Prolesa SAT, una de las mayores explotaciones lecheras de la provincia de Lugo

Ubicada en la parroquia de Goián, en Sarria, esta granja creada hace 12 años de la unión de 14 socios de la cooperativa Cogasar basa su funcionamiento diario en protocolos y calendarios de trabajo rutinario para sus 10 empleados

Prolesa SAT, una de las mayores explotaciones lecheras de la provincia de Lugo

Román González, veterinario y encargado de Prolesa.

Las más de 700 cabezas de Prolesa SAT la convierten en una de las mayores explotaciones lecheras de la provincia de Lugo, con una producción anual que ronda los 4,8 millones de litros. Hablamos con Román González Sanmartín, veterinario y encargado de la granja, que nos cuenta como se organiza el trabajo en una explotación de estas dimensiones.

«Buscamos que el trabajo sea homogéneo porque trabajamos a turnos y hay que ir a eso. Las vacas no deben notar los cambios de turno o qué persona hace un determinado trabajo», justifica. Para eso emplean protocolos y calendarios muy concretos con determinaciones específicas que convierten el trabajo diario en rutinario.

Tanto que Román afirma que los 10 empleados de granja no tienen ni que pensar. «El trabajador no está para pensar, eso se le da hecho, para tomar las decisiones está el equipo técnico. Eso también facilita la vida del trabajador», explica. Además de Román, que es el veterinario de la explotación y ejerce además las funciones de encargado, el equipo técnico está formado por dos asesores externos, un encargado de la alimentación y otro de la verificación de protocolos.

«El mayor activo de una explotación no son las vacas, ni las instalaciones ni los tractores de 150 caballos, son sus trabajadores»

En esta explotación valoran especialmente la labor de sus trabajadores. Los 10 empleados hacen turno de mañana o de tarde y libran día y medio o dos días a la semana, trabajan dos fines de semana de cada tres y todos tienen 22 días laborables de vacaciones. «El mayor activo de cualquier empresa son sus trabajadores, también en una explotación, no son las vacas, ni las instalaciones, ni los tractores de 150 caballos», afirma Román.

De los 14 socios que constituyeron la SAT en el año 2006 quedan hoy 3 trabajando, el resto son en este momento únicamente socios capitalistas. Eran todos miembros de la cooperativa Cogasar y buscaban gestionar en conjunto su ganado y sus fincas para de este modo tener mayor capacidad de inversión, poder profesionalizar la gestión de la explotación y tener mayor calidad de vida.

Buscaron un espacio donde poder juntar todo su ganado. Necesitaban una finca grande a un precio asequible, que tuviera agua y donde se pudiese edificar una hectárea. Acabaron construyendo sus nuevas instalaciones en Cabezares, un lugar de la parroquia de Goián perteneciente al ayuntamiento de Sarria pero en el límite ya con O Páramo y próximo a Paradela. La finca mide 12 hectáreas y las naves y el pozo de purín ocupan un total de una.

Los socios tenían sus explotaciones en lugares como Corvelle, A Veiga, Vilarello, A Lama o San Mamede. El más próximo vivía a 10 kilómetros del lugar donde construyeron finalmente las nuevas instalaciones. Las vacas vinieron para ellas en diciembre de 2006. Primero trajeron los animales que los socios tenían en sus explotaciones después de un muestreo individualizado en el que se descartaron los animales con problemas. «Sólo vinieron los animales sanos», explica Román. Comenzaron de este modo ya con 400 vacas en producción y 250 novillas.

En 2007 importaron 100 vacas de Francia, Alemania y Holanda pero el 20% no se adaptaron y fueron baja ese mismo año

Hoy tienen prácticamente las mismas: 425 vacas en ordeño y 290 animales en recría. Están comenzando ahora a crecer en cabezas, después de superar en estos años diversos problemas. El año pasado lograron reducir el número de bajas y de descartes y acabaron creciendo en 30 vacas.

