Casa Devesa: Una ganadería que apuesta por la pulpa de manzana en la ración de las vacas

Desde que hace seis años esta granja familiar ubicada en la parroquia monfortina de Baamorto construyó una nave nueva no paró de crecer y de intensificar su proceso productivo. Hablamos con Francisco Javier Losada de los cambios que hizo en estos años, como el de externalizar la recría o el de ensilar pulpa de manzana    

Casa Devesa: Una ganadería que apuesta por la pulpa de manzana en la ración de las vacas

Francisco Javier Losada, propietario de la ganadería Casa Devesa

En tierras que en tiempos de su abuelo eran viñedos, Francisco Javier Losada mantiene hoy una ganadería de vacuno de leche con 230 cabezas en una zona en la que producir el llamado oro blanco obliga a depender en buena medida de insumos externos. A pesar de eso, en los últimos años hizo un esfuerzo importante en nuevas instalaciones que ahora quiere optimizar llevando la recría al nuevo centro creado en la Granxa Gayoso Castro dependiente de la Diputación de Lugo.

«Apostamos por el sistema intensivo y aunque esta no es una zona excelente para producir leche, estamos peleando para crecer», explica Francisco Javier. En la actualidad en casa Devesa ordeñan 117 vacas, aunque cuando dentro de un año acabe de sacar la recría (de momento comenzó por enviar a la granja Gayoso Castro los animales que van naciendo, pero mantiene en la explotación los que nacieron antes de la puesta en funcionamiento del centro de recría ubicado en Castro de Rei) adaptará la nave que hoy ocupan las becerras para las vacas secas y el preparto, aumentando así la capacidad actual de la nave de producción hasta llegar a 135 animales totales en ordeño, que es el objetivo que pretende lograr a corto plazo.

El principal hándicap que tiene esta explotación ubicada en el lugar de As Devesas, en la parroquia monfortina de Santa María de Baamorto, son las condiciones del terreno y la climatología de la zona. «Las tierras de la explotación eran todo viñedo en época de mi abuelo. Son terrenos secos en los que es difícil producir otro tipo de forraje que no sea hierba. Probé con sorgo y con maíz, pero llevas muchas decepciones y a partir de ahora con el cambio climático será imposible producir aquí cualquiera de esos cultivos», reconoce Francisco Javier.

Esta circunstancia obliga a Casa Devesa a comprar la mayoría de los componentes que forman la ración diaria del ganado. Por tanto, la rentabilidad de la explotación está condicionada en buena medida por los precios de adquisición de materias primas existentes en cada momento. «Nosotros hacemos hierba seca y silo de hierba, el resto es todo comprado», explica.

Ensilado de pulpa de manzana

Además del concentrado, esta explotación compra salvado de trigo y paja y para ensilar maíz y pulpa de manzana. «Además de maíz, el pasado año ensilamos por primera vez pulpa de manzana», cuenta Francisco Javier. La ración de las vacas en producción está compuesta de este modo por silo de hierba, silo de maíz, silo de pulpa de manzana, hierba seca o paja y pienso, mientras que la de las vacas secas y de las novillas se compone de hierba seca, pienso y silo de hierba.

La pulpa de manzana es el subproducto resultante de la industria de fabricación de sidra y de zumo de manzana. El residuo esta formado por la piel, el mesocarpio del fruto exprimido, la semilla y los rabos. Se calcula que se obtienen unos 20 kilos de esta especie de bagazo por cada 100 kilos de manzana que entra en el proceso. El contenido en materia seca del residuo resultante es de un 20% y ensila bien, al alcanzar un pH que ronda el 3,5, por lo que es un alimento para el ganado estable en su conservación. Con todo, sólo se justifica su uso en zonas próximas a los lugares de producción de sidra debido a su elevado coste de transporte.

 «A nosotros la pulpa de manzana nos funciona bien”

En este caso, Casa Devesa trae la pulpa de manzana de Chantada. Custom Drinks, la empresa perteneciente a Hijos de Rivera, que produce en su factoría chantadina la sidra Maeloc, transformó en la pasada campaña más de 4 millones de kilos de manzana, que una vez procesadas generan más de medio millón de kilos de pulpa, 500 toneladas de un residuo que tiene de este modo una segunda vida para la alimentación del ganado de leche.

