Los comienzos de una explotación de Porco Celta

Mario Rouco inició este año la cría de Porco Celta en un bosque de Muras, en Lugo. Su objetivo es conseguir que los animales crezcan lentamente alimentándose de la vegetación natural hasta conseguir un peso medio de 120 kilos a los 14 meses.

Los comienzos de una explotación de Porco Celta

Mario con su piara de Porco Celta

Mario Rouco es un ingeniero agrónomo de 33 años que trabaja en una multinacional relacionada con el sector agrario en el ayuntamiento de As Pontes. Sus orígenes están en el vecino ayuntamiento de Muras, en concreto en el lugar de O Seixo, en una zona de alto valor ganadero que en los últimos años viene padeciendo el cierre de explotaciones y el abandono del rural.

Sin embargo, lo que para unos es un medio de vida del pasado, para Mario constituye una opción de futuro y de esta manera puso en marcha este año una pequeña explotación de Porco Celta en un bosque de la familia. «Siempre me gustó la idea de poder criar cerdo en libertad, y además la raza Porco Celta es muy rústica, cría una carne de excelente calidad y no presenta casi ningún problema sanitario», asegura.

Sin embargo, antes de lanzarse a hacer realidad su proyecto, Mario se puso en contacto con la Asociación de Criadores de Ganado Porcino Celta (ASOPORCEL) para pedirles asesoramiento y también visitó varias explotaciones.

Compra del ganado y cierre de la finca

El siguiente paso fue hacer el cierre de la finca, una zona de bosque en pendiente que no se podía aprovechar para gando vacuno, pero que resultaba ideal para la cría de cerdos en libertad. En total, 3,5 hectáreas, de las que el 90% es un bosque tupido de robles, castaños y abedules, que proporciona sombra y alimentación para los animales. «El terreno es muy bueno para este tipo de animales, ya que tiene pendiente, lo que los obliga a hacer músculo», destaca Mario.

En una explotación de Porco Celta al aire libre, el jabalí es una de las principales amenazas ya que podría matar al verraco y dañar a las cerdas. Por eso, y para mantener controlados a los cerdos, Mario levantó en la finca un cierre perimetral con tela ganadera reforzada. Tiene una altura de 1,20 metros. Por dentro y por fuera cuenta con un alambre de pastor eléctrico a 30 centímetros de altura del suelo para evitar la entrada del jabali o la salida de los cerdos. Además, colocó un alambre de pico a 1,50 metros para evitar la entrada del corzo y del lobo, también electrificado con pastor.

«Rota los cerdos entre distintas partes de la finca para evitar sobreexplotación»

Este cierre perimetral supuso el mayor desembolso, unos 15.000 euros, que fue financiado con una ayuda de la Consellería del Medio Rural y del Mar para explotaciones ganaderas no prioritarias, es decir, para aquellas que no tienen la actividad ganadera como principal fuente de ingresos.

Para completar la instalación y gestionar esta parcela de bosque de forma sostenible, Mario instaló también varios cierres internos para rotar los animales dentro de la finca.

Una vez construidas las instalaciones, que se completan con un alpendre para el refugio de los animales, comederos, bebederos de chupón y un comedero para el pienso, tocó esta primavera el último paso para el inicio de la explotación: la entrada de los animales.

Para eso, adquirió dos cerdas, de variedad Santiaguesa, y un macho de la variedad Barcina a un criador certificado de Porco Celta de Castro de Rei (Lugo). A día de hoy, en la finca están 26 cerdos de ceba, las dos hembras y el verraco. En este sentido,Mario reconoce que «por superficie podría tener una carga ganadera mayor, pero prefiere empezar con una explotación de tipo reducido, con una carga ganadera que sea sostenible para el terreno y con un crecimiento lento de los cerdos».

Control del pienso para mejorar la rentabilidad y el sabor de la carne

La alimentación es uno de los aspectos que más cuida esta explotación ya que puede suponer hasta el 80% de los gastos variables de una ganadería de Porco Celta. Precisamente, en la búsqueda de más rentabilidad, Mario realiza un racionamiento del pienso para buscar que el animal crezca más lentamente, en base a los recursos de la finca, y con más calidad de la carne.

Así, Mario les da de comer pienso a los cerdos solamente una vez al día, a las 9 de la mañana, en un comedero cerrado que se abre sólo durante 30 minutos, para de esta forma tener controlada la cantidad de comida. En total, se proporciona alrededor de 1 kg de pienso diario por cerdo, aunque varía según la fase de crecimiento. En concreto, elabora una ración especial para los lechones de hasta 4 meses; otra para los de 4 a 10 meses y una ración de finalización con aporte suplementario para los cerdos de 10 a 14 meses.

«Objetivo: una carne de crecimiento lento y de alta calidad»

El resto de la alimentación la proporciona el propio bosque en forma de bellotas, castañas, hierba, raíces ….. así como restos de la huerta familiar. Para finalizar la ceba, Mario tiene previsto comprar castañas en el otoño para darle más sabor y valor a la carne.

De esta manera, los cerdos estarán en la finca hasta un máximo de 14-15 meses, momento en el que se sacrificarán con un peso que espera que llegue a los 120 kilos por canal.

Venta directa a particulares

Otro de los aspectos por los que apuesta Mario para mejorar la rentabilidad es la venta directa de los cerdos cebados a particulares. «Voy a intentar hacer venta directa de los animales para este invierno, con un precio precio final que estará entre los 4 y los 4,5 euros/kilogramo».

Mientras tanto, y ajenos al San Martiño que algún día les llegará, los cerdos de Porco Celta de Mario Rouco hozan y corren al aire libre por los bosques de Muras.

Mario coa súa piara de Porco Celta

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