Descartan, de todos maneras, incorporar animales procedentes de fuera de la explotación. La experiencia en este sentido no fue positiva, según recuerda Román. «Al año siguiente de comenzar a funcionar, en el año 2007, se trajeron 100 vacas francesas, alemanas y holandesas. Pero la adaptación de estos animales es difícil y un 20% de ellos fueron baja en el primero año», recuerda. «Desde entonces no volvió a entrar otra vaca de fuera de la granja», dice.

La inversión total para poner en marcha el proyecto fue de unos 3 millones de euros, entre la adquisición de la finca, la obra de construcción de las instalaciones y la compra de animales del año 2007. La amortización de las naves es a 20 años y la de la maquinaria, que está a punto de finalizar, estaba prevista a 10 años.

Manejo en 7 lotes

Uno de los cinco lotes de las vacas en producción

Uno de los cinco lotes de las vacas en producción

Román llegó a la explotación en el año 2008 para tratar de atajar un problema que tenían con el germen contagioso agalacti, un estreptococo responsable de la mayoría de las mamitis por infección subclínica. «Había un recuento de 750.000 células en tanque», recuerda Román, que explica que «hoy el problema está erradicado, ya no tenemos ningún positivo y nos movemos en una horquilla de entre 190.000 y 250.000 células durante todo el año», explica.

El filtro para las vacas en producción se hace por calidad de leche

Para tratar de ir arrinconando aquel brote infeccioso Román decidió separar el rebaño en distintos lotes que aún se mantienen hoy en día. Los animales están divididos en un total de 7 lotes: uno para las vacas secas, otro para las vacas tratadas, 2 de postparto (uno para las primerizas y otro para el resto de vacas recién paridas) y tres para las vacas en producción. El filtro para las vacas en producción se hace por calidad de leche. De este modo, en el lote 3 están las que tienen problemas de mamitis o células altas. El orden de ordeño también está condicionado por ese mismo factor, de manera que el último lote de ordeño es el de las vacas tratadas, donde no acostumbra haber más de 8 o 10 vacas. Hacen tres ordeños diarios, que tienen lugar a las 6 de la mañana, a las 2 de la tarde y las 9 de la noche.

La misma ración para todas

Actualmente el 70% del coste de producción de esta explotación es la alimentación, que les sirve diariamente Cogasar mediante su servicio de mezcla húmeda. «Es un sistema cómodo pero da menos posibilidades», admite Román. «Para mí no es el sistema ideal. No tienes un remanente de alimentación y es menos versátil. Pienso que si ensilásemos en la explotación tendríamos más control de la alimentación e incluso podríamos hacer raciones distintas para los distintos lotes de producción», argumenta.

«El sistema de catering es cómodo, pero no es el sistema ideal porque es menos versátil y tienes menos control sobre la alimentación»

En este momento la ración es a misma para todos los lotes porque «supondría un aumento de costes brutal personalizar las raciones, es uno de los handicap que tiene el sistema de catering», reconoce Román, que considera además que «con la alimentación propia puedes gestionar de otra manera a subida o la bajada de precio de las materias primas». La ración diaria de una vaca en producción está formada, en esta explotación, por 18 kilos de silo de maíz, 7,5 de silo de hierba, 1 de paja, 3 de pulpa de remolacha, 3 de harina de colza, 2,4 de harina de soja, 1,8 de cascarilla de soja y 1,5 de melaza de caña. El coste de la ración está alrededor de los 6 euros por vaca y día en producción y baja hasta los 2 euros en el caso de las vacas secas.

Prolesa tiene asignada una superficie de 190 hectáreas. Pertenece a los distintos socios pero cada uno trabaja sus tierras y vende después el forraje a la cooperativa Cogasar. Directamente la SAT sólo cultiva las 10 hectáreas que hay alrededor de la explotación, en las que siembran un corte de maíz y después mantienen la barbecho el resto del año.

