De ‘por qué arde el monte’ a ‘cómo cambiar el monte’

Manuel Beiro, de Asefor, reflexiona en este artículo de opinión sobre el enfoque y vías de cambio que precisa el monte gallego, tras la última ola de incendios

De ‘por qué arde el monte’ a ‘cómo cambiar el monte’

El monte Pindo quedó arrasado por el fuego en 2013. Imagen de 2017. / Archivo.

Sobre el problema de los incendios forestales, hay en la sociedad tantas opiniones como personas. Sabemos que buscar soluciones no es tarea fácil, pero este reto involucra a toda la sociedad, también a aquellos que consideran que no tienen relación con el mundo forestal. Se trata de un reto de país.

Un problema que no cambia

El primer recuerdo que tengo de un fuego forestal fue en el año 1981, con 7 años. Ardió el Monte Pindo. Desde aquella, la imagen del Pindo ardiendo desde la ventana de mi cuarto se convirtió en un hecho que se fue repitiendo cada cierto tiempo con el pasar de los años, casi de manera matemática, como predefinido en el tiempo.

Aquel monte tenía entonces arbolado. Pino del país, incluso algunas áreas con importante frondosidad. Ahora el perfil del macizo dibuja el redondeo de las piedras erosionadas por el tiempo. El último fuego, en el 2013, convertió en ceniza el manto vegetal que trataba de venir de nuevo arriba.

No voy a repasar todos los fuegos que sufrió mi parroquia ni mi comarca. Esos datos están guardados en estadísticas oficiales y también en la memoria de la gente, donde están marcadas esas noches de desesperación en las que los vecinos temen por las propiedades más próximas al fuego, por las casas, por el monte, por los animales y por ellos mismos. Por no hablar de aquellos que llevan años trabajando en los distintos dispositivos contra incendios.

La relación con el monte
La pregunta del millón es quién le prende fuego al monte y para qué. Cuál es esa siniestra razón que nos perjudica a todos aquellos que desarrollamos nuestras actividades alrededor del monte gallego y, por extensión, a toda la población. No vamos a enumerar las causas más frecuentes de incendios forestales en Galicia, están en internet y en el imaginario colectivo.

«El abandono de la gestión de las tierras crea las condiciones para que los incendios se descontrolen y causen mayores daños»

Más allá de las causas primarias, hay que apuntar también a una cuestión de fondo. Ahora se dan las condiciones para que, con mayor frecuencia, haya incendios que se descontrolan y con alta capacidad de hacer daño. La condición principal para que esto suceda es el abandono de la gestión de las tierras, un factor unido a otros, sociales y ambientales, como el cambio climático.

Trataremos, por tanto, de darle otro enfoque al problema. La pregunta que nos interesa es cómo fomentar el cambio social que necesita el monte gallego.

Toda la sociedad se relaciona con el monte por uno u otro motivo. Hay quien basa su actividad laboral o económica en el sector forestal, propietarios y empresas del sector de la madera, por ejemplo, pero también se relacionan con el monte ganaderos, cazadores/pescadores, empresas de servicios y turismo, científicos o funcionarios de la Administración que tienen su puesto de trabajo relacionado con el monte. También la gente a la que le gusta realizar actividades de ocio o personales relacionadas con el medio natural.

Aquellos que creen estar más alejados del ámbito forestal obtienen beneficios directos porque el monte tiene que ver con el valor ecológico, con la diversidad biológica, con la calidad y ciclo de las aguas, con la calidad del aire, con el paisaje, con la lucha contra el cambio climático. Todos somos usuarios, la responsabilidad de este uso, por lo tanto, debería ser compartida entre todos, variando el peso de esa responsabilidad en función del papel de cada uno.

El bosque administrativo
Tenemos en Galicia una buena cantidad de gente que trabaja por un sector forestal sostenible y económicamente viable (sólo el Consello Forestal de Galicia está formado por 48 personas, en representación de diversas entidades).

Disponemos también de abundante legislación, de un plan forestal (1992) y de 19 distritos forestales con personal técnico. Tenemos Concellos, Deputaciones, también diversas asociaciones sectoriales, asociaciones de propietarios, ingenieros, etc.

No falta legislación ni personal, pero sí falta mucho para que haya un cumplimiento estricto de las leyes. Ese cumplimiento es necesario, pero tampoco solucionará el problema en sí, pues es precisa una planificación forestal que tenga en cuenta las tendencias sociales, ambientales y económicas, y que involucre a toda la sociedad.

Formación y extensión forestal

Existen diferentes tipos de propietarios y con diferente dependencia de los recursos forestales. Los hay que hacen un esfuerzo por estar al día en los diferentes temas, los que buscan asesoramiento y disponen más o menos de recursos, o comuneros que se esfuerzan por llevar adelante sus proyectos.

«Precisamos una cultura de país sobre la diversidad de usos que tiene el monte y sobre el interés de su aprovechamiento productivo»

Pero hay otro tipo de propietarios u otras personas ajenas a la propiedad forestal que no tienen conocimientos sobre la legislación aplicable, sobre usos posibles o sobre la propia dinámica de los
montes, especies etc .

Quizás no sepan que existen un montón de documentos (normas) que regulan el sector, que hay unos deberes y que se tienen unos derechos. Igual no se les ocurre que se pueden gestionar los montes de otra manera, igual no saben que los montes deben ser gestionados , no son conscientes de los beneficios de una correcta gestión o no tienen recursos económicos suficientes para ello.

Por tanto, para lograr una sociedad profesionalizada en el ámbito forestal, es fundamental la formación en cuestiones como qué plantar y dónde, los costes productivos, el precio de la madera en función de su objetivo o la cadena industrial y la finalidad de los productos. Se puede echar mano con ese objeto de formación de las numerosas personas que trabajan en este sector y que constituyen un capital humano especializado y aprovechable.

Es precisa una cultura de país sobre la multitud de usos que tiene el monte y sobre el interés del aprovechamiento productivo de unos recursos que son sostenibles y renovables.

Estructura territorial y financiación
Es necesario también darle salida a las dificultades que crea la estructura territorial que tenemos y, no menos importante, disponer de recursos económicos para actuar en el monte, más si las actividades son poco productivas pero de alto valor social y ambiental.

Necesitamos superficie donde poder gestionar. ¿Puedo participar con mi superficie en un proyecto más amplio y obtener una renta a cambio? ¿Puedo participar de esa gestión? ¿Es favorable para mí realizar las talas conjuntamente con más vecinos? ¿A quién le pregunto?.

«Para crear un futuro, hay que hablar de monte y de agro en las escuelas. Los medios de comunicación, sobre todo los públicos, son también imprescindibles»

Entonces, ¿plantamos eucaliptos o no?, ¿está prohibido? Estos temas requieren de una tarea de acercamiento al propietario y a la sociedad, en el marco de una gestión forestal moderna y sostenible.

Precisamos que la sociedad conozca el concepto de gestión, incluso de gestión responsable. Se debe hablar de montes y campo en las escuelas (incluso como actividad extraescolar ), en los ayuntamientos, en las comunidades de montes, y darle un enfoque de valor imprescindible para crear un país de futuro, conocedor de su potencial y de sus recursos.

El monte debe generar la curiosidad y atención de las personas, y deben usarse todas las vías disponibles para lograrlo. La implicación de los medios de comunicación, principalmente públicos, resulta imprescindible, evitando en todo momento la politización de un tema que debe ser afrontado como cuestión de país.

Gestión
Hablamos de gestión y no de extinción porque deberíamos ir a la raíz del problema, actuando en la prevención y en la generación de riqueza. La gestión tiene que ver con la formación, planificación y con la disponibilidad de recursos. Después hay que implicarse para ejecutar lo planificado.

Si hubiese un consenso sobre las acciones políticas necesarias y si se asumiese la responsabilidad de cada uno para llegar a ciertos objetivos, sería más fácil su aplicación. Es labor de las distintas administraciones hablar, proponer y entenderse para conseguir un fin común.

Va a haber decisiones impopulares, quizás este es el concepto que hace retrasar la toma de decisiones y enquista el problema. El reto está en trabajar por crear una madurez social que pueda asumirlo.

¿Cómo debemos de contribuir como sociedad con aquellos propietarios que aportan valores ambientales?, ¿deberían de colaborar en el mantenimiento de los bosques aquellas entidades, empresas etc. que se benefician de su correcta gestión de alguna manera?, ¿deberían las entidades o empresas que usan los recursos naturales de nuestro país, con amplio impacto sobre el territorio, pagar sus impuestos en Galicia y así ayudar a mantener el monte?, ¿deben los propietarios estar obligados a realizar una gestión aunque las parcelas sean pequeñas? Son muchas cuestiones que, como sociedad, tenemos que pensar y contestar en conjunto.

* Manuel Beiro

Manuel Beiro forma parte de Asefor, una empresa de ingeniería forestal que gestiona el Grupo de Certificación Alvariza. Asefor trabaja desde hace siete años en la certificación forestal de pequeños propietarios y comunidades de montes con los sellos PEFC y FSC.

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