La poda de la viña (II): por qué hacerla y regras generales

Artículo de Paco Rego, técnico de la Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia, sobre los principios generales de la poda de la viña y las funciones que persigue.

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La poda de la viña (II): por qué hacerla y regras generales

Poda en Guyot en O Ribeiro.

Poda para darle forma a la vid

En el año de plantación y en los que siguen, la finalidad prioritaria es consiguir darle a la vid la forma que se eligió: llevar el tronco a la altura deseada y darle la forma escogida. Es lo que se llama conformar la estructura o esqueleto. En una plantación en espalier es necesario que todas y cada una de las plantas de las filas sean lo más homogéneas posibles, sobre todo en la altura de formación.

Poda de planta adulta

Pasados de tres a cinco años, en función de la fertilidad del terreno y de la propia complejidad de la formación, una vez que el esqueleto está terminado, comienza la poda de planta adulta. Esta tiene varias finalidades:

Una es la conservación de la forma, procurando que el esqueleto se aguante en el tamaño para el cual fue diseñado. Expresado más prácticamente, intentar que el alargamiento del cuerpo de la vid sea lo más lento posible en el paso del tiempo. Según van pasando los años, en las vides que se van “escapando” hace falta emplear el serrón para volverlas a su “estatura” normal. Una viña sana que esté bajo la mano de un buen podador va a tener un alargamiento muy lento y pasarán muchos años antes de se necesitar el uso del serrucho.

“En una viña bien podada casi no se utiliza el serrucho”

Lamentablemente en los últimos tiempos sí que se están dando demasiados cortes de serrón para rebajar cepas por lo sano por culpa de la proliferación de enfermedades de la madera.

Con el paso de las décadas la caída de vigor es inevitable. El paso del tiempo y los efectos de tantos y tantos cortes acumulados contribuyen a ese estado. Fertilizaciones y cuidados idóneos pueden tener algún efecto de recuperación. Podas muy rigurosas, rebajando cuándo es necesario, pueden ayudar a su revigorización. Ahora bien, llegará una altura en que el problema ya no es cosa de unas pocas plantas, sino mayoritario y lo que procedería entonces sería arrancar toda la plantación con vistas a plantar una viña nueva cuando proceda.

Atender con esmero las viñas viejas, si están plantadas con buenas variedades, vale la pena por la excepcional calidad de uva que son capaces de dar.

Poda para regular la producción

La otra finalidad de la poda es la regulación productiva. Tender a la obtención de una cosecha determinada en cantidad y homogénea campaña tras campaña. Estos dos objetivos, a los que no se debe renunciar, vienen relativizados no obstante por las variaciones interanuales del clima. Una misma viña podría tener producciones distintas si las variedades no son las mismas, o según los diversos manejos que se le diere.

He aquí lo que antes comentaba sobre la capacidad de oscilación productiva que puede dar una misma viña. Puede estar preparada, mediante un modo de manejo, para producir 5.000 kgs de uva por hectárea. También lo podría estar para llegar a los 12.000 kgs o más, según el nivel de fertilización, la disposición de riega, etc.

La norma básica de la poda

Por lo demás los cálculos de poda son bastante sencillos. Un viticultor que le va a hacer la poda invernal a una determinada cepa, antes de comenzar a cortar deberá establecer una relación que vamos a materializar con un ejemplo:  Si la vid en tela de juicio presenta 7 sarmientos con un desarrollo normal para la variedad de que se trate, podará de manera tal que queden 7 yemas. Si la misma cepa tuviera 20 sarmientos tendría que dejar 20 yemas. En los dos casos estaría podando correctamente.

Otro asunto bien diferente sería lidiar a posteriori con la vegetación emitida en su respectivo caso, ante el inevitable surgimiento de diferentes vegetativos.

La norma de contar los sarmientos de una vid para dejarle al podar un número igual de yemas es correcta, pero engorrosa, principalmente en formaciones complejas como como por ejemplo las parras.

En la práctica, un viticultor experimentado observa a golpe de vista las podas que se habían dejado en el año anterior y el aspecto de los sarmientos que salieron. Si aprecia un vigor normal, las podas nuevas serán de longitudes idénticas a las del invierno anterior. Ante un exceso de vigor, deberá podar un pedazo más largo. Por contra, si hubiere algún decaimiento, podará más corto.

