¿Qué factores inciden en una correcta limpieza del tanque de frío?

Temperatura del agua de lavado, elección del producto y dosis idóneas, junto a un buen aclarado, son determinantes para que el depósito de la leche esté en condiciones óptimas, algo que tiene incidencia en las analíticas de calidad y en los ingresos a final de mes

Natalia Teijeiro, explicando que aspectos hai que ter en conta á hora de limpar o tanque

Natalia Teijeiro, explicando qué aspectos hay que tener en cuenta a la hora de limpiar el tanque

Los recuentos microbiológicos y el número de células somáticas son cada vez más una preocupación para las ganaderías de leche. La mejora en este campo responde la multitud de factores, desde la salud del ubre de la vaca a las condiciones ambientales de la granja, pero el idóneo mantenimiento y limpieza del circuito de ordeño y del tanque de enfriamiento tienen una relación fundamental con las calidades higiénico-sanitarias finales de la leche.

Una buena limpieza y desinfección en una granja incrementa los beneficios de la explotación vía precio de la leche y reduce los gastos veterinarios por enfermedades y contagios

La limpieza y la desinfección juegan también un papel muy importante en la bioseguridad de la granja, por lo que las repercusiones económicas para las explotaciones son dobles: incremento de beneficios por mejora de la calidad de la leche y reducción de costes a consecuencia de tener menos enfermedades y contagios entre los animales. Así pues, siendo imprescindible contar con una limpieza y una desinfección idóneas, el objetivo es lograr que nos cueste lo menos posible hacerlas.

Natalia Teijeiro, de la empresa Proquimiaespecializada en soluciones y productos de limpieza, explicó recientemente en el Centro Tecnológico Agroalimentario de Lugo (Cetal), los aspectos a tener en cuenta para lograr una correcta limpieza y desinfección de uno de los elementos: el tanque de frío.

«Cuando tenemos una explotación de producción de alimentos no solo es importante lograr producir un alimento con la mayor calidad posible, sino también que todas las superficies con las que va a estar en contacto ese alimento estén perfectamente tratadas, limpias y desinfectadas para no estropear en esa fase a calidad en origen del producto y posibilitar también una buena conservación posterior de ese alimento», indicó.

Higiene ambiental

Los parámetros que definen una leche de calidad son, además de ser rica en elementos nutritivos como son la grasa y la proteína, tener recuentos bactereológicos y de células somáticas bajos, no tener residuos de tipo veterinario o procedentes de los productos de limpieza y ser estable, es decir, apta para garantizar los procesos de transformación por parte de la industria.

Para eso, la leche debe proceder de animales sanos, ordeñarse en condiciones higiénicas y almacenarla en tanques de refrigeración en los que se alcance una temperatura de 4ºC antes de que transcurran dos horas desde el ordeño. Esos tanques de frío deben estar en locales limpios, ventilados y de uso exclusivo para almacenar leche.

Pero el proceso comienza antes de que la leche llegue al tanque, e incluso antes de ser ordeñada. Cuando tenemos una buena salud animal, unas buenas instalaciones, un buen manejo del ganado y un buen protocolo de ordeño, la cantidad de gérmenes que llegan a ese tanque será menor. «Siempre debemos ordeñar en condiciones ideales», destacó Natalia.

«Uno de los pilares fundamentales para lograr una leche de calidad es asegurar una buena higiene ambiental, trabajar en un ambiente limpio. En algunas explotaciones nos encontramos que los trabajadores hacen el ordeño en salas de ordeño con condiciones deficientes o no respetan una buena higiene personal con la limpieza y desinfección previa de las manos o con la utilización de guantes», indicó. Y antes de llegar al tanque la leche procedente de la vaca va a pasar por un circuito cerrado que también debe estar en óptimas condiciones.

Diferencia entre limpieza y desinfección

Natalia aclaró que limpieza, detergenia y desinfección son tres aspectos de la higiene totalmente diferentes e independientes. La limpieza, a diferencia de la desinfección, es simplemente la eliminación de los residuos depositados sobre una superficie, tanto restos de alimento, como sustancias ajenas a él. «La limpieza se refiere sobre todo a aquello que nosotros podemos ver», indicó.

