«La recuperación de las pallozas y hórreos puede ser una vía para que se vuelva a cultivar centeno»

La conservación de pallozas, hórreos o setos tradicionales es una tarea pendiente en muchos núcleos rurales de los Ancares. Su restauración contribuye a dinamizar aldeas y puede generar nichos de empleo. Conocemos algunas de estas construcciones recuperadas en los últimos tiempos

«La recuperación de las pallozas y hórreos puede ser una vía para que se vuelva a cultivar centeno»

Hórreo restaurado en Castelo de Frades en la parroquia de Cerexeido, en Cervantes.

Junto con la biodiversidad de sus montes, las pallozas y los hórreos con tejado de paja, las cabañas con loseta o los setos tradicionales son parte del atractivo y singularidad de los Ancares. Sin embargo, muchas de estas construcciones singulares se están perdiendo a día de hoy en las aldeas de la montaña lucense.

En el Centro de Desarrollo Rural (CDR) de los Ancares tienen claro que la conservación de este patrimonio es una vía para revitalizar los núcleos rurales y una manera más de contribuir a fijar población. Por eso, focalizaron esfuerzos en hacer posible la recuperación de estas construcciones.

En los últimos tiempos arreglaron el tejado de paja de un hórreo y el de piedra de un antiguo molino

En los últimos tiempos consiguieron que se restaurase el tejado de paja de uno de los hórreos situados en la aldea de Castelo de Frades, en la parroquia del Cerexeido, en Cervantes (Lugo), así como el de losetas de un antiguo molino al que ya se le había derribado el techo.

Las dos actuaciones fueron financidas con las ayudas que la Consellería de Medio Ambiente destina para inversiones no productivas con objetivos agroambientales dentro de espacios de la Red Natura 2000, cofinanciadas con el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader). Estas ayudas conservan una línea que gestionan los ayuntamientos, pero se abrió otra línea para que pudieran solicitar las ayudas los propietarios particulares.

Una oportunidad para recuperar cultivos

Colocación de la paja en un hórreo restaurado en los Ancares.

La restauración de construcciones tradicionales como los hórreos o pallozas, con techos de paja, es también una oportunidad para recuperar oficios tradicionales, como el de techador, o el cultivo del centeno, cuya paja se emplea en las cubiertas.

«Nos volcamos en la recuperación de estas construcciones porque es una manera de crear nichos de empleo», apunta David López, ingeniero forestal que colabora directamente con el CDR y que se encargó de gestionar e informar sobre estas ayudas a los vecinos.

Techar de nuevo con paja, después de que muchas de estas construcciones hayan sido techadas de manera provisional con chapas metálicas para evitar que se derribasen, supone también un reto, ya que el cultivo del centeno ha casi desaparecido de estas zonas. «Recuperar estas construcciones puede ser una manera de que se vuelva a cultivar centeno u otras variedades de cereal en campos abandonados y que supondrían una discontinuidad en la actual expansión del matorral, reduciendo la combustibilidad de los ecosistemas», indica el ingeniero.

En los Ancares el cultivo del centeno esta prácticamente perdido y escasea la paja para los tejados

David también apunta a que se pueda establecer una colaboración con otras entidades como el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (Ciam), donde llevan tiempo conservando en su banco de germoplasma diferentes variedades de cereal. «Nosotros estaríamos muy interesados en disponer de semilla de centeno autóctona, y podríamos reproducir e incrementar las reservas varietales y aprovechar la paja, que es lo que precisamos para los tejados», refiere David.

La escasez de esta paja es tal que para la recuperación del hórreo de la aldea de Castelo de Frades la paja vino desde Astorga. «En los Ancares este cultivo está casi prácticamente perdido», apunta el ingeniero. De hecho, con la intención de contar con paja para restaurar los tejados, en O Piornedo la Asociación ‘Techos de Piornedo’ sembró dos fincas de centeno. Pero la escasez hace que para techar se procure la paja en otros lugares. «Un techador muy activo, que es el único que prácticamente techa en este territorio, está barajando la posibilidad de traer la paja desde Polonia», indica López.

Un oficio tradicional, con escaso relevo generacional

Otra de las dificultades que se encuentran para llevar a cabo la recuperación de estas construcciones, sobre todo de aquellas como los hórreos y las pallozas, con tejado de paja, es encontrar quien domine este oficio. Juan González Abella, de la empresa Construpiedra Burbia S.L., es uno de los pocos techadores que queda en esta zona y que gusta de recuperar este patrimonio.

Escolares en un taller sobre los techos de paja.

El hecho de que apenas se hagan tejados de paja condiciona que muchos de los que conocían cómo colocar la paja hayan optado por dedicarse a otros trabajos. Además, «colocar, prensar y atar la paja al techo es un trabajo duro», apunta David.