Empleada como un componente que permite ahorrar concentrado en raciones de rumiantes, se considera una buena fuente energética dado su alto contenido en azúcares y pectinas, por lo que incluido en la ración de las vacas en producción durante el primer tercio de la lactación, una etapa en la que la ingesta es normalmente insuficiente para suplir lo que gasta el animal, -por lo tanto, en la que se genera un balance energético negativo-, ayuda a corregir este déficit y a incrementar la producción de leche.

Además, aumenta la apetencia y el consumo de la ración por parte de los animales, aportando dulzura y humedad a la ración. «A nosotros nos funciona bien porque nuestra ración era bastante seca. Antes a veces incluso le añadíamos agua, pero tiene el problema de que puede calentarse en verano, de este modo el agua se la aporta la propia manzana», explica Francisco Javier.

El proceso es semejante al ensilado de hierba o de maíz, sólo con una salvedad: «Tienes que empezar a colocar de atrás para adelante con una pala y no puedes pisar porque te entierras, así que no se logra un silo de mucha altura», indica.

Promedio de 14 kilos de pulpa de manzana en la ración

La ración de esta explotación monfortina, que busca la máxima producción, incorpora durante todo el año un promedio de 14 kilos de pulpa de manzana, además de 12 de concentrado y 3 de salvado de trigo. Distintos estudios indican que la pulpa de manzana suministrada a niveles altos puede tener consecuencias negativas, siendo limitante para asegurar un idóneo funcionamiento ruminal, por poseer un bajo nivel de fibra efectiva, siendo pues fundamental asegurar la provisión de suficiente fibra ancha en la ración, a fin de estimular la rumia y salivación de la vaca. Asimismo, un suministro excesivo podría provocar una menor producción de ácido acético en el rumen y, en consecuencia, una bajada en el contenido de grasa en la leche.

Sin embargo, Francisco Javier asegura que con la introducción de la pulpa de manzana no notaron un incremento de problemas de cetosis y que la bajada en la calidad no fue significativa para una explotación como la suya, que entrega a Celega a través de la cooperativa Leemos, y que busca sobre todo litros.

11.635 litros de producción media y 4,02% de grasa

Los niveles en los que se mueve esta granja de Monforte, según los datos del año 2017, son 11.635 litros por vaca de producción media, con 4,02% de grasa y 3,18 de proteína. Eso sí, hacen tres ordeños desde hace 8 años, incluso antes de hacer la nave nueva, y Francisco Javier asegura que «el incremento de producción me pagó el empleado que contraté».

En este momento atienden la explotación él y dos trabajadores y ordeñan a las siete y media de la mañana, a las cinco de la tarde y a las diez de la noche en una sala pequeña de 12 puntos. «Andamos bastante justos de personal al hacer tres ordeños, así que esa fue otra de las razones que nos llevó a externalizar la recría, por un lado para ahorrar espacio en la granja y por otro también para ahorrar tiempo y poder dedicarlo a atender a las vacas en producción», explica Francisco Javier.

Desde que abrió el centro de recría de la Diputación de Lugo a comienzos del pasado mes de junio envía las becerras que le van naciendo cuándo tienen 15 días de vida. Volverán a la explotación próximas al parto y tiene que pagar 2,39 euros por animal por cada día que pasa en las instalaciones de Castro de Rei. Casa Devesa está empleando semen sexado en todas las novillas para lograr llegar lo antes posible a su límite de capacidad. «Ahora el sexado ya está a precio», considera Francisco Javier.

Ventilador que instalaron para refrescar as vacas

Ventilador que instalaron para refrescar as vacas

 

Crecimiento importante en los últimos 6 años

La historia de esta explotación familiar se remonta a medio siglo atrás. «Ya en tiempos de mi abuelo se comenzó a producir leche y luego mi padre hizo una granja de cerdos como complemento a las vacas. Cuando yo me incorporé en el año 1991 compramos las vacas de otra explotación y reconvertimos las instalaciones de la granja de cerdos para meterlas», cuenta Francisco Javier, que a día de hoy es el único titular de la explotación.

