“El fuego deja sin alimento a las vacas, me quemó 20 hectáreas de pastos y silo”

Ganaderos de los Ancares lucenses y de Ourense advierten de la necesidad de buscar soluciones para las granjas afectadas por los fuegos. En el Condado, en Pontevedra, buena parte de los viñedos quedaron también arrasados por los incendios

“El fuego deja sin alimento a las vacas, me quemó 20 hectáreas de pastos y silo”

Pastos y monte quemados en los Ancares. / Imágenes: Unións Agrarias.

Los incendios de octubre se cebaron con algunas de las comarcas ganaderas más castigadas por la sequía, como los Ancares, en Lugo, o el Macizo Central y la zona oriental de Ourense. El impacto de los fuegos en pastos y bolas de silo deja a las granjas de las zonas afectadas contra las cuerdas, con el problema añadido de que la legislación no les permite pastar durante dos años en las zonas quemadas.

«Estamos en la ruina. Somos las víctimas y parece que somos los terroristas. Si algo podemos decir seguro del fuego es que quien lo prendió no tenía vacas. Este fuego fue un atentado al medioambiente y a la ganadería», advierte José Manuel Rodríguez, un ganadero afectado por los incendios de Cervantes.

«Este incendio fue un atentado al medioambiente y a la ganadería. Quien lo prendió seguramente no tenga vacas» (José Manuel Rodríguez, Cervantes)

José Manuel cuenta con 28 animales adultos y unos 10 becerros que quedan sin hierba que pacer tras el incendio de Noceda. El fuego arrasó las más de 20 hectáreas que gestionaba la granja y también calcinó 46 bolas de silos de hierba que se reservaban para alimentar a las reses en invierno.

La única buena noticia es que los animales se consiguieron salvar. «Gracias a los vecinos que me ayudaron, los logramos sacar y llevar para el pueblo (Vilanova do Pedregal). Iba el fuego por debajo de ellas, por donde tenían que cruzar, pero no había otro camino», recuerda el ganadero.

Bolas de silo quemadas.

Bolas de silo quemadas.

El caso de José Manuel es de los más extremos, pero en Ancares y en Ourense hay multitud de situaciones semejantes. «Hay otra explotación que de 80 bolas de hierba, consiguió salvar 4 y parcialmente quemadas» -cuenta Iván Raposo, secretario de Organización de Unións Agrarias en los Ancares.- «Las granjas de los pueblos afectados quedaron sin pastos y aunque hayan salvado la hierba que tenían recogida, este año era escasa por la sequía y no les llega para alimentar a los animales. Todos van a tener que comprar pienso y forraje», explica.

El problema más grave, con todo, viene por la normativa que en teoría impedirá pastar dos años sobre los terrenos quemados, así como declararlos para las ayudas de la PAC. «Tenemos que buscar una solución porque si no a toda esta gente la estamos echando a la ruina», advierte Iván Raposo. Desde Unións Agrarias y desde otros colectivos como Ovica demandan excepcionalidades que permitan el pastoreo en las zonas afectadas por los grandes fuegos de octubre, así como soluciones para la PAC.

«El problema más grave es la prohibición de pastar durante dos años en terrenos quemados. Hay que buscar una solución» (Iván Raposo, Unións Agrarias)

Castaños
El fuego afectó también a algunas de las grandes zonas productoras de castaña en los Ancares, una actividad que estaba en recuperación por el impulso de la cooperativa A Carqueixa. Desde la cooperativa, su gerente, Román Sánchez, destaca las pérdidas que causará el fuego tanto a nivel ambiental como para la ganadería y la castaña. Subraya además el papel de ganaderos y vecinos a la hora de hacerle frente a las llamas.

Fueron los propios vecinos los que en muchos pueblos y zonas frenaron el avance de los fuegos en los Ancares, ante unos servicios de extinción que se quedaron pequeños y desbordados para enfrentar el problema. «Estuve por lo menos 24 horas sin parar en el fuego, ayudando a los vecinos» -recuerda José Antonio Díaz, un ganadero de Cerrado (Navia de Suarna)- «Todos los que podíamos, ayudamos, muchas veces arriesgando nuestras vidas» -reconoce-, «pero si no fuera por nosotros y por la lluvia, este fuego no se paraba», concluye.

Viñedo quemado en As Neves, en primer plano, y nave de pollos quemada al fondo.

Viñedo quemado en As Neves, en primer plano, y nave de pollos quemada al fondo.

Impacto en la viticultura del Condado

Los incendios de As Neves y Salvaterra, en el Condado (Pontevedra), generaron también un fuerte impacto en los viñedos, que no se libraron de los fuegos. Las llamas pasaron de los montes a las fincas y a los viñas. «Fue un infierno. El fuego se apagó en la puerta de las casas», recuerda Miguel Vázquez, uno de los viticultores que se vio afectado por los incendios. El suyo es un caso particular, pues contaba con seguro de viñedo y espera cobrar por los daños y por la cosecha perdida del próximo año, si bien las pérdidas serán mayores, pues en caso de replantación serán varias las campañas que haya que esperar hasta la primera cosecha.

viñedo con follas queimado

Otros productores, la mayoría pequeños viticultores, están en su gran mayoría sin seguro. «En Rubiós (As Neves), por ejemplo, alrededor de la mitad de los viñedos quedaron quemados», valora Miguel Vázquez.

Desde Unións Agrarias recuerdan una situación similar, tras los incendios del 2006, cuando hubo ayudas para los daños en los viñedos, por lo que esperan que este año se vuelva a poner en marcha una actuación similar. La organización agraria demanda la convocatoria por parte de la Xunta de una Mesa de Emergencia del Rural para analizar la situación del sector agrario. «No hablar con los afectados, como hizo la Consellería en la sequía y en las heladas, lleva a una falta de acierto en las soluciones», cuestiona la organización agraria.

Viña quemada al lado de las casas.

Viña quemada al lado de las casas.

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