Los montes vecinales conveniados con la Xunta suspenden en gestión

Las talas en las superficies manejadas por la Administración rondan 1 tonelada por hectárea y año, una cifra que revela carencias de manejo, según el sector. Analizamos oportunidades de mejora en el aprovechamiento del monte gallego

Los montes vecinales conveniados con la Xunta suspenden en gestión

Los pinos representan dos tercios de las cortas en los montes vecinales.

La Xunta gestiona en Galicia alrededor de 300.000 hectáreas de montes vecinales a través de convenios con las correspondientes comunidades de montes. Es un modelo de gestión que abarca cerca de la mitad de la superficie del monte vecinal y que nació con el objetivo de mejorar el trabajo que hacían las propias comunidades, que bien por falta de capital o de capacidad, le trasladaron parte del manejo de sus montes a la Administración. El problema es que el resultado de los convenios, ahora en proceso de extinción, dista mucho del esperado.

Las superficies vecinales con convenio se orientaron en su mayoría a un aprovechamiento maderero, en la idea de que estuvieran arborizadas y con una gestión optimizada. Sin embargo, sus cifras de talas revelan un manejo bajo mínimos, pues con el 15% de la superficie forestal de Galicia, alcanzan poco más del 3% de las talas.

«Es un fracaso de gestión claro que además sorprende por la reiteración de los datos año tras año» -valora el responsable de la Asociación Sectorial Forestal Galega (Asefoga), Jacobo Feijoo-. «En los montes vecinales con convenios se corta alrededor de una tonelada por hectárea y año. Es una cifra insuficiente que se podría cuando menos cuatriplicar con una gestión forestal razonable, produciendo madera de manera sostenible y compatilizando el aprovechamiento de la madera con otros usos», analiza.

«Si habláramos de 300.000 hectáreas arborizadas, se podría obtener ocho veces más madera de la que se logra en la actualidad. Eso repercutiría en Galicia en una subida de dos puntos del PIB industrial (Producto Interior Bruto), compara Feijoo.

La opinión sobre defectos en la gestión de los montes vecinales conveniados es compartida por otros colectivos, como la Asociación Forestal de Galicia. Su director, Francisco Dans, confirma que en el sector hay una percepción de «falta de gestión en los montes con convenio», que suelen adolecer de retrasos en trabajos silvícolas y en la venta de la madera. «Probablemente parte de los montes tengan masas viejas de pino pasadas de turno. Lo sabremos en cuanto dispongamos de un inventario actualizado», señala.

Condicionantes en la gestión de los montes vecinales
Los montes vecinales autogestionados por las propias comunidades acostumbran a duplicar el volumen de talas de los montes conveniados, si bien también quedan lejos de los niveles de aprovechamiento maderero de las propiedades particulares, una circunstancia que se atribuye en el sector a varios factores.

«En general, los montes vecinales ocupan los terrenos menos productivos del monte. Es frecuente que estén en las zonas más altas y rocosas, con lo cual son montes que van a producir menos madera por hectárea», analiza el director de la Escuela de Ingeniería Forestal de Pontevedra (Uvigo), Juan Picos, que coordinó recientemente el informe sobre las talas de madera en Galicia en el 2017, elaborado conjuntamente por la Universidad de Vigo y la Axencia Galega da Industria Forestal (Xera).

Otros factores a tener en cuenta, según Picos, son la multiplicidad de usos en los montes vecinales, con partes dedicadas a usos agroganaderos, y el impacto de los fuegos, que afectan de manera habitual a superficies conveniadas de provincias como Ourense. «Hay factores que explican una menor productividad de los montes vecinales, y en concreto de los montes vecinales con convenios. También es cierto que puede haber factores de infragestión y lo que está claro es que hay un potencial de mejora de esos montes», concluye Picos.

Papel de los Distritos Forestales
El director de la Escuela de Ingeniería Forestal es partidario de hacer un análisis comarcalizado. «En Galicia tenemos realidades forestales muy diversas, por lo que es necesario valorar cada distrito forestal en particular. Si analizamos por ejemplo los montes vecinales de Pontevedra, podemos ver que son más activos y que tienen más cortas que el monte privado de la provincia, donde se dan más situaciones de abandono. Si entramos en los distritos forestales de Ourense, la situación será otra, probablemente con problemas de gestión tanto en el monte vecinal como en el particular, y estas realidades no son comparables con las que se dan en otros distritos», concluye.

La gestión de los montes vecinales con convenio corresponde a los 19 Distritos Forestales de Galicia, una estructura comarcal para la que se reivindica un mayor papel desde el sector forestal. «Recientemente se produjo un cambio en la estructura de la Consellería de Medio Rural, de forma que como veníamos demandando, la gestión forestal se separó de la lucha contra los incendios» -explica Elier Ojea, presidente de la Federación de Aserraderos y Rematantes de Galicia (Fearmaga)-. «Esa es una oportunidad para darle a los Distritos Forestales capacidad para hacer gestión forestal, con el personal adecuado y un trabajo riguroso», señala Ojea.

Contratos de gestión
Juan Picos también aboga por un análisis a nivel de Distrito Forestal sobre cómo mejorar la gestión de los montes con convenio. «Está también pendiente de concretar qué va a suceder con los montes con convenio, pues falta aún por aclarar el modelo de gestión que tendrán en el futuro», valora Picos.

