El ordeño móvil, una solución para aprovechar el pasto distante

La ganadería Adelina, ubicada en el concejo asturiano de Castropol, acaba de iniciar el proceso de conversión a ecológico y viene de hacerse con una sala de ordeño portátil con la que poder ordeñar en las fincas más alejadas de la explotación sin necesidad de traer las vacas todos los días

El ordeño móvil, una solución para aprovechar el pasto distante

La ganadería ha incorporado una sala de ordeño móvil, que le permitirá ordeñar en los pastos de primavera y verano, más alejados de la explotación.

Jesús Méndez Fernández nos recibe en su casa de Brul con una camiseta con el lema ‘Oro no’, que recuerda los años de intensa lucha de los vecinos de la parroquia de Tol y de otras limítrofes en contra de la macroexplotación aurífera que la empresa Asturgold pretendía llevar a cabo en Salave, en el vecino ayuntamiento de Tapia de Casariego. El proyecto está paralizado en estos momentos por los informes en contra de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, pero Jesús sigue viendo en esta concesión minera una amenaza para su ganadería, igual que para muchas otras de esta zona de la rasa costera del occidente asturiano.

Hoy las vacas de Jesús pastan en un prado a menos de un kilómetro de donde se situaría la mina, pero no siempre fue así. Cuando Jesús, que tiene hoy 45 años, se incorporó en el año 1998 a la granja familiar después de estudiar Ingeniería Agrícola en Lugo y de dos estancias en Canadá, la explotación era muy intensiva. Su abuelo, Paco de Adelina, había traído las primeras vacas pintas de la zona y su padre Jesús vivió en primera persona el desarrollo de la frisona en Asturias.

La ganadería inició un programa de cruces en búsqueda de animales más rústicos. En la actualidad, conserva sólo un 10% de frisonas puras

Cuando Jesús se sumó a la ganadería hizo una nave de cubículos y una parrilla de alimentación, una ampliación que hoy él mismo cuestiona. Igual que el amplio parque de maquinaria con el que cuenta: dos tractores, segadora, rastrillo, enrolladora, carro mezclador, sala de ordeño de 10 puntos, amamantadora, etc. «Hoy no lo tendría hecho, con ese dinero tendría comprado una finca, porque el dinero gastado en hierros y en cemento tienen un retorno muy bajo en agricultura», opina.

El modelo por el que optó en un principio no acababa de convencerlo y poco a poco Jesús fue cambiando la filosofía de su explotación hacia un modelo extensivo, basado en el pasto como eje de la alimentación del ganado. La primera decisión que tomó justo antes de que desapareciesen las cuotas lácteas fue vender la mitad de los 890.000 litros que Ganadería Adelina tenía asignados. «Comencé a mosquearme porque había ganaderos grandes que estaban vendiendo cuota y decidí ponerla yo también a la venta. Parecía una decisión arriesgada, pero aquella jugada me salió bien, porque vendí a buen precio, algo que poco después perdió todo su valor. Quizás tenía que haberla vendido toda, pero cogí miedo», lamenta.

Aquella decisión certera le sirvió también para salvar las influencias foráneas y contar con el apoyo familiar para los siguientes pasos a dar: reducir producción y hacer cruces en el ganado en busca de una cabaña formada por vacas más rústicas y más pequeñas. Hoy, de las 120 cabezas con las que cuenta, tan solo 12 son frisonas puras, el resto son cruce con jersey y, la mayoría, con montbeliarde y con rojo sueco.

Jesús Méndez, en los pastos, con uno de sus rebaños de vacas.

Jesús Méndez, en los pastos, con uno de sus rebaños de vacas.

Conversión a ecológico
Sin embargo los cambios gordos vienen ahora. El pasado mes de abril la Ganadería Adelina comenzó el periodo de dos años para conversión a ecológico y Jesús tiene previsto reducir a la mitad el número de cabezas. «De las 120 que tengo ahora quedaré con 50 o 60 madres y con la recría que precise», avanza. «No me pasé antes a ecológico porque por esta zona solo recogía leche ecológica Lactalis y me mosqueaba el monopolio, pero ahora ya hay cuando menos tres empresas que recogen», justifica.

Él le entrega a Nestlé, que puso en marcha un programa de conversión para producir leche bio al que Jesús se sumó. «El hecho de que una multinacional como Nestlé apueste por la producción ecológica me transmite confianza», dice.

Mover la sala de ordeño, no las vacas
La verdadera revolución en Ganadería Adelina llegará a partir de la próxima primavera, cuando Jesús comience a usar una sala de ordeño móvil que viene de traer de Bélgica. La compró usada, por internet, y le costó 7.000 euros más otros 3.000 que tuvo que pagar por traerla. El ‘muxemóvil’, como le llama Jesús, es un remolque de unos 9 metros de largo que contiene un tanque con capacidad para 800 litros y un circuito de ordeño portátil con 6 puntos en paralelo que funciona enganchado a la toma de fuerza del tractor.

La explotación producirá leche ecológico, en el que la industria que le recoge, Nestlé, también está interesada

Una vez le haga una serie de mejoras y trabajos de mantenimiento, Jesús tiene pensado usar esta sala de ordeño portátil para aprovechar 10 hectáreas más para pasto, las que están situadas a más distancia. La idea es ordeñar en invierno en la casa, en la sala de ordeño con la que ya contaba la explotación, teniendo en esta época las vacas en las fincas más próximas a la granja para hacer viable traerlas todos los días a la casa, lo que le va a permitir estabularlas en los días más fríos del invierno o cuando el pasto escasee, y trasladarlas en primavera y en verano a las fincas más alejadas usando el ‘muxemóbil’ para los ordeños, sin necesidad de desplazar diariamente el ganado para los ordeños.

