As Fadegas, segunda generación para una explotación de huerta pionera que cumple 40 años

Esta explotación de huerta de Ribadeo fue una de las primeras de la provincia de Lugo en tener invernaderos y en producir en ecológico. Marta y Montse tomaron el relevo a Elia y Vicente hace tres años manteniendo la misma filosofía: producir frutas y hortalizas de calidad para el mercado local 

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As Fadegas, segunda generación para una explotación de huerta pionera que cumple 40 años

Marta, Montse y Antía

Hace tres años que Marta Méndez y Montse Laya decidieron incorporarse a la actividad agraria y dar continuidad a una explotación de huerta ecológica que basa su estrategia en la variedad y en la venta directa. Disponen de 1.800 metros cuadrados a cubierto en 5 invernaderos y una hectárea al aire libre en tres parcelas ubicadas al lado del río Grande, en el ayuntamiento lucense de Ribadeo.

De esta explotación, que lleva el nombre de la finca en la que se asienta, As Fadegas, salen en esta época tomates, pimientos, berenjenas, lechugas, puerros, habas, judías, remolacha de mesa, calabaza, calabacín, guisante, tirabeque, apio, acelgas y espinacas. En invierno también coliflores, repollos y verduras asiáticas. También hay frutales: higos, ciruelas, manzanas, peras, nueces, kiwis, avellanas y frutos rojos como arándanos o frambuesas, plantadas hace cuatro años. Hasta hace dos años ponían también patatas, pero a raíz de la prohibición de plantación en la comarca de A Mariña debido a la polilla guatemalteca tuvieron que dejar de sembarlas. «Lo sustituimos por boniato el primer año», dice Montse.

«Al vender directamente al consumidor necesitas tener variedad y además al diversificar las producciones si te falla un cultivo siempre compensas con los otros», explica Marta. También plantan crisantemos para Santos. «Es rentable económicamente y también va muy bien para hacer la rotación de cultivos porque aunque sea dentro del invernadero hay que hacer igualmente rotación, menos el tomate, que incluso funciona mejor si va siempre en el mismo sitio», cuenta.

Este año la producción va retrasada por la climatología pero los meses del verano son siempre de mucho trabajo. «De junio a septiembre trabajamos todos los días. Tenemos mercado dos días por semana, los miércoles y los domingos, así que otros dos, los martes y los sábados, son de recogida. Solo te quedan 3 días para trabajar en la huerta y no te puedes permitir parar ninguno», afirma Marta, mientras reconoce que les gustaría tener más tiempo para estar con su hija, Antía.

En invierno hace más tiempo libre. Una explotación ecológica como esta se adapta a los ciclos de la naturaleza, que descansa cuando hay menos horas de luz y despierta con la llegada de la primavera y el verano. El trabajo en invierno se centra en los semilleros, que son propios para la mayoría de los cultivos. «Hacemos el semillero de casi todo, eso ya nos ocupa buena parte del tiempo en invierno», dice Montse. Quieren invertir en un sistema de regadío para los semilleros controlado mediante el teléfono móvil para no estar atadas a venir a regar todos los días y poder de este modo marchar de vacaciones en los meses de menos trabajo. Es una época en la que también caen los ingresos porque las ventas son pocas. «Nuestros ingresos, como las producciones, son muy estacionales, y en invierno siempre vamos muy justas para pagar la Seguridad Social», admite.

“La producción de alimentos es algo muy poco valorado en Galicia”

En una de esas pequeñas escapadas que se permiten, Marta y Montse visitaron con el Sindicato Labrego Galego distintas explotaciones de huerta en ecológico en Euskadi, donde vieron una realidad bien diferente. “En Galicia estamos a años luz con respecto a otros lugares. En ese viaje vimos por ejemplo un colegio con 700 niños cerca de Durango y en el comedor del colegio solo empleaban productos de agricultura ecológica, así que varias explotaciones de su entorno vivían de servir al colegio”, describe Montse.

