“Antes de los años 60 ya había comenzado a transformarse la ganadería gallega, no todo era miseria”

Repasamos con el historiador Telmo Otero como se consolidó en Galicia el sector lácteo y abordamos algunos de los hechos más destacados como la introducción del ganado frisón y algunas de las consecuencias que se arrastran hoy de este proceso de modernización agraria

“Antes de los años 60 ya había comenzado a transformarse la ganadería gallega, no todo era miseria”

El investigador Telmo Otero trabaja sobre la evolución del sector lácteo gallego.

El investigador Telmo Otero, del grupo de Historia Agraria y Política del Mundo Rural (Histagra) de la Universidad de Santiago de Compostela está desarrollando una investigación sobre el origen y la consolidación del sector lácteo gallego. Una trabajo por el que ya ha recibido el Premio García Calvo 2018, 50 aniversario de Feiraco. Abordamos con él algunas de las claves para comprender la evolución y especialización láctea de Galicia.

-Hoy en día Galicia no se entiende sin el sector lácteo pero, ¿cuándo comenzó a consolidarse esta especialización láctea?
Comenzó en los años 60 cuando el estado franquista comenzó a traer continuadamente ganado frisón y difundirlo por la región gallega, al tiempo que también se impulsaban fórmulas de alimentación adaptadas a esta nueva raza con los cultivos de maíz forrajero y la roturación de terrenos para pastos. El mayor auge se dará en los años 70 y 80, cuando este proceso se hace más intenso y ya nos acercamos a la producción láctea tal como la conocemos hoy.

-¿Cómo fue este proceso?
El proceso parte de la iniciativa estatal, que a través de los distintos organismos agrarios a nivel local del momento -las Cámaras Agrarias, el Servicio de Extensión Agraria, las Hermandades Sindicales de Labradores y Ganaderos-, instaba a solicitar ganado frisón, que era concedido de forma subvencionada, con muy buenas condiciones. Por cada cabeza que el estado cedía a un particular, este le tenía que devolver la primera cría hembra a los nueve meses, una vez criada, y que después sería cedida a otro particular que tendría que hacer lo mismo. De esta forma, el estado aumentaba continuamente el número de cabezas de ganado frisón que podía distribuir, teniendo además, con este método, controlada la ascendencia y los resultados productivos.

“Por cada vaca frisona que el Estado cedía a un particular, el ganadero le tenía que devolver la primera cría hembra a los nueve meses”

Buena parte de las primeras cabezas serían siempre adquiridas por quien tenía más conexiones con las esferas políticas, entraban dentro de las dinámicas clientelares, pero poco a poco, también se irían distribuyendo por el conjunto de las casas de las parroquias. También existían ganaderos interesados en experimentar y que llevaron la iniciativa. Desde principios de los 60 se comienza a extender ya la inseminación artificial, que a partir de sementales selectos estaba transmitiendo buenas aptitudes lecheras a crías, aunque fueran de ganado rubio.

Igualmente eran bonificadas las plantaciones de maíz forrajero y el mantenimiento de prados de buenas calidades, se subvencionaba la construcción de silos para la hierba y también de fosas de purín. Otra cuestión en la que se incidió mucho fue en la de la sanidad con las primeras campañas de saneamiento.

En la Provincia de A Coruña incluso se puso en marcha un plan específico llamado Plan de Expansión Agraria de La Coruña que estaba destinado a subvencionar todas estas cuestiones de mejora, no siendo casualidad que en el interior de A Coruña esté uno de los focos de producción láctea de Galicia.

-Parece que se habría producido una puesta en valor de la leche muy tempranera pero luego la especialización láctea llegó de manera tardía, ¿qué ocurrió para que no se produjera un desarrollo parejo?
Desde inicios del S.XX la producción de leche ya está presente y su consumo se había comenzado a difundir y masificar como un alimento diario. Ya había lecheras e industrias transformadoras, los técnicos agrarios trabajaban para que el ganado produjera más leche y ya había alguna frisona por aquel entonces en Galicia. Sin embargo, Galicia no podría dedicarse sólo a producir leche, de forma especializada, aunque hubiera mucha mayor demanda puesto que hasta bien entrados los años 60 las lógicas de las casas requerían que el ganado proporcionara tanto fuerza de trabajo como carne, que era lo que más se destinaba al mercado. Como es sabido, trabajo, carne y leche son las tres aptitudes que la Rubia Galega posee de forma natural. Hasta los años 60 no tendría sentido que se adquirieran frisonas masivamente porque después esa raza no se prestaría a trabajar la tierra o cebar terneros. Tampoco sería posible alimentarlas.