Esa limpieza la podemos hacer mediante arrastre con agua y se trataría de eliminar de la manera más completa y permanente posible la suciedad de la superficie que queremos después desinfectar para que esa limpieza inicial permita que la desinfección posterior sea eficaz. Pero además, con la limpieza de la suciedad visible en una superficie eliminamos también ya gran parte de los patógenos.

Un buen enjuague inicial con agua fría o tibia es imprescindible para que la limpieza y desinfección posteriores sean efectivas

El proceso de limpieza puede ser de tres tipos: la limpieza física, que se realiza mediante el arrastre con agua; la limpieza química, que se realiza mediante detergente cuando hacemos el proceso de lavado y la limpieza microbiológica, que se realiza con el desinfectante. La limpieza física elimina la suciedad visible (azúcares, grasas, proteínas, sales), la limpieza química elimina la suciedad visible no arrastrada en la limpieza física, las impurezas no visibles y los olores y la limpieza microbiológica elimina los microorganismos patógenos y gran parte de la flora banal (bacterias, esporas, hongos, levaduras, virus).

Que el agua que empleamos sea de calidad

El primero de los factores que intervienen en la limpieza es el agua que empleamos, que tiene que ser de calidad. Para asegurarnos que es de calidad debemos siempre higienizarla. «No podemos emplear el agua de un pozo, por ejemplo, sin higienizarla antes, porque hoy los parámetros pueden ser buenos y mañana no serlo. La única manera de garantizar eso es higienizándola siempre antes», afirmó.

Para que un agua sea de calidad tiene que cumplir las siguientes características: ausencia de materiales en suspensión, dureza inferior a 20 grados, un pH de 7, una salinidad de cloruros inferior a 100 ppm, una cantidad de hierro inferior a 0,1 ppm (porque con cantidades superiores provoca ya coloración y descomposición) y que sea agua potable en cuanto a la presencia de microorganismos.

El pH del agua en Galicia está habitualmente entre lo 6,5 y el 7 y la presencia de cal no supera normalmente los 10 grados

La dureza del agua mide la concentración total de calcio y magnesio y las aguas se dividen en blandas (entre 0 y 15ºdF), medias (15-25ºdF), duras (25-40ºdF) y muy duras (más de 40ºdF). La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó como concentración máxima deseable 100mg/ l de CACO3 y como concentración máxima admisible 500mg/ l, o lo que es el mismo, 50ºdF.

Los efectos de la dureza del agua son perjudiciales, ya que provoca incrustaciones, precipita las sales de los jaboness, forma ácidos grasos, actúa como reservorio de microorganismos, favorece la corrosión y reduce la transmisión térmica, pero Natalia indicó que «en Galicia las aguas son por lo general blandas, acostumbran a estar entre 0 y 10 grados de dureza; podemos encontrarnos hierro en bastantes zonas de Galicia, pero lo que es cal no acostumbra a subir de 10 grados», explicó.

En una disolución de limpieza lo que más tenemos es agua (tenemos 8 veces más agua que detergente), de ahí la importancia de contar con un agua de calidad.

No esperar para lavar

Una regla de oro es siempre no esperar para limpiar y lavar inmediatamente después de que la leche sea retirada, en el caso del tanque justo después de pasar el recogedor con la cisterna y en el caso de la sala nada más acabar de ordeñar. «Si esperamos al detergente le va a costar mucho más sacar ese resto de alimento porque se va resecar», aseguró Natalia.

Hay que vigilar el funcionamiento de los aspersores y revisar las partes críticas tras el lavado

Cuando lavamos un tanque si vemos que hay partes que quedan sin lavar bien, tenemos que revisar los aspersores para ver que su funcionamiento es el idóneo y limpiarlos o sustituirlos en caso contrario. Sobre todo cuando son aguas muy duras, puede taponarse una parte de los orificios de los aspersores y estaremos perdiendo presión de lavado.