Pero la situación dista mucho en Galicia. “Falta concienciación, la legislación autonómica aquí es mucho más rígida y no nos permite, por ejemplo, vender planta si nos sobra en los semilleros, y los precios de los productos no tienen nada que ver. Lo más caro que tenemos nosotros es la espinaca y la vendimos a 4 euros el kilo, en el País Vasco los productores la vendían a 16 euros”, describe Marta. “Nosotros tenemos que competir en precio con la producción convencional, porque por el momento la producción ecológica está poco valorada por el consumidor”, afirma.

“La producción de alimentos es algo muy poco valorado, sobre todo en ecológico, que pasas el día sacando hierbas”, remarca Montse, que hace una reflexión: “Aquí la relación entre las horas que echas y la rentabilidad no es la misma que la de otras profesiones”, dice. “Los 30 euros la hora que te cobran en el taller o un fontanero nadie los cuestiona”, compara.

“Poder ofrecer calidad a tus vecinos es reconfortante”

As Fadegas le da salida al 90% de su producción en el mercado de Ribadeo. Su puesto es de los que no falla todos los miércoles y domingos. “A mí me gusta mucho vender en el mercado, la gente es agradecida y poder ofrecer alimentos de calidad a tus vecinos es reconfortante”, asegura Marta, que defiende que “para que los mercados de las villas se mantengan tiene que haber productores que vayan, porque si solo van mayoristas al final tienes los mismos productos que hay en el supermercado”, argumenta.

Marta y Montse ponen un precio fijo a cada producto para todo el año. “Lo marcamos al inicio de la campaña y lo mantenemos hasta que remata, no lo vamos variando”, explican y dicen que así evitan prácticas habituales en los mercados como el regateo. “A nadie se le ocurre regatear el precio con la cajera del supermercado, pero en los mercados es frecuente que la gente intente bajar el precio”, explican. Pero su clientela, que es fija en la mayor parte, ya la heredaron educada por Elia.

Pioneros en la huerta ecológica en Galicia

A Marta lo de la huerta le viene de familia, aunque no se dedicaba a eso. Tanto ella como Montse, que es de Melide, estudiaron Forestales y estaban trabajando en Ponferrada. “Cuando mis padres se jubilaron nos parecía una soberbia que dieran la oportunidad de continuar con una explotación ya montada y no cogerla”, explica.

Elia y Vicente, los padres de Marta, pusieron en marcha As Fadegas en el año 1978. “Fuimos una explotación que nació de cero, algo que no era muy habitual en aquel tiempo. Casamos con 27 años y decidimos iniciar un proyecto de huerta. No cogimos las vacas porque necesitas más terreno y era más complicado empezar de nada. Nos apuntamos a un programa de Extensión Agraria en el que ellos pagaban la planta y te asesoraban y tú ponías el trabajo. Empezamos con zanahoria, cebolla y judía. Al año siguiente ya hicimos un invernadero de 1.000 metros cuadrados, fue el primer invernadero de la provincia de Lugo y llamaba mucho la atención. Estaba hecho de madera y fue autoconstruído. Luego venía un técnico de Extensión Agraria, valoraba la obra y te permitía hacerla. Ahora tienes que contratarlo todo porque hay que tener facturas y tienes que contratar hasta la colocación del invernadero porque tu trabajo no se subvenciona. A nosotros nos habían dado un crédito de un millón de pesetas y te financiaban los intereses», recuerda Elia de sus comienzos.

Esta explotación de Cubelas volvió a abrir camino años después, al ser uno de los primeros productores de huerta ecológica en Galicia. Elia participó en la constitución del Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega), del que fue vocal. «Ya antes del año 1996 estábamos haciendo ecológico. En aquella época poníamos habas y se trataban mucho. Un día un médico amigo nuestro que estaba de visita me dijo que no cogiera en el regazo a la pequeña, a Marta, porque venía de dar los tratamientos y quedaban en la ropa. Nos dimos cuenta de que estábamos contaminando todo y que nos estábamos contaminando a nosotros mismos y decidimos cambiar. Aquello también era nuevo, porque nadie te decía que aquello era malo, estaba permitido y nadie controlaba los tratamientos», dice.