En esa nave de pequeñas dimensiones llegó a tener 60 vacas en producción y a hacer tres ordeños. Ahora la ocupa aún parte de la recría (otra parte está fuera por falta de capacidad) y a medida que vaya quedando libre pasarán a ocupar las vacas secas y las que vayan llegando de la granja Gayoso Castro próximas al parto.

«En el año 2012, cuando ya no daba para más fue cuando construimos la nave nueva», explica. Pero el importante crecimiento experimentado desde entonces, con recría propia y novillas compradas, hizo que tan sólo dos años después de su construcción esa nave nueva tuviera ya que ser ampliada. Sólo seis años después de trasladar la producción a las instalaciones actuales lograron duplicar el número de animales en ordeño, que seguirán creciendo hasta la capacidad máxima de las instalaciones, de 135 vacas en producción.

Arrimador de comida y cámaras de videovigilancia

De momento, Francisco Javier piensa estancarse ahí. «Tengo un hijo de 15 años pero no sé si me va a seguir», razona. Aún con esa incógnita, enfrenta los próximos años con optimismo: «Si las cosas no cambian y eso nunca se sabe porque el precio de la leche es cada vez más volátil, estamos en un momento dulce porque las inversiones más importantes están hechas, aunque esto es inversión continua», dice.

El último adelanto en incorporar a la explotación fue un robot para arrimar la comida. «Antes hacíamos hasta siete u ocho arrimados al día, así que por un lado es un enredo menos que tenemos que hacer, algo de lo que nos despreocupamos, y por otro nos va a servir para tener más limpieza en el pasillo de alimentación porque antes acercábamos la comida con un tractor pequeño que también usábamos para hacer las camas, así que a veces se manchaba la comida con las ruedas», explica.

«La limpieza en la zona de alimentación es muy importante”

También para evitar ensuciar el pasillo de alimentación, y reducir de este modo los desperdicios de comida, echaron hormigón en la entrada de los silos y en el espacio que los separa de la nave de producción. «La limpieza en la zona de alimentación es muy importante, porque la vaca no come cualquier cosa y si le huele la comida la deja», dice.

También acaban de instalar cámaras de videovigilancia tanto en la granja como en las fincas del alrededor. «Nos permiten controlar las instalaciones, controlar mejor los animales y también supervisar el trabajo de los empleados para corregir errores que se cometen», dice. Además, «los pueblos quedan cada vez más vacíos y está bien tener esto por seguridad», añade.

Mejora en el confort del ganado

Entre las últimas inversiones está también la adquisición de ventiladores de techo de gran tamaño. «Aquí es muy necesario porque en los meses del verano hace bastante calor, con temperaturas que superan los 30 grados», indica. Además de esto, explica, «para refrescarlas regamos las vacas con agua cuando están en la sala de espera esperando para ordeñar y luego tenemos unos ventiladores para secarlas». Es una combinación que funciona bien, dice.

En cuanto a la cama, antes empleaba serrín, pero con el aumento de demanda que hay para pelets su precio se incrementó mucho, así que ahora hace una mezcla en el carro que incluye además de serrín, paja picada, caliza y las sobras de la comida, que compuesta dejándolas fermentar antes, y esa mezcla es la que echan en las camas.

Sin embargo, esa mezcla producía algún problema tanto en los canales de vaciado como en el propio pozo del purín, al crear una costra por arriba. Por eso, comenzaron a emplear un aditivo a base de bacterias naturales, que ayudan a descomponer esa parte orgánica de las camas y que se echa de manera automática a través de una bomba con programador y de unos conductos con pulverizadores instalados en los pasillos por los que transitan las vacas. De este modo, ellas mismas se encargan de esparcir las bacterias llevándolas en las pezuñas.

Casa Devesa cuenta además con fosa de purín cubierta. «Evitas mucha agua en el pozo», asegura Francisco Javier. La explotación maneja unas 70 hectáreas de terreno y sólo subcontrata el ensilado de la hierba. «El resto lo hacemos todo nosotros, porque al no echar maíz el trabajo es asumible. Quizás lo más pesado sea echar el purín», admite.

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