija Carmen en el monte donde tiene a su rebaño

San Breixo da Balsa fue en su día la capital del Ayuntamiento, pero hoy solo quedan en esta pequeña aldea de Triacastela una capilla caída y tres casas en pie. La de Jorge Ánguez Grases es la única vivienda habitada de forma permanente y sus vacas son las que cuidan el pueblo y evitan que la maleza acabe engulléndose el lugar, como décadas atrás hizo la emigración.

«Nosotros volvimos hace 11 años de Barcelona. De aquí era mi padre y siempre hubo vacas en casa hasta 1980. Las atendía un tío abuelo mío. Yo estudié Farmacia y Empresariales y llevaba el restaurante de la familia, pero cada año me escapaba para venir a la Semana Verde de Silleda porque me gustaba mucho. En el año 1996 vi las cachenas allí y me enamoré de esa raza. Es una vaca preciosa, podemos discutir carácter, productividad u otras cosas, pero no su belleza, es un animal que gusta a todo el mundo», afirma Jordi.

«Yo estudié Farmacia y Empresariales y llevaba el restaurante de la familia en Barcelona, pero cada año me escapaba para venir a la Semana Verde de Silleda y allí me enamoré de las cachenas»

El 23 de abril de 2003, día de su santo y patrón de Cataluña, Jordi cumplió su sueño y se dio de alta como ganadero. «Volvimos a montar la explotación con idea ya de venirnos para aquí. Empezamos con 6 novillas y un ternero. Las trajimos de Olelas, en Ourense y nos costó conseguirlas porque en aquella época había muy pocas cachenas y casi había que hacer una instancia para conseguir una», recuerda hoy.

Aquella afición suya por las vacas acabó convirtiéndose en el proyecto compartido de toda la familia: de Mireya, su mujer, y de Breixo y Carmen, sus dos hijos. «Crecimos rápido al principio, dio la casualidad de que los primeros años salieron muchas hembras, por encima de la media de 50% machos y 50% hembras», explica.

«En 2015 cuando eliminaron de la noche a la mañana el pasto arbustivo tuvimos que reducir animales malvendiéndolos porque se nos disparaba la carga ganadera y perdíamos las ayudas. Fue la ruina total.»

«Llegamos a tener 100 cabezas, pero tuvimos que volver a empezar casi de cero en 2015, cuando sacaron el pasto arbustivo. Nos supuso la ruina total y tuvimos que replantearnos todo otra vez. Aquello fue una decisión inesperada, un cambio de las reglas de juego de la noche a la mañana. Éramos 5 explotaciones en Galicia que de golpe por sacarnos el pasto arbustivo se nos disparaba la carga ganadera y perdíamos las subvenciones por criterios medioambientales. Tuvimos que reducir animales, malvenderlos para no perder la subvención», cuenta.

70 cabezas y 100 hectáreas

Tuvo que reducir la carga ganadera cuando en 2015 eliminaron el pasto arbustivo

Tuvo que reducir la carga ganadera cuando en 2015 eliminaron el pasto arbustivo

Hoy Jordi se ha ido recuperando de aquel palo y tiene 70 cabezas de ganado, de las que 40 son madres reproductoras. Maneja una superficie total de 100 hectáreas, la mitad monte comunal y la otra mitad propiedad de las tres casas del pueblo. «Llevamos las propiedades de las tres casas que hai en la aldea, tanto los prados como la superficie forestal. Nosotros aprovechamos muy bien el monte, pastoreamos los sotos centenarios y aprovechamos muy bien la castaña, y pacemos también en robledales y zonas que eran labradío y en las que nacieron abedules. Considero que el modelo combinado de pastoreo con forestal es el gran futuro de la ganadería en zonas de montaña como esta», afirma.

«Nosotros aprovechamos muy bien la superficie forestal y considero que el modelo combinado de pastoreo de pradera y monte es el gran futuro de la ganadería en zonas de montaña como esta»

«En el monte comunal se pastoreaba tradicionalmente el monte bajo pero eso es poco productivo. Ahora estamos haciendo praderas en algunas zonas de monte. La simiente está muy cara, así que dejamos un trozo de monte recién semillado con raigrás para cosechar y tener simiente propia para varios años», explica.

