Casa de Ferreira, reducción de enfermedades a base de cruces

Jesús Ángel Trabada Dorado recogió a comienzos de noviembre uno de los galardones Exceleite, un reconocimiento a su buen hacer en el ámbito higiénico-sanitario en la producción de leche. Hace una década apostó por cruzar sus vacas frisonas con toros de raza montbeliarde y rojo sueco para ganar en salud de sus animales. Nos cuenta su experiencia.

Casa de Ferreira, reducción de enfermedades a base de cruces

Jesús Ángel Trabada, de Casa de Ferreira.

Casa de Ferreira es una explotación familiar situada en el lugar de Millares, en la parroquia de A Baña, perteneciente al concello lucense de Baleira. Hoy sólo queda una vaca frisona pura en esta ganadería, que pasa por ser una de las 20 mejores explotaciones gallegas teniendo en cuenta parámetros higiénico-sanitarios.

¿Cómo se logra eso?. Jesús Ángel Trabada responde con naturalidad: «yo no hago nada especial, sigo el protocolo habitual de ordeño, repongo una vez al día las camas, que son de colchón de nitrilo con carbonato por arriba, y las limpio dos veces, por la mañana y por la noche. Hago lo mismo que hace todo el mundo, pero soy minucioso porque me gusta hacer las cosas bien», afirma restándole importancia a unos datos que muestran, según las analíticas del Laboratorio Interprofesional Gallego de Análisis de la Leche (Ligal) del mes de noviembre, un promedio de 4,6% de materia grasa, 3,5% de proteína, 102.000 células somáticas y menos de 10.000 en el recuento bacteriológico.

«Las razas híbridas dan menos problemas de mamitis y empreñan mejor» (Jesús Ángel Trabada)

Casa de Ferreira funcionó como SAT hasta hace tres años, cuando Jesús y Carmen se jubilaron y su hijo Jesús Ángel continuó al frente de la ganadería, a la que se había incorporado en el año 2005, con solo 24 años. Hace ahora 7 años que cambiaron sus vacas para una cuadra nueva que les ha permitido dar un salto en tamaño desde el medio centenar de cabezas que tenían de aquella a los 128 animales que tienen hoy (65 en producción, 12 secas y el resto novillas).

El proceso de crecimiento fue paulatino porque se hizo con recría propia. «Desde que hicimos la nave nueva, sólo compramos 3 vacas», cuenta Jesús Ángel, que achaca una parte de la mejora de su explotación a las nuevas instalaciones y otra parte a la apuesta por la combinación de razas.

El rebaño de la explotación es íntegramente de cruces.

El rebaño de la explotación es íntegramente de cruces.

«Ya no tenía horas bastantes para atender todos los días a los veterinarios, así que decidí probar». Así explica Jesús Ángel la decisión que tomó hace 10 años de hacer cruces de sus vacas frisonas de producción de leche con otras razas como montbeliarde o roja sueca.

Todos los animales que tiene hoy son cruces en rotación siguiendo el método Procross. «Tenía todo frisón e inseminé todas las vacas el primer año con montbeliarde, a ese primer cruce le puse rojo sueco y a las novillas resultantes de ese segundo cruce les volví a poner toros frisones. Luego vuelves a empezar de nuevo con montbeliarde y así sucesivamente», explica Jesús Ángel. Hace él mismo las inseminaciones y ya va por la segunda vuelta «porque como veía que me iba bien, seguí», dice.

Entre las ventajas que encuentra, señala que estas razas híbridas «enferman menos que las frisonas puras porque no dan problemas de mamitis, ni de cuajar y empreñan mucho mejor». En cuanto a la producción, dice: «en mi caso yo no les noté nada, pero tampoco es que las apriete mucho, así que no sé cómo se comportarían con respecto a una vaca frisona con 15 kilos de pienso». Pero es rotundo en cuanto a la calidad: «lo que sí logré fue mejorar en calidad, porque desde que comencé con los cruces empecé a subir bastante en grasa y en proteína y eso hoy tiene mucha demanda», dice.

Leche con caseína BB
Desde hace 4 años, Jesús Ángel entrega su leche a Entrepinares, la quesería que provee a Mercadona desde su fábrica de Vilalba, donde en los próximos años la empresa castellana ha pensado concentrar el 50% de su producción. Industrias como esta demandan un tipo de leche como el que produce Jesús Ángel. «A las queserías les da igual el volumen que tengas, lo que quieren es grasa y proteína, porque eso no lo pueden hacer con máquina, o lo hacen las vacas en origen o eso es imposible», argumenta. Entrepinares le paga la proteína a partir de 3,10 a 6 euros/tonelada y la grasa a partir de 3,70 a 3 euros/tonelada.

Jesús Ángel basa la rentabilidad de su explotación en la calidad de la leche que produce y espera que en poco tiempo ese sea el criterio fundamental a la hora de pagarle al ganadero. «Hoy hay leche y leche, pero no toda es leche de calidad, y yo espero que las empresas empiecen a valorar más eso, y que tengan en cuenta también la caseína BB y la betacaseína A2, además de la grasa y la proteína. Ahora no lo hacen porque no lo mira el Ligal, pero yo espero que a corto plazo empiece a aparecer en las analíticas y las industrias empiecen a valorar esas cosas y comiencen también a pagar en kilos de sólido y no en litros de leche líquida. Nestlé ya lo hace y en otros países como en Dinamarca o en Italia esa forma de pago de la leche ya es una práctica extendida», argumenta.

Así que lo que Jesús Ángel le mira a los toros con los que insemina sus vacas son los niveles de grasa y proteína, pero también parámetros como la caseína BB y la betacaseína A2. «Pongo las dos cosas, porque no sabes en que empresa vas a estar dentro de unos años. Ahora mismo Entrepinares quiere caseína BB porque ayuda a cuajar la leche para hacer queso, pero eso a las empresas de leche líquida les da igual y no lo valoran, para ellas lo interesante es la betacaseína A2, así que quiero que mis vacas produzcan las dos cosas para tener más posibilidades de entrega», argumenta.

Y aunque hoy por hoy no sea tenido en cuenta a la hora de fijar el precio de la leche que cobra, «los toros cuestan lo mismo, así que vas poco a poco, porque esto no se hace del día para la mañana», justifica. Su explotación, Casa de Ferreira, está inscrita en el Registro de Explotaciones Lecheras de Calidad Diferenciada (Recaldi), por lo que puede usar el distintivo de calidad Gallega 100%, y está cobrando la leche a 38 céntimos, calidades incluidas.

Silo de hierba y beza (más oscura y en la parte superior).

Silo de hierba y beza (más oscura y en la parte superior).

28 litros con 5 kilos de pienso
Jesús Ángel dispone de unas 40 hectáreas de superficie, 10 a pradera permanente que renueva cada cuatro años y 30 en las que siembra maíz. Cuando recoge el maíz echa 15 a centeno con beza que ensila mezclado con raigrás. «Aquí no afecta la sequía, pero estamos a bastante altitud y hace frío, así que crece menos la hierba. La beza crece mucho antes que la hierba, así que sacas una corta buena y listo. Con hierba tendrías que sacar más de una corta para que compensara y gastar más en química», argumenta.

Con el ensilado de maíz y hierba con beza que hace en la explotación, Jesús Ángel elabora la ración diaria para sus vacas: 40 kilos de silo de maíz, 8 de silo de hierba con beza, 1 de paja y 5 de concentrado. El ensilado de beza logra unos niveles del 16% de proteína, frente al 12% de la hierba y eso es algo que debe tener en cuenta a la hora de hacer la mezcla, igual que tiene que limitar el pienso para evitar problemas de hígado graso en los animales, teniendo en cuenta la gran cantidad de silo de maíz que emplea para la ración.

«Yo tengo alternativas para alimentar mis vacas, no tengo que dar concentrado en exceso, así que doy mucho maíz y poco pienso para abaratar costes», explica.

A pesar de estar siempre estabuladas porque no tiene superficie suficiente cerca de la nave para echarlas a pastar, Jesús Ángel considera más sostenible su modo de alimentar sus vacas que el de otras ganaderías mucho más intensivas que usan mucho concentrado. «El que produce 40 litros por vaca no puede tener calidades y yo a ese modelo no le veo rentabilidad, eso es solo ganancia para las fábricas de pienso, porque si yo con 5 kilos de concentrado logro un promedio de producción diaria de 28 litros por vaca, si diese 10 kilos por una simple regla de tres tendría que producir más de 50 litros, pero las vacas tienen un tope y si las aprietas mucho tienes más enfermedades», opina.

Excedentario en recría

Al haber logrado reducir las enfermedades en sus animales, la tasa de reposición es menor y su explotación es excedentaria en recría. «Y eso que mucha gente me decía que al hacer cruces salían menos hembras, pero no es cierto, porque en el primer año coincidió que tuve solo 3 terneras, pero en el segundo tuve 20», cuenta.

Pero Jesús Ángel ya no tiene más sitio en la cuadra, así que vende parte de las terneras a otros ganaderos a las pocas semanas de nacer. El hecho de que le sobren novillas le permite también renovar las productoras con mayor frecuencia para evitar tener animales con parámetros bacteriológicos altos. Por eso en Casa de Ferreira el promedio de edad entre sus animales es bajo (3,82 años), con un promedio de 2,3 partos y un índice de empreñado de 1,9, pasando 92 días desde el parto.

«Tener vacas muy jóvenes influye en los buenos resultados en las analíticas»

«La vaca más vieja que hay en la casa es de 6 partos, pero la mayoría son de primero y segundo parto actualmente. Desde que un animal pasa del tercer parto da muchos más problemas, pero como no tengo sitio no aguanto vacas viejas o con problemas y el hecho de sobrarme recría y tener siempre vacas muy jóvenes también influye en los buenos resultados en las analíticas, porque las vacas jóvenes tienen menos enfermedad y menos células», afirma. Mandar las vacas antes de que sea necesario por enfermedad hace también que el precio de venta de los animales para desvieje sea mayor.

Pero a pesar de la falta de espacio, Jesús Ángel no piensa en crecer de momento. «Estoy mejor así que con 20 vacas más, porque supondría tener que volver a invertir en otra ampliación, más trabajo y más gastos, así que estoy mejor así, con los mínimos gastos y más margen», argumenta. Aún se recuerda de la importante inversión realizada en el año 2010 en la nave nueva, una sala de ordeño de espina de pescado 2×5 puntos, el pozo doble de purín y dos silos. «Mientras no acabamos de pagar esa inversión fue un suplicio, porque además comenzamos teniendo que hacer frente a esa financiación con solo 35 vacas en ordeño, que eran las que teníamos en aquel momento», explica.

Así que el único gasto no indispensable que ahora se permite es en maquinaria. Tiene dos tractores, segadora, cisterna de grandes dimensiones para el purín, carro mezclador, etc. «Por esta zona somos todos mucho de gastar en maquinaria. Tener un buen tractor es un aliciente, por lo menos trabajar contento», bromea.

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