Del mismo modo, hay que revisar una vez finalizó el lavado el estado de limpieza en el que quedan aquellas partes críticas, como pueden ser la parte superior del tanque, la zona de carga o la parte final, por ejemplo.

La elección del detergente

La acción mecánica nos la va a dar la presión del agua o los agitadores en el caso de los tanques, pero la acción química de limpieza nos la va a proporcinar el detergente que empleemos, que puede ser alcalino o ácido, en función del tipo de suciedad que queramos limpiar: detergentes alcalinos para suciedad orgánica (grasa, proteína) y detergentes ácidos para suciedad inorgánica (minerales, óxidos).

En Galicia los productos de limpieza deben ser alcalino-clorados más que ácidos y se puede trabajar con concentraciones de lavado más bajas por el tipo de agua que tenemos, que normalmente es blanda

«Normalmente lo que empleamos para lavar un tanque o una sala de ordeño son bases alcalinas para hacer el desengrase y la limpieza, pero para desincrustar materiales utilizamos ácidos. Pero nosotros lo que tenemos que hacer es desengrasar y desinfectar, por lo que aquí en Galicia es fundamental que los productos que empleemos sean mayoritariamente alcalino-clorados más que ácidos. Si estuviésemos en Asturias, Cantabria o Cataluña sería distinto y los productos deberían ser mitad alcalinos y mitad ácidos, con una importancia similar de los dos componentes, para ser capaces de sacar toda esa desincrustación de minerales para poder favorecer la limpieza, pero en Galicia ese problema no lo tenemos», argumentó Natalia. Pero a la hora de escoger un detergente tenemos que tener en cuenta no solo su base alcalina, que es importante, sino también la cantidad de tensioactivos que tiene para reducir la presión superficial y lograr una mejor limpieza.

La elección del detergente también debe hacerse en función de la dureza del agua, porque no todos van a funcionar de igual manera en función de la calidad del agua que tengamos. «Si tenemos un detergente que soporta o secuestra 10 grados de dureza y tenemos un agua con 20 grados de dureza a ese detergente le va a costar un poco más actuar, por lo que o bien empleamos más detergente o buscamos otro que realmente pueda secuestrar esos grados de dureza del agua que tenemos», recomendó.

¿Dónde almacenar los productos químicos?

Otro factor importante es que los productos químicos sean estables a diferentes temperaturas y condiciones atmosféricas, pero, en todo caso, Natalia insistió en que «nunca se deben dejar los productos químicos almacenados en el exterior, siempre deben estar resguardados de temperaturas extremas y evitar que les dé el sol de manera directa». «Si son sosas o potasas les va a afectar mucho la temperatura. Una sosa, por ejemplo, congela entre 0 y -3 grados centígrados, mientras que una potasa aguanta hasta los -14ºC. Cuando tenemos los productos químicos en el exterior y vemos que cristaliza, está perdiendo su estabilidad y ya no nos valdría para lavar», afirmó. «Cada vez es más importante también en la elección del producto de limpieza que este respete el medio ambiente y que sea lo menos residual posible», dijo Natalia.

Cuando un detergente cristaliza debido a las bajas temperaturas pierde su estabilidad y no serviría para ser utilizado

Es importante también la elección de los productos para que sean adaptados a la superficie que pretendemos limpiar, de manera que no degraden ese materiral. «Es fundamental que el producto que vamos a emplear sea lo más inocuo posible con el material de la superficie que vamos a limpiar. Cuando compramos un producto químico siempre tenemos que verificar que su composición es idónea para nuestra superficie. Es importantísimo identificar material y producto químico porque no es lo mismo emplear un alcalino-clorado o un ácido sobre una superficie de galbanizado exterior que hacerlo sobre un circuito cerrado de acero», dijo. Aunque aclaró que «los tanques son de acero y no son en principio susceptibles de ser atacados por ningún producto químico de limpieza de los existentes en el mercado», añadió.