El mecanismo de la poda es bien conocido por los viejos viticultores, que vinieron atendiendo las viñas años y años en una misma localidad. Son los que mejor conocen las evoluciones de las cepas y las peculiaridades de cada terroir.

La poda anual de invierno es imprescindible, pero no tiene la potestad de determinar ella sola los comportamientos en todo el resto del ciclo vegetativo. Es evidente que en una viña de vigor moderado y con un diseño bien hecho, la poda invernal va incidir mucho más que en otra con mucho vigor.

En la primera todos los trabajos de enrame, despunta, deshoja, etc, van a ser fáciles, por estar tratando con plantas en equilibrio. En la segunda, por muy bien calculada que fuera la poda, esta no va a resolver el lío que suponen la emisión de un exceso de pámpanos llenos de vicio, crecen mucho y rápido, y antes de que campaneen sobre el último alambre para ambas bandas del espalier se hace preciso despuntarlos.

En viñas equilibradas, una poda invernal bien hecha contribuye a facilitar las operaciones de manejo vegetativo.

Consecuencia de esto es que el vigor interrumpido provocará que revienten nietas por todas partes, tupiendo aun más la pared foliar.

Así, el éxito de la poda invernal va condicionado a que la posterior brotación sea razonablemente moderada de vigor.

El equilibrio o el desequilibrio de una plantación entutorada por alambres no es debido sólo al vigor de que es capaz de transmitir el sistema radicular de una determinada vid a la parte aérea, sino en cómo se va a organizar espacialmente ese potencial.

Poda en lira.

Poda en lira.

Para esto mismo, y para canalizar el alto vigor presumible en viñas que se pretendan plantar en filas anchas y en terrenos fértiles o de riega , fueron diseñadas las formas múltiples (lira, lys, scott-henry,, etc). Al distribuirse la vegetación de la vid en dos o tres paredes foliares suficientemente delimitadas y separadas en el espacio, se restablece el equilibrio. Otra cuestión es la complejidad de formación y el mantenimiento en el tiempo de estos diseños.

La poda en plantas equilibradas es rápida y placentera mientras que en plantas sobrepasadas de vigor se torna un trabajo incómodo y desagradable.

En la poda invernal y ante un aspecto general de equilibrio en la viña, el viticultor procura repetir criterios, repitiendo los de campañas anteriores que fueron bien. Realmente no tendría por que haber grandes modificaciones entre unos años y otros. Y realmente así viene siendo.

La importancia del clima y del abonado

De vez en cuando hay excepciones, como cuando surgen primaveras excepcionalmente calientes y húmedas que empujan por la vegetación, o por contra excesivamente frías y secas que la retrae. Influencias climatéricas propician que la fertilidad de las yemas sea mayor en unos años que en otros.

También puede acontecer que en las viñas en que la aplicación de enmiendas y fertilizantes no se efectúa regularmente campaña tras campaña (como por ejemplo gavia sí y gavia no), sino de golpe cada varios años, vayan a aparecer alteraciones de vigor coincidiendo con los períodos en que aumentan los nutrientes a disposición de las raíces.

Cuando un viticultor está podando observa el vigor de las cepas y actúa en consecuencia, en base a las reglas citadas y al aval de su experiencia. Aprecia el aspecto de las yemas, pero no puede saber cuál es su fertilidad exacta, porque está oculta en su interior, en los conos.

La técnica de forzar la brotación de yemas latentes a finales del verano 

Con instalaciones adecuadas, es posible forzar la brotación de muestras de yemas latentes a finales de verano, y así tener conocimiento anticipado de la fertilidad real, dicho de otro modo, de la cosecha potencial del año siguiente. Con este muestreo se contribuye a operar con mayor exactitud en la poda invernal. Esto no es práctica habitual, y menos aún para los pequeños viticultores.

Hay viña que están más expuestas que otras a las inclemencias del tiempo. Los chupones del tronco habitualmente se van tirando segundo aparecen. Pasados el riesgo de las heladas de primavera y de lluvias y fríos en la purga, se puede decir que la cosecha está más “segura”, y el viticultor tendrá la opción de eliminar algunos pámpanos de la cáscara o de yemas dobles si hubiere exceso, o de mondar en el pintor se fuere necesario.

Francisco Rego Martínez

Técnico de viticultura en la Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia (EVEGA), en Leiro-Ourense, desde el año 1994.

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