Horta da Lousa: lechugas y tomates con sabor, controlados desde el móvil

Néstor Liñares Pardo es un joven de 33 años que en el 2010 cambió su trabajo de informático en A Coruña para incorporarse a la huerta de su madre en Cerceda (A Coruña). Nos cuenta los cambios que hizo en esta empresa familiar que ya da trabajo a 5 personas.

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Horta da Lousa: lechugas y tomates con sabor, controlados desde el móvil

María, Néstor y José Antonio en su invernadero de tomates.

Cuando uno llega a Horta da Lousa sorprende ver el mimo y el cuidado de todos los campos de cultivo y de los invernaderos. Un paisaje bucólico de filas de lechugas y de tomates perfectamente ordenados, lindando con praderas en las que pastan vacas de raza Rubia Gallega, y unos invernaderos de última generación que ponen una nota futurista.

Al frente de esta empresa de huerta familiar está Néstor Liñares Pardo, un joven de 33 años que en el 2010 decidió cambiar su prometedor trabajo de informático en A Coruña por este sector. Junto a él, dirige la empresa su madre , María Pardo Barbeito, y además dan trabajo a tres personales más empleadas.

Hoy de sus 8.000 metros cuadrados de invernaderos y de los 15.000 metros cuadrados de huerta al aire libre salen cada año unas 100.000 lechugas y unos 40.000 kilos de tomate, además de planta ornamental y de huerta, que se distribuyen por las comarcas de Ordes, A Coruña, Santiago y Bergantiños.

Una historia de superación y apuesta por la riqueza del rural

Pero los comienzos no fueron fáciles, pues cómo reconoce José Antonio Liñares Candal, padre de Néstor, “no estamos en el mejor lugar de Galicia para huerta, y tuvimos que superar adversidades y también incomprensión de nuestro entorno social cuando empezamos en un sector totalmente novedoso para esta zona”.

En la busca de una actividad en el sector primario para su mujer, María Pardo Barbeito, decidieron apostar por la huerta en el año 1989, porque tal y como explica José Antonio, “teníamos poco terreno, y la huerta era rentable en un espacio reducido”. “Además -añade- valoramos que teníamos un mercado cerca, el de la villa de Ordes, que estaba siendo abastecido desde A Coruña y que podíamos cubrir nosotros con productos de huerta más frescos, de cercanía e incluso a menores costes”.

Fue así como en otoño de ese año empezaron con un invernadero de 600 metros cuadrados. Pero, en el mes de Navidad un vendaval levantó el plástico y dobló los arcos de la instalación. “Fue un golpe, pero al día siguiente ya estábamos reparándolo y para la semana de Reyes ya estábamos vendiendo lechuga en Ordes”, cuenta con orgullo José Antonio.

La demanda de sus productos de huerta, siempre dirigidos a pequeños establecimientos, fue tal que en el año 1990 construyeron otro invernadero y en el 1992 llegaron a 2.700 metros cuadrados cuadrados cubiertos, una superficie en la que se mantuvieron estables hasta el año 2010.

Comenzaron cultivando lechuga y fueron ampliando a tomate, repollo y fresas, pero finalmente se centraron solamente en tomate y lechuga, dos productos que, como destaca José Antonio, “son muy demandados durante todo el año”. También producen para la venta en tiendas agrarias planta ornamental y unas 100 variedades de planta de huerta, para mantener la actividad en los meses de invierno.

Y llegó el año 2010 cuando la familia se planteó seguir con la huerta o cerrar la explotación. Néstor tenía un buen trabajo como informático en A Coruña, y María no se sentía con ánimo para seguir sola. Pero al hijo no le acababa de gustar el trabajo de oficina y echaba de menos “trabajar en la huerta, en lo que me gusta, estar cerca de la familia y poder ir a comer durante la semana el caldo junto a la abuela”.

 “En unos años queremos conseguir una producción 100% orgánica”

Para que el sueño se correspondiera con la realidad echaron cuentas e hicieron una planificación. “Hicimos un estudio de mercado y la opción más rentable para 2 socios y 3 empleados era estar próximos a 1 hectárea de invernadero, lo que nos permitiría tener horarios flexibles y una producción estable todo el año”, explica Néstor.

Después de un largo proceso administrativo, finalmente en el 2013 entraron en funcionamiento las nuevas instalaciones, que supusieron una inversión superior a los 300.000 euros, parte de ellas sufragadas con la ayuda de un plan de mejora.

