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La tramitación de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Pan Galego ha concluido ya a nivel estatal. Queda ahora pendiente sólo la aprobación de la Comisión Europea, un paso que ya está gestionando la Administración autonómica. La puesta en marcha de la IGP es una vieja reivindicación de la Federación Galega de Panaderías (Fegapan) con el objetivo de identificar y darle un valor añadido al producto en el mercado.
La expectativa es que en el plazo de unos seis meses la Comisión Europea tenga una primera valoración sobre la solicitud. De ser positiva, se podría pedir ya una protección nacional transitoria, al igual que se hizo recientemente con la IGP Vaca e Boi de Galicia. Esa protección nacional transitoria podría permitir la activación de la nueva Indicación Pan Galego en los primeros meses del 2018.
Características
Las características que deberá tener el pan para poder acogerse al sello están recogidas en el correspondiente pliego de condiciones. Se tratará de un pan de corteza dura y crujiente, con un interior esponjoso y alveolado abundante e irregular, que se elaborará de manera artesanal con harina de trigo blando, de la cual al menos el 25% deberá proceder de trigos cultivados en Galicia y pertenecientes a variedades y ecotipos autóctonos gallegos.
En la actualidad, hay seleccionadas dos variedades de trigos autóctonos, la Callobre y la Caaveiro. Estas variedades se caracterizan por ser de caña alta, lo que facilita su encamado. Se está investigando en la obtención de variedades de ‘trigo país’ que mantengan las características organolépticas de las tradicionales y que sean de menor porte. De ser el caso, se autorizarán en el futuro para su uso en la IGP.
El pliego establece también como ha de ser el proceso de elaboración y los diferentes formatos tradicionales que se admiten (bollo, bolla, rosca y barra), así como su rango de pesos. El pan se le presentará al consumidor en envases individuales que incluirán el logotipo de Pan Galego.