Las fincas más altas de esta explotación se sitúan a 900 metros de altitud, justo enfrente del monte Oribio, donde el Tribunal Superior de Justicia de Galicia paralizó recientemente el proyecto para construir un parque eólico. «Es algo que no entiendo, poner aerogeneradores en plena Red Natura en un lugar por el que pasa el Camino de Santiago y que tiene en el paisaje y la naturaleza sus principales atractivos. Creo que es pan para hoy y hambre para mañana, lo mismo que los eucaliptos», afirma.

Ganadería para fijar población

Frente al monte Oribio, a 900 metros de altitud, Jordi está sembrando praderas en zonas de monte comunal

Frente al monte Oribio, a 900 metros de altitud, Jordi está sembrando praderas en zonas de monte comunal

Jordi defiende la ganadería como actividad para criar riqueza y fijar población en el medio rural y pide que ese sea un criterio fundamental a la hora del reparto de las ayudas de la PAC. «Los derechos de la PAC en Galicia son planes de jubilación y eso entorpece el crecimiento del sector, los derechos deberían ir vinculados a los ganaderos que mantengan la producción», reclama.

«Aunque hagas las cosas bien, si no tienes subvención no son rentables las explotaciones en Galicia», afirma. Por eso no entiende algunas de las políticas públicas llevadas a cabo por las Administraciones en los últimos años. «Se dejaron vender los derechos de la PAC y los derechos de vacas nodrizas y muchos se vendieron para fuera de Galicia. Esos derechos no se debieron dejar salir de aquí», insiste.

«Los derechos de la PAC en Galicia son planes de jubilación y eso entorpece el crecimiento del sector, los derechos deberían ir vinculados a los ganaderos que mantengan la producción»

Del mismo modo, critica que la distribución de fondos no prime aspectos como bienestar animal o alimentación. «La PAC es una ayuda a la producción, pero no te pagan la producción, sino el mantenimiento, y da igual que tengas las vacas gordas o flacas», argumenta. Jordi es una persona que dice lo que piensa y no se calla lo que le parece justo. Puede que le venga de familia, pues la primera referencia histórica a la casa paterna es de 1730, de un antepasado suyo quejándose de que habían subido el chato de vino en la feria. «Tengo mentalidad catalana, los gallegos sois mucho más conformistas», bromea.

Poca maquinaria

En invierno suplementa con silo y hierba seca

En invierno suplementa con silo y hierba seca que obtiene en las fincas más próximas al Camino de Santiago

Las cachenas de San Breixo pacen libremente todo el año en el monte y en los prados más próximos a las casas de la aldea pero en inverno, y también en verano en años en los que hay sequía, Jordi suplementa el pasto con silo y hierba seca. «Cada vez hay que hacer más silo, se nota el cambio climático. Antes nos sobraba agua, ahora tenemos fuentes que se secan y el prado este año en septiembre estaba ya muy seco, otros años aguantaba más. Este ha sido un año muy raro, porque sin embargo el corte de ensilado fue muy bueno», explica.

«Creo que no es interesante mantener 4 tractores en una explotación para que la mayoría de ellos trabajen 15 días al año»

Las fincas que tiene al lado del Camino de Santiago las destina a forraje y saca 2 ó 3 cortas de hierba, tanto para ensilado como para hierba seca. «Esos trabajos los contrato. Empecé con muy poca maquinaria y te das cuenta de que te arreglas perfectamente así. Creo que no es interesante mantener 4 tractores en una explotación para que la mayoría de ellos trabajen 15 días al año», argumenta.

Cierres con malla ganadera

Pastorean los sotos para aprovechar la época de la castaña

Pastorean los sotos para aprovechar la época de la castaña

Jordi reconoce que cumple muchos tópicos que hacen que su ganadería llame la atención: neorural, emigrante retornado, urbanita que vuelve a la aldea. «Fui autodidacta, yo no tenía ni idea de esto, pero la cachena es una raza que te permite ir aprendiendo», dice.

Por ejemplo, no pone alambre ni pastor eléctrico para cerrar sus fincas. «Tengo mucha superficie forestal y si se cae una rama los animales se escapan y hacen muchos quilómetros. Ponemos malla ganadera, que encarece los cierres, pero da más seguridad para las vacas y tiene además la ventaja de que pone trabas al jabalí, que en esta zona nos afecta mucho porque hace dos años hubo incendios y bajaron del monte», explica.