Control informático de la explotación desde el teléfono móvil

Las nuevas instalaciones están totalmente automatizadas, lo que mejora la eficiencia en el uso de agua, el rendimiento de los cultivos y reduce la mano de obra. “Instalamos un sistema de control de clima que mide temperatura, intensidad lumínica, presencia de lluvia, humedad exterior, dirección y velocidad del viento. Con todos esos parámetros actúan una serie de ventanas para adecuar la temperatura del invernadero a la óptima para el cultivo. Además, la malla de sombreo se extiende automáticamente cuando se sobrepasan 450 vatios de radiación solar por metro cuadrado para que el plantel no se queme, y además, durante el invierno supone una ayuda térmica para los cultivos”, explica Néstor.

El sistema de riego está controlado desde el teléfono móvil, lo que les permite un ahorro del agua y un control más cómodo desde cualquier lugar del planeta.

Apuesta por una agricultura respetuosa con el medioambiente

Y todos estos avances tecnológicos les permiten tener una huerta más eficiente pero que busca sobre todo mantener el sabor y la frescura. Así, por ejemplo, los tomates, que producen de junio a noviembre, son cosechados sólo cuando reciben el pedido, de forma que el tomate va madurando en la planta, y eso permite que esté muy compensado entre dureza y sabor.

En cuanto a la lechuga, utilizan 4 variedades que cultivan durante todo el año, en verano al aire libre y en invierno en el invernadero. “Un gran porcentaje de lechuga que comercializamos la cortamos a primera hora del día, de forma que la hoja almacena gran cantidad de agua del rocío, y mantiene todas las propiedades organolépticas, sin pasar por cámara”, destaca Néstor.

Y todo esto, en una agricultura que intenta ser lo más respetuosa posible con el medio ambiente. Así, el abono que utilizan procede principalmente del rebaño de vacas de raza Rubia Gallega que cuidan los abuelos de Ernesto, así como del abono de explotaciones ganaderas de la zona. Emplean también variedades resistentes, para reducir el uso de fitosanitarios, realizan lucha biológica y labores culturales para evitar el uso de herbicidas.

“El tipo de agricultura que hacemos actualmente es integrada, e intentamos acercarnos lo más posible a la ecológica. Sabemos que es algo que no nos lo valoran como se debiera, porque nuestros clientes buscan un equilibrio entre calidad y precio, pero en unos años queremos conseguir una producción 100% orgánica”, aseguran.

El futuro: cultivo en ecológico y ensaladas envasadas listas para consumir

Precisamente, su estrategia de futuro pasa por una parte, por estudiar la viabilidad de pasar a certificar su producción en ecológico, y por incorporar nuevos productos de invierno como el repollo.

Pero donde ven también muy necesario comenzar a trabajar es en productos de cuarta gama, como ensaladas ya preparadas y envasadas, listas para consumir. “Hoy la lechuga es la base de las ensaladas pero los hábitos de consumo cambian rápidamente y debemos adaptarnos, por ejemplo con lechugas más pequeñas y elaborar ensaladas envasadas”, asegura Néstor, consciente de que “la lechuga entera tiene sus clientes y sus días contados, porque la gente de las nuevas generaciones ya la compra hecha en ensaladas”.

“Las nuevas generaciones ya compran las ensaladas hechas. Tenemos que adaptarnos”

Y pasados estos siete años, una pregunta que todos nos haríamos es si este joven se arrepiente de haber dejado su trabajo de informático en A Coruña. Reconoce que “los primeros años fueron duros porque teníamos que simultanear la producción con la obra de los nuevos invernaderos”. También valora como muy positivo que partía con la gran ventaja de que la explotación y los canales de comercialización ya los habían puesto en marcha mis padres

Pero no duda en afirmar que “sin duda el cambio fue claramente para mejor”. “Me gusta lo que hago y donde vivo”, concluye.

Plantación de leitugas en exterior de Horta da Lousa

Las recomendaciones de Horta da Lousa para las personas que quieran incorporarse al sector de la huerta:

-”Primero, antes de plantar nada, buscar clientes para tener vendida buena parte o toda la producción”.

-”Es clave a formación y el asesoramiento. Llevamos casi 30 años en la huerta y seguimos aprendiendo”.

-”Es básico tener un colchón de ahorros, porque ve a haber años buenos y años malos, y hay que compensarlos”.

-”Hay que mantener la confianza del cliente manteniendo unos estándares de calidad. Y el producto que no los cumpla debe ir para destrío”.

– Y sobre todo, como subraya José Antonio, “que tenga pasión por trabajar en el campo, porque la huerta exige mucha constancia para superar los momentos malos”.

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