La Fundación Juana de Vega, canalizadora de oportunidades en el rural

La entidad apoya cada año diez iniciativas empresariales en el marco de su programa de emprendimiento agroalimentario, al que se presentaron más de 200 proyectos en los últimos tres años. El apoyo a la investigación en el agro y el trabajo en el campo del paisajismo completan su labor

La Fundación Juana de Vega, canalizadora de oportunidades en el rural

José Manuel Andrade, director de la Fundación Juana de Vega.

Un vivero orientado a la producción de variedades autóctonas de hortalizas, una sociedad que está recuperando el aprovechamiento de sotos de castaña abandonados en el Caurel o una iniciativa empresarial para gestionar y comercializar la miel de 600 colmenas en ecológico son algunos de los proyectos que pasaron en los últimos años por el programa de emprendimiento agroalimentario de la Fundación Juana de Vega. A través de este programa, la entidad, con sede en Oleiros, está asesorando y apoyando la implantación de iniciativas innovadoras en el ámbito rural.

En los tres años que lleva en marcha el plan de apoyo al emprendimiento agroalimentario, se presentaron a la convocatoria de tutelaje más de 200 iniciativas, de las que la Fundación seleccionó una treintena, 10 en cada edición. «Estamos muy satisfechos por la marcha del programa y también por el dinamismo que percibimos. Hay mucha gente que está viendo oportunidades en el rural» -destaca el director de la Fundación Juana de Vega, José Manuel Andrade-. «Alrededor del 65 % de los emprendedores que se presentan al programa son personas que tienen una actividad laboral pero que identifican una oportunidad en el rural a la que quieren dedicarse”.

«Hay muchas personas que detectan oportunidades en el rural. Percibimos un gran dinamismo» (José Manuel Andrade)

El perfil de los solicitantes es variado pero con una característica común. El 75 % tiene formación universitaria superior, bien de sectores relacionados con el agro, como ingenierías, bien de licenciaturas ajenas a la agroalimentación. «El agro es un atractivo para el desempeño de una actividad profesional», valora José Manuel Andrade.

El apoyo de la Fundación a los proyectos se plasma en un tutelaje completo, desde la idea original hasta la implantación de la iniciativa. “En primer lugar, le ayudamos a los emprendedores a reflexionar sobre su idea empresarial, sobre el producto o servicio que van a ofrecer. Analizamos con ellos cuestiones como competidores, canales de comercialización más adecuados o las necesidades de inversiones», explica Andrade. “También apoyamos directamente la implantación del proyecto. Por ejemplo, en la fase de búsqueda de financiación, acompañamos a los emprendedores a las entidades financieras”.

Gran parte de los proyectos que pasaron por la Fundación tienen un denominador común, el trabajo con productos de calidad como el gallo de corral, las vacas cachenas, la miel ecológica o la producción a gran escala de frutos del bosque (arándanos, frambuesas, etc.). Otros se centran en servicios para el sector agrario o agroalimentario. Es el caso de TasteLab, una consultora especializada en el testaje de nuevos productos alimentarios, o de un proyecto innovador para el manejo de instalaciones de porcino a través de una aplicación móvil.

Investigación
La Fundación Juana de Vega completa su trabajo en el sector agroalimentario con el apoyo a proyectos de investigación, una línea que se reforzará a partir de este ejercicio. «En los últimos años estuvimos financiando becas de estudio e investigación en el exterior para profesionales gallegos, pero nos dimos cuenta de que uno de los problemas que están teniendo actualmente las universidades gallegas y los centros de investigación de Galicia es la dificultad para retener talento, así que vamos a orientar más recursos, dentro de nuestras capacidades, a financiar proyectos de investigación en Galicia», apunta al director de la Fundación.

La recuperación de dos variedades autóctonas de uva, blanca legítima y agudelo, mereció el reconocimiento de la Comisión Europea

Entre los trabajos que ya impulsó la entidad, figura el estudio y recuperación de dos variedades de uva tradicionales de Betanzos, la blanca legítima y la agudelo, una investigación en la que también participaron el Csic y la Estación de Viticultura de Galicia (Evega). «Son uvas con un gran potencial pero que no se podían utilizar para vinos comerciales porque no estaban reconocidas como variedades», explica José Manuel Andrade.

El proyecto de puesta en valor de las dos variedades autóctonas de uva mereció el reconocimiento de la Comisión Europea, que calificó este trabajo como un ejemplo de las iniciativas innovadores que se podrían financiar a través de los planes de desarrollo rural.

Otra investigación de la Fundación en el ámbito del viñedo se centró en el análisis de los hongos, como el mildiu, que afectan a las distintas denominaciones de origen gallegas. La idea, comprobar el comportamiento de los hongos en las distintas zonas y diseñar tratamientos fitosanitarios diferentes que permitan reducir costes y un menor impacto ambiental.

El análisis de la baja movilidad de tierras que hay en Galicia, un proyecto de recuperación del roble en espacios públicos y forestales o un estudio sobre el impacto de la energía eólica en el rural son otros de los trabajos de investigación en los que está colaborando la Fundación Juana de Vega, una entidad centrada en la canalización de nuevas oportunidades para el rural gallego.

Fuera del ámbito agrario, la Fundación impulsó la Escuela Galega da Paisaxe y la Cátedra Juana de Vega en el seno del departamento de Historia Contemporánea y de América de la Universidad de Santiago.

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