El perímetro del último cercado que hicieron fue de 3,5 kilómetros de malla y solo descartan un animal para recría si aprende a sortear el cierre. «Es uno de los criterios de selección que utilizamos, porque no podemos estar pendientes de un animal que se escapa todos los días», justifica.

Mercado de vida

cabalo no medio para pisar

Rentabiliza el alto nivel genético de su cabaña vendiendo hembras para recría y machos para sementales

La venta de animales a otras explotaciones es otra de las vías de ingresos de Cachenas de San Breixo. «Tenemos mucho mercado de vida», explica Jordi, que explota de esta forma el nivel genético de su cabaña, que consiguió vencer en los tres primeros concursos morfológicos de esta raza organizados en la Semana Verde de Silleda en 2012, 2013 y 2014. Rabuda se hizo, por ejemplo, con el primer premio en 2012 y Maketatón le suceció al año siguiente.

Los nombres de los animales son otra de las curiosidades de esta explotación. «Todos los animales tienen nombres con historia. El primer nacimiento de un ternero que tuvimos fue el cuatro del cuatro de dos mil cuatro y era Domingo de Ramos, así que le pusimos Ramos y a partir de aí, cada año tiramos de un tema: nombres griegos, romanos, de diosas egípcias, de plantas, etc. El año pasado a los machos les pusimos nombres de escritores ingleses y este año estamos con personajes fantásticos, ya hemos tenido un Harry Potter», cuenta.

«Todo lo que ha nacido de recría en 2019 está ya apalabrado, pero no vendo todo lo que me piden porque quiero crecer yo también para recuperar las 100 cabezas que tenía»

«Teniendo en cuenta el tiempo que llevamos y el número de cabezas que tenemos, de esta ganadería han salido muchos machos para sementales, como Dátil, y también muchas hembras. Ahora quiero seguir creciendo yo también, porque quiero llegar a recuperar las 100 cabezas que tuve, por eso no vendo todo lo que me piden», aclara Jordi, que explica que «en 2020 se va a disparar la demanda para vida, lo que ha nacido de recría en 2019 ya está todo apalabrado y vendido».

Complemento a otras razas

La cachena es la raza de vaca más pequeña del mundo en cuanto a estatura pero su gran versatilidad para el pastoreo la convierten en una especie todo terreno idónea para lugares con orografía difícil y condiciones climáticas adversas. La raza ha traspasado las fronteras de Galicia y hay animales en explotaciones de Castilla y León, Cantabria, Extremadura o el País Vasco, donde el cocinero Carlos Arguiñano posee varios ejemplares.

«Tener un rebaño de cachena como complemento a otras razas cárnicas es una buena opción para limpiar las fincas»

También en Alemania hai cachenas, explica Jordi. «Hay dos criadores, Hitler seleccionó razas de toda Europa y todavía hoy quedan en Alemania dos explotaciones de cachenas, aunque tienen problemas de consanguinidad», cuenta.

Considera que «es una raza que si se promocionase más para vida tendría también mucho mercado para eso porque las cachenas son una buena opción para tener un rebaño como complemento a otras razas cárnicas, como limusión o rubia gallega, porque te aprovechan el pasto y el terreno malo», argumenta.

«El mercado está fuera, aquí todo el mundo tiene un primo que le vende medio ternero»

zonas de monte comunal pouco produtivoCachenas de San Breixo hace llegar directamente su carne al consumidor final. Fue una de las ganaderías pioneras en la comercialización sin intermediarios de esta raza autóctona. Contacta con los clientes a través de su página web y envía los pedidos, envasados al vacío, en cajas isotermo hasta el domicilio del consumidor.

Hasta que nos vinimos para aquí teníamos el restaurante en Barcelona y toda nuestra producción iba para allí. Después empezamos a comercializar nuestra carne en carnicerías de proximidad, pero aquí el mercado es pequeño y hay muchas explotaciones y todo el mundo tiene un primo que le vende medio ternero», argumenta.

