Ganadería Casa Reigada, máxima producción y profesionalización

Situada en la parroquia de Santa Leocadia, en el ayuntamiento de Castro de Rei, es una de las explotaciones más grandes de la provincia de Lugo y obtuvo el año pasado la producción media por vaca más alta entre las que están en el Control lechero.

Ganadería Casa Reigada, máxima producción y profesionalización

José Carlos Vega, uno de los dos socios de Casa Reigada, y presidente de Fefriga

En ganadería Casa Reigada todo funciona al milímetro. Es una de las explotaciones más profesionalizadas e intensivas de la provincia de Lugo y se ubica en una de las principales zonas productoras de leche de Galicia, dentro de la comarca de la Terra Chá. En el año 2003 fue la mejor explotación de la comunidad por producción y el año pasado repitió el mérito, con un promedio de 14.444 kilos de leche. Un galardón difícil de lograr en una explotación de este tamaño.

“Nuestro fuerte es el manejo, buscando siempre la producción más rentable, que no es siempre la máxima producción”, aclara José Carlos Vega, uno de los dos socios de la explotación. Con 215 vacas y 150 novillas, el manejo es colectivo y no animal a animal y todos los procesos de la explotación están muy protocolizados. En Casa Reigada trabajan en este momento cinco personas a jornada completa más otra a media jornada y cada quien tiene su misión. “Las dos personas que hacen ordeño sólo hacen ordeño”, explica.

En el año 2010 se incorporó a la explotación un sobrino de José Carlos, Martín Fernández Vega, que ahora es socio en la SL. Él se encarga del trabajo con la maquinaria. El resto es personal contratado: dos personas para hacer los turnos de ordeño, otra para cubrir las libranzas y una más de apoyo que se encarga de la recría, las reparaciones y sustituir en las vacaciones.

La alimentación del ganado es propia, con una ración a base de pienso y ensilado de maíz y de hierba. Hacen ellos todo el proceso, desde el laboreo al ensilado, excepto la cosechadora, que es un servicio contratado.  Cuentan con una base territorial de 85 hectáreas en las que hacen rotación entre hierba y maíz en 65 (las otras 20 hectáreas son fincas secas poco apropiadas para la producción de maíz). Fueron ampliando la superficie a medida que los vecinos iban dejando de tener vacas y la finca más lejana se sitúa a 7 kilómetros.

El crecimiento de Casa Reigada fue espectacular en tan sólo una década. En el año 89, con 19 años y acabado de llegar de la mili, José Carlos se incorporaba a la explotación familiar. En el 98 sacaba las vacas de la cuadra vieja, en la que estaban presas por cadena, y las pasaba a una instalación de estabulación libre sin cubículos. Ordeñaba por entonces 44 vacas, que en el 2001 eran ya 55. A finales de 2005 hizo los cubículos y metió otras tantas cabezas (110 en total) y cuatro años después, en el 2009, construía las dos naves actuales y pasaba ya a 150 vacas. Al año siguiente, se incorporaba Martín y los animales en ordeño llegaban a los 200.

Cuatro ordeños diarios

En el año 2001 José Carlos pasó a hacer 3 ordeños diarios y logró un aumento de producción de 700.000 kilos (en ese momento tenía 55 vacas). Hace ahora 5 años introdujo un ordeño más, cuatro diarios. El principal motivo fue la organización del trabajo para las dos personas que, en dos turnos, se dedican a estas tareas, de tal manera que cada una hace dos ordeños (una a las 6 de la mañana y a las 12 del mediodía y otra a las 6 de la tarde y a las 12 de la noche). Cada proceso de ordeño lleva sobre tres horas.

“Esta no es una explotación bonita, pero es práctica”

La sala de ordeñó es básicamente la misma del año 98, cuando las vacas pasaron a estabulación libre. El único cambio fue a pasar de 8 a 16 puntos de ordeño en paralelo, pero la instalación es la misma. “Esta no es una explotación bonita, pero es práctica y buscamos sacar el máximo partido posible a las inversiones que hacemos”, dice José Carlos, que indica que “la sala de ordeño está 12 horas al día trabajando y tiene capacidad para otro tanto, porque puede aún trabajar las otras 12”.

“Con cuatro ordeños y la división en lotes conseguimos más producción y mejorar notablemente la calidad de la leche en el tanque”

Los animales que están en ordeño se distribuyen en dos naves y están divididos en cuatro lotes en función de su estado de gestación. Así, en el lote 1 están las multíparas acabadas de parir, en el 2 las que ya están preñadas, en el 3 las novillas y en el 4 las vacas problemáticas que llevan más de 160 días dando leche sin estar gestantes. Este es el lote de reproducción intensiva.

José Carlos destaca que la introducción de este sistema (cuatro ordeños y división en lotes) se hizo buscando, además de una mejor distribución del trabajo, una mayor sanidad de ubre. “Conseguimos más producción y mejorar mucho la calidad de la leche en tanque”, destaca.

Recría en la propia explotación

Al tratarse de una explotación muy intensiva, que basa su rentabilidad en poco margen pero mucha producción, en los últimos tiempos no le quedó más remedio que tratar de reducir los costes. Por eso desde hace dos años hacen la recría en la propia explotación. “Antes la mandábamos al rancho Las Nieves, comenzamos en el 2004 y estuvimos 11 años; por entonces ordeñábamos 50 vacas y estaba yo sólo y más un empleado y no teníamos sitio”, explica José Carlos.