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La temperatura del auga, un factor determinante

Es primordial lavar a una buena temperatura. «No por capricho, sino porque para que un detergente pueda funcionar correctamente y podamos sacarle todos sus beneficios es fundamental lavar a una temperatura de agua idónea», argumentó.

E insistió en que la temperatura del agua de lavado «es fundamental en el caso de las salas de ordeño y menos importante en los tanques porque en este caso el tiempo no nos juega una mala pasada porque la temperatura se mantiene constante durante todo el proceso. Podemos empezar a lavar la 45-50 grados y esa temperatura prácticamente no sufre variaciones durante el tiempo de lavado, pero en una sala de ordeño comenzamos a limpiar la 55-60 grados y cuando ese agua da dos vueltas ya bajó a 40 grados, por lo que debemos estar más atentos a los cambios de temperatura que podamos tener», dijo.

La temperatura del agua de lavado tiene relación directa con el aumento del recuento bacteriológico. No se debería lavar por debajo de 35ºC ni superar los 65ºC

Es importante que la temperatura se mantenga lo más constante posible en todo el proceso y que no sufra descensos importantes. «Si estamos lavando la 55ºC pero bajamos a 30ºC en el retorno lo único que estamos consiguiendo es que toda esa grasa que desprendimos se nos vuelva a juntar y a depositar», argumentó.

Uno de los problemas más habituales en las explotaciones, dijo, es no contar con la suficiente temperatura de agua cuando se lava el tanque, un factor que tiene relación directa con el incremento de los recuentos microbiológicos en las analíticas, según demostró el propio Cetal en un reciente estudio realizado en 18 explotaciones gallegas.

«Muchas veces lavamos el tanque una vez se acabó de lavar la sala y la temperatura del agua ya no es la idónea porque bajó mucho. Vigilar que la temperatura no baje de 45ºC sería lo ideal, a 35ºC estaríamos ya en el límite», dijo Natalia.

A mayor temperatura, más rápido reacciona el detergente y más fácil es la eliminación de la grasa. Pero pasarse también tiene consecuencias negativas. Cuanta más temperatura mayor es el coste de energía, se puede producir la cocción de la suciedad, se pueden generar incrustaciones calcáreas, puede superarse la resistencia térmica de los materiales y aumenta la acción corrosiva de los detergentes, ya que a temperaturas más altas se degradan más los materiales, sobre todo por la acción de temperatura + acidez.

«Cuando hablamos de productos alcalino-clorados toda temperatura superior a 65ºC es perjudicial, porque convertimos el cloro en gas y ese cloro gas es corrosivo, por lo que estamos atacando la integridad del material que estamos limpiando, además de eliminar el efecto desinfectante del propio cloro», dijo.

El tiempo de lavado: ni poco ni mucho

Tiempo de lavado y temperatura del agua están íntimamente relacionados. El tiempo debe ser el idóneo para permitir la acción de lavado del detergente y depende del producto químico que empleemos, del método de lavado, de la suciedad que queramos limpiar y de la temperatura a la que esté el agua. Quedarse corto con el tiempo de lavado provoca una limpieza insuficiente pero un exceso de tiempo supone, por su parte, un mayor coste y gasto energético y una merma en la vida útil de los materiales. Pasarse de tiempo de lavado no tiene tanta incidencia tampoco en el tanque porque el agua no baja de temperatura, pero sí en el caso de la sala porque al mermar la temperatura del agua disminuye la eficacia del producto.

«El cloro necesita un tiempo de contacto para hacer su función de desinfección. Si recortamos el tiempo, por ejemplo por debajo de 8 minutos, estamos recortando la capacidad de desinfección, podremos limpiar, pero no estaremos desinfectando», ejemplificó Natalia.

Cuanto más tiempo lavamos más baja la temperatura del agua por lo que puede que la grasa desincrustada acabe depositándose nuevamente

Cuanto mayor es el tiempo que estamos lavando mayor es la pérdida de temperatura que tenemos y cuanta mayor pérdida de temperatura tenemos mayor es la cantidad de detergente que tenemos que emplear. Estos tres aspectos van relacionados, por lo que lo ideal sería lavar a las concentraciones adecuadas, a la temperatura adecuada y el tiempo necesario. En el caso de los tanques, cuando cuentan con limpieza automática, esa combinación va por programas y temporizadores, por lo que no acostumbra haber muchos desajustes, dijo.