El Ayuntamiento de Triacastela no llega a los 650 habitantes aunque tiene un importante flujo de peregrinos y numerosos negocios de hostelería vinculados al Camino de Santiago pero Jordi enseguida se dio cuenta de que su cliente potencial estaba fuera.

«No hay mercado suficiente aquí para que todos hagamos venta directa, ni tampoco para la carne ecológica, porque el que busca lo ecológico se decanta por la verdura. El mercado está fuera. A donde hay que mandar la carne ecológica es a Alemania, pero eso no se puede hacer individualmente, sino con una estrategia conjunta», defiende.

Comercialización en lotes y medias canales

Los terneros están con las madres hasta el sacrificio

Los terneros están con las madres hasta el sacrificio y son comercializados en lotes de 3, 5 y 10 kilos

«Nosotros empezamos en 2012 a hacer venta directa y a comercializar por internet. Al principio el mercado de carne de cachena estaba virgen y ponías en el buscador cachena y salíamos nosotros, ahora ya hay más productores que se han decidido a vender su propia producción porque el problema de depender de terceros es que no fijas los precios, pasa igual que con la leche, solo que el sector de la carne está menos profesionalizado aún que el de la leche porque es muy difícil vivir de la carne, tienes que tener mucho volumen», considera.

La reducción en el número de cabezas a la que se vieron obligados hace cuatro años les impidió poder atender a nuevos clientes, algunos en el extranjero

Cachenas de San Breixo vende entre 30 y 40 animales por año, todos a clientes particulares. «Te llaman los restaurantes y te piden todos chuletero, pero no interesa porque, ¿qué haces con el resto?», argumenta Jordi. Empezaron sacrificando en el matadero de Taboada pero ahora han ampliado y mandan también animales a Sarria o Castro. «Trabajamos con varios mataderos. Empezamos con Celtaverde pero nos queda lejos por logística. Nosotros supervisamos el despiece y hacemos los lotes», explica.

«Servimos lotes de 3, 5 y 10 kilos que enviamos a toda España y también vendemos canales enteras y medias canales para el mercado exterior, a clientes de Francia, Inglaterra o Italia y eso que hace cuatro años, cuando nos vimos obligados a reducir el número de cabezas tuvimos que frenar la venta fuera porque no teníamos capacidad para atender a los nuevos clientes que salían, incluso en el extranjero, y priorizamos atender a los clientes de aquí», indica. «Hacer lotes da más trabajo, también de logística, pero es la única manera de enviar para lugares como Madrid, donde nadie te pide media canal», añade.

Apostar por la calidad

La capital de España absorbe más de la mitad de la producción de esta explotación de la montaña de Lugo. «El 75% va para Madrid, en Galicia cada vez hai más competencia», reconoce Jordi, que asegura que los productos que salen de nuestra comunidad tienen muy buena acogida fuera. «La marca es Galicia porque fuera la percepción es que todo lo que sale de aquí es lo mejor, estoy convencido de que metes piedras en una caja y las mandas a Madrid y funciona, porque la palabra gallego es sinónimo de calidad», argumenta.

«La batalla de la cantidad la tenemos perdida, ya que los costes de producción son aquí más altos»

Por eso, dice, «tenemos que apostar por la calidad, porque la batalla de la cantidad la tenemos perdida, ya que los costes de producción son aquí más altos». Y propone diferenciarse. Por ejemplo, dice, «cerrando Galicia a los transgénicos, como ha hecho Escocia».

«Nosotros no estamos en ecológico pero nuestra carne es tan ecológica como mucha de la que está en el mercado como ecológica», dice. «Nuestras vacas viven en libertad con sus crías, al aire libre todo el año. No destetamos, maman el tiempo que quieren y sacrificamos dependiendo del animal y de la época del año», explica.

«Tenemos partos todos los meses del año, pero lo gordo se centra en cuatro meses, de marzo a junio, que es la época en la que se concentra el mayor número de nacimientos, porque en primavera es cuando está el semental con las vacas. Tenemos dos toros, uno para quedarse como reproductor en la ganadería y otro que capamos y estamos finalizando para un restaurante», explica. «Hicimos también un buey en una ocasión, pero el problema es que se dificulta el manejo. Lo capamos a los 11 meses y lo sacrificamos con 7 años y medio y estuvo el último año a castaña. Eso no se paga, no tiene precio», concluye.

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