“Fuimos de los primeros agricultores autóctonos que comenzamos con en ecológico”

Dar el salto a ecológico no fue fácil. «La transición fue dura. Estuvimos 7 años perdiendo dinero. La tierra no estaba preparada y las plantas tampoco estaban adaptadas. Pero no pensamos en ningún momento en dar marcha atrás en nuestra decisión, estábamos muy convencidos», recuerda. «Íbamos buscar el abono de cabra a la parroquia de Martul, en San Martín de Oscos, porque por aquí hay muchas vacas pero no en producción ecológica. Lo traíamos y lo compostábamos aquí. Había muy poca información y poco de donde sacarla porque estaba en inglés o en alemán. Entonces hacían ecológico solo los que venían de fuera y se asentaban en Galicia, nosotros fuimos de los primeros agricultores autóctonos que comenzamos con el ecológico. En Navarra vimos un invernadero de 5.000 metros cuadrados en ecológico y aquello nos abrió los ojos, porque hasta entonces por aquí en Galicia solo había pequeñas huertas familiares para autoconsumo en ecológico, pero no explotaciones profesionales de producción ecológica para venta», explica.

Desde que nació en el año 1978 hasta el año 1996 As Fadegas canalizaba su producción a través de intermediarios. «Vendimos durante 18 años a un almacén de la zona, decidimos pasarnos a la venta directa cuando cambiamos a ecológico», recuerda Elia. Comenzó yendo al mercado de Foz los martes y al de Ribadeo los miércoles y a hacer cestas para vender en Lugo a través de dos asociaciones de consumo responsable, La Cueva de la Terra y La Panza Ecológica.

«Si los padres echan la vida renegando del trabajo en el campo es imposible que los hijos se planteen siquiera quedar en medio rural»

En el  año 2001 surgió la idea de hacer también mercado en domingo en Ribadeo y se constituyó la asociación A Sucadoira con 15 productores de huerta del ayuntamiento. «Tuvo muy buena acogida y fue buena idea porque productos como la judía, el tomate o la fresa hay que recogerlos más de un día a la semana y de este modo podíamos cogerlos y darles salida los miércoles y los domingos», explica.

En el ayuntamiento de Ribadeo hay hoy media docena de productores profesionales de huerta, dos de ellos en ecológico. La mayores hay un buen número de productores de habas, sobre todo en la zona de Cedofeita, pero muchos de ellos lo tienen cómo segunda actividad, como complemento.

Como Elia, en la Sucadoira hay ya más jubilados que productores en activo. Pero ella se resiste a marchar de todo. «Me quieren mandar de vacaciones del Imserso, está todo el mundo empeñado, pero yo disfruto aquí, que se me perdió a mí en Benidorm», bromea. Así que sigue yendo por las Fadegas, donde ejerce de «técnica supervisora», ironiza Montse. Aporta asesoramiento gratuito, aquel que antaño ofrecían los técnicos de Extensión Agraria. «A nosotros los ayudó mucho Antonio Hueca durante su etapa en Ribadeo», agradece Elia.

Esa misma pasión por la tierra que ella tiene se la transmite a su neta Antía. «Si los padres echan la vida renegando del trabajo en el campo es imposible que los hijos se planteen siquiera quedar en medio rural», razona. Reconoce, eso sí, que varió el concepto de lece con respeto a su generación. «Yo era feliz un domingo por la tarde viendo crecer las lechugas», asegura.

Mercado de los Domingos de Ribadeo, un modelo de cercanías que triunfa en Europa

En As Fadegas tamén cultivan framboesas

Mientras muchas otras localidades gallegas veían esmorecer poco a poco sus mercados, engullidos por supermercados y grandes superficies, Ribadeo no solo logró conservar el suyo, sino que año a año disfruta de mejor salud, convertido ya en referencia para toda la comarca de A Mariña, para consumidores de la vecina Asturias e incluso para productores llegados de lugares como Negueira de Muñiz o la Terra Chá.