“Hasta los años 60 no tendría sentido tener frisonas porque no se prestaban para trabajar la tierra o cebar terneros”

-¿Qué hace entonces que sí sea posible a partir de los años 60?
Por un lado, la difusión de los tractores haría que no se necesitara más el ganado para trabajar las tierras. Por otro, las mejoras en la capacidad alimenticia: maíz forrajero, silos… y, sobre todo, una mayor demanda del mercado. Los labradores ven que ellos podrían suministrar esa demanda y obtener beneficios monetarios, incluso más que con la carne. Por lo tanto, el hecho de que apareciera esta nueva posibilidad de mercado hace que tampoco necesitaran que el ganado produjera terneros. Es la conjunción de estos elementos lo que explica la transformación hacia una exclusiva especialización de leche sola a partir de ese momento.

-¿Qué había frenado esa especialización láctea?
La dinámica que se venía dando desde principios del S.XX se vería truncada en la época de la posguerra, momento en el que disminuiría tanto la capacidad de producir alimentos ganaderos como la demanda de los mismos. Igualmente, el estado franquista no tenía la capacidad de llevar a cabo las iniciativas que impulsaría después de cara a la producción de leche, ni de importar ganado especializado, y aún menos, tenían posibilidad las casas de poder mantener razas más exigentes por eso, más que nunca, las casas necesitarían del ganado rubio en ese momento.

En estos años se instauraría en la memoria colectiva el imaginario de la miseria del rural gallego -como efectivamente había sucedido- pero que tras el reinicio de los años sesenta, borraría la trayectoria de mejora ganadera y agraria de las décadas previas. Es decir, que antes de los años 60 la ganadería gallega ya se transformaba, y la transformaban los labradores que la practicaban, no es la miseria que habitualmente se asume que habría antes de los procesos de los años 60.

-Uno de los momentos claves para la evolución de la producción de leche fueron las importaciones de vacas frisonas en los años 60, ¿por qué se optó por esa raza?
Inicialmente se pensó en una raza inglesa muy parecida a la Rubia Galega que se llamaba South Devon pero después se decidió apostar por las frisonas ya que resultaba un ganado que cumplía las expectativas de las autoridades franquistas hacia donde se debería dirigir la agricultura gallega tanto para dar pie a transformaciones propiamente agrarias como en el plano de la producción de más leche.

-¿No se llegaron a barajar otras alternativas?
Sí, hubo otras razas importadas, y todas eran traídas de acuerdo a criterios productivos y de capacidad de adaptación. Ya citamos a South Devon, con la que se cruzó la Rubia Galega en los primeros puestos de Inseminación Artificial, pero también tuvo mucha presencia la suiza Pardo Alpina de color parda o grisáceo, a medio camino en sus aptitudes entre esta última y la frisona, e incluso la Charolesa de Francia pero con una muy reducida presencia. Acabaría triunfando la frisona, por esta conjunción de factores modernización-capitalización-mercado.

-¿A qué se debió que se centraran tanto las ganaderías en la producción de leche y se dejara de lado la de carne, que era hasta el momento el motor de la ganadería?
La producción de carne no se dejó de lado ya que el estado seguía necesitando carne. El equivalente ideal a las nuevas explotaciones de leche, pero en el ámbito de la producción de carne eran las naves cebaderos de “Acción Concertada” que en los años 60 comenzaron a difundirse. Estas permitirían no sólo suplir la carne que se dejaba de obtener en las casas, sino que aún proporcionarían una producción mucho más elevada por métodos intensivos en base a piensos, llegando a estos cebaderos los terneros para su recría, muchos de las cuales vendrían precisamente de las granjas de leche.

Las autoridades de la época franquista continuarían la mejora productiva del ganado rubio con los mismos métodos que empleaban para las otras razas, es decir, manteniendo el control de descendientes y seleccionando los que poseen mejores cualidades como sementales selectos para Inseminación Artificial.

“Las zonas en las que entonces pusieron más empeño en potenciar la ganadería de leche son en las que hoy se encuentra el fuerte de la producción”

-A lo largo de esta evolución del sector lácteo, ¿se apuntan factores que hayan motivado el actual mapa lechero gallego?
Sí, efectivamente. Las autoridades franquistas visualizaban un ideal productivo ganadero en el que debían dedicarse a la ganadería de leche aquellas zonas que fueran más húmedas y que les permitiría tener pasto abundante a lo largo del año o que permitieran poner en marcha las acciones de concentración parcelaria y cultivar extensiones de maíz forrajero.

Las zonas en las que en aquella época pusieron más empeño en potenciar la ganadería de leche son en las que hoy se encuentra el fuerte de la producción: el interior de A Coruña, el norte de Pontevedra y el interior de Lugo. En aquellas zonas más agrestes o en las que la adaptación del ganado de leche fuera más complicada, por ejemplo la montaña de Lugo, se mantendría la producción de carne y el ganado rubio.

