Menos del 2% de los viñedos gallegos están en ecológico o en producción integrada

Expertos reunidos en Ribadavia en una jornada organizada por la Evega destacan la necesidad de reducir y racionalizar el uso de fitosanitarios y suprimir empleo de herbicidas. Los viñedos certificados en ecológico en la Comunidad rondan las 80 hectáreas y los de producción integrada suponen unas 250 hectáreas.

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Menos del 2% de los viñedos gallegos están en ecológico o en producción integrada

Bernardo Estévez repartiendo un preparado biodinámico en su viñedo

Los vinos certificados en ecológico o en producción integrada avanzan muy tímidamente, a pesar del crecimiento de este nicho de mercado, sobre todo en el mercado exterior, y de que la legislación y los consumidores reclaman cada vez más productos alimentarios con menor presencia de resíduos.

Así se puso de manifiesto en la jornada organizada este jueves en Ribadavia por la Estación de Viticultura y Enología de Galicia (EVEGA) sobre “Gestión de plagas y enfermedades en el viñedo (I)”.

Diversos expertos y viticultores explicaron los principios de la gestión integrada de plagas en viñedo así como de la viticultura ecológica, dos tipos de producción certificada de carácter voluntario que ocupan en Galicia alrededor de 250 y 80 hectáreas, respectivamente, sobre un total de superficie vitícola en Galicia de unas 26.000 hectáreas. Es decir, suponen poco más del 1% de la superficie, a pesar de que tal y como destacaron los ponentes es posible hacer viticultura ecológica en Galicia.

En este sentido, Ignacio Munilla Rumbao, de Asesoría Munilla Biodiversidade, explicó los principios ecológicos de la producción integrada en viñedo, mientras que Juan Carlos Vázquez Abal detalló la aplicabilidad de la gestión de plagas y enfermedades en producción integrada, un sistema de producción a medio camino de la producción ecológica que busca reducir al máximo el uso de fitosanitarios y de agroquímicos, con prácticas respetuosas el medioambiente, esperando a unos umbrales mínimos para realizar tratamientos.

En Galicia la producción integrada en viñedo está regulada desde el año 2005 y en bodegas desde septiembre del pasado año, siendo una de las pocas comunidades, junto con Andalucía y Cataluña, que cuentan con esta doble certificación. Para los viñedos se requiere estar inscrito en el Rexistro Oficial de Operadores de Producción Integrada con un mínimo de 3 hectáreas por bodega o asociaciones de viticultores con un mínimo de 3.000 metros cuadrados de viñedo por cada viticultor y 10 hectáreas en total.

Demandan un sello único estatal para los vinos de producción integrada

Una de las pocas bodegas que más fuerte ha apostado en Galicia por esta tipo de certificación es la cooperativa Viña Costeira, de O Ribeiro, que desde el año 2008 tiene 50 hectáreas certificadas y auditadas anualmente en producción integrada.

Susana Gulín, técnica de viticultura de esta cooperativa, explicó que “este año saldrán al mercado en España las primeras botellas certificadas con el sello de producción integrada”.

Como debilidades de la producción integrada en España, destacó que “está muy ligada a las ayudas de los Programas de Desarrollo Rural de cada comunidad, y al hecho de que cada autonomía tiene su propio sello de producción integrada, lo que crea confusión en el consumidor”.

Otra de las bodegas que ha apostado por la producción integrada en Galicia es la Cooperativa Vitivinícola Arousana/Paco y Lola, que desde el año 2010 trabaja con este tipo de certificación, con 60 hectáreas certificadas en su momento.

Diego García, técnico de viticultura de la cooperativa, explicó que la apuesta por este tipo de viticultura se realizó a través del proyecto LIFE + Viñas Atlánticas, impulsado por la Diputación de Pontevedra, y en el que también participan las cooperativas Martín Códax y Condes de Albarei.

Su objetivo es producir vino “sostenible” en los viñedos de la D.O. Rías Baixas, de la subzona de O Salnés minimizando el uso de productos químicos en una zona de clima atlántico, templado y húmedo que favorece el ataque de hongos como Mildiu, Oidium y Botrytis, entre otras.

