Mel do Saldoiro, más de 80 años produciendo miel de excelencia

Antonio Gómez Tapia ve la apicultura como una tradición familiar, un legado que le dejó su padre y que ya había comenzado su abuelo. Hoy es uno de los productores con mayor prestigio de Galicia, por la calidad de su miel, premiado en repetidas ocasiones y que produce en once apiarios y una antigua alvariza

Mel do Saldoiro, más de 80 años produciendo miel de excelencia

Antonio Gómez Tapia en la alvariza que tienen en O Sisto (Dozón).

Antonio Gómez Tapia es la tercera generación de apicultores de esta familia, después de que su abuelo comenzara con las abejas ya en 1936. Desde entonces, no dejaron de producir miel, y de las 80 colmenas que gestionaba su abuelo fueron incrementando hasta llegar a las más de 350 que tiene ahora este apicultor entre los montes de Lalín y Dozón, en tierras de Deza. Mel do Saldoiro es, además, una miel que cuenta con numerosos reconocimientos a su excelencia, el último lo recibió a finales del pasado año cuando su monofloral de flor de castaño logró la distinción de oro en la última edición de la Catas do Mel de Galicia.

«Mi abuelo comenzó envasando la miel en botellas de vino y vendiéndola en la taberna»

«La miel y la apicultura es ya una tradición en esta familia», reconoce Antonio. Fue su abuelo, Antonio Gómez Carral, quien después de regresar de la emigración en Cuba, decidió abrir una taberna y comenzar con la apicultura. De mano del conocido como «cura de las abejas», Benigno Ledo, párroco natural de Chantada y experto en la materia, comenzó a interesarse por las abejas. «Empezó envasando la miel en botellas de vino y vendiéndola en la taberna. El problema era que se cristalizaba y luego no conseguían sacarla de ellas», apunta el apicultor.

Aunque comenzó con algún cortizo, las enseñanzas al lado del cura motivaron que pronto comenzara a trabajar con colmenas Layens, un tipo de colmenas de origen francés que fueron introducidas en Galicia por parte de este sacerdote. «Por aquel entonces eran las primeras colmenas que se veían en la zona», comenta Antonio.

Antonio engadiu distintivos ás súas colmeas para identificalas con facilidade.

Antonio añadió distintivos a sus colmenas para identificarlas con facilidad.

Aunque se crió apegado a la apicultura, fue en 1996 cuando Antonio tomó el relevo a su padre, que llevaba desde la década de los 60 como apicultor, y comenzó a hacerse cargo de los apiarios. Además de incrementar el número de colmenas, Antonio también optó por ir renovándolas y sustituyéndolas por colmenas tipo Langstroth, las más popularizadas en la actualidad en Galicia. Hoy, cuenta con más de 350 colmenas repartidas en 11 apiarios, de entre 40 y 50 colmenas, aunque alguno llega a las 70.

Él mismo se encargó de construir buena parte de estas colmenas. Esto le permitió hacer colmenas diferenciadas a las que se comercializan, en un afán de intentar disuadir del robo de estas, además imprime distintivos para poder identificar de que año son y distinguirlas. «Ahora cada vez tengo menos tiempo y dejé de hacerlas, pero la mayoría fue cosa mía», comenta. Antonio compatibiliza la apicultura con atender dos granjas de pollos, que atiende junto a su cuñado, a la par de continuar regentando la taberna que había abierto su abuelo.

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En la alvariza tienen en torno a unas 30 colmenas.

Las ventajas de la alvariza

Junto a los apiarios repartidos en montes de Lalín y Dozón, cuenta también con una alvariza sita en O Sisto (Dozón). Esta construcción centenaria de piedra, en cuyos orígenes se empleaba para proteger el apiario, sobre todo de las incursiones del oso, sigue siendo una localización ideal a día de hoy aunque no tenga ya esa función.

