“Actuar en los viveros y en las infecciones por heridas de poda son claves para frenar las enfermedades de la madera”

Entrevista a Jordi Luque i Font, investigador del Irta de Cataluña, especializado en las enfermedades de la madera en viñedo, una patología multicausal que provoca importantes pérdidas económicas y contra la que hay que luchar en distintos ámbitos

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“Actuar en los viveros y en las infecciones por heridas de poda son claves para frenar las enfermedades de la madera”

Jordi Luque i Font, investigador del Irta

Jordi Luque i Font es investigador del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA) de Cataluña y uno de los máximos expertos en España en las enfermedades de la madera del viñedo.

Para abordar esta problemática la Estación de Viticultura y Enología de Galicia (Evega), en colaboración con el CRDO Monterrei, el Ayuntamiento de Monterrei y el Instituto Gallego de la Calidad Alimentaria (INGACAL), organizó el pasado verano unas jornadas técnicas con el título “Prevenir y/o curar. Las enfermedades de la madera en el viñedo a estudio”.

Jordi Luque participó con una ponencia sobre “Las enfermedades de la madera en planta adulta”. Mejorar la calidad sanitaria de las vides en los viveros, no forzar la producción de la planta en los primeros años, podar en la época menos lluviosa y evitar grandes heridas, u optar por sistemas multitronco o multibrazo son algunas de las propuestas que expuso para abordar un problema con múltiples causas y para el que no se prevén soluciones 100% eficaces a corto plazo.

¿Realmente se pueden considerar a las enfermedades de la madera en viñedo como la nueva filoxera del siglo XXI? ¿Las pérdidas son tan importantes?
Empezaré por intentar responder a la segunda pregunta, que parece más fácil. No tenemos muchos datos concretos, y menos en el caso de España, pero se han llevado a cabo diversos estudios en otros países vitivinícolas del mundo y las cifras del impacto económico sobre la producción que se manejan son ciertamente altas. Se habla de miles de millones de euros, anualmente, como coste de reposición de las plantas muertas por enfermedades de la madera de la vid (EMV) en todo el mundo.

En cuanto a la primera pregunta, esta afirmación está haciendo fortuna entre el sector en los últimos años. Funciona muy bien como titular periodístico; es breve e impactante, puesto que acude al conocimiento previo sobre el gran impacto que la filoxera tuvo en la viticultura de siglos anteriores. Personalmente, sin embargo, yo no soy de esa opinión; se trata de enfermedades distintas, en épocas distintas, que exigieron y exigen soluciones también distintas. La diferencia mayor entre ambos flagelos de la vid está en el curso de los acontecimientos… La filoxera en pocas décadas arrasó completamente los campos, pero también rápidamente se dio con la solución: el portainjerto «americano».

Sin embargo, las EMV atacan de modo muy lento y progresivo. Aún hoy, es muy difícil ver viñedos en los cuales la muerte de las vides por EM supere un porcentaje significativo, pongamos por ejemplo, superior al 50%. El viticultor, se supone que para entonces, ya habrá repuesto su viñedo. Desgraciadamente, el conocimiento sobre qué medidas de control efectivas que podemos aplicar en el caso de las EMV también progresa lentamente. No quiero ser mal interpretado puesto que no pretendo banalizar el problema de las EMV. Efectivamente, se trata de uno de los problemas más graves de la viticultura actual. Simplemente, digo que no lo podemos comparar a la filoxera.

“Las enfermedades de la madera en viñedo se deben a múltiples causas”

¡Quién sabe si las EMV puedan llevar, a medio y largo plazo, a un cambio de paradigma en la viticultura como en su momento ocurrió con la filoxera!. En otras palabras, si no somos capaces de hacer frente a las EMV de forma efectiva, la estampa de unos viñedos viejos, símbolo de longevidad y calidad del vino, quizá no sea tan frecuente en el futuro. De todos modos, la viticultura intensiva que se practica en muchos lugares ya ha suprimido esa imagen icónica. Pero eso es otra historia…

¿Cuales son las principales causas que están detrás de la expansión de estas enfermedades de la madera?
Aunque una de las causas más citadas de dicha expansión es la prohibición del arsenito sódico como método de control (allá por el año 2003), cada vez más investigadores y especialistas en la temática opinamos que, en realidad, existen múltiples causas que han contribuido a la rápida expansión de estas enfermedades.

