O Trobo, la miel con historia

Su familia fue pionera en la introducción de la apicultura moderna en la comarca de A Mariña y desde el año 2015 todo ese legado está recogido en un Museo do Mel que cuenta con piezas únicas. Hablamos con Marifé Sixto, que lucha en los últimos años, junto con el resto de los productores de la zona, contra la vespa velutina, una tarea en la que se implicó el Ayuntamiento de O Valadouro

O Trobo, la miel con historia

Marifé Sixto,: su familia fue pionera en la introducción de la apicultura moderna en la comarca de A Mariña y desde el año 2015 todo ese legado está recogido en un Museo do Mel

Cuando la energía eléctrica era poco menos que un invento del diablo que se resistía a entrar en las casas y las velas constituían uno de los métodos indispensables de iluminación en los hogares y de devoción en las iglesias, la de cerero era una profesión con futuro. Así que el taller que Aquilino Ben había montado en Ferreira era un negocio próspero. Sus velas, reconocidas en la comarca de A Mariña por el sello que las marcaba con sus iniciales (AB), eran de las más demandadas.

Era una época en la que aún no existían las velas de parafina de los chinos, así que la cera que se producía en los “trobos” hechos en las “cachopos” de castaño era un producto casi tan valorado como la propia miel. Aquilino y su familia compraban por las casas la cera cocida con la que luego hacían sus cirios. El negocio pasaba de padres a hijos y Pilar, la hija de Aquilino, siguió con la tradición hasta que uno de sus 10 hijos se casó en una casa donde había colmenas. Desde entonces, hablar en Ferreira de O Valadouro de la Casa de Aquilino es hablar de abejas y colmenas.

 “El museo alberga un tesoro de artilugios de apicultura de comienzos del siglo XX”

Hoy es Marifé Sixto la que atesora toda esa tradición que comenzó su tatarabuelo Aquilino. Con la intención de conservar ese legado familiar y de darlo a conocer, hace tres años rehabilitó una vieja cuadra de ganado pegada a la casa e hizo un Museo do Mel con piezas únicas que hacen un recorrido por la historia y la evolución de la apicultura en Galicia en los últimos 100 años echando mano de artilugios y utensilios usados por su familia desde comienzos del siglo XX.

Alguno de ellos auténticas joyas de fabricación casera protagonistas del paso de la vieja apicultura de los “trobos” de castaño a las colmenas modernas de paneles de cera y alzas modulares. Como un extractor de zinc fabricado por dos hijos de Pilar en los tiempos de la Guerra Civil en la vieja fábrica de Chavín, en Viveiro, frente a la actual factoría de aerogeneradores de la multinacional Vestas. O un ahumador de cuero también del año 1936, o una caldereta donde la familia llevaba la miel que vendía en la postguerra por las ferias de la comarca, al mismo tiempo que las velas que fabricaba. Y como “más enseña la necesidad que la universidad”, tal como afirma Marifé, incluso hay un artilugio hecho con una perra chica de la II República (las únicas fabricadas con una aleación de cobre y que, por lo tanto, capaces de aguantar altas temperaturas) que se usaba para, después de calentar, pasar por encima de los panales de cera y sujetarlos a los cuadros de madera de las nuevas colmenas que comenzaban a sustituir a los “trobos”.

Todos estos aperos se siguieron usando hasta el año 1999, momento en el que Marifé se dio de alta en la IGP Miel de Galicia (fue de las pioneras de la comarca de A Mariña) y el registro sanitario la obligó a cambiar los viejos artilugios de cobre y zinc por otros de acero inoxidable. Sus padres acababan de jubilarse y tras abandonar la ganadería vieron en la venta de miel un nicho de mercado que en aquel momento estaba sin cubrir.

Múltiples reconocimientos 

En estos casi 20 años Marifé siguió vendiendo con la misma marca de “Mel O Trobo” con la que había comenzado su padre, Javier, hoy ya fallecido, y atesorando premios y reconocimientos a la calidad de un producto que cuenta con una clientela fiel. Vende básicamente a nivel local, en la Feira do Mel que todos los años se celebra en Ferreira en el mes de octubre y en los mercados estacionales que está recuperando el Ayuntamiento de O Valadouro en los últimos años y también a través de su página de facebook.

Esta productora de O Valadouro trabaja variedades multiflorales, en las que se combina eucalipto, castaño y flores de todo tipo, como las de los árboles frutales que hay en la finca donde Marifé tiene parte de sus colmenas, en la parroquia de A Laxe. “La miel de eucalipto es muy valorada y en esta zona, ya que tenemos tanto eucalipto, tenemos que sacarle provecho, no todo va a ser negativo del eucalipto y una de sus ventajas es la miel”, afirma. O Trobo cuenta en su palmarés con 3 oros, tres platas y cuatro bronces, el último por la cosecha del año 2017, un premio a la constancia que certifica año tras año en las catas de las mejores mieles de Galicia.

Mel O Trobo recibió 3 oros en las Catas de las Mieles de Galicia

Marifé es optimista: “Veo que hay más demanda y que se está consumiendo más miel que hace años, porque ahora hay mucha gente que está apostando por hábitos saludables y eso hace que la miel tenga hoy por hoy una gran apreciación social”, dice. Ella, como la mayoría de los productores de O Valadouro, tiene una clientela fiel y considera que “en la miel no hay peligro de sucedáneos, porque el hombre no sabe hacer petróleo, pero tampoco sabe hacer miel, la miel la tienen que hacer las abejas”, argumenta.

“Tenemos que implicarnos todos en la lucha contra la velutina”

Marifé no Museo do Mel

Marifé no Museo do Mel

Las bajas y mermas en la producción en los últimos años por culpa de la vespa velutina, que comenzó instalándose en esta comarca de A Mariña en el año 2011 antes de colonizar casi toda Galicia, son evidentes. O Trobo envasa ahora unos 1.000 kilos de miel cada año pero “llegué a pasar de los 2.000”, reconoce Marifé. Ella tiene en este momento unas 70 colmenas, repartidas entre A Laxe, en O Valadouro, y Vilabuín, en Ourol. A este ayuntamiento, ubicado más hacia el interior y a mayor altitud, tardó más en llegar, pero el año pasado su presencia los cogió desprevenidos y tuvieron muchas bajas.

En O Valadouro ya saben lo que es luchar contra ellas desde hace años. En esta época realizan trampeos para capturar reinas con artilugios caseros hechos con vasos y botellas de plástico mediadas de zumo de arándanos como atrayente. Colocan las trampas cerca de las colmenas y también al lado de limoneros, naranjos y camelios, a donde se acercan las reinas. Es clave combatir su propagación en primavera para evitar que formen nuevos nidos. Más adelante, en verano, las tareas se centran en retirar los nidos y en capturar el mayor número de obreras posibles. Las trampas cambian entonces el zumo de arándanos por el licor, el vermú o los destilados. Tienen que ser bebidas dulces pero que tengan alcohol, sino van también las abejas y caen en la trampa. “Estamos acabando la bodega”, afirma con ironía Marifé, porque toda cuanta botella empezada o con cierta solera de años acaba sirviendo para emborrachar a las velutinas.

 “Toda la sociedad tense que implicar en la lucha contra la velutina”

Asegura que “el Ayuntamiento se está involucrando mucho”, repartiendo trampas en esta época y colaborando en verano en la eliminación de los nidos. Pero esta productora considera que “no es un problema solo de los apicultores, porque los fruticultores ya están notando también mucho las pérdidas por la plaga, así que hay que concienciar de que tenemos que implicarnos todos en su erradicación”, dice.

Las pérdidas por la avispa asiática son mucho más que la merma en la producción de las colmenas ya que “hay que añadir las bajas, el tiempo dedicado en combatir la plaga, los kilómetros, el gasóleo, los productos, etc.”, relata Marifé. “Y ese coste añadido no se lo incrementamos al precio de la miel, lo estamos asumiendo los apicultores”, añade.

Ella espera, como el resto de productores, que no tarde mucho en haber un producto eficaz para luchar contra esta especie invasora. “Yo espero que los laboratorios saquen algo, como antes hicieron con otros problemas a los que nos enfrentamos como la varroa o el loque”, dice. Mientras tanto, este año optó por alimentar en invierno las colmenas “para que estén fuertes y aguanten mejor, porque si la colmena está débil tiene más problemas para resistir el ataque de la velutina”, explica.

El efecto ‘oxi action’

El próximo proyecto de Marifé es crear, en otra vieja cuadra de ganado, un pequeño museo similar al de la miel pero dedicado al oficio, ya prácticamente extinguido, de cerero. Si los utensilios de apicultura que ya están expuestos tienen 100 años, los usados para trabajar y moldear la cera son del siglo XVIII.

Entre las curiosidades del oficio está el método para blanquear la cera, que hacía famosas las velas de su tatarabuelo Aquilino. “La iglesia que más velas blancas tenía en Semana Santa era la de Ferreira. Las velas blancas eran un símbolo de distinción y se vendían más caras que las amarillas por el laborioso proceso que tenían detrás”, explica. Era un trabajo que duraba de 10 a 12 días a base de cocer varias veces la cera y ponerla en láminas al sol, donde blanqueaba, como la ropa al clareo, por el efecto de la fotosíntesis de las plantas y del oxígeno que desprenden en ese proceso, un método natural basado en el mismo principio químico del oxígeno activo de los anuncios de detergente.

 “Prevé abrir un museo del oficio de cerero, con el que sería el segundo en Galicia”

Igual que hizo con el Museo do Mel, creado con fines didácticos y que recibe tanto escolares de colegios del entorno como la visitantes a título individual, sobre todo en los meses de verano, Marifé quiere dar a conocer este oficio familiar. Ha pensado montar incluso un lagar de cera como el usado por sus antepasados aprovechando el agua corriente de un afluente del río Ouro. Sería un museo único en la provincia de Lugo y de los pocos de este tipo que hay en Galicia. “Que yo sepa solo hay otro en Covelo, en la provincia de Pontevedra”, aclara Marifé.

O mestre Jesús Rodríguez con escolares do Valadouro

O mestre Jesús Rodríguez con escolares do Valadouro

 

Jesús Rodríguez, un discípulo del ‘cura de las abejas’

Los ayuntamientos vecinos de Alfoz y el Valadouro concentran un grande número de productores de miel de la comarca de A Mariña. Uno de los precursores del sistema actual de producción fue Jesús Rodríguez, natural de Monforte de Lemos y discípulo de Benigno Ledo, el cura de las abejas. Jesús era maestro en la escuela de Budián, y su mujer, María Pardeiro, en la parroquia de al lado, A Laxe. Los sábados reunían a los alumnos y les enseñaban las técnicas de la apicultura moderna y los secretos de las colmenas. “En la época de sacar la miel sacaban la miel y acabó involucrando a muchos de sus alumnos en el oficio”, cuenta Marifé. Uno de ellos fue su padre.

De aquel maestro republicano tiene hoy Marifé en su Museo do Mel varios objetos, cedidos por la familia de Jesús Rodríguez, entre ellos una fotografía con sus alumnos en el 1940 y también un manual práctico de apicultura, “Abejas y colmenas”, escrito por F. M. De la Escalera y Ernesto Suja y publicado en Madrid en 1933 por el Patronato de las Misiones Pedagógicas de la II República.

 

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