“Cuando un sector va mal, las soluciones individuales no existen, deben ser colectivas”

Entrevistamos a Isabel Vilalba, que continúa al frente del Sindicato Labrego como secretaria general tras ser elegida en el IX Congreso de la organización, celebrado recientemente en Lugo

“Cuando un sector va mal, las soluciones individuales no existen, deben ser colectivas”

Isabel Vilalba, en el IX Congreso de la organización.

El IX Congreso del Sindicato Labrego ha reelegido como secretaria general a Isabel Vilalba, que lleva en el cargo desde 2012. Vilalba compatibiliza el trabajo al frente del Sindicato con una explotación de leche y de habas en Lourenzá (Lugo) y con la atención a sus hijos, una niña de 10 años y un niño de 12.

Nieta de agricultores e hija de emigrantes, Isabel Vilalba se declara orgullosa de su trabajo, que enfoca en conseguir que la gente del campo pueda “vivir dignamente en nuestra tierra”. “Defender lo que defiendo es muy gratificante, pero también es una angustia ver el mundo de dificultades que enfrenta mucha gente, tanto personas jóvenes que inician proyectos como personas mayores que ya sólo están a la espera de la jubilación. Son muchas horas de trabajo para después de ese esfuerzono tener un medio de vida”.

Háblanos de las líneas estratégicas de trabajo que veis para el rural. El lema de vuestro Congreso apuntaba a precios, tierra y soberanía alimentaria.
– La producción de alimentos en el rural gallego se tiene que ver como una cuestión fundamental. Necesitamos políticas que tengan la mirada en el medio plazo con el objetivo de mantener población en el rural con una actividad agraria y ganadera que le sirva de modo de vida.

«El reto en Galicia es que dejemos de ser abastecedores de materia prima barata. Por ese camino, el sector lácteo es inviable»

La primera cuestión es tener un conocimiento de adónde nos queremos dirigir. Es frustrante ver que tenemos una Administración vacía sin un programa de actuación claro. No hay líneas de trabajo claras ni equipos que estudien los potenciales y retos que tenemos delante. Tampoco ayuda el desmantelamiento que hubo de centros de investigación, como Mabegondo, que podrían ser un apoyo para definir modelos de futuro que aprovechen el potencial agrario y ganadero de Galicia.

El reto en Galicia es que dejemos de ser abastecedores de materia prima barata. Durante muchos años estuvo fomentándose la producción láctea orientada a leche líquida. Que ahora se le esté pagando a las granjas en base a los precios internacionales de la leche en polvo y de la mantequilla no hace más que agravar las dificultades. Por ese camino, es inviable la producción láctea en Galicia y en España.

Decía estos días el director de Mercados del Ministerio, Fernando Miranda, que en España desaparecerían unas 5.000 explotaciones más, hasta quedar 10.000-12.000 en todo el Estado; lo que nos equipararía con países como Gran Bretaña, que con 10.000 granjas -dice Miranda- producen el doble de leche que España.
– Esa es una muestra de como una persona que tendría que tener un criterio de interés social sólo se preocupa del criterio macroeconómico de la cantidad de leche que se produce en España. Para nosotros no es lo mismo tener 5.000 granjas menos porque son 5.000 proyectos de vida menos ligados a la producción en el rural, con el impacto que eso tiene en el tejido económico y de servicios del rural. En Galicia tenemos 1.500 aldeas abandonadas y otras 1.900 con 1 o 2 habitantes.

«Nuestro futuro dependerá de que seamos capaces de ofrecer alimentos de calidad producidos en base a forrajes»

Miranda argumenta que la dimensión de las granjas es un factor para ganar competitividad.
– Es cuestionable que las grandes granjas, comprando insumos, soporten los bajos precios internacionales de la leche. También debemos tener claro que competitiva a nivel de Nueva Zelanda no va a ser ninguna granja europea. La leche en polvo se paga a 18 céntimos en el campo, que es algo inasumible para nosotros.

La mayoría de nuestra producción se enfoca al mercado interior, así que nuestro futuro dependerá de la medida en que seamos capaces de ofrecerle a ese mercado productos de calidad, apoyándonos en proyectos de transformación que valoricen la leche y con granjas que operen en base a la producción de forrajes propios. Otra cuestión clave es mantener el empleo, el uso del territorio y toda la actividad que hay alrededor del sector ganadero, que es básico para el futuro de las zonas rurales.

En el Sindicato Labrego seguís apostando por la idea de la soberanía alimentaria. Desde el sector se cuestiona en ocasiones esa idea, teniendo en cuenta la globalización de los mercados, que buena parte de la leche gallega va para fuera y que Galicia mantiene una seguridad alimentaria correcta.
– La idea de la soberanía alimentaria no se trata de levantar fronteras, sino de procurar el objetivo de un abastecimiento en base a alimentos próximos. La seguridad alimentaria en Galicia también es relativa. ¿De dónde vienen las frutas o las hortalizas? Tenemos un déficit en la balanza comercial de alimentos de 900 millones de euros.