Se apuntan, entre otros factores, la calidad sanitaria de las plantas producidas en los viveros, las condiciones ambientales de las nuevas plantaciones, así como factores relacionados con la conducción y poda de las vides, y otros aspectos del manejo. Tampoco podemos olvidar el forzado al cual se someten muchas nuevas plantaciones para aumentar la producción y acelerar la entrada en el ciclo productivo. En suma, son muchos los factores implicados y se haría muy largo aquí entrar en detalle en todos ellos.

Por último, y aunque pueda parecer un tema menor, algunas consecuencias de la globalización; esto es, la comercialización a gran escala de plantas producidas en los viveros, que pueden estar infectadas con los agentes patógenos, también favorece la dispersión de estas enfermedades por todo el mundo. Sin embargo, esta afirmación que relaciona viveros y comercio de planta merece ser matizada.

¿Están actuando los viveros como un foco de propagación de estas enfermedades? ¿Que medidas deberían tomar?
Diversos estudios nacionales e internacionales han demostrado sin lugar a dudas que un porcentaje variable de la planta que sale de los viveros puede estar infectada por hongos de las EMV.

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Plantones enfermos -izquierda- y plantón sano. Autor: David Gramaje

Antes de seguir con mi argumentación me gustaría dejar muy claro que los viveros son una víctima más de las EMV, como los propios agricultores, y no un actor malvado que se dedica a producir planta enferma por el mero hecho de aumentar sus beneficios. No hay que colgarles el sambenito puesto que el control de los hongos patógenos en el material vegetal de propagación es realmente muy difícil. Me consta que algunos viveristas en nuestro país están haciendo verdaderos esfuerzos para mejorar la calidad sanitaria a través de diversas actuaciones. Y eso es encomiable y debe ser reconocido. Comentar en detalles estas actividades nos alargaría innecesariamente, pero en resumen puede decirse que se plantean mejoras en todos los puntos críticos del proceso viverístico, desde que el material de la planta madre entra al vivero hasta que salen los paquetes de plantones listos para su plantación.

“Es importante no forzar la planta y reducir el riesgo de infecciones en las heridas de poda”

Por último, y también en descargo de los viveros, los investigadores todavía desconocemos muchos mecanismos de las EMV, en especial los relacionados con la expresión de los síntomas y el período de decaimiento de la planta previo a su muerte. Parece que todos estamos de acuerdo en que una planta sana procedente de vivero empeorará considerablemente y de forma rápida si se descuida luego en el viñedo. Sin embargo, una planta infectada procedente de vivero puede ver prologado su ciclo productivo si se trata como se debe; en resumen, no forzándola y reduciendo el riesgo de las infecciones de las heridas de conducción y poda.

¿Y que medidas recomendaría durante la plantación?
Este punto tampoco se ha estudiado en detalle con un enfoque estrictamente científico. Habitualmente se suelen dar consignas generales, propias más bien del sentido común y que se integrarían fácilmente en un código de buenas prácticas agrícolas globales.

Así, por ejemplo: diseñar bien la plantación, con marcos de plantación racionales y adecuados a la zona, emplear una buena combinación variedad/portainjerto, después de tener en cuenta las características del suelo y las meteorológicas de la zona, entre otros. Una vez plantado, el viñedo debería conducirse adecuadamente, sin forzarlo para que entre en producción antes de tiempo.

Atención a la fertirrigación; en determinados casos podría tener efectos adversos. En suma, lo que se persigue es que la planta no se vea afectada por estrés, sea de la naturaleza que sea, en los primeros años del cultivo. Algunos patógenos de la madera aprovechan ese estado de predisposición de la planta al estrés para incrementar su efecto dañino.

¿Que medidas puede tomar el viticultor durante la poda para reducir el riesgo de estas patologías?
En el viñedo, la principal vía de entrada de las EMV a la planta es a través de las heridas de poda, unas heridas que de hecho ya se producen durante la formación de la cepa. Lo conveniente es proteger dichas heridas de forma preventiva, para que las infecciones no tengan lugar.

En estos momentos, este es el mayor reto al cual nos enfrentamos, por cuanto en la actualidad no disponemos de un producto, ya sea de naturaleza química o biológica, que sea plenamente eficaz al respecto.

