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Ganadería Casa de Chaos la explotación a batir. Cada vez que hay un concurso acapara buena parte de los premios. En el último, celebrado el mes pasado en Adai (O Corgo), organizado por Acruga, ganó en cinco de las siete categorías a concurso: sementales de más de 26 meses, novillos de 14 a 26 meses, becerros de 8 a 14 meses, novillas de 18 a 24 meses y vacas paridas.
Se trata de una explotación familiar que atienden Manuel, su hermano Martín y su madre, Áurea. Su padre, Manuel, está ya jubilado. Cuidan con mimo de sus 120 cabezas, de las que 70 son vacas nodrizas. En la Casa de Chaos, ubicada en la parroquia de Castroncán, en el ayuntamiento lugués de Samos, siempre hubo vacas de carne, una rareza en esta zona donde predominan las explotaciones de leche.
Son décadas de selección y mejora genética que se nota en la calidad del rebaño. Esa es para Manuel una de las claves. «Secreto no hay ninguno, darles de comer bien y tratar también bien a los animales y después que la genética sea buena, porque un animal ruín come y come y no se le nota», afirma.
«La genética tiene que ser buena, porque un animal ruín come y come y no se le nota»
La alimentación abundante se suma a la buena herencia morfológica en esta ganadería. La comida es prácticamente a discreción, sobre todo el pasto para las vacas y el pienso para la ceba de los becerros. La explotación cuenta con 55 hectáreas de terreno, todas ellas dedicadas a pasteros.
Disponer de esta superficie les permite vender también forraje. «A nosotros siempre nos sobra y este invierno, en el que hubo falta de silo y de hierba seca en muchos sitios, vino mucha gente a comprar», explica Manuel. Habitualmente aprovechan el primer corte de ensilado y venden el segundo corte para hierba seca.
Ser excedentarios supone una garantía para esta explotación incluso en años en los que merma la producción de hierba por las condiciones climatológicas y hace que no esté sometida a vaivenes de precios en la compra de forrajes y pueda mantener prácticamente estable el coste de alimentación del ganado.
Y permite también que las vacas tengan disponibilidad de pasto todo el año. «Las echamos a pastar fuera todo el año, menos algún día en enero o febrero si hay mucha invernada. Siempre tienen que pastar, incluso en veranos secos y muchas veces en esta época no dan comido el pasto que hay y estropean más que comen, porque van a las praderas con hierba muy alta», reconoce.
Cada año renuevan una parte de las praderas, aunque no siempre la misma superficie. «Depende de cómo venga el año, de la climatología. El año pasado, que vino muy seco, tuvimos que renovar más de 10 hectáreas porque la sequía quemó todo y luego no da rebrotado, pero en un año más húmedo, como este, renovaremos solo 2 o 3 hectáreas», prevé Manuel. «No tenemos problemas para el control de las malas hierbas, tenemos cuidado para que no caiga la semilla y pasamos por los márgenes una desbrozadora de brazo con el tractor», explica.
Engordan los terneros hasta los 11 meses
Los becerros maman hasta los 8 o 9 meses. No están en la pradera con las madres, sino estabulados, y maman cuando las vacas se meten para que coman el silo y la hierba seca. Una vez destetados, los novillos son cebados con hierba seca y pienso. «No se lo pesamos, pero calculo que comerán unos 5 kilos por becerro al día», indica Manuel.
El compuesto, a base de cereales como maíz o cebada, se lo suministra Almacenes Chaos de Sarria. «Es una fórmula natural que hacen ellos, no es un pienso compuesto convencional y eso se nota en la calidad de la carne, según dice el carnicero que nos lleva la mayoría de los becerros», asegura Manuel.
«Tenemos un acuerdo con un carnicero y un precio fijo para todo el año; es un sistema transparente para todos: ganadero, carnicero y consumidor»
La carne que él produce la vende a carnicería Pío de Samos. «Lo que no va para vida va todo para él, entorno a medio ciento de terneros al año», explica. La mayoría de los animales no se sacrifican hasta los 10 o 11 meses y tienen un precio fijo para todo el año. «Es una garantía de suministro para el carnicero y a nosotros nos permite tener la venta asegurada y eso hace que el precio para todos, productor, carnicero y consumidor no sufra variaciones», argumenta Manuel, que defiende este sistema transparente.
Al vender directamente al carnicero, el precio no sufre merma aunque los animales tengan 10 o 11 meses. «Si no fuera para un carnicero no merecería la pena criarlos hasta esa edad, porque comen más y la bajada en el precio de venta por kilo es considerable», cuenta.
Alargar el período de ceba, sumado a la buena genética de esta ganadería y a la alimentación que reciben los animales hace que el peso medio de los becerros que marchan a sacrificio esté entre 300 y 320 kilos. «El otro día mandamos uno que pesó 400 kilos, siempre tenemos alguno así en el año», cuenta Manuel. «Vino una veterinaria nueva para el matadero y al principio no creía que pudieran tener esa edad hasta que vino aquí a la explotación», recuerda.
Ganadería Casa de Chaos en imágenes:
Amplio palmarés
En Castroncán había una feria importante, de las más grandes de la comarca. Ya no se celebra, pero aún se conserva, a unos 200 metros de la casa de Manuel, el campo de la feria donde se juntaban los animales el día 4 de cada mes. Ahora Manuel tiene que desplazarse más. Es un habitual de las subastas y concursos que organiza Acruga en la provincia de Lugo. «Vamos a Adai, a Sarria, a O Páramo, a Láncara y a Expolugo. Hay otras a las que no vamos por riesgo de contagio de enfermedades. No queremos jugar con eso y solo vamos a subastas y concursos donde tenemos garantía de que los animales van todos saneados», explica.
En esas a las que va, los animales de la Casa de Chaos acostumbran a ser ganadores indiscutibles. En el último concurso de San Isidro celebrado en Sarria, por ejemplo, Manuel se hizo con el primero puesto en cinco de las seis categorías del certamen (mejor vaca, novilla, cría, lote y novillo). Algo semejante pasó en el último certamen de Expolugo, donde fue el ganador con el mejor semental, la mejor novilla y el mejor novillo.
«Cambiamos de toro cada pocos años para evitar problemas de consanguinidad»
Dos de los ganadores habituales son Cuca, que ya tiene el título de Miss Vaca Galicia, y también Navarro, el toro de la explotación. Tiene 4 años y fue criado en la propia explotación, aunque fruto de inseminación para no tener problemas de consanguinidad. Es hijo de Alférez, uno de los toros de Acruga. Pasea sus 1.500 kilos de peso por concursos, desfiles y exhibiciones, como lo que se hace por las calles del centro de Lugo durante el San Froilán. «Usamos siempre nuestro toro y lo cambiamos cada pocos años para evitar la consanguinidad», explica Manuel.
Los certámenes y concursos dan visibilidad y renombre a esta ganadería que vende muchas de sus novillas para vida y también novillos para sementales, alguno de ellos llevado por Acruga para Xenética Fontao. «A raíz de los concursos y de las subastas viene mucha gente después por la casa a comrar animales para vida para mejorar la genética de sus explotaciones», explica Manuel.
Como en la mayoría de las explotaciones gallegas otra parte de los ingresos de la ganadería procede de las ayudas de la PAC. «Es una parte muy importante de la rentabilidad de la explotación», reconoce Manuel. Aunque ya en el límite, Samos está ubicado dentro del área declarada como zona de alta montaña, lo que se nota en las cuantías.
