Adega Canción de Elisa: Cosecheros de O Ribeiro que apuestan por la excelencia

Visitamos Canción de Elisa, una bodega familiar que resume lo que son los “colleiteiros” de O Ribeiro: Pasión por la viña heredada de generaciones y unos vinos únicos y de edición limitada

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Adega Canción de Elisa: Cosecheros de O Ribeiro que apuestan por la excelencia

Marino y Duvi en sus viñedos

Los vinos de Canción de Elisa son fruto de la perseverancia y de la ilusión de Duvi y Marino por elaborar un vino de excelente calidad en el que se refleje el carácter y paisaje de su tierra y de sus gentes, siguiendo las enseñanzas de los mayores y en la honra a abuela Elisa, la mujer que da nombre a la bodega y a sus vinos.

Así fue cómo salió al mercado en el año 2013 “Canción de Elisa”, recuperando el espíritu de los “colleiteiros” del Ribeiro para crear un vino que apuesta por la excelencia.

Y es que la historia de esta pequeña bodega de la aldea de Santo André, una de las parroquias con más raigambre vitivinícola de la comarca, es un viaje de vuelta a los orígenes.

Debido a la emigración de sus padres, Duvi se crió en el Ribeiro, con sus abuelos maternos. Así pudo conocer el Ribeiro de los años 60, sus costumbres, y los grandes obstáculos con los que se encontraban los viticultores en aquella época en el cuidado de la viña y también en la elaboración y venta de su vino a granel a los compradores que venían de Santiago, Coruña o Vigo. Para la crianza de los vinos disponían de una bodega en el bajo de la casa familiar que sus padres habían hecho gracias a la emigración.

Duvi: “La abuela Elisa nos enseñó a cuidar las cepas y a amar la tierra”

La historia continúa en los años 70 cuando Marino, leonés de origen, y Duvi se conocieron en la emigración en Suiza. Las diferentes situaciones personales los fueron llevando de regreso a Santo André, donde formaron su propia familia. Así comenzaron, compartiendo la actividad profesional de cada uno con el cuidado de las viñas, los fines de semana y vacaciones, contando en todo momento con el apoyo de una persona para ellos muy especial: “La abuela Elisa”. “Ella nos enseñó a amar la tierra, como cuidar cada cepa, y que trabajos realizar en cada época. La recordamos cómo una mujer feliz cuando estaba en sus viñedos”, recuerda Duvi.

En el 1993 compran los primeros depósitos de acero inoxidable, con unos resultados muy positivos para el vino

Despacio, Marino y Duvi fueron introduciendo innovaciones en el viñedo poniéndolos en espaldera para que por lo menos se pudieran trabajar con el motocultor y replantando cepas de variedades autóctonas, sobre todo Treixadura, Albariño y Godello. A partir de los 90 dejaron de elaborar vino y vendían las uvas a otras bodegas, haciendo solo para autoconsumo alguno con las variedades autóctonas que replantaran. Ya por entonces, buscando mejorar la calidad y higiene en el vino, en el 1993 compraron unas cubas de acero inoxidable donde elaborar las nuevas cosechas. El resultado fueron unos que vinos que la gente valoraba muy positivamente.

En los siguientes años fueron acabando de reconvertir el viñedo con variedades autóctonas y hoy cuentan con cerca 1,2 hectáreas plantadas con un 80% de Treixadura, el resto Albariño y Godello, en blancos, y Caiño, Brencellao y Sousón en tintos. As Forcadas, Salgueiras, Os Carballos y Almuíña son las parcelas de este matrimonio de amantes del rural y del viñedo. “No fue fácil tomar algunas decisiones, -comentan Marino y Duvi-, y hubo momentos en que pensamos dejar de cuidar los viñedos, pero pesó más nuestro deseo de transmitir el patrimonio heredado a las nuevas generaciones, así que en el 2012 decidimos dar un paso más y poner en marcha nuestra propia bodega en el bajo de la antigua casa/bodega familiar”. “Algunos amigos nos decían que estábamos locos con nuestra edad lanzarnos a esto”, reconoce Duvi.

El 2013 fue la primera cosecha del “Canción de Elisa Blanco”. Un año en el que tuvieron que tomar muchas decisións, entre ellos el nombre de la bodega y de sus vinos, nombre en los que no tuvieron mucha duda, ya que tenían claro que llevaría el de la abuela Elisa, la mujer que les había enseñado a amar la tierra del Ribeiro. Otra decisión no menos importante fue encontrar el técnico que les asesora en la elaboración del vino, y que encontraron en la persona de Pablo Estévez, del que están muy satisfechos por su gran profesionalidad.

Pequeñas producciones para dos grandes vinos

Hicieron la presentación en mayo del 2014 en la Feria del Vino del Ribeiro, teniendo una muy buena acogida por parte de aquellos que se acercaron a su stand a conocerlos, tanto por la calidad de su vino, como por la novedosa etiqueta obra de la diseñadora Marta Lojo, que expresa un vino natural a través de las mariposas y flores y con historia propia: en la contraetiqueta un poema de Duvi dedicado a su abuela y la firma de Marino Robles.

Se trata de una edición limitada de unas 6.000 botellas al año, que en un 80% se vende en Galicia a una clientela fiel que valora la exclusividad de este vino, mezcla de uva Treixadura, Albariño y Godello, las tres variedades blancas gallegas más representativas y que en los soleados viñedos de Santo André se expresa de forma única.

En el año 2015, animados por Pablo Estévez, sacaron al mercado el Canción de Elisa Tinto, mezcla de la pequeña cosecha que tienen en sus viñedos de Brancellao, Caiño Tinto y Sousón, y que en un principio estaba pensado en ser el vino para el autoconsumo de la casa. La cosecha varía según el año: entre 600 y 800 botellas, con una etiqueta en la que los protagonistas son los pájaros, comiendo las uvas que quedan en el viñedo tras la vendimia.

Recuperaron la tradición familiar

La bodega dispone de una sala de catas, con pinturas del artista ourensano Xosé Eladio, y con una decoración que recupera y reutiliza elementos de su patrimonio bodeguero. Un lugar abierto a todos los que deseen sentir las melodías del Canción de Elisa en su hogar.
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¿Satisfechos del camino recorrido? “Gracias a nuestro vino conocemos a mucha gente fantástica. Es un proyecto sostenible económicamente y que nos permite disfrutar de la tierra, recuperar la tradición y no dejar morir aquello por lo que nuestros antepasados lucharon”, responde Duvi.

Sus hijos Lorena y Rubén les echan una mano y puede que en un futuro tomen el relevo y hagan seguir sonando la “Canción de Elisa”.

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