Separando las vacas primerizas del resto durante el postparto redujeron los problemas de cuajar

Román otorga gran importancia a la alimentación, pero al mismo tiempo asegura que «los veterinarios aprendimos ya que la alimentación no tiene la culpa de todo, hay más factores relevantes». Pone un ejemplo: «antes teníamos el postparto todo junto, pero las vacas les pegaban a las novillas y estas no iban a comer y una semana después surgían los problemas de desplazamiento de abomaso. Desde que separamos en dos lotes el postparto, uno para las vacas primerizas y otro para el resto, igualamos los casos de cuajar en los dos grupos, cuando antes el de las novillas recién paridas era 5 veces superior al de las vacas», cuenta.

«La vaca seca es la grande olvidada»

El responsable de esta SAT considera «fundamental» el bienestar de las vacas secas para el buen funcionamiento de una explotación. «La vaca seca es la gran olvidada y a muchos de los problemas que aparecen en el principio de la lactancia les buscamos su origen después del parto cuando en realidad vienen de antes», dice. «Cuando una mujer queda preñada, todo son cuidados. Con las vacas es al contrario, cuando deja de dar leche desaparece de los listados y se aparta como si estorbase», compara.

A las vacas de más de tres partos les suministran dos botes de calcio y permanecen 48 horas en la paridera antes de pasar al lote de postparto

Por eso desde que ampliaron las instalaciones para las vacas secas estas redujeron los problemas en las lactancias. «Desde que tienen más amplitud se nota. Sobre todo en la longevidad. Ahora cuentan con más espacio y con más de una cornadiza por vaca y tenemos como protocolo que a las vacas de más de tres partos se les suministran dos botes de calcio (uno durante el parto y otro a las 12 horas) y pasan 48 horas en la paridera antes de pasar al lote de postparto», explica.

Con estos cuidados logran un promedio de 2,31 partos por vaca. «Prefiero producciones vitalicias antes que grandes productoras poco duraderas», argumenta Román. El promedio de producción en esta explotación en 2017 se situó en 11.696 kilos por vaca, con 3,75% de grasa y 3,19% de proteína, con animales como Prolesa Autopilot 0114 situados entre los mejores de la provincia, con una producción de 15.480 kilos el año pasado.

Mejoras pendientes en la zona de recría

Zona de recría de la explotación

Zona de recría de la explotación

Tras la ampliación del espacio de las vacas secas, la siguiente obra pendiente es en la zona de recría. «La primera idea era externalizar parte de la recría a través de Agroganadera de Sarria, el centro de recría de la cooperativa Cogasar, pero no tenía capacidad suficiente, por lo que hubo que hacer una nave para la recría, que se hizo a posteriori y es muy cerrada y tampoco tiene aislante en el techo, por lo que resulta problemática en otoño y en primavera, más incluso que en verano, por los cambios de temperatura entre el día y la noche», explica Román. «Pero el precio actual de la leche y el coste de la ración no da mucho margen para hacer obras», se queja.

Recrían en la propia explotación y, sin imputar los costes de personal, una novilla en el momento del parto les sale en 1.500 euros

Otra de las mejoras necesarias es la construcción de otro pozo de purín para poder hacer descarga directa desde los canales y tener también más capacidad de almacenamiento. El pozo actual tiene capacidad para 2,5 millones de litros de purín y cuenta con una balsa de decantación de arena que se vacía cada dos meses.

El purín lo llevan los socios para abonar sus tierras y otra parte se vende en primavera coincidiendo con la época de renovar las tierras del maíz. «De maquinaria sólo tenemos un tractor y una pala, el resto del trabajo se lo subcontratamos a la cooperativa», explica Román.

1.000 dosis anuales de semen de tres toros distintos

Prolesa sigue apostando por mejorar paulatinamente la genética de sus animales holstein sin hacer cruces y poniendo sólo razas de carne a los descartes. «Compramos unas 1.000 dosis de semen al año de tres toros distintos, que elegimos entre los que nos ofrecen las distintas empresas. Escogemos toros positivos en patas y ubres para mejorar en esos aspectos pero sin perder lo que ya tenemos en otros. Básicamente todo lo que ponemos es genética canadiense o americana y nos movemos siempre en precios de 10-12 euros por dosis», explica Román.