Este sistema de ‘trashumancia’ ya lo usan en zonas de Francia, Bélgica o Suiza, donde emplean el ‘muxemóbil’ para ordeñar en primavera y verano a las vacas en los pastos más distantes y elevados, como pueden ser montañas o incluso pistas de esquí. Jesús va a copiar el modelo, en la búsqueda de una vaca ideal de unos 4.000 litros de producción anual (16 litros al día), que para en febrero y seque en diciembre. Este método permite además dar más prioridad a la pradera, no machacándola mucho en invierno para que se recupere y dé pasto enseguida.

Ponerse del lado del consumidor
Para tomar las decisiones que está tomando, Jesús afirma que procura ponerse del lado del consumidor e intenta pensar desde ese lugar. «Al consumidor le importa menos que una vaca sea MB o EX o que dé 60 litros que el hecho de que sea resistente a las enfermedades, para no tener que usar muchos antibióticos, ni tener que ponerle hormonas para conseguir que empreñe. Algo no estamos haciendo bien cuando después de tantos años de mejora genética y de machacarnos con el bienestar animal, las vacas duran 2,5 partos de promedio. Yo pienso que una vaca que dura tan poco, mucho bienestar no puede tener», argumenta.

También es crítico con los criterios de reparto de las subvenciones públicas a la agricultura y afirma que «de poco sirve que las autoridades se peleen por conseguir en Bruselas más fondos para Asturias o para Galicia si después ese dinero no queda aquí, sino que se va a Castilla si lo gastamos en pienso o a Francia si lo gastamos en maquinaria; al final es dinero que no queda aquí». Por eso, dice, «el contribuyente debería exigir una producción más sostenible y con menos agrotóxicos como contraprestación a las subvenciones públicas que cobramos, al tiempo que apoyamos sistemas que no impliquen fuga del dinero que cobramos».

«El riesgo del modelo intensivo es altísimo y yo esa presión la llevaba mal», admite

Manejo de los forrajes
Este año ya no echó maíz. Hace ensilado de hierba en rollos y compra paja porque en esta zona de costa hay mucha humedad incluso en verano, lo que impide hacer una hierba seca de calidad. Reconoce que él parte de una situación muy cómoda para cambiar el modelo productivo de su granja porque sus padres le dejaron una explotación saneada y sin deudas. Otros, admite, no lo tienen tan fácil para cambiar por las importantes cargas financieras que soportan hoy la mayoría de las explotaciones.

Ese fue también uno de los motivos que lo llevó a no seguir con el modelo intensivo que mantenía hasta el momento. «El mercado cambia más rápido de lo que es capaz de adaptarse una granja, estás preso por una inversión muy grande y te viene un vaivén del mercado y te tumba. El riesgo es altísimo y yo esa presión la llevaba muy mal», admite. «No sé adónde voy, pero tengo muy claro lo que no quiero, porque lo viví y no quiero estar en un modelo productivo idéntico al de la macrogranja de Soria», resume. «El modelo productivo intensivo es el mismo, ya sea en Soria o en Lugo y es muy difícil que el consumidor pague más por un producto sólo porque lleva una etiqueta de origen gallego, hay que ofrecerle algo más, ya sea una alimentación natural en base a pastos o una producción diferenciada», considera.

Jesús Méndez con su hija, en la explotación.

Jesús Méndez con su hija, en la explotación.

Búsqueda de mayor calidad de vida tanto para él cómo para las vacas

Jesús reconoce que recibió críticas pero se ve respaldado por los resultados del camino ya andado. Destaca sobre todo uno, la mejora de la salud del ganado, lo que tiene incidencia económica en la reducción muy notable de los costes veterinarios. «El año pasado solo tuvo que venir el veterinario dos veces por casos clínicos y este año aún no vino», explica. Al descender el número de bajas no precisa de tanta recría, por lo que insemina con azul belga para obtener mayor precio de venta por los terneros.

La mejora generalizada de la salud de las vacas está motivada, a su juicio, por la recuperación del pastoreo. «Estoy encantado, porque desde que las saco a pastar las vacas aguantan muy bien la condición corporal y eso provoca que el retorno en celo sea muy rápido y los índices de reproducción muy buenos», indica. Jesús tiene un toro, que anda en medio de las vacas en verano, una época en la que la reproducción se acostumbra a resentir.

Carga ganadera
A corto plazo, el objetivo es reducir la carga de animales por hectárea y aprender a manejar mejor los pastos (lograr un equilibrio entre gramíneas y trévol, conseguir que los pastizales no se llenen de malas hierbas y controlar los tiempos de pastoreo en cada parcela). Hoy por hoy, Ganadería Adelina dispone de una superficie de 45 hectáreas, de las que 18 son accesibles a pasto. La recria la tiene a unos dos kilómetros, repartida en una finca grande de 19 hectáreas, donde tiene las vacas secas y las ya inseminadas, y en otra de 7,5 hectáreas que acaba de conseguir para la recria más pequeña.

Otro de los objetivos es alcanzar también él mayor calidad de vida. «Tengo un objetivo claro con todo esto: obtener un salario digno procedente de un volumen de trabajo limitado, así que si tengo 5 minutos libres al día no voy a meter 5 vacas más si no las necesito para tener un salario normal, prefiero dedicar esos 5 minutos a estar con mis hijos», habla señalando a Carmen, de 8 años, y a Juan, de 6.

La ganadería la atiende actualmente con la ayuda de un empleado, Miguel Ángel Pérez López. Por su vínculo con Galicia, Jesús fue a las tractoradas de Lugo de hace un año porque dice que «uno de los problemas más grandes del campo es que no tenemos conciencia colectiva, mientras que los demás, las empresas, sí que la tienen», concluye.

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