5 claves para acertar en la fertilización del maíz forrajero

Nos acercamos a la época de siembra del maíz forrajero, el principal alimento en las ganaderías de vacuno de leche en intensivo. Jaume Lloveras Vilamanyá, profesor e investigador de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria de Lérida, aporta unas recomendaciones para acertar en la fertilización.

5 claves para acertar en la fertilización del maíz forrajero

El maíz, tanto el de grano como el forrajero, es uno de los principales cultivos a nivel mundial, con unos 170 millones de hectáreas sembradas en el mundo. En España el maíz forrajero ocupa más de 100.000 hectáreas, constituyendo el principal forraje en las ganaderías de vacuno de leche en estabulación intensiva.

En este sentido, y a pocas semanas de que se inicie la campaña de siembra del maíz, acertar en una correcta fertilización es una de las claves, junto a la mejora genética, para el éxito de este cultivo. A este respecto, Jaume Lloveras Vilamanyá, de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agraria de Lérida y ex-investigador del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM), ofreció en las últimas jornadas técnicas de Seragro unas claves para lograr una buena cosecha.

A modo de introducción, se fertiliza o se aporta al suelo los elementos fertilizantes que se han extraído con los cultivos y que el suelo necesita disponer para permitir una producción agraria sostenible a lo largo de los años.

Para el cálculo de la fertilización se suele distinguir entre la dosis a aplicar del Nitrógeno, que es el elemento que el maíz consume en mayor cantidad y que, además es móvil en el suelo, y los demás macronutrientes, básicamente Fósforo y Potasio, que no se consideran móviles en el suelo, o que lo son muy poco.

El punto de partida de la fertilización del maíz debe ser un análisis periódico del suelo, para conocer el nivel de fertilidad y lo que está pasando en la parcela y las necesidades reales de fertilización. Es una herramienta básica para una buena fertilización y no debe considerarse un coste, sino como una inversión que con frecuencia redunda en un ahorro de fertilizante.

1) Necesidades de Fósforo (P)

Una vez obtenidos los resultados de los análisis de suelos, es recomendable tomar las siguientes decisiones:

-Si la presencia de fósforo es inferior a unas 12 ppm (partes por millón), se necesita aplicar fósforo para corregir los bajos niveles de este nutriente en el suelo, además de la fertilización de mantenimiento para aportar las extracciones que realiza el cultivo.

-Con más de 16 ppm: aplicara solo fósforo de mantenimiento.
-Si en el suelo hay entre 24 ppm y 36 ppm hay que reducir la aportación de fósforo en la fertilización de mantenimiento.

-Con más de 46 ppm de P no es necesario aplicar fósforo.

2) Necesidades de Potasio (K)

-Si las analíticas de suelo dan menos de 125 ppm de Potasio se necesita aplicar este fertilizante para corregir los bajos niveles de este nutriente en el suelo, además de la fertilización de mantenimiento para aportar las extracciones que realiza el cultivo.

-Con más de 125 ppm de K aplicara solo potasio de mantenimiento.

-Entre 250 ppm y 350 ppm hay que reducir la fertilización de K de mantenimiento.

-Si el suelo de la parcela presenta más de 350 ppm no es necesario aplicar potasio.

En Galicia, los resultados de los estudios realizados en el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM) revelan que es necesario ajustar las dosis en función de las necesidades del maíz forrajero y de los análisis de suelo. En este sentido, las explotaciones gallegas, sobre todo aquellas de mayor carga ganadera, al presentar un elevado porcentaje de parcelas con niveles altos de fósforo y potasio, pueden economizar en estos fertilizantes.

3) Necesidades de nitrógeno:

El nitrógeno es el elemento mineral que el maíz consume en mayores cantidades y, por encima, se puede perder con facilidad, sobre todo en su forma de ion nitrato. Como consecuencia, si no se aplica de forma correcta, se puede reducir mucho la eficiencia de su abonado, incrementando el coste de producción y provocando contaminación medioambiental.

Para calcular la dosis de fertilización nitrogenada se pueden emplear varios métodos, basados muchos de ellos en investigaciones de campo.

Algunos de los métodos que se utilizan son:

-El método de balance: Es el procedimiento más habitual. Este procedimiento implica conocer las entradas y las salidas de N del sistema. Para calcular la cantidad de N que se aportará al cultivo mediante la fertilización, se sumará por una parte el nitrógeno aportado por la mineralización del suelo y el N residual del suelo antes de sembrar, y se restará esa cantidad al nitrógeno a las extracciones del cultivo, las pérdidas del sistema y el nitrógeno residual después de la cosecha (salidas).

