«Lo único que pedimos es que la Administración nos deje trabajar en paz»

Situación de urgencia en los Ancares. Pasados casi siete meses desde los incendios del otoño, las ganaderías continúan sin permiso para acceder a los pastos quemados, que están rebrotando esta primavera

«Lo único que pedimos es que la Administración nos deje trabajar en paz»

José Manuel Rodríguez, uno de los ganaderos de los Ancares afectado por la prohibición de pastorear los montes quemados.

Los Ancares están que echan humo. Los dos grandes incendios del otoño dejaron indignación en la sierra por lo que los vecinos percibieron como una mala gestión de la extinción, pero los problemas sólo acababan de comenzar. Llegada la primavera, la situación es de urgencia para las granjas de los Ancares, pues carecen de autorización de la Xunta para introducir los animales en los montes que ardieron, su fuente de alimentación tradicional desde la primavera hasta las nieves del invierno.

Otros años, las ganaderías de la sierra ya tenían las vacas en los montes a comienzos de mayo. Esta campaña, en cambio, las tienen que mantener en los prados que tradicionalmente reservan para la hierba seca y los silos de hierba, con los que alimentan a las vacas en invierno. «Si no se nos autorizan ya a entrar en los montes con el ganado, perderemos los cortes de hierba de la primavera», pronostica José Manuel Rodríguez, un ganadero que maneja un rebaño de 28 animales en Vilanova do Pedregal, el lugar en el que comenzó uno de los dos grandes fuegos de los Ancares.

«Si este año tengo que comprar otra vez forrajes para el invierno, quito las vacas porque no puedo mantenerlas» (Domingo López)

José Manuel vio como aquel incendio le quemaba 46 fardos de silo de hierba, prados, cierres ganaderos y a punto estuvo también de llevarle por delante parte del ganado, que salvó «gracias a la colaboración de los vecinos». El monte vecinal del lugar, 460 hectáreas con pastos arbustivos y castaños, quedó también totalmente quemado, aunque la hierba ya comienza a rebrotar de nuevo. «En pocos días, la hierba que está saliendo será un alimento ideal para las vacas. Si no nos permiten usar esos pastos, acaban de matarnos», expone.

El incendio que arrancó en octubre en Vilanova do Pedregal avanzó quemando los montes de otros trece pueblos. En casi todos ellos hay ganaderos afectados por la prohibición de introducir el ganado en el monte.

Domingo López y Carmen Valcarce gestionan una ganadería de 19 vacas en A Freita, uno de los lugares que quedó con el monte arrasado por el fuego. «Las vacas ahora están pastando la hierba de los prados que teníamos que recoger para el invierno» -coinciden con José Manuel.- «Si este año tenemos que comprar otra vez forrajes para el invierno, quito las vacas porque no somos capaces de mantenerlas», resume Domingo.

Ganadería de Domingo López y Carmen Valcarce, en A Freita.

Ganadería de Domingo López y Carmen Valcarce, en A Freita.

La situación es similar en el resto de pueblos que el fuego se fue llevando por delante. Gertrudis Pardo, de Aucella, que mantiene un rebaño de 8 vacas, cuenta la misma escena. El incendio calcinó todo el monte del lugar, dividido en propiedades particulares, y las vacas se quedaron sin los terrenos de pasto arbustivo en los que solían pasar todo el año, salvo la época de las nevadas.

Promesas
La legislación, con carácter general, prohíbe que las tierras afectadas por un fuego sean pastoreadas en los dos años siguientes, pero ante la situación excepcional que se vivió durante la ola de incendios del otoño, con fuertes vientos y fuegos descontrolados que arrasaron millares de hectáreas, la Consellería de Medio Rural había anunciado que iba a permitir el pastoreo en zonas afectadas.

De aquel anuncio, nada más se supo. Preguntado sobre el tema, el director xeral de Ordenación e Producción Forestal, Tomás Fernández Couto, dijo a mediados de abril que estaban trabajando en la cuestión, sin que desde aquella se haya producido ninguna concreción.

Monte quemado al pie de un prado.

Monte quemado al pie de un prado.

«La primera culpa de todo lo que está pasando es del sinvergüenza que puso el fuego, pero la segunda culpa es de la Administración» -sostiene José Manuel Rodríguez-. «Los Ancares somos Red Natura, Reserva de la Biosfera y Reserva de Caza, pero los ganaderos no contamos para nada en los Ancares ni nos beneficiamos de nada. Parece que nos quieren echar», concluye.

Las declaraciones del pasado otoño de la conselleira de Medio Rural, Ángeles Vázquez, cuando dijo que los Ancares eran un sitio ideal para pasear, pero no para vivir y trabajar, encienden los ánimos entre los ganaderos, que se sienten desprotegidos.

«Los Ancares somos Red Natura, Reserva da Biosfera y Reserva de caza, pero los ganaderos contamos cero. Nos quieren echar» (José Manuel Rodríguez)

«En los medios de comunicación buscaron un culpable y están convirtiendo a las víctimas de los fuegos, que somos nosotros, en verdugos», se queja Carmen.

Las ganaderías niegan relación con los fuegos del otoño. «En los últimos 20 años pudo haber dos incendios en A Freita, y todos pequeños. Nada que ver con la catástrofe de este año», valora Alberto Gómez, otro de los ganaderos de A Freita afectados. «Quien puso fuego, sabía del mal que iba a causar porque la predicción de fuertes vientos estaba ahí», valoran los productores.