Concentración

La disolución de limpieza debe estar formada por un 88,9% de agua y un 11,1% de detergente y este debe cumplir una serie de requisitos: que sea eficaz, que sea tolerado por los materiales con los que va a contactar, que sea estable, que tenga una buena solubilidad en el agua y que tolere la dureza del agua con la que se va a mezclar, que sea fácil de eliminar en el aclarado y que cargue lo menos posible las aguas residuales.

La disolución de limpieza debe estar formada por un 88,9% de agua y un 11,1% de detergente. Todo lo que pase de la concentración recomendada por el fabricante es tirar el producto

Pero, ¿qué cantidad de producto químico tenemos que echar? ¿Cuánto más echemos mejor? Con la cantidad idónea de producto lograríamos su rendimiento óptimo y una limpieza efectiva una vez que lleguemos a unos niveles de tiempo y temperatura ajustados para que ese producto sea eficaz. Así pues, todo lo que echemos por encima de eso lo perdemos, es decir, todo lo que se pase de una determinada concentración de detergente o desinfectante no tiene efecto positivo alguno, simplemente estaríamos tirando el producto, no lo aprovechamos y lo único que estaríamos haciendo es contaminando más y gastando más dinero.

«En Galicia se trabaja con concentraciones de lavado más bajas por el tipo de agua que tenemos aquí, pero si lavamos a una temperatura baja podemos echar mucho detergente que no vamos a lograr buenos resultados», insistió.

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Desinfección

La desinfección elimina cualquier agente patógeno residual que haya quedado tras la limpieza. Depende del uso de un agente desinfectante adecuado, de un tiempo de contacto idóneo y de una concentración correcta, pero también de que se haya hecho una buena limpieza previa.

Un producto puede calificarse como desinfectante si a la disolución recomendada produce una merma en el número de colonias de bacterias (Cándida albicans, Aspergillus niger, Pseudomonas aeruginosa, Staphilococcus aereus, Escherichia coli y Esteecoccus hirae) según determinan las normas UNE-EN 1275 y UNE-EN 1276.

Los robots de ordeño hacen limpieza alcalina y desinfección térmica

Hay que escoger el principio activo desinfectante adecuado, aplicarlo en la concentración recomendada y asegurar un tiempo mínimo de actuación. En Galicia está extendido el uso de los alcalino-clorados, que son detergentes con desinfectante que limpian y desinfectan al mismo tiempo y evitan un pase posterior específico de desinfección.

La desinfección puede ser térmica, con agua caliente a más de 80ºC o con vapor (a más de 100ºC) o química, con productos químicos (ácido, cloro, peróxido de hidrógeno). El peróxido peracético es oxidante igual que el cloro y su capacidad de desinfección es igual de rápida pero le afecta menos la materia orgánica. Se acostumbra emplear mucho en desinfección de pezoneras y salas de ordeño, donde son más necesarias este tipo de desinfecciones por todo el circuito que tienen y por todos los codos existentes en esos circuitos. En los robots de ordeño, sin embargo, se hace desinfección térmica y limpieza alcalina previa.

Las zonas de descarga son puntos críticos en los tanques, sobre todo en los de limpieza manual. Si tenemos tanques suplementarios a mayores, para hacer frente a incrementos puntuales de producción, por ejemplo, debemos limpiarlo con el mismo método, protocolos y cuidado que el tanque con limpieza automática.

La importancia de los aclarados

El enjuague inicial, previo a la limpieza con detergente, tiene como finalidad el arrastre de los restos de leche. Puede hacerse con agua frío o con agua tibia, pero es perjudicial hacerlo con agua caliente porque puede provocar la caramelización de los azúcares de la leche y que después le cueste mucho más eliminarlos al detergente. «El límite estaría alrededor de los 25ºC, todo lo que sea por encima de esa temperatura de agua sería perjudicial», aseguró Natalia.

