«¿Por qué tenemos que cerrar nuestras ganaderías para que reabra la mina?»

Las explotaciones ganaderas de Arinteiro, las más próximas a las minas de Touro-O Pino, tendrían que cerrar de implantarse el proyecto megamineiro de extracción de cobre. Hablamos con uno de los ganaderos amenazados

«¿Por qué tenemos que cerrar nuestras ganaderías para que reabra la mina?»

Jesús Ares, en una de las fincas afectadas por el proyecto y donde se prevé construir una balsa.

El lugar de Arinteiro, en la parroquia de Loxo, en el ayuntamiento coruñés de Touro, es de los más próximos a las antiguas minas y también uno de los más afectados de implantarse el proyecto megaminero de extracción de cobre que impulsa la sociedad propietaria de las antiguas canteras, Cobre San Rafael. El proyecto inicial prevé explotar durante 13 años alrededor de 700 hectáreas, del total de más de 2.000 de la concesión. La construcción de dos grandes balsas de aguas y lodos ácidos dejaría a las ganaderías de este lugar condenadas al cierre, puesto que ocuparía buena parte de la base territorial de la que disponen para alimentar a su ganado.

«Nos quitan las aguas y las tierras y nos dicen que podremos seguir viviendo de nuestras vacas»

Jesús Ares es uno de los ganaderos con mayor extensión afectada por el proyecto minero, según explica. Unas de las balsas proyectadas abarca buena parte de sus terrenos. Case el 80% de las suyas fincas de cultivos se localizan en esa zona, concentrado en una parcela de unas 16 hectáreas. «Nos quitan las aguas y las tierras y nos dicen que podremos seguir viviendo de nuestras vacas y, ¿cómo quieren que lo hagamos?», se pregunta..

En la parte alta de Arinteiro, Ares dispone no solo de la base territorial con la que atender a su explotación sino que de esta zona provienen buena parte de los manantiales que abastecen tanto a las ganaderías como al propio lugar. Un pequeño riachuelo cruza este espacio de praderas y monte y de él se abastecen cinco explotaciones. «Nos garantizan un agua mejor que la tenemos para nuestras vacas, pero ni siquiera saben como es la que tenemos a día de hoy en nuestras explotaciones. Son todo promesas vacías», sentencia el ganadero.

Uno de los manantiales de agua que se vería afectado por la construcción de la balsa.

Uno de los manantiales de agua que se vería afectado por la construcción de la balsa.

Al largo de estos meses, desde que en otoño del año pasado comenzara a conocerse el proyecto de reactivación, este ganadero ya recibió en varias ocasiones la visita de la empresa encargada de conseguir los terrenos precisos. Le ofrecieron comprarle no solo fas hincas afectadas sino todas sus tierras pero»a unos precios muy bajos». Jesús se muestra reticente a vender, no quiere marchar de Arinteiro ni tener que cerrar la granja. También le ofrecieron arrendárselas pero «cuando las devuelvan esas tierras quedan inservibles. ¿Van a deshacer la balsa para devolvérmela? Y si la cubren, en esos terrenos no se podrá producir ni plantar nada», protesta el vecino. Entretanto, las amenazas de una expropiación forzosa sobrevuelan en el lugar desde que se conoció el proyecto.

Con el temor de que le expropien como ya le ocurrió a su padre

Jesús reconoce el temor a que la historia se repita y que, como le aconteció a su padre hace más de 50 años con la antigua mina, su negativa a vender finalmente acabe en una expropiación de los terrenos. «Entonces en esta zona apenas había trabajo y la mina se vendió cómo de interés público, pero ¿cómo pueden volver a decir eso si ahora obligan a cerrar a otras empresas que ya están funcionando?. Es difícil de entender que tengamos que cerrar nuestras ganaderías para que venga otra empresa a explotar la zona», reflexiona. El anuncio inicial de la creación de más de 300 puestos de trabajo directos, que luego la empresa elevó a 400, es uno de los atractivos del proyecto para sus defensores. «Nosotros no queremos trabajar en la mina, queremos seguir trabajando como hasta ahora en una actividad tan necesaria como es la ganadería y la agricultura», defiende.