Sanciones
Los ganaderos temen las posibles sanciones a las que se enfrentarían si salen con las vacas al monte sin autorización. «Es de lo más sencillo. Llega un agente del Seprona o de la Xunta, toma el número del crotal de la vaca y te enfrentas a una sanción de entre 1.000 y 100.000 euros», cuenta José Manuel Rodríguez, que tiene una carta de la Xunta en su casa en la que le advierten de las posibles multas por pastorear terrenos quemados.

El miedo no es gratuito, pues ya en anteriores años hubo sanciones para los ganaderos en zonas afectadas por grandes fuegos, como Cualedro (Ourense).

Preguntados por posibles soluciones si no llega la autorización para pastorear, los ganaderos lo tienen claro: «Lo que tendremos que hacer es llevarle las vacas a la Xunta y que las alimenten ellos porque nosotros no podemos».

Las ganaderías vienen de un año 2017 muy malo, pues la sequía redujo la cosecha de hierba en más de un 50% y los fuegos acabaron de dificultar las cosas. «Resistimos gracias a la solidaridad de otros ganaderos, que nos enviaron silo de hierba y hierba seca, pues de la Xunta no recibimos nada», cuentan.

Los animales están pastando los prados reservados para cortes de hierba.

Los animales están pastando los prados reservados para cortes de hierba.

Ausencia de apoyos
Las ayudas previstas para las explotaciones que habían perdido forrajes, cierres ganaderos y otras instalaciones en los incendios continúan sin resolver a día de hoy, pero en los Ancares ya no se hacen ilusión con las ayudas. «Nos rompieron la cabeza con papeleos, pero de las ayudas no sabemos nada. Ya ni pedimos ayudas, lo único que queremos es que nos dejen trabajar, que nos dejen ya en paz», concluye José Manuel Rodríguez.

«Resistimos gracias a la solidaridad de otros ganaderos, que nos donaron camiones de silo de hierba y de heno»

El último invierno se convirtió en una sucesión de problemas para las explotaciones. Tuvieron que tener las vacas cinco meses confinadas en las cuadras, cuando en un año normal salían al monte también en invierno siempre que las nevadas lo permitían. «Los problemas de pezuñas aumentaron y cuando las vacas salieron de la cuadras a mediados de abril, muchas ya casi no sabían ni andar» -cuenta Domingo.- «Perdimos también celos y el toro cubrió a las vacas ahora en abril. Son todo pérdidas», remata.

Entre tanto, el jabalí continúa haciendo de las suyas en las praderas y en los sembrados de los pueblos. En los últimos años, las ganaderías ya abandonaron por completo la siembra de centeno, trigo y maíz, que utilizaban en la alimentación de los animales. «Es imposible. Piensa que para sembrar patatas, hay que ponerle un pastor eléctrico el mismo día que las siembras porque si no es trabajo perdido. Viene el jabalí a la noche y ya las come», explican.

Los ganaderos recuerdan también los problemas que tuvieron en anteriores años para hacer quemas controladas en invierno. «En sitios de mucha pendiente no autorizaban la quema y las pocas que hicieron fueron pequeñas y mal hechas» -sostienen-. «Para la ganadería en los Ancares, todo son prohibiciones. Apoyos cero», critican.

Gestiones y solidaridad
Así las cosas, la inquietud y la indignación se palpan en toda la sierra. Las demandas de los ganaderos están siendo canalizadas por organizaciones como Unións Agrarias, que tiene solicitada una reunión de urgencia con la delegada de Medio Rural en Lugo, para la que todavía no hay fecha. El responsable de Unións en Becerreá, Iván Raposo, espera que la reunión se celebre con carácter inmediato.

Unións Agrarias tiene solicitada una reunión de urgencia con Medio Rural para abordar la situación

En la cooperativa A Carqueixa (Cervantes), confirman también la urgencia de la situación. Su gerente, Román Sánchez, tiene previstas para hoy reuniones con los afectados de la zona de Vilar – Piornedo, el otro gran fuego que devoró la sierra en otoño.

Román explica que las explotaciones multiplicaron este invierno las compras de tacos de pienso y forrajes. «Hay explotaciones en el límite y si pudieron aguantar fue gracias a la solidaridad de los ganaderos de otras partes de Galicia. Desde la cooperativa gestionamos 20 trailers de donaciones de hierba seca y silo de hierba. También la cooperativa Aira nos donó 14 toneladas de tacos y Agris forrajes», detalla.

La iniciativa de las donaciones para los afectados por los fuegos, iniciada por la asociación Prolega, de la zona del Eume, se extendió después a otras asociaciones, como Agromuralla, y a cooperativas, organizaciones agrarias y grupos de ganaderos. Los apoyos representaron una ayuda para el invierno, pero el problema de la primavera – verano continúa sin resolver. «A ver cómo piensa la Xunta que vamos a mantener los animales. Igual con las ayudas que nos dieron por los incendios, que fueron cero», concluyen los afectados.

Una idea sobre “«Lo único que pedimos es que la Administración nos deje trabajar en paz»

  1. pepe

    a peor plaga que fomenta a despoblación e o abandono do rural e a xunta de galicia .

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