Además, el tratamiento de las heridas de poda, ya sea de forma mecanizada o individualizada, exige un coste económico que puede llegar a ser muy elevado e impracticable, especialmente si se llegara al extremo de tener que proteger las heridas de poda de forma individualizada, por ejemplo, aplicando un producto protector con pincel.

¿Que otras prácticas de manejo considera que el viticultor debería observar para frenar estas patologías?
Una buena idea, además de la protección de las heridas de poda, es la de reducir el riesgo de las infecciones de los cortes de poda. ¿Cómo lograrlo? Existen varias herramientas, algunas de ellas de coste nulo aunque otras ciertamente no. En primer lugar, podar en la época menos lluviosa y aproximadamente entre dos semanas y un mes antes de los episodios de lluvia más copiosos de la zona. Esto se ha podido comprobar en la zona del Penedès (Barcelona), pero quizá no sea del todo factible en Galicia. Habrá que echar mano del calendario y de los registros meteorológicos.

“Es recomendable podar en la época menos lluviosa”

También es aconsejable retirar y eliminar los restos de poda, ya que pueden albergar durante años algunos de los patógenos de la madera, que infectarán las heridas de la poda a partir de las esporas que se produzcan en dichos restos. La eliminación puede materializarse en la quema de los sarmientos, pero también en la fragmentación de los mismos y su posterior enterrado (incorporación) al suelo. Fragmentar los sarmientos sin enterrarlos no tiene ningún efecto. Eliminar las partes muertas (brazos, cepas enteras muertas) también debe incluirse dentro de estas tareas de reducción del inóculo patógeno. La poda de los brazos muertos y la posterior regeneración de los cordones se conoce con el nombre de poda terapéutica. Con ello se consiguen dos objetivos: en primer lugar, evitar la progresión de la enfermedad en la planta.

Por el otro, eliminar las partes muertas (brazos, tronco), en la superficie de las cuales se forman las estructuras reproductivas de los hongos patógenos asociados a las EMV.

Existen especialistas que sostienen que sería apropiado realizar podas terapéuticas o de regeneración de los troncos de forma sistemática, a todas las vides del viñedo y cada cierto tiempo, sin esperar a que las plantas muestren síntomas de enfermedad. Esto parece impensable para determinados viticultores o elaboradores de vino de calidad, pero en determinadas ocasiones puede resultar una opción interesante. Esto que comento lo he visto personalmente en un viñedo australiano y sus responsables parecían convencidos, también desde el punto de vista económico. Dejo de lado las consideraciones enológicas de esta medida puesto que no es mi especialidad.

En la jornada de la Evega celebrada en Verín se comentó que los sistemas de conducción antiguos, como el vaso, favorecían una menor incidencia de las enfermedades de la madera. ¿Existe algún tipo de sistema de conducción que sea más recomendado y cuáles desaconsejaría?
Recuerdo ese comentario porqué fue mío, pero me gustaría aclarar que se basa en la observación empírica de viñedos afectados, básicamente en vaso y en espaldera, y lo lanzaba a modo de hipótesis, para explicar que en mi zona, en Catalunya, observaba ataques más graves en plantaciones en espaldera que en vaso. De nuevo, no contamos con suficientes datos cuantitativos al respecto. Un estudio reciente en Francia parece indicar que las EMV presentan una mayor incidencia en viñedos con un único tronco y sistema de poda de pulgar y vara (Guyot), en comparación con viñedos en espaldera y poda corta de pulgar (Royat en cordón doble).

Parece que los sistemas multitronco o multibrazo son preferibles frente a las EMV

A fin de cuentas, lo que produce la muerte de la planta es el deterioro y la pérdida de funcionalidad del transporte de agua y nutrientes por el tronco. Por ello, sistemas «multitronco» o «multibrazo», como el vaso, con troncos o partes largos, parecerían contar con una cierta ventaja para soportar las infecciones. En contraste sistemas con un único tronco, o con un tronco muy corto (como lo observado en Aquitania, Francia), serán menos recomendados. Pero repito que no tenemos datos fehacientes al respecto.

De cara al futuro, ¿Cuales considera que son las medidas más prometedoras para controlar las enfermedades de la madera en viñedo: control biológico, cultivares resistentes….etc?
Debemos hacernos a la idea de que la lucha contra las EMV debe abordarse desde una perspectiva integrada. Según esta idea, la solución a las EMV vendría por aplicar soluciones a lo largo todo el ciclo de vida de la vid, haciendo hincapié en que el ciclo del cultivo se inicia durante la producción del material vegetal en los viveros y no únicamente cuando realizamos la plantación.