-Galicia es la primera potencia lechera de España, tanto en número de explotaciones como por su producción, pero una de los defectos que se le reconoce es carecer de unas estructuras solventes. ¿A qué se debe esta debilidad?
Los economistas que estudian el mundo rural gallego llevan señalando desde hace más de 30 años que una de las deficiencias de las explotaciones de leche viene de su dependencia del pienso a la hora de alimentar el ganado. El hecho de tener que comprar el pienso encarece los costes finales de producir la leche. El motivo de tener que basar la alimentación de los animales tanto en el pienso es que las explotaciones no tienen suficientes tierras en las que cultivar para alimentar el ganado.

La solución a esto es adquirir nuevas tierras donde cultivar más, para no tener que recurrir a los piensos, pero como la mayoría de explotación se encontraron en la misma situación, en aquellas comarcas donde muchas explotaciones necesitan aumentar la superficie cultivable, el precio creció considerablemente, convirtiéndose en un problema aumentar la superficie y, por lo tanto, obtener alimentos localmente.

Las iniciativas para facilitar el movimiento de tierras y regular los precios, como los intentos del Banco de Terras en algunas comarcas, jugarían siempre a favor de mejorar la situación de las ganaderías.

“En los años 60 pusieron en marcha la modernización agraria sin importarle lo que sucediera en el medio rural, ni a los labradores ni a la tierra”

-¿Se arrastran a día de hoy consecuencias derivadas de esas primeras gestiones de la producción láctea?
No es solo que se arrastren sino que es lo que explica la agricultura que tenemos hoy en día y todo lo que sucede en el rural, para bien o para mal. Desde mi punto de vista, si hoy pensamos en general en aquello que consideramos que no favorece al rural o a la ganadería de leche -los precios de la leche, el cierre de las explotaciones, la despoblación, o en términos más generales, los incendios, los ataques de animales salvajes….- no podemos entender a que se deben estos fenómenos, ni mucho menos ponerle soluciones más allá de parches momentáneos, sin hacerse preguntas y buscar explicaciones en los procesos que dieron lugar la estos fenómenos. Para esto es preciso conocer las implicaciones de las transformaciones agrarias que dieron pie a lo que tenemos ahora.

“Las granjas pasaron a tener que producir más para obtener beneficios que reinvertir y seguir produciendo. Sólo haciendo eso podrían sobrevivir”

Los organismos agrarios franquistas pusieron en marcha un modelo agroganadero basado en la ganadería de leche y en la adquisición de nuevas tecnologías en el mercado que permitieran obtener una alta producción destinada a ser vendida también en el mercado. Esto es lo que se llama la capitalización. Las ganaderías pasaban a depender del mercado tanto para adquirir los bienes que le permitieran funcionar como para vender la producción que obtienen. Y su futuro pasa a estar supeditado a la obtención de beneficios. Entonces, en el marco competitivo que supone el mercado, la obtención de beneficios implicaba inversiones en diversas tecnologías que permitieran aumentar la producción y reducir los costos de obtener esa producción. Estas tecnologías van desde el tractor, los piensos, las nuevas formas de cultivo…. El caso es que las granjas pasaron a tener que producir más para obtener más beneficios que reinvertir y continuar produciendo. Y sólo haciendo esto podrían sobrevivir.

“Los fenómenos que vemos hoy enlazan con el desarrollo de ese modelo agroganadero puesto en marcha en aquel momento”

En Galicia, este desafío modernizador y productivo se logró ya que somos una de las primeras regiones productoras de leche de Europa. Las explotaciones gallegas asumieron la modernización, que el estado impulsaba, y consiguieron una producción creciente destinada al mercado. En el transcurso de este proceso y desde aquellos años 60, muchas ganaderías no pudieron afrontar esta dinámica de tener que realizar inversiones para reducir los costos. Y como la dependencia hacia futuro se basa exclusivamente en la obtención de beneficios, tuvieron que acabar cerrando. Mientras tanto, las que sí lo logran se van reforzando, pero no dejan de seguir compitiendo con otras de otras zonas. Este es un proceso que se hace más intenso con el tiempo y según nos acercamos a día de hoy.

Es cierto que las ganaderías de leche producen cada vez más, pero lo hacen muchas menos explotaciones, y por el camino fueron cerrando muchas más con los efectos derivados de pérdida de población en el rural, abandono de la gestión del territorio, lo que favorece los incendios, la imposibilidad de controlar los animales salvajes… Los fenómenos que estamos viendo a día de hoy enlazan directamente con el desarrollo a lo largo del tiempo de ese modelo agroganadero, puesto en marcha en aquella época en el que se primaba, ante todo, conseguir los objetivos productivos de los alimentos ganaderos y en el que aún no se tenían presentes las posibles consecuencias de esto o no interesaba verlas.