Podrían hacerse dos enjuagues iniciales, el primero con agua fría para retirar los restos de leche y el segundo a 40ºC, que nos serviría también para calentar la superficie del tanque y evitar pérdidas de temperatura de agua después durante el lavado con el detergente. El problema que tiene esta solución es que es más cara porque gastamos más agua y más energía para calentar el agua, por lo que podemos ahorrarnos un pase haciendo un único enjuague inicial a unos 20-25ºC.

Los enjuagues intermedios sirven para no tener problemas al pasar de la limpieza con un producto alcalino a la limpieza con un producto ácido o al pasar de la limpieza ácida a la fase de desinfección con cloro.

El enjuague inicial no debe hacerse con agua caliente por encima de 25ºC y un buen aclarado final va a evitar que haya residuos de cloro en la leche

Hoy es importante hacer un buen enjuague final para evitar residuos de cloratos en leche, que están siendo ya penalizados por las industrias. Por eso, dijo Natalia, «yo cada vez soy más partidaria de hacer dos aclarados finales, para retirar todos esos restos de disolución de limpieza». Hay países donde incluso se recomienda acidificar un poco el agua del aclarado final, bajándole un poco el pH, para de este modo neutralizar los productos empleados anteriormente.

«Hay que tener en cuenta que en lo que se refiere a la desinfección, no es lo mismo utilizar un cloro, un peróxido o un amonio, cada uno tiene su aplicación determinada. Hay principios activos que son mucho más solubles que otros. Hay que tenerlo en cuenta a la hora de los aclarados finales, porque en la actualidad los residuos de cloratos y cloraminas en leche penalizan bastante y esos problemas en las analíticas de la leche se deben casi siempre a aclarados cortos y deficientes. Cuanto más soluble sea el detergente, más fácil va a ser de aclarar y menos riesgo de cloratos en leche vamos a tener», insistió.

Nunca se debe emplear en circuito o incluso en un tanque un desinfectante que lleve amonio cuaternario por la espuma que genera, por lo que va a ser mucho más difícil de aclarar y retirar que un desinfectante que lleve un principio activo más oxidante, como puede ser el cloro o el peracético.

«Es muy perjudicial que la empresa nos deje una parte de la leche en el tanque porque no tiene sitio en la cisterna»

Asistentes á charla sobre como limpar o tanque celebrada no Cetal

Asistentes a la charla sobre cómo limpiar el tanque celebrada en el Cetal

Es habitual en Galicia que en determinadas épocas del año quede una parte de la leche en el tanque del ganadero cuando pasa el camión de recogida y no tiene capacidad suficiente en la cisterna para llevar toda la leche de la explotación. Esta práctica extendida y frecuente por parte de la industria tiene sin embargo consecuencias muy perjudiciales para los productores en las analíticas de la leche, al provocar un incremento de los recuentos bactereológicos en la leche que queda en el tanque.

Al no poder limpiar el tanque y meter más leche a temperatura ambiente procedente de los ordeños posteriores se crean las condiciones idóneas de temperatura y humedad para el desarrollo bactereológico

Los ganaderos pagan de este modo, vía precio de la leche y sin tener culpa alguna, las consecuencias de la falta de capacidad de los camiones de recogida de las industrias. «Los recogedores no tienen cabida en el camión y recogen solo una parte del tanque. Eso genera un problema importante porque no se puede lavar el tanque y, sobre todo en la superficie que ocupaba la leche que se sacó y que no se puede limpiar ni desinfectar, se crean las condiciones idóneas de humedad y temperatura para el desarrollo de los microorganismos», explica Natalia.

Este crecimiento microbiano se dispara en el momento en el que se producen los siguientes ordeños. «Cuando metes un nuevo ordeño se incrementa la temperatura en el tanque porque la leche que entra lo hace a temperatura ambiente, algo que junto a la humedad existente favorece la multiplicación bacteriológica», añade.