Al habitual mercado semanal de los miércoles se añade durante los meses del verano el Mercado de los Domingos, que cumple ya 17 años y donde el producto de cercanías es el protagonista, poniendo en valor esa economía más próxima, potenciando el consumo de temporada y los productos de calidad y kilómetro cero, un modelo en auge en numerosas villas y ciudades de Europa.

El Mercado de los Domingos está organizado desde el Ayuntamiento de Ribadeo en colaboración con la asociación de productores y productoras de huerta A Sucadoira, un colectivo surgido a la par que la recuperación del Mercado y presidido en la actualidad por Ana Díaz. El Mercado de los Domingos tiene lugar en el exterior de la Plaza de la Abastos de Ribadeo todas las mañanas de los domingos del verano, desde el San Juan hasta el puente de octubre, entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde.

Acuden 14 puestos, de los que 5 son productores de huerta locales. Está regulado que en el mercado el 60% de los puestos tienen que ser de huerta y el resto productos artesanos. El Ayuntamiento da prioridad a los productos de la zona y los productos de huerta comercializados tienen que ser de producción propia o mercados a productores que estén a menos de 50 kilómetros de Ribadeo.

En paralelo al Mercado de los Domingos, durante los tres meses del verano se realizan una serie de actividades para dinamizarlo. El espacio cuenta con un rincón de los niños con juegos para ellos y varias veces en la temporada el entorno de la Plaza de Abastos acoge actuaciones musicales o talleres vinculados a la agricultura. El próximo día 29 de julio, por ejemplo, tendrá lugar uno sobre jardines verticales y habrá también una cata de productos ecológicos. El Mercado de los Domingos se cerrará como siempre con la Fiesta de la Huerta, con actuaciones musicales el último día, que este años será el 14 de octubre.

Referencia comercial de la comarca de A Mariña y del occidente asturiano

Con la recuperación de este mercado Ribadeo continúa una tradición comercial de más de medio siglo, la de comprar en domingo. Desde el año 1962 los comercios de la villa abren ese día para facilitar las compras tanto a la población local como a los clientes del resto de la comarca. En verano se suman también los numerosos turistas que visitan la localidad y que multiplican la población habitual.

Los objetivos de los mercados semanales de los miércoles y de los domingos en Ribadeo son fomentar y poner en valor los productos locales de la huerta, articulando así un espacio para los productores del campo de la localidad. Pero además de espacio para los productores locales, el Mercado de los Domingos incluye una oferta más diversificada. En sus 14 puestos, además de huerta, se puede encontrar cuchillería, pan, ostras, queso, embutidos, zumos o dulces. Además, este año se incorporaron dos nuevos productores con cerveza y chocolates de Ribadeo.

Tanto los productos a la venta como el lugar, con un entorno cuidado, priman la calidad, por lo que el Mercado de los Domingos se presenta como un mercado gourmet de productos gallegos. La Plaza de Abastos, principal referente de la comercialización de producto fresco en Ribadeo, cuenta con una situación privilegiada en el corazón de la villa. Fue construida en 1935 en unos terrenos donados por Ramón González y se presenta como un edificio de estilo funcionalista, con una estructura de hierro a la vista y una interesante composición de fachadas. Dispone además de una zona de aparcamiento gratuito muy cerca, lo que permite comprar con comodidad al tiempo que se da un paseo por la villa.

Los mercados de cercanías ofrecen una garantía para el consumidor, porque sabe que está consumiendo calidad y productos sin cámara, que van directamente de la huerta a su mesa. Los productos son cosechados el día antes al anochecer o el mismo día del mercado por la mañana temprano.

Las ferias y mercados que tienen lugar a lo largo del año en Ribadeo son verdaderos puntos comerciales de referencia comarcal. Con ellos, el Ayuntamiento de Ribadeo fomenta la producción local y apoya la creación de un espacio de calidad para su comercialización.

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