“Va a seguir el cierre y concentración de la producción de las granjas y el abandono de espacios productivos y núcleos poblacionales”

-Su trabajo es un análisis no sólo del pasado y el presente sino también hacia el futuro, ¿cómo se presenta el futuro del rural gallego?
La dinámica que está presente hoy va a continuar en los años posteriores y seguiremos viendo un continuo cierre de explotaciones parejo a la concentración de la producción en otras. El abandono de espacios productivos y núcleos poblacionales se hará más notorio y serán mucho mayores las consecuencias de que se dejen de gestionar amplios territorios, en los que aumentará la maleza y la fauna salvaje que afecta ahora a las explotaciones, y se volverán mucho más propicios a que los fuegos se extiendan por ellos.

La realidad es que en los años 60 las autoridades agrarias y políticas pusieron en marcha todas las medidas para conseguir lo que de aquellas se llamó “modernización agraria” y no le importaba lo que pudiera suceder en el medio rural, ni a los labradores, ni a la tierra o al medioambiente. Sólo le interesaba el bienestar y el futuro de las granjas y de las personas que vivían en ellas en la medida en que pudieran producir para abastecer al resto de la sociedad.

-¿Seguimos asentados en esa misma dinámica?
Desde aquel momento hasta ahora, a los gobiernos y también a las sociedades, siguieron sin importarle el papel de la agricultura ni lo que pasara con el mundo rural, más que para producir alimentos. Mientras el conjunto de la sociedad siga encontrando alimentos en el supermercado no le importa lo que pudiera haber detrás. Sin embargo, de unos pocos años atrás, estamos viendo, como sociedad, en el rural gallego cosas que no nos gustan y nos empezamos a preocupar por ese abandono del rural.

Sería un objetivo muy loable, ya hablando sólo en cuanto a la leche, frenar el cierre de explotaciones. Para eso, medidas como el Banco de Terras ayudarían mucho. Mas es cierto que, el panorama se complica en el nuevo marco en el que desaparecieron las cuotas lácteas. Sin ellas, las granjas gallegas, en un contexto económico liberalizado, para abastecer el mercado español, que es el principal destino de la leche gallega, pasan a competir directamente con las de otras regiones europeas, y la tendencia es que el mercado se abastezca con las más baratas. Es en este marco en el que se comienza a hablar de esa “competitividad” que necesitan conseguir las explotaciones, y sólo sobrevivirán las que logren producir a menos costes: esto es las que tengan más cabaña ganadera, las que invirtieron más en tecnologías… recrudeciéndose los procesos de concentración de la producción láctea en pocas explotaciones; y esto también pasará en el caso de la carne, del vino o de la patata.

“Llegará un punto en el que no sea posible soportar el modelo de producción de alimentos que tenemos”

Es una situación que semeja sobrepasar a la política -lo cual no la exculpa porque si interesa se pueden llevar a cabo medidas para frenar esta dinámica- mas parece que para el gobierno autonómico no resulta especialmente incómodo la transformación de los espacios rurales vacíos en zonas turísticas. O mejor dicho, el turismo se ha convertido en una salvaguarda de los efectos de las dinámicas que llevaron al rural a esta situación. Mas no es sólo eso. Es también una cuestión social. Las propias familias con explotaciones prefieren que los hijos se dediquen a otras actividades y sólo han garantizado el relevo generacional las granjas de mayor tamaño o próximas a núcleos urbanos. Tal como está la situación a día de hoy es muy difícil para los jóvenes asentarse en el rural, aunque reciba subvenciones por lo que haga allí, si sabe que va a estar allí solo. Esta es la realidad, negarla es o no comprender, o no querer asumirla.

-¿Cambiará esta situación?
Desde mi punto de vista, esto cambiará, pero es posible que ocurra porque no quede más remedio. Cambiará porque simplemente, tanto en Galicia como en todo el mundo, llegará un punto en el que no sea posible soportar el modelo de producción de alimentos que tenemos, ni el modelo de desarrollo de las sociedades que está presente a día de hoy. Y ya estamos viendo cómo esto está ocurriendo.

Podemos empezar a ver como organismos de primer nivel mundial están cambiando ya hacia una agricultura sostenible; igualmente la población está empezando a asumir la necesidad de consumir productos obtenidos de forma más natural. Todo son muestras de que ese cambio está comenzando a darse.

Los estados acabarán asumiendo la prioridad de mantener un rural con población y en el que se realicen actividades productivas, e igualmente la sociedad será consciente de la necesidad de consumir productos naturales producidos localmente, unos valores que deberán inculcarse ya a nivel educativo a los niños. Porque, esa es la única vía de mantener un rural vivo y sostenible.

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