Por esa misma razón, los estudios realizados por el Cetal demuestran que las explotaciones obtienen mejores datos microbiológicos cuando las recogidas de leche son diarias. Cuando el camión pasa cada dos días los análisis de células y recuento de bacterias empeoran con respecto a si lo hace cada 24 horas. La explicación es que al introducir el segundo ordeño y sucesivos subimos la temperatura de la leche que ya está en el tanque, procedente de ordeños anteriores, a temperatura de incubación, por eso meter múltiples ordeños en un mismo tanque tiene mucha incidencia microbiológica.

Si en vez de 2 o de 4 ordeños parte de la leche queda sin recoger y echa más tiempo aún en el tanque este factor de empeoramiento de la calidad de la leche se multiplicará. Además, esta práctica de dejar parte de la leche en el tanque de las explotaciones se produce sobre todo en momentos de más producción, como puede ser la primavera, cuando las temperaturas ambientales son más elevadas, algo que también tiene incidencia en el incremento bactereológico.

Programa básico de limpieza y desinfección

Un programa básico de limpieza y desinfección a aplicar a cualquier tanque de frío, que se puede adaptar al programa específico con el que cuente cada tanque o cada sala de ordeño con limpieza automatizada, debería contar con las siguientes fases:

1. Enjuague inicial con agua: arrastra gran parte de la suciedad, facilita la acción del detergente, solubiliza los residuos y evita su cocción.

2. Lavado con una disolución de agua y detergente. La elección del detergente va en función del tipo de suciedad: detergentes alcalinos para suciedad orgánica (grasa, proteína) y detergentes ácidos para suciedad inorgánica (minerales, óxidos).

3. Aclarado intermedio: elimina restos de detergente y suciedad y evita la neutralización de alcalinos y ácidos.

4. Desinfección: elimina los microorganismos presentes en el medio.

5. Aclarado final: Retira todos los restos de productos químicos y disolución de limpieza y evita los residuos de detergente y cloro en la leche.

En Galicia está extendido el uso alcalino-clorados, detergentes que al mismo tiempo que limpian también desinfectan

En Galicia normalmente se hace todos los días una fase alcalina de lavado y solo una vez por semana una fase ácida. El ácido sirve para hacer una desinfectación, pero también una desincrustación de materiales. Por eso, en el caso de limpiezas alternas con detergentes alcalinos y ácidos estos nos sirven para hacer una neutralización, es decir, estamos lavando todos los días con un producto alcalino y cuando lavamos con uno ácido lo que hacemos con el detergente ácido es arrastrar todos los residuos de ese otro producto alcalino y por lo tanto también protege esa superficie.

La mayoría de las explotaciones gallegas no hacen un pase específico de desinfección cuando lavan el tanque, porque ya la hacen en la fase de limpieza alcalina al emplear un producto alcalino-clorado que al tiempo que limpia ya cumple también esa función de desinfección. En el caso de emplear solo un producto alcalino habría que después hacer un pase de desinfección con un producto clorado o con peracéticos antes del aclarado final.

Los problemas más frecuentes detectados en las explotaciones a la hora de lavar el tanque son el desconocimiento por parte de los ganaderos de los productos que están empleando, problemas de temperatura, caudal y presión del agua y que no se colocan válvulas de descarga o están mal puestas, por lo que el agua que queda retenida del enjuague inicial suma en la cantidad de agua empleada en el lavado, rebajando así la dosis de detergente utilizado.

DOCE MEDIDAS PARA ASEGURAR UNA CORRECTA LIMPIEZA DEL TANQUE DE FRÍO:

1. Iniciar la limpieza lo antes posible para evitar el resecado
2. Disponer de equipos de limpieza y materiales adecuados
3. Buena iluminación
4. Ordenar y retirar residuos y restos de alimento
5. Eliminar los restos gruesos en seco
6. Limpieza en condiciones de temperatura adecuadas (45-50ºC)
7. Frotado de superficies conflictivas
8. Enjuague intermedio e inspección
9. Desinfección en condiciones idóneas
10. Aclarado y secado
11. Ordenar equipos, utensilios y productos
12. Evitar la recontaminación

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