Alán de Val, el sabor de la tierra

Esta bodega de Valdeorras destaca por la elaboración de vinos de finca con los que pretende transmitir las características diferenciales de sus mejores parcelas. Se distingue también por la recuperación de variedades tintas

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Alán de Val, el sabor de la tierra

Cepas viejas en vaso después de la poda.

La bodega Alán de Val (A Rúa, Ourense), encuadrada en la denominación de origen Valdeorras, tiene su origen en la cuarta generación de una familia de viveristas, dedicada al cultivo de la vid desde que la plaga de la filoxera llegó a Galicia, a finales del siglo XIX. Esa tradición de selección de la planta y de conservación de variedades resultó clave cuando la familia decidió dar el paso a la producción de vino con la denominación de origen.

Era entonces el año 1993 y Alán de Val nacía con una primera elaboración de 700 botellas. Desde el principio, la bodega se orientó a plantar sus propios viñedos. Su sistema de trabajo, basado en la selección de la planta, en la recuperación de variedades y en la búsqueda de las mejores parcelas, lleva ya años dando frutos.

Finca de Pedrazais en invierno.

Finca de Pedrazais en invierno.

En 2016, su Alán de Val mencía se hizo con el primero premio de la Feria del Vino de Valdeorras, un galardón que ya había logrado con anterioridad y que consolida a la bodega como una referencia en tintos. Otra de las variedades estrella de la denominación, la godello, también tiene reconocimiento en los vinos de Alán de Val. Su Pedrazais godello sobre lías consiguió 93 puntos (sobre 100) en la última edición de la Guía Peñín, un manual de referencia en la puntuación de los vinos españoles.

Viticultura
El trabajo de la bodega se plasma en la máxima de que el vino se hace en el viñedo. Joaquín Sánchez, que gestiona Alán de Val conjuntamente con sus hermanos Manuel y José Luis, sitúa las claves de sus vinos en la viticultura, con una poda equilibrada, en la elección de variedades y, sobre todo, en el terreno.

Hace unos 20 años, la familia plantó 1,5 hectáreas en el lugar de Pedrazais, una zona ubicada en altitud, sobre el valle de A Rúa, bien soleada y que suele mantener una corriente de aire estable, importante para preservar la sanidad del viñedo. El resultado de aquellos vinos enseguida les sorprendió.

«Nos dimos cuenta de que el godello de Pedrazais era mejor que los otros, así que elaboramos un vino sólo con la uva de esa finca»

«De aquella, teníamos cuatro depósitos de acero, y uno de ellos era del godello de Pedrazais. Nos dimos cuenta de que ese vino era siempre mejor que los otros godellos, así que cuando hicimos la bodega nueva, en el 2006, ubicada también en Pedrazais, decidimos elaborar un vino solo con la uva de esa finca», explica Joaquín.

Variedades tintas autóctonas
La misma estrategia de vino de finca siguieron con A Costiña, un tinto de brancellao que coge su nombre de una parcela de 7.000 metros cuadrados caracterizada por su fuerte pendiente, un suelo pizarroso y orientación sur. La plantaron en el año 2000 a brancellao, una variedad autóctona de uva tinta bien valorada en Galicia.

«En aquel momento, la variedad mencía estaba en pleno apogeo, pero tomamos la decisión de decantarnos para esa parcela por la brancellao. Fue una decisión que entonces podía parecer aventurada y que hoy se demostró muy acertada», valora Joaquín.

«Plantamos una parcela de 7.000 metros con brancellao en el 2000, cuando la uva mencía estaba en pleno apogeo»

«Ya teníamos experiencia con otra plantación anterior de brancellao, que no había resultado del todo bien, pero en A Costiña dimos con el sitio perfecto. La brancellao es una variedad caprichosa que no funciona en cualquier terreno», advierte. «Es importante que se haga investigación sobre estas cuestiones. En Valdeorras, por ejemplo, tenemos cinco tipos de suelo y los viticultores necesitamos asesoramiento sobre qué funciona mejor en cada terreno», indica el gerente de Alán de Val.

Vendima en Alán de Val.

Vendima en Alán de Val.

La brancellao, junto con otras variedades nobles de uva tinta, la sousón y el caíño, da lugar a otro de los vinos de la bodega, el Castes Nobres, un multivarietal al que se le vislumbra recorrido. «Son variedades de uva todas ellas muy interesantes. Con el caíño hay un refrán que viene de viejo que dice ‘O caíño é o pai do viño’ (El caíño es el padre del vino), ya que es una uva muy buena para equilibrar la acidez», señala Joaquín. «En Galicia, en blancos tenemos un recorrido muy definido, y en tintos estamos avanzando en un camino prometedor», valora.

Garnacha
La labor de Alán de Val con castas minoritarias se completa con la garnacha tintorera, una variedad con implantación en la denominación desde la filoxera. «Es una uva que forma parte de nuestra historia y que era usada de manera habitual para hacer vinos genéricos. Nosotros podemos presumir de haber sido la primera bodega que apostó por hacer un vino de calidad con la garnacha», destaca Joaquín Sánchez. «No toda la uva garnacha sirve para hacer buen vino, pero cultivada en laderas de menor producción y recogida en sobremaduración, puede dar lugar a vinos excelentes», defiende.

Producción de 70.000 botellas al año

Alán de Val embotella en la actualidad alrededor de 70.000 botellas al año. Sus vinos jóvenes, Alán de Val Mencía y Alán de Val Godello se elaboran con uvas del valle, que dan como resultado un vino más afrutado y con menos alcohol, orientado a la rotación en la hostelería. Con las parcelas de la ladera, se buscan vinos más complejos, elaborados sobre lías o con crianza en barricas, y tienen su principal consumo en la restauración.

Los vinos de Alán de Val llegan en la actualidad a mercados exteriores como Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Dinamarca o Japón. En España, las ventas se concentran principalmente en Galicia y en Madrid, lugar en el que Joaquín estuvo emigrado y donde estudió Enología con la ilusión de volver a Valdeorras para implicarse en el viñedo familiar.

De aquellos primeros tiempos en los viñedos, recuerda los viajes a bodegas pequeñas de Italia y Francia, impulsados por Extensión Agraria y por las organizaciones del campo, que fueron importantes para la puesta en marcha de pequeños proyectos como el de Alán de Val en la vitivinicultura gallega.

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