La extinción de los convenios de los montes vecinales ya comenzó y estará concluida en el 2021, según las previsiones de la Xunta. La Administración tiene previsto ofrecerle a parte de los montes un contrato de gestión que sustituirá a esos convenios, pero otros montes vecinales, los más productivos o capitalizados, tendrán que autogestionarse o buscar otros modelos de gestión.

Ourense, «expediente X» del monte gallego

Ourense representa un caso singular en la comunidad. Es la segunda provincia de Galicia en superficie forestal, con unas 575.000 hectáreas -cerca del 30% de la comunidad-, pero es residual en las talas, con menos del 5% anual. «Ourense era hace unos 40-50 años la provincia con mejor calidad de pino para los aserraderos y de esa situación pasó ahora a tener un papel residual en las talas, siendo además la provincia con más incendios» -analiza Elier Ojea, presidente de la Federación de Aserraderos y Rematantes de Galicia (Fearmaga)-. «Algo tenemos que estar haciendo mal», valora.

Los factores que explican la pérdida de peso de Ourense en el monte gallego son varios. Ojea destaca el problema de los incendios, «que incluso afectaron a repoblaciones hechas por la Administración en montes conveniados», y alude también a la despoblación y al abandono del rural en amplias zonas. «Antes había una mayor gestión del monte y las zonas con madera funcionaban como una caja de ahorros. Ahora tenemos una carga exagerada de matorral, mucha emigración y poca gestión forestal», compara.

Los problemas de falta de gestión alcanzan tanto a los montes vecinales, que representan la mitad de la superficie forestal de la provincia, como a los montes particulares, donde el presidente de Fearmaga señala un problema clave, el minifundio. «¿Qué sería para nosotros fundamental?. Que haya una actuación legislativa por parte de la Xunta que impulse una agrupación de superficies mínimas de gestión. Si en una superficie de 50 hectáreas tenemos 500 parcelas de propietarios distintos, muchos de ellos emigrados o desconocidos, es imposible hacer nada», advierte Elier Ojea.

El presidente de Fearmaga considera que podría haber inversores dispuestos a gestionar el monte si se consiguieran superficies mínimas de gestión. «Tenemos el ejemplo del arrendamiento de tierras que está acometiendo Navigator para plantar eucalipto en Coruña y Lugo. En Ourense necesitaríamos una iniciativa similar de una empresa interesada en la plantación de pinos o frondosas caducifolias», valora Elier Ojea.

Nematodo del pino
Otra preocupación del sector se centra en las plagas forestales, en especial la del nematodo del pino, que amenaza el sur de la provincia. «El bosque que nosotros podamos pensar, igual dentro de 30 años no lo hay. Es preciso avanzar en la obtención de plantas resistentes el nematodo», advierte Elier Ojea, que propone incluso la puesta en marcha de plantaciones modelo en Ourense que puedan servir de «escaparate» para comunidades de montes y propietarios particulares.

«La Xunta dispone de 150-200 hectáreas en propiedad en el entorno de San Cibrao das Viñas, en una buena zona forestal, que podrían ser empleadas con el objetivo de crear plantaciones alineadas, con manejo silvícola y plantas resistentes al nematodo. Sería un ejemplo en la provincia», concluye Ojea.

En cuanto a las comunidades de montes conveniadas, que aglutinan en Ourense más de 100.000 hectáreas, Ojea considera que les corresponde el papel de «movimiento tractor». «No puede ser que tengamos en el monte madera fuera de turno pudriéndose. La Administración tiene que incentivar talas en plazo y una buena gestión que pueda servir de incentivo también para la silvicultura en las propiedades particulares», valora el presidente de Fearmaga.

Pino y monte vecinal, una simbiosis con un futuro incierto

El pino tuvo desde hace décadas un papel protagonista en los montes vecinales de toda Galicia, hasta el punto de representar en la actualidad dos tercios de las talas que acometen las comunidades de montes. Esa situación contrasta con la de los propietarios particulares, donde más de la mitad de las talas son ya de eucalipto, que en el monte vecinal representa menos de un 30% de los aprovechamientos.

La Xunta legisló además este año para que en los montes vecinales conveniados no se puedan plantar eucaliptos, lo que confirma el papel de los montes vecinales como bastión actual de las coníferas en la comunidad. Las incertidumbres de futuro para el pino se centran en dos cuestiones. ¿Qué va a pasar en los montes vecinales en los que se deje la gestión pública?. ¿Y qué va a pasar con el pino ante la expansión de la plaga del nematodo, que ya afecta a todo el sur de la provincia de Pontevedra?.

Para el director de la Escuela de Ingeniería Forestal de Pontevedra, Juan Picos, es preciso actuar en varias líneas. En primer lugar, Picos apunta la necesidad de un programa de mejora genética que obtenga «clones tolerantes al nematodo». «Habrá que ver también hasta que punto pueden tener encaje en el monte gallego otras especies de coníferas que sean resistentes al nematodo», valora Picos.

Otra cuestión a afrontar es la financiación de los montes vecinales que trabajan con coníferas, que en algunos casos se encuentran descapitalizados. «Deberían tener apoyos para capitalizarse, generar rentas y ser persistentes en el tiempo. Las coníferas tienen un papel clave de soporte de toda la industria del aserrado», recuerda Picos.

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