Tienen 400 partos al año y no hacen más de 1 o 2 cesáreas

«Al usar pocos toros es más fácil hacer las elecciones para evitar la consanguineidad», dice. Otro aspecto que tienen siempre en cuenta es la facilidad de parto. «Dos de los tres toros son siempre de parto fácil para que nos sirvan también para las novillas», explica. A mayores usan unas 100 dosis de semen sexado y entre 100 y 150 de carne. «Nosotros no vendemos carne, para nosotros es un subproducto, así que cuando ponemos carne inseminamos con toros pequeños y de parto fácil», cuenta. «Con 400 partos que tenemos, no hacemos más de una o dos cesáreas al año», destaca.

Al principio contaban también con un toro en la propia explotación, comprado a SAT Xercas de Xermade. «Cuando llegué había 24 animales vacíos con más de 2 años parados. Con el toro, de esos 24 animales 20 llegaron a parir», cuenta. El toro, que tuvieron desde el año 2008 al 2013, se usaba básicamente para las vacas problemáticas de la explotación pero a medida que estas fueron bajando se fue haciendo innecesario. «El porcentaje de vacas que no empreñan hoy es bajo, así que el número de vacas problema no era suficiente para tener un toro. Además, el manejo de los toros conlleva un riesgo, así que la decisión de prescindir de él no fue porque no sea efectivo», aclara.

El control de los celos en las vacas se realiza mediante podómetro. «Comenzamos a trabajar a los 35 días. Ahí las inyectamos para provocar el celo y 15 días después inseminamos, es decir, a los 50 días, y a partir de ahí sincronizamos las inseminaciones a dos días por semana, lunes y jueves, para evitar que queden vacas paradas, aunque si vemos celos el resto de los días también inseminamos», explica Román. En las novillas, comienzan a sincronizar con 13 meses de vida para lograr que estén paridas antes de los dos años.

El punto de corte para los descartes se hace por producción. «Una vaca con 180 días en leche y menos de 28 litros al día tomamos la decisión de no volver la inseminarla», cuenta. El corte de secado está puesto en 20 litros de producción diaria con más de 4 meses de preñada.

Hacen placas de cultivo para acertar con el tratamiento de enfermedades

Dentro de las instalaciones de Prolesa hay un pequeño laboratorio donde Román hace placas de cultivo para acertar a la hora de hacer los tratamientos para determinadas dolencias. «Es muy útil porque adelantas tiempo de tratamiento y tratas a tiro fijo. Con respecto a enviar la muestra a laboratorio adelantamos tres o cuatro días y ahorramos dinero, porque enviar una analítica al laboratorio cuesta 6 euros y una placa de cultivo nos sale por la mitad», indica.

De los tratamientos de podología se encarga Seragro. Cada 15 días hacen la revisión a las vacas cojas y una vez al año, normalmente en primavera, recortan los cascos a todos los animales. El baño de patas se hace dos veces por semana a los animales en producción y una vez sola a las novillas y vacas secas para evitar golpes o posibles accidentes en las vacas preñadas durante el periodo de gestación.

La salud del rebaño de esta explotación también mejoró con la introducción de arena en las camas de las vacas en producción. «Al principio las camas eran de paja con carbonato pero la paja llegó un momento que estaba carísima y el coste de la cama se disparó. Así que decidimos pasarnos a la arena y mejoramos en calidad de ubre. La arena si está bien mantenida es una maravilla, tiene el problema de que desgasta y acaba en el purín pero tiene otras muchas ventajas: se evitan resbalones en los patios, problemas de atascos en los canales de purín, y se ven mejor los celos», describe Román. En la zona de recría, igual que en las parideras, emplean cama caliente de paja.

Vista aérea de las instalaciones de Prolesa SAT

Vista aérea de las instalaciones de Prolesa SAT

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