«Con la soberanía alimentaria no buscamos crear fronteras, pero no tiene sentido que nos entren patatas de Egipto y carne de USA»

No estamos en contra del intercambio comercial, pero no tiene sentido que las patatas vengan de Egipto o que nos pueda entrar carne de Estados Unidos. Hay una cantidad de alimentos agrícolas y ganaderos de los que hoy somos importadores importantes y que podríamos producir nosotros. Tenemos muchas posibilidades de generar empleo en el rural gallego. El objetivo debe ser el de diversificar nuestra producción más allá del lácteo.

El sindicalismo agrario atraviesa una mala etapa. Parte de los ganaderos consideran que no los defendéis de manera correcta o que os movéis por intereses políticos. ¿Cómo ves la situación del sindicalismo y cómo crees que podéis recuperar credibilidad?
– En los últimos años hubo un desprestigio social de todo lo que son partidos políticos y sindicatos. Esa situación es un reto para la organización. De qué manera nuestras bases pueden considerar que tienen en nosotros una herramienta buena para organizarse colectivamente y defender sus intereses.

«Apostamos por un modelo social, pero entiendo que haya personas que se sientan más representadas en un modelo patronal»

Yo soy de las que piensa que las salidas individuales no existen. Cuando un sector va mal o funciona con criterios poco adecuados, no puede haber mucha gente que individualmente se salve. De otro lado, me da la sensación de que tuvimos una desconexión grande, quizás por una mala comunicación, y la gente creyó más en fórmulas nuevas, tipo organización de empresarios.

Es razonable que parte de esa gente no se sienta identificada con el Sindicato Labrego, ya que nosotros vamos más allá de la defensa de unos pocos empresarios. Defendemos un modo de vida, la producción de alimentos, el mantenimiento del rural, el uso del territorio; en definitiva, tenemos un modelo más social, pero eso no quita que sea legítimo que haya personas que se sientan mejor en un modelo más patronal.

El sector lácteo comienza este jueves en Santiago una nueva fase de protestas en conjunto, pero a pesar de las dificultades que atraviesan las granjas, no se espera una gran movilización. ¿A qué atribuyes esa desconexión de los productores?
– Hay que recordar que las movilizaciones del año pasado fueron históricas, tanto en las diversas comarcas como en Santiago y en Lugo. Lo que sucede es que para el sector fue muy frustrante que después de toda la implicación y todo el respaldo social, esa lucha no se tradujera en unas medidas y soluciones válidas. Se vendió una salida en falso y hoy vemos el resultado.

«Para el sector fue muy frustrante ver como después de las movilizaciones se nos vendió una salida en falso»

Por otra parte, desde la Administración casi se intentó culpabilizar al sector de los problemas, como si cooperativas, sindicatos u organizaciones de productores fueran responsables de que la industria no se quisiera sentar a negociar. Tampoco los sindicatos somos responsables de que no haya ninguna industria gallega con peso en el mercado. ¿Qué hizo la Xunta al respecto durante todos estos años? Vender Leyma e impulsar el proyecto fallido de Alimentos Lácteos.

¿Qué balance haces del trabajo en el marco de la Plataforma en Defensa del Sector Lácteo, en la que estáis la mayoría de las organizaciones agrarias y las cooperativas?
– Veo al sector muy dividido. No es malo que haya diversidad de colectivos, pero falta confianza en la fuerza de nuestra unión. Sigue habiendo desconfianzas entre personas de un proyecto y de otro. Claro está que somos organizaciones diferentes, pero cuando nos sentamos en una mesa todos estamos de acuerdo en unos puntos comunes, la necesidad de precios dignos y de garantías de recogida de toda la leche.

«El sector está dividido. Sigue habiendo desconfianza entre personas de un proyecto y de otro, cuando todos defendemos puntos en común»

Con una gran fuerza y unidos de verdad, sí podría haber soluciones, pero hay gente que hace bandera de la unión y luego no se ve esa unión real. De todas formas, en el pasado también hubo fases difíciles en las que fue complicado que nos entendiéramos y después se produjeron situaciones que forzaron ese entendimiento.

Todas las organizaciones agrarias pasasteis en los últimos años por reducciones de personal y problemas económicos a raíz de la crisis. ¿Cuál es la situación actual del Sindicato Labrego?
– Tenemos menos medios económicos que hace 4 o 5 años, por lo que tuvimos que adaptar los gastos con los ingresos, pero a pesar de la situación, conseguimos mantener la atención en muchas comarcas. La mayoría de nuestro gasto se dedica a personal para dar servicios técnicos. También hay que valorar que la nueva Dirección Nacional del Sindicato tiene gente nueva y activa que reforzará el trabajo de nuestro personal. Crearemos grupos de trabajo por comarcas en los que los afiliados tendrán un papel protagonista.

«Tenemos adaptados gastos e ingresos, pero nos cuesta ponernos al día de pérdidas de años anteriores»

Hoy en día tenemos adaptados los gastos con los ingresos, pero nos cuesta ponernos al día de pérdidas de ejercicios anteriores. Por poner un ejemplo, hubo un programa de asesoramiento a explotaciones que ejecutamos en 2014 y al final del año, con el gasto hecho y el personal contratado todo el año, la Xunta no pagó esas ayudas.

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