A grandes rasgos, los objetivos más importantes que hay que cubrir son dos; por un lado, mejorar la calidad sanitaria de las vides producidas en el vivero y, por el otro, reducir las infecciones de las heridas de poda en el viñedo desde el momento de su plantación.

 Los objetivos son mejorar la calidad sanitaria de las vides producidas en el vivero y reducir las infecciones de las heridas de poda

Quizá una de las medidas de control más prometedoras sea la incorporación de la termoterapia con agua caliente (TAC) en el proceso de producción de planta en el vivero. Durante la producción de planta en vivero se dan distintos fenómenos de infección y transmisión de los patógenos entre los materiales infectados y sanos, cuyo resultado final es la existencia de plantas infectadas dentro de las partidas de plantones que se llevan al campo. Sin llegar a ser una medida 100% eficaz, se ha visto que la TAC puede llegar a eliminar buena parte de la flora patógena de la madera de la vid.

En cuanto a la protección de las heridas de poda, sería deseable que se encontrara una nueva «bala de plata», como el arsenito sódico, pero es difícil pensar en un producto con un amplio espectro, suficiente para atacar a más de 80 especies de hongos distintas que pueden estar asociados a las EMV. En cualquier caso, de lo que sí estoy seguro es de que el empleo de un potencial protector de las heridas de poda, si surgiera, se empleará en combinación con otras medidas, como las comentadas en preguntas anteriores, en una estrategia integrada de lucha.

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Vid muerta por enfermedades de la madera

Dos apuntes finales sobre los temas concretos del control biológico y los cultivares resistentes. Los estudios con agentes de control biológico son relativamente recientes en la investigación sobre estas enfermedades. Los datos, además, indican que son multitud las tesis ensayadas pero muy pocos los candidatos que llegan a las fases finales de ensayo. Además, se ha visto que la eficacia de los agentes de control biológico puede depender de muchos factores, y no presenta unos niveles estables como los estándares agroquímicos. Hasta ahora, el número de soluciones comercializadas en Europa es bajo, sólo dos según mi conocimiento: Esquive®, en Francia, y Remedier®, en Italia. He de suponer que en breve llegarán a nuestro país.

En cuanto a los cultivares resistentes, esto supondría un gran avance. Pero soy algo escéptico en este punto, ya que ello significaría encontrar un material que fuera resistente literalmente a decenas de hongos patógenos de la madera. En su defecto, me consta que diferentes grupos de investigación se esfuerzan para encontrar variedades viníferas y de portainjertos que sean más tolerantes (no resistentes al 100 %) a los agentes causales de las EMV. Su uso podría ayudar a mitigar el impacto de estas enfermedades en el futuro.

¿Considera que las autoridades españolas y de la Comisión Europa son conscientes de la gravedad de esta problemática y están tomando las medidas oportunas?
No mantengo ni he mantenido contacto con ninguna autoridad nacional o internacional. Visto así, desde fuera, no me lo parece. Sin embargo, debo confesar que diversos entes financiadores públicos nacionales (y aquí me gustaría destacar especialmente a INIA, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria) han financiado diversos proyectos de investigación en la temática durante la última década. En mi opinión, sin embargo, hay que ir más allá: se debe concienciar y movilizar al sector para que éste invierta en la investigación de las EMV. A fin de cuentas, es el sector el que se beneficia de las vides y de su producto, y no la administración.

Países como Australia, EE.UU. y la República de Sudáfrica así lo entendieron hace tiempo y cuentan en la actualidad con entidades privadas, integradas por múltiples actores del sector, que financian proyectos de investigación muy interesantes. En el contexto actual, con una crisis en nuestro país que ha diezmado los recursos de la administración, quizá deberían considerarse otras vías alternativas de financiación. Y la participación de la empresa privada parece necesaria.

¿Algo más que quiera añadir?
Quisiera finalizar siendo optimista. A medio y largo plazo se irán integrando distintas soluciones parciales que ayudarán a mitigar el impacto de estas enfermedades a nivel global. A menudo, la ciencia no progresa de acuerdo con el deseo o la necesidad de la sociedad de resolver un determinado reto -y quizá sea este un ejemplo-, pero en estos momentos sabemos mucho más sobre las enfermedades de la madera de la vid que hace 30 años.

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