Para ello ampliaron los puntos de medición meteorológica en la comarca, tanto sensores como estaciones, pasando de 6 a 20, lo que les permite a los técnicos de las tres cooperativas emitir todos los jueves un boletín propio de avisos fitosanitarios para los socios.

Además, a través de la plataforma Viñas Atlánticas los socios disponen de una completa información actualizada y fácil de entender -con unos avisos por colores- a nivel de parcela sobre los presencia de esporas de hongos y recomendaciones para realizar tratamientos.

Como conclusión, Diego García coincidió en que “debería haber más información al consumidor sobre la producción integrada y un mismo sello, sino es a nivel europeo, como la agricultura ecológica, por lo menos a nivel estatal”.

Por último, el técnico criticó que “seguimos practicando una viticultura muy tradicionalista, cuando lo importante es que cuatro visitas al viñedo hacen más que un tratamiento”.

Experiencias en viticultura ecológica

La jornada de la Evega también incluyó dos experiencias de viticultores que están trabajando desde hace años en ecológico en la Denominación de Origen Ribeiro: Bernardo Estévez y Adolfo Collarte, de Adegas Cumes o Avia.

Ambos coincidieron en que la clave en viticultura ecológica es el cuidado del suelo y de su fertilidad y actividad biológica.

En este sentido, Bernardo Estévez, que cultiva en biodinámico unas 3 hectáreas de viñedo y optó por no estar certificado por el Craega, subrayo que “la clave de elaborar un vino de terroir es respetando el suelo, incluido su PH, y la flora del entorno”.

 Bernardo Estévez: “Es clave formarse y contar con un buen asesor técnico para no tener pérdidas elevadas”

En cuanto al abonado, en su caso utiliza cubiertas vegetales con gran diversidad y plantas autóctonas así como aporte en acolchado de tojo y restos de limpieza del monte que aumentan la actividad migroorgánica del suelo. “Es una forma lenta pero más sostenible de generar nutrientes para la vid”, destacó.

Para fortalecer las vides y prevenir o tratar las enfermedades fúngicas, Bernardo Estévez explicó que emplea extractos hidroalchólicos, a partir de su propia aguardiente y de plantas como sauce, ortiga, eucalipto o milenrama, así como maceraciones.

“Esto me permite usar dosis muy bajas de cobre, alrededor del 20 o el 25% de un tratamiento normal”, destacó.

Por último, a la hora de realizar una conversión de un viñedo convencional a un viñedo ecológico, Bernardo Estévez consideró clave “la formación y contar con un buen asesor técnico, pues de lo contrario habrá un gran riesgo de pérdidas elevadas en los primeros años”.

Adolfo Collarte: “En ecológico mejoran las calidades organolépticas de los vinos y se refleja mejor el terroir”

Por su parte, Adolfo Collarte, de Adegas Cumes o Avia explicó que están certificados en ecológico en el Craega desde el año 2008. Destacó que el punto de partida fue elegir una buena ubicación para plantar el viñedo: “En nuestro caso elegimos una zona alta en ladera y bien expuesta al sol, con buenas condiciones para trabajar en ecológico”, aseguró.

Lo que impulso a esta cooperativa de cuatro socios a optar por la viticultura ecológica “se debe a razones de tipo medioambiental, de salud, social pero también a que que en ecológico mejoran las calidades organolépticas de los vinos y se refleja mejor el terroir”, destacó Adolfo Collarte.

En su caso, el abonado de las viñas lo realizan mediante compost de restos forestales y de vides que aplican en superficie. También emplean hidroalcohólicos, macerados o purín de ortigas. “El Craega nos permite utilizar un máximo de 6 kilogramos de cobre por hectárea y año para tratar enfermedades fúngicas como mildiu u oídio, pero con estos extractos conseguimos trabajar con una media de 2,5 kilogramos de cobre”, subrayó este viticultor.

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