Escombrera de la mina de Touro al fondo

Escombrera de la mina de Touro al fondo

En su momento, su padre fue de los pocos que no quiso trabajar en la mina y apostó por la ganadería con las tierras que le quedaban después de la expropiación. Desde entonces ya se llevaron a cabo dos procesos de concentración parcelaria de las praderas y del monte. «Prometen incluso que nos darán otras fincas, ¿pero donde? Si nos dan los terrenos en Arzua o en otra zona lejos y sin concentrar, como las tenemos ahora, nos están obligando igualmente a cerrar», protesta. Y es que las alternativas de mantener las granjas se reducen.

Cerrar la explotación

A Jesús este proyecto lo pilló en un momento de transición. En los últimos años se vio obligado a reducir el número de animales en la ganadería de leche que atiende él solo, para poder cuidar de su padre. Ahora con alrededor de 30 cabezas pensaba comenzar a volver a meter más animales y reformar la granja. «Pero con esto no pienso en invertir, porque si al final se aprueba tendremos que cerrar la granja de gratis», concluye. Para su granja la empresa no contempla ningún tipo de compensaciones, según le aseguraron a Ares, «aunque tengamos que cerrarla, vender los animales y la maquinaria porque ya no tenemos ni tierras para mantenerlos ni que labrar», recalca.

Es lo que le espera también a la otra media docena de explotaciones de leche y de carne que hay en el lugar, según explica. Todas tienen el mismo temor ya que quedarán sin base territorial para poder continuar con la actividad. A esto se suman los inconvenientes para la actividad ganadera que recuerdan del otro período en funcionamiento de la minería: las voladuras constantes, el ruido, la contaminación por el polvo en suspensión en los cultivos, los boquetes en las casas…

Vivir al  lado de la balsa

Pancartas contra la mina en Arinteiro

Pancartas contra la mina en Arinteiro

En Arinteiro son conscientes de que la aldea está abocada al abandono de llevarse a cabo el proyecto: «¿quien va a querer vivir aquí, al pie de las balsas?»,, inquiere este ganadero. En la zona alta «proyectan una balsa con un muro de 81 metros y nosotros en la caída de él, ¿como vamos a vivir tranquilos aquí?. Todas sus promesas se basan en que es un proyecto de minería moderna y con garantías, pero somos nosotros los que tenemos que estar todos los días al pie de la balsa y somos nosotros los que lo vamos a pagar si ocurre algo».

El rechazo a la reapertura de la mina es mayoritario y el medio ciento de vecinos de esta aldea muestra su sentir con carteles y pancartas. Una postura que llevan defendiendo en estos meses organizados en torno a la Plataforma Vecinal Minas Touro-O Pino No junto con otros vecinos de la zona y con el apoyo de distintas organizaciones. «Al principio no sabíamos ni como reaccionar. Cuando nos enteramos del proyecto de reapertura comenzamos a llamar a muchas puertas en busca de apoyos, yo en su momento le pedí ayuda al Sindicato Labrego Galego, al que pertenezco»- explica Jesús- y poco a poco fuimos sumando».

El ganadero se muestra muy sorprendido y agradecido del respaldo que tuvo la marcha en protesta contra la mina celebrada en Santiago el mes pasado. «No sé la gente que se juntó, yo no sé calcular esas cifras, pero fue mucha», reconoce. Jesús se muestra cauto por la evolución de los acontecimientos pero tiene claro que «en Arinteiro no le vamos a dejar que arrasen con toda una vida de trabajo y con las tierras que dejarle a los que vienen detrás sin más», defiende el ganadero.

Una idea sobre “«¿Por qué tenemos que cerrar nuestras ganaderías para que reabra la mina?»

  1. Alberto

    Tes todo o meu apoio, eu tamén teño unha canteira ó lado.

    Pero tamén che pido outra cousa; loitamos polo sector do eucalipto galego, e temos que estar todos xuntos para lograr que se protexa o dereito á propiedade dos terreos. Que unha persoa que non queira vender unh terreo ou unha persoa que queira prantar un terreo de eucaliptos ou calqueira outra arbre, non sexa molestado.

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