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En Castro de Cabras, la explotación de José Manuel Fernández se enfrenta a serias pérdidas a causa de una plaga de rosquilla, un gusano cortador de raíces que provocó el encamado de 10 de las 15 hectáreas de maíz que cultivan. Una de sus parcelas, de 3 hectáreas, estaba especialmente afectada, pues las plantas fueron cayendo con un efecto dominó y no quedó ni una sola en pie.
Esa situación obligó al afectado a ensilar estos días, antes de mediados de agosto, más de un mes con antelación a lo previsto. La anticipación es tan alta que del maíz que están ensilando poco esperan: «El maíz no tiene aún mazorca, así que lo que estamos ensilando es fibra y algo de proteína. Son unas pérdidas muy grandes», concluyen.
Parcela con máiz encamado.
Otros años habían tenido algún mínimo problema con la rosquilla, con afecciones en alguna parcela que podían rondar el 5%, pero esta campaña el problema se desató de lleno. «Sulfatamos dos veces contra la plaga, como solemos hacer, pero es como si no le hubiese hecho ningún efecto» -se extrañan.- «Está bien que se saquen fitosanitarios que sean más respetuosos con el medioambiente, pero tendrán que matar también las plagas», razonan.
Desde Unións Agrarias se hicieron eco del problema y apuntan a daños por la rosquilla no tan severos en otras zonas del Deza. La organización agraria entiende que la sequía está agravando estos problemas sanitarios y advierte además de que si no llueve enseguida, las pérdidas en la producción de maíz van a ser muy cuantiosas tanto en la comarca del Deza como en el resto de Galicia.
«Si no llueve, la calidad del maíz será mala» -reconocen en Castro de Cabras-, «pero sacarán más de lo que saquemos nosotros». El maíz es fundamental para la alimentación del vacuno de leche, sobre todo en un contexto de crisis de precios del sector, que en caso de mala cosecha, no tendrá otra opción que aumentar la compra de alimentos externos.