“El servicio que prestan es técnicamente muy bueno, sobre todo en el manejo de las novillas pequeñas, pero económicamente es más caro que hacer la recría en la casa, porque estamos en un momento de alimentación barata y eso se nota, porque allí pagas lo mismo, porque pagas por novilla”, aclara. “La estructura de la explotación hoy es muy diferente a la del 2004 y por eso decidimos traerlas”, asegura.

“Estamos en un momento de alimentación barata y compensa recriar en la explotación”

Para eso alquilaron dos naves de dos explotaciones vecinas que dejaron la actividad, una para tener las vacas secas y las novillas que están para inseminar y a otra para las novillas preñadas, y también cogieron más tierras en alquiler.

Las vacas en ordeño tienen cama de arena, pero la de las vacas secas y las novillas es cama caliente, por lo que el consumo de paja de la explotación es muy elevado. Las terneras que acaban de nacer están 5 días en un cubículo individualizado antes de pasar a una sala comunitaria en la que están dos meses alimentadas por una amamantadora nodriza que identifica a cada animal por el crotal permitiendo saber que comió cada becerra diariamente ye incluso variar de manera individualizada la mezcla de leche maternizada que la amamantadora suministra en cada caso. El destete se produce a los 65 días y pasan después a ser alimentadas con pienso y forraje.

Becerra en la amamantadora automática

Becerra en la amamantadora automática

Entre los objetivos de la explotación no está el de criar para vender. Los animales que nacen están destinados a la propia explotación y habitualmente llegan para cubrir los reemplazos necesarios. Para eso a Casa Reigada le hacen falta cada año unas 160 novillas. La renovación varía de un año a otro en función de factores como los precios de la leche o de la alimentación. Por eso en el año 2014 hubo un 40% de sacrificios, cuando lo habitual anda por la mitad. Para este año las previsiones están en torno a un 27% de eliminación.

“La mejora genética de la explotación se hace mediante la inseminación con toros genómicos escogidos por ICO de un catálogo que varía cada año y que permite una mejora genética muy rápida”, destaca José Carlos. En un porcentaje muy alto proceden, en el caso de Casa Reigada, de Xenética Fontao.

Cuentan también en la propia explotación con un toro de monta natural para los últimos intentos y el control reproductivo se hace una vez a la semana. “La mejora genética es una parte de la explotación que trabaja mientras tú estás durmiendo, pero sin uno buen manejo no haces nada”, dice José Carlos.

700.000 euros gastados en cuota

Casa Reigada vende la leche a Corporación Peñasanta desde los años 90 (anteriormente lo hacía a Pascual) y pasó de una producción de 195.000 kilos, que era la cuota que tenía, a los 2,8 millones de kilos que produce en la actualidad. En este tiempo hizo una inversión de 700.000 euros en cuota, hasta llegar a tener en propiedad 1,4 millones y alquilar otro millón más en la última campaña con límite de producción. “Una parte de ese dinero fué tirado”, dice José Carlos, que admite que “una parte de lo que crecemos no fue rentable porque no compensó ese gasto en cuota”.

A la pregunta de si prefería el sistema de cuotas a la desregulación actual respuesta que en el caso de Casa Reigada, “por la evolución del sector nosotros nos vamos a sentir más cómodos sin cuotas, por nuestro modelo de explotación, porque si queremos producir mucho tiene que ser sin cuota”. De cara al futuro, tiene claro que “a medio plazo en un sistema sin cuotas crecer es casi obligado, porque reduces los costes al quedar diluidos en una producción mayor”, pero es partidario de que esos incrementos sean “sostenibles y bien estudiados”.

«A medio plazo en un sistema sin cuotas crecer es casi obligado”

Casa Reigada tiene en perspectiva seguir con su crecimiento, aunque no al ritmo de los últimos años, y ha solicitado un Plan de Mejora para una pequeña ampliación para 50 vacas más. “Si haces bien los números la alimentación comprada no es tan cara, si bien te expones al mercado”, dice José Carlos, por lo que el objetivo es seguir aumentando en la misma proporción que las vacas la base territorial de la explotación a base de alquileres. La normativa comunitaria va también por ahí.

“Estar en el control lechero debería contar con una ayuda pública”

José Carlos Vega y también el presidente de la Federación Frisona Gallega (FEFRIGA). Hablamos con él de la situación actual de la asociación. “Fefriga hace años que no recibe ningún tipo de subvención y eso nos obliga a un ajuste de costes y a adaptarla a los nuevos tiempos, marcados por la reducción del número de socios, para que pueda seguir dando los servicios que presta en la actualidad, como el control del libro genealógico”, explica su presidente.

Recuerda que desde su fundación hace 25 años, el sector vivió épocas muy diferentes y ve con preocupación la situación actual. “En Galicia se pasó de más de 4.600 explotaciones asociadas a menos de 3.000 en la actualidad,  y en este momento lo que notamos es que desde hace unos años se están produciendo bajas continuamente en el Control Lechero que no están motivadas por el cierre de la explotación, como acontecía antes, pero hoy hay explotaciones que se dan de baja aunque siguen produciendo leche”, explica, y defiende que se está intentando reducir al máximo posible los costes de este servicio, que es voluntario.

“En este momento el ganadero soporta el 80% del coste del Control Lechero”

José Carlos Vega considera además que “este tipo de servicios tendrían que tener una ayuda pública, porque es algo del que se benefician también las explotaciones que no están en Control Lechero, porque las mejoras acaban favoreciendo a todo el sector en su conjunto”. Explica que en este momento el ganadero soporta el 80% del coste del Control Lechero. “En ese sentido somos muy independientes”, afirma, pero defiende que “estar en el control lechero debería contar con una ayuda pública”.

 

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