«La alvariza está muy bien ubicada y es una pena no seguir empleándola aunque sea más trabajoso»

Estar situada en una zona baja, resguardada de los vientos dominantes y con agua cerca hacen de esta alvariza un emplazamiento ideal para las abejas, como indica Antonio. «Está muy bien ubicada y es una pena no seguir empleándola aunque sea más trabajoso al contar con un sólo acceso que, además, es una pequeña puerta», explica el apicultor.

Ya su abuelo empleaba la alvariza para disponer allí las abejas y en este tiempo apenas tuvieron que afrontar ninguna actuación en ella ya que se encuentra muy bien conservada. Dos grandes bojs crecen dentro de esta alvariza y dan buena cuenta también de la antigüedad de la construcción de piedra, a la par que ofrecen sombra a una pequeña loseta que sobresale en el muro y que cuentan que empleaban para sentarse a observar las abejas.

Gran demanda de miel y descenso de la producción

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Además de la miel monofloral de castaño y multifloral también comercializa miel con nueces.

Más de 80 años en la producción de miel hacen que «tengamos muchos clientes de toda la vida que vuelven año tras año», comenta Antonio. Cuentan con una producción de entre 4.000 y 5.000 kilos de miel al año, de la que más del 50% es de flor de castaño. En los últimos años vieron reducida su producción, sobre todo, debido a las condiciones meteorológicas. «El año pasado justo cuando la flor del brezo estaba abierta vino mal tiempo y las abejas no pudieron aprovecharla, y lo mismo pasó con la flor del castaño», recuerda el apicultor.

El mal tiempo del último año en plena floración del brezo, junto con la avispilla del castaño condicionaron la producción

También comienzan a notar en la zona el efecto de la avispilla del castaño así como la presencia de la vespa velutina. «En otras zonas ya llevan más tiempo con mucha velutina, y aquí de momento este fue el primer año que tuvimos presencia en los apiarios», indica el apicultor. Por eso, este año además de emplear trampeos con líquido en los distintos apiarios, optó por colocar excluidores entre el fondo y la cámara de cría en el mes de noviembre, mientras no había zánganos en la colmena. La presencia de la velutina también motivó que estudie comenzar a alimentar puntualmente sus colmenas después de sacarle la miel, una práctica que hasta el momento no creía necesaria.

La miel, también en la taberna

Toda su producción la comercializan envasada y «nunca nos llega al final de la temporada, lo vendemos todo antes de contar con la miel nueva», apunta. Disponen de botes de medio kilo o 1 kilo de miel multifloral así como de miel monofloral de castaño (bote de 500gr) que venden a un precio que se sitúa entre los 10 y 5,5 euros. Junto a estas variedades también preparan alrededor de unos 800 botes al año de miel con nueces procedentes de Lousada (Guntín).

La Taberna del Tais es uno de los puntos donde se vende la Mel do Saldoiro.

La Taberna del Tais es uno de los puntos donde se vende la Mel do Saldoiro.

La mayor parte de la miel la venden en Galicia, aunque también envían alguna a otras zonas de España como Madrid, Barcelona o Asturias. Como ya había comenzado haciendo su abuelo, la taberna, situada en la parroquia lalinense de Alvarellos, sigue siendo el mejor punto para la venta de la miel, aunque también lo comercializan en tiendas de alimentación especializadas o incluso de mano de la quesería Pazo de Anzuxao, asentada también en Lalín.

Doce años de premios

En estos años de trayectoria, Mel do Saldoiro es uno de los habituales en cuanto a distinciones por su calidad tanto en las variedades multiflorales como monoflorales. Así, desde que en el 2002 comenzase a celebrarse el certamen de Catas de Galicia, llevan recibido casi una veintena de reconocimientos. Ya en el mismo 2002, Tais Gómez, el padre de Antonio, recogía una distinción de bronce. Desde aquella atesoran ya tres oros (2009, 2012 y 2018) así como dos platas para su variedad multifloral tanto en el 2012 como en el 2017, a la par de varios bronces y diferentes distinciones. Sin embargo, «el mejor reconocimiento es el cliente que vuelve año tras año por miel y viene preocupado por si ya no te queda», reconoce Antonio.

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