Una vez calculada la cantidad de N que es necesario aportar mediante la fertilización, es muy importante corregirla en función de la eficiencia del abonado. Este parámetro puede ser muy variable (entre un 40 y un 80%), por lo que el método de balance puede conllevar errores muy importantes en la fertilización nitrogenada.

-Cálculo del Nitrógeno disponible en el suelo (N-NO3) antes del abonado de cobertera: Esta estimación se realiza antes de sembrar el maíz o cuando este alcanza el estadio de 4-6 hojas.

Consiste en conocer la cantidad de N disponible en el suelo en forma de nitrato (N-NO3) y aplicar, en caso necesario, el nitrógeno restante en hasta alcanzar los niveles de nitratos establecidos para una producción objetivo.

Estos niveles, son específicos de cada zona y sistema de cultivo y se han calculado, gracias a la investigación y mediante estudios de campo y se han relacionado con la producción de maíz.

En los regadíos de Cataluña y del Valle del Ebro se ha evaluado que la cantidad mínima de N disponible en el suelo en forma de nitrato (N-NO3) más nitrógeno fertilizante (que en su conjunto se denomina N disponible) para alcanzar una producción de 13 a 15 t de grano es de unos 250 kilogramos la hectárea de nitrógeno.

En Galicia, los datos aportados por el CIAM para una producción estimada de maíz forrajero de 18 t/ha de materia seca, deben aplicarse sobre 180 kg/ha de N, 75 kg/ha de P2O5 y 200 kg/ha de K2O.

-Curvas de respuesta:

En ensayos de campo se aplican dosis crecientes de N y se obtiene una respuesta de la producción de maíz, en función de la cantidad de N aplicado.

La obtención de estas curvas, muy ligadas al tipo de suelo y a un ambiente agrario determinado, permite conocer la dosis máxima -óptimo agronómico- por encima de la cual el cultivo no tiene respuesta a la fertilización nitrogenada. También permite conocer la dosis que ofrece el beneficio económico máximo -óptimo económico-.

Figura 3 Rendimientos ascendentes 2002-2015 plateau VR-1

-Sensores ópticos aerotransportados: Se está extendiendo su aplicación por parte de empresas de servicios. Correlacionan los índices de vegetación obtenidos con cámaras que utilizan diversas longitudes de onda, con aspectos de la nutrición vegetal.

4) Los fertilizantes de liberación lenta o con inhibidores no repercuten en un incremento de la producción

Otros aspectos que afectan o pueden afectar a la fertilización nitrogenada y a su eficiencia son la uniformidad en la aplicación del abono por las abonadoras, los fertilizantes de liberación lenta (inhibidores de la nitrificación), o el momento de aplicación, entre otros.

En los últimos años, el empleo de fertilizantes de liberación lenta o con inhibidores de la nitrificación han mostrado incrementos en la recuperación del Nitrógeno aportado en algunos ensayos y una disminución de la liberación de gases de efecto invernadero, pero generalmente no han obtenido incrementos en las producciones de maíz.

También es preciso recordar que algunas zonas se recomienda priorizar el abonado de cobertera frente al de fondo, cuando sea posible. Sin embargo, en secano, como es el caso de Galicia o de la Cornisa Cantábrica, habrá que aportar una parte importante del nitrógeno en fondo, pues, si no llueve, este no se podrá incorporar al suelo.

5) Los abonos orgánicos:

En las zonas ganaderas no se puede olvidar el efecto fertilizante de las deyecciones, cuya eficiencia depende mucho del momento y del modo de aplicación, así como del fertilizante con el que se compara.

Por ejemplo, se estima que la eficiencia del nitrógeno del purín de cerdo aplicado en fondo es del 51% en las zonas de regadío del Valle del Ebro, en comparación con el nitrógeno aplicado en cobertera.

Otro aspecto a considerar en el empleo de purines es que la aplicación continuada de elevadas cantidades implica, a corto plazo, la acumulación de elevados niveles de fósforo en algunos suelos, con el riesgo potencial de este elemento como contaminante.

Evitar la erosión:

Por otra parte, es necesario recordar que el maíz forrajero puede provocar una importante erosión del suelo en invierno si no se siembra un cultivo tras el ensilado y se deja el suelo desnudo, sobre todo en zonas con pendiente o con elevadas lluvias, como en Galicia. Un cultivo de invierno se hace por tanto imprescindible para evitar la pérdida por arrastre del suelo. Y en aquellas zonas con pendiente, se debería replantear el cultivo del maíz, optando mejor por praderas permanentes, que eviten la erosión.

 

Más información:

-El momento óptimo para aplicar el purín

-Claves para una fertilización eficaz y barata del maíz forrajero

-Programa del CIAM de recomendación de abonado con purines (Aplicación RAX)

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