En este oficio también hay poco relevo generacional y con la intención de mostrarle el oficio a los más jóvenes, la Asociación El Teixeiro de Piornedo, con la ayuda de Construpiedra Burbia S.L., organizó una sesión con escolares de los colegios de Cervantes y Navia de Suarna para que conociesen cómo se construyen estos tejados.

Patrimonio por recuperar

Además de abrir la puerta a la recuperación del cultivo de cereales y de mantener oficios tradicionales, la recuperación de estas construcciones está siendo una manera de dinamizar la actividad y la vida de estas aldeas además de ofrecerle mejoras a los habitantes y luchar contra lo abandono. «Hay que facilitarle las cosas a la gente para que no decidan marcharse», apunta David.

Conjunto etnográfico de alto valor compuesto por palloza y hórreo en Vega do Seixo, en Cereixedo, Cervantes.

Junto con el hórreo de Castelo de Frades,  también se recuperó un antiguo molino con tejado de losetas y trabajan en una recopilación de construcciones localizadas en distintas aldeas que podrían recuperarse.

«Históricamente se centraron los esfuerzos en dos núcleos, en O Cebreiro y en O Piornedo, ahora bastante mermados, pero quedan muchas construcciones por recuperar que pueden ser útiles para los vecinos en otras muchas aldeas», apunta López. Buena parte de los hórreos se usan por los vecinos a modo de despensa donde conservan las cosechas: cereales, patatas, habas u otras legumbres.

Buena parte de los hórreos se usan por los vecinos a modo de despensa donde conservan las cosechas

Uno de los núcleos donde contemplan que se podrían recuperar hórreos y pallozas es el de Deva, donde ya sólo queda un vecino, que cuenta con una ganadería de vacuno. «El trabajo que está haciendo este vecino por la conservación del paisaje y de la biodiversidad es muy importante, toda vez que además ahí no cabe la mecanización de los trabajos por la dificil orografía del terreno con elevadas pendientes, por lo que supone un gran esfuerzo conservar los prados. Además su ganado convive con el oso y el lobo sin ningún tipo de problema gracias al esfuerzo de aplicar medidas preventivas a los posibles daños», reconoce el ingeniero.

Recuperar setos y sotos

A parte de las restauraciones del patrimonio también se llevaron a cabo actuaciones para mejorar prados de siega. En este caso, las actuaciones se centraron en mejorar las estructuras tradicionales de riego así como el mantenimiento o mejora de las setos en las lindes de las fincas y la eliminanción de mato invasor.

«Estas actuaciones deberían contemplar mejoras en la estructura completa del riego de lo contrario los resultados están muy condicionados al no poder mejorar todo el sistema y limitarse a una finca en concreto», explica David.

También estaba prevista otra actuación para la mejora de un soto, cuya partida había sido aprobada pero que finalmente rechazaron puesto que los plazos de la convocatoria no se ajustaban a los trabajos a hacer. En concreto, se pretendía realizar una poda que, para poder justificar la ayuda debía realizarse en pleno verano, la peor época para estos trabajos en los castaños, existiendo riesgo de que secaran, lo que motivó que se renunciara a la partida.

El tejado de paja de las pallozas suele durar entre 20 y 25 años.

El tejado de paja suele ser preciso renovarlo cada 20 o 25 años.

La falta de información, uno de los mayores obstáculos

Pese a que en buena parte de las aldeas hay construcciones tradicionales que recuperar, apenas se están llevando a cabo restauraciones. Así, desde el Centro de Desarrollo Rural de los Ancares se centran en informar a los vecinos y propietarios de las ayudas disponibles para poder asumir estas actuaciones de restauración y conservación tanto del patrimonio como del hábitat.»Nosotros actuamos como informadores directos porque ningún organismo público se preocupa por informarlos y desconocen este tipo de oportunidades», indica López.

La gran dispersión de los núcleos rurales, la distancia a los organismos públicos, la ausencia de transporte público y el envejecimiento de la población de estas zonas también son factores que limitan que los propietarios tengan conocimiento de las ayudas y en muchos casos las soliciten.

La falta de información y la dispersión de las aldeas dificulta que los propietarios soliciten las ayudas para las restauraciones

«Es una población muy dispersa y que no está al tanto de estas subvenciones porque no pueden estar desplazándose continuamente a núcleos más grandes para informarse y aquí no les llega este tipo de información sobre ayudas de las que pueden beneficiarse», explica el ingeniero.

También la complejidad del proyecto que deben presentar o el hecho de que deban adelantar los costes de la rehabilitación son otros de los obstáculos que detectaron desde la asociación. «Buena parte de los propietarios de estas construcciones son gente que no tiene una gran liquidez como para afrontar los pagos por adelantado que implican y que tampoco están acostumbrados a este tipo de gestiones económicas, que le resultan complejas», apunta López.

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