¿Es posible una nueva crisis láctea?

Los stocks públicos de leche en polvo rondan récords históricos, equivalentes a los que existían en los años 80 antes del sistema de cuotas. La Comisión Europea ha invertido más de 1.000 millones de euros en medidas para paliar la caída de precios, pero sin lograr soluciones estables

¿Es posible una nueva crisis láctea?

La presión de los países del norte de Europa dificultó la gestión pública de la crisis.

La crisis de precios de la leche que se ha vivido en los últimos dos años va remitiendo, pero el escenario que deja resulta engañoso. Las cotizaciones de los productos lácteos industriales remontaron, con picos históricos en el caso de la mantequilla, pero esas mejoras, que están llegando al campo a cuentagotas, esconden serios problemas de fondo.

Europa mantiene stocks públicos de leche en polvo en el entorno de las 350.000 toneladas, fruto de las compras del sistema de intervención durante la crisis. Son niveles históricos, equivalentes a los de finales de los años 70 e inicios de los años 80, cuando los excedentes lácteos aconsejaron la implantación del sistema de cuotas. Así pues, el aterrizaje suave que auguraba la Comisión Europea en el 2015, cuando finalizaron las cuotas lácteas, se transformó en un aterrizaje de emergencia en plena tormenta perfecta.

«Sólo 1 de cada 3 litros que se produjeron a mayores en Europa desde 2014 pudo canalizarse para exportación» (Francisco Sineiro, USC)

«Las previsiones de la Unión Europea fracasaron. Los crecimientos de producción que esperaba la Comisión fueron inferiores a los reales», -señala Francisco Sineiro, profesor de la Escuela Politécnica Superior de Lugo (USC). La consecuencia del aumento de las entregas de leche fue la subida de excedentes en toda Europa, pues sólo 1 de cada 3 litros de leche que se produjeron a mayores desde el 2014 pudo canalizarse para la exportación, según señaló Sineiro en una mesa redonda celebrada recientemente en Mabegondo.

La bajada de la producción en los últimos meses del 2016 alivió la presión, pero si se reactiva el aumento de las entregas, la posibilidad de una nueva crisis queda en el aire. La Comisión Europea ha invertido más de 1.000 millones de euros desde el fin de las cuotas en afrontar la crisis, vía compras de intervención y ayudas directas, pero los problemas de base siguen sin resolver.

Reducción voluntaria de las entregas
El programa voluntario de reducción de entregas, que tuvo un limitado impacto en el último trimestre del 2016, va a finalizar dejando muchas incógnitas para el futuro. «Hubo una incapacidad de la Unión Europea para afrontar la crisis», subraya Sineiro. «En su momento, se tenían que haber establecido reducciones obligatorias de parte de la producción, algo que no se hizo probablemente por la presión de los países del Norte de Europa».

«En la crisis, deberían haberse establecido reducciones obligatorias de parte de la producción»

Desde el fin del sistema de cuotas, países como Irlanda, Bélgica, Holanda o Dinamarca se embarcaron en una carrera de crecimiento de las entregas que no tiene equivalencia en la zona sur de Europa. Son Estados poco proclives a las limitaciones en la producción, en la idea de que serán capaces de encontrar mercados, internos y externos, para su leche. Esa situación coincide con un comisario de Agricultura de la UE de nacionalidad irlandesa, Phil Hogan, poco proclive también a medidas de intervención en el mercado.

El panorama que se presenta a nivel europeo abre, por tanto, posibilidades a nuevas crisis en el futuro. ¿Puede repetirse una crisis como la de los últimos dos años? «Existe esa posibilidad, pues estamos en un equilibrio inestable», reconoce Sineiro. «El mercado mundial tiene potencial para que el incremento de producción vaya por encima del incremento de consumo. Durante 2016, Europa y Estados Unidos aumentaron las entregas, pero otras grandes zonas productoras, como Australia, Nueva Zelanda o Argentina, las redujeron. Si en el futuro, estas zonas aumentan la producción, ¿qué pasará?”